Un grupo internacional de investigadores descubrió en las profundidades de la cueva francesa de Bruniquel hasta 400 estalagmitas colocadas de forma intencionada en un círculo por los neandertales hace unos 176.000 años.
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Junto a esta composición, se hallaron restos de fuego que prueban que estos homínidos dominaban la técnica antes de la llegada del hombre moderno hace 40.000 años. Sin embargo, aún se desconoce el uso que los neandertales le dieron a estas enigmáticas estructuras.
Antes de la llegada del Homo sapiens a Europa, los neandertales exploraban el viejo continente en busca de cuevas en las que protegerse del clima y de los depredadores. Uno de estos lugares es la caverna de Bruniquel –al sureste de Francia– en la que, desde 1990, se han encontrado numerosos huesos y marcas del paso de estos homínidos.
Uno de esos hallazgos es descrito ahora en la revista Nature. A 336 metros de profundidad, los investigadores hallaron hasta 400 estalagmitas cortadas y acumuladas en cuatro anillos, y en torno a las cuales se han detectado restos de fuego. Para el equipo esto no parecía una casualidad.
Al datar su antigüedad, los expertos calculan que esta composición tiene entre 176.000 y 200.000 años, periodo que corresponde con la presencia de los primeros neandertales (Homo neanderthalensis) en Europa, y unos 140.000 años antes de la llegada del hombre moderno al continente.
Según los investigadores, el hallazgo da fuerza a la teoría de que los neandertales ya empleaban habilidades expresivas complejas como el lenguaje simbólico.
Estas estructuras, denominadas “espeleofacts” por los científicos, acumulan un peso total de 2,2 toneladas y 112 metros de extensión. Los neandertales las alinearon en cuatro filas de círculos y las apilaron, después de arrancarlas de la pared de la cueva.
La realización de los anillos se planificó cuidadosamente, aseguran los investigadores, porque emplearon estalagmitas de tamaño similar. Para evitar derrumbes, apuntalaron las figuras. Además, en la zona han aparecido rastros de elementos para la construcción y rastros en las paredes de las que extrajeron las estalagmitas.
Los primeros usos del fuego de los neandertales
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Este descubrimiento asombra a los investigadores ya que no solo es la evidencia más antigua de la capacidad constructora de los neandertales, sino también la de su control del fuego antes de la llegada del Homo sapiens a Europa.
El equipo sugiere que podría tener fines rituales, pero no descartan que los neandertales utilizasen este espacio para almacenar agua
Pero el significado y función de esta composición es un misterio. Al ubicarse en la profundidad de la cueva, donde apenas llega la luz, el equipo, liderado por Jacques Jaubert –profesor de Prehistoria en la Universidad de Burdeos en Francia–, sugiere que podría tener fines rituales, pero no descarta que los neandertales utilizasen este espacio para almacenar el agua que se filtraba por las paredes.
En la oscuridad de la gruta, los homínidos necesitaban iluminar el camino para romper las estalagmitas y transportarlas. El análisis del terreno revela marcas de calor a partir de las que el equipo trazó un mapa de los puntos de luz simple.
En estudios anteriores, ya se habían encontrado vestigios de las dotes artísticas de los neandertales, pero la composición de estalagmitas de la cueva de Bruniquel es única por su antigüedad y ubicación.
Hasta ahora, la comunidad científica no tenía constancia de que los primeros neandertales pudiesen explorar el espacio subterráneo y mucho menos que tuviesen un sistema de iluminación tan sofisticado como para edificar en el interior de las cuevas. Los científicos consideran que el hombre neandertal vivía en una organización social compleja y anuncian nuevos análisis para esclarecer el sentido de estas misteriosas estructuras.
Las espeofacts son estalagmitas que se han cortado de la pared para colocarlas a propósito por los neandertales. / Michel Soulier y SSAC
Fuente: SINC
Referencia bibliográfica:
Jacques Jaubert, Sophie Verheyden, Dominique Genty et al. “Early Neanderthal constructions deep in Bruniquel Cave in southwestern France”. Nature. 25 de mayo del 2016. Doi: 10.1038/nature18291