miércoles, mayo 22, 2024
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Lo que Allende nos Deja

Desde la izquierda, la lectura del proceso que llevó a Allende al gobierno en Chile, la hacemos partiendo de un contexto que no ha mostrado dramáticas variaciones: el imperialismo nortea-mericano, hegemónico aún, y la derecha en Latinoamérica, son aliados inseparables que, para mantenerse en el poder, hacen de la explotación, la alienación, el uso de la fuerza y de la misma muerte, las principales armas contra las mayorías.

Lo ocurrido el 11 de setiembre del año 73 en Chile fue otra muestra de las tantas atrocidades cometidas por el imperio y las oligarquías en nuestra América.

Allende llega al gobierno chileno el 04 de setiembre de 1970 a través de la “Unidad Popular”, una coalición constituida por los partidos Comunista, So-cialista, Radical, Social Demócrata, el Movimiento de Acción Popular (MAPU) y la Acción Popular Independiente (API).

La victoria política electoral fue resultado de un arduo esfuerzo unitario, de organización y participación popular, donde la movilización social fue el principal soporte de la gestión de izquierda.

A ello hay que agregar la figura de Allende, que se acrecentó en la medida que se fundió con el pueblo; la relación del líder político con las masas es otra de las grandes lecciones que nos dejó Allende. Con ello, la del dirigente con capacidad y ética para encabezar un programa político y sumar a la gente en torno a ello, otra enseñanza.

Pese a la gran opo-sición que enfrentó el go-bierno de Allende, éste logró cumplir con grandes objetivos políticos, económicos y sociales a favor de la clase trabajadora y del campo que por años había permanecido ausente de todo proyecto político.

La izquierda en este gobierno popular, ejecutó eficientemente y en consecuencia con sus propuestas, medidas que motivaron la confianza y el apoyo mayoritario del pueblo chileno. Sin duda, estas medidas hubieran sido inviables sin la organización política y la activa movilización popular.

Estos cambios fueron dentro del marco de la institucionalidad burguesa; Allende, convencido en la necesidad de construir el socialismo en Chile, creyó que el recorrido a éste sería por la vía de la paz, y que la derecha iba a respetarlo.

Grave error, la oligarquía y el imperialismo preparaba el golpe desde el momento que la Unidad Popular se asomaba a la victoria electoral, los propios cambios a favor del pueblo eran constantemente boicoteados y la ten-dencia golpista era previsible.

El desenlace fue la brutal muerte al compañero Allende, miles de chilenos asesinados, otros tantos desterrados y un proyecto político truncado.

Sin obviar que la democracia burguesa tiene sus límites, diversas son las lecciones que hemos de recoger de este proceso para el momento de lucha que atravesamos: la unidad como elemento estratégico para triunfar, la necesidad de desarrollar una propuesta democrática y popular, la importancia del liderazgo político y social, la organización y movilización de las masas, el tema de la capacidad de ejecución y no menos importante el rol de la ética y entereza política.

Para el ejercicio de la dirección revolucionaria hay que dar valor al tema de las estrategias, las formas y métodos de avanzar y de enfrentar al enemigo, al cual no hay nunca que subestimar.

De darle contenido real al tema de la unidad, de guiarnos en toda ocasión del principio de partir de la realidad, de valorar el sentido de la oportunidad y de tener las respuestas necesarias que el momento histórico exige y de adelantarnos a lo que pueda ocurrir. Y de contar en todo momento con nuestro principal aliado que es la organización popular, las masas. Como telón de fondo a todo esto, no evadirnos de la his-toria cualquiera fuese la circunstancia que nos presente, que nos movemos en ese gran escenario llamado lucha de clases.

Nuestro proyecto histórico tiene enemigos históricos, lo que significa que no perder el rumbo estratégico significa también no perder de vista que la lucha frente al enemigo de clase es multifacética y depende de la visión, actitud y capacidad de la vanguardia y su apoyo en la clase obrera y las masas, la garantía de victoria.

Por último, si una lección queda por sacar de Allende y de tantos grandes hombres y revolucionarios, es no ceder a los escollos que el sistema impone y exigirnos siempre la necesidad y la urgencia de seguir soñando, hasta el último minuto de nuestras vidas, en la revolución y el socialismo.

Fuente: Patria Roja

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