sábado, abril 27, 2024
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Óscar Soto Guzmán: ‘El Golpe en Chile nos Recuerda que Hay que Luchar por la Democracia”

Al cumplirse el cuadragésimo aniversario del golpe de Estado, el que fue médico personal de de Salvador Allende y una de las últimas personas en salir del Palacio de La Moneda, Oscar Soto Guzmán, participó en la siguiente entrevista digital, realizada porel diario español El País. El concepto de entrevista digital consiste en que el entrevistado responde preguntas en línea, formuladas por usuarios de redes sociales e internautas.

-amartinsaenz: Señor Soto, ¿tiene usted respuesta para la eterna pregunta que nos hacemos muchos_ ‘por qué se suicidó Salvador Allende’? Muchísimas gracias

Sí, tengo una respuesta: Allende se suicidó porque no quería caer preso de las fuerzas golpistas, porque él tenía en alta estima su puesto de presidente.

-Oscar¿Quiénes más estaban con Vd. hasta el final en la Casa de la Moneda?

En el Palacio de la Moneda estuvieron 64 personas, de las cuales 19 eran miembros de las seguridad de Allende, 17 eran de la policía civil de investigaciones, había 8 médicos y el resto eran asesores que se quedaron hasta el final para acompañar al presidente. Durante esta mañana, se suicidió Augusto Olivares, director de la Televisión Nacional de Chile, pero los demás siguieron con él.

-atreides: ¿Qué opinión le merecen las palabras del presidente Piñera cuestionando el papel de los «cómplices pasivos» de la dictadura?

Me parece una muy buena opinión.

-alberto: ¿No fue muy imprudente Allende al aliarse con Fidel Castro de una forma tan notoria en plena Guerra Fría?

«Es una pregunta de mucho calado. Allende no se alió con Fidel Castro, sino que estableció relaciones diplomáticas con Cuba y decir que la Revolución Cubana fue un hecho importante en la Historia del Siglo XX. Fidel Castro tenía simpatía por chile y Allende tenía simpatía por Cuba. Pero la posición de Allende no fue de alianza ni del capitalismo ni del socialismo real: Chile pertenecía al grupo de Países no Alineados».

-Angela: ¿Qué nos cuenta usted en el libro que acaba de publicar?

El libro tiene varios objetivos: primero, es un homenaje a aquellas personas que sufrieron y desaparecieron con la dictadura de Pinochet. Es un libro que trata de relatar algunos acontecimiento que suceden durante el Gobierno de Allente, y no solo el hecho como ocurre, sino las reacciones de las personas. He tratado de buscar en los sentimientos, las ironías, las alegrías… de la gente. El tercer objetivo, al final, es relatar los tres entierros de Allende, el primero fue al día siguiente del golpe de Estado, en el cementerio de Santa Inés, el segundo fue el 4 de septiembre de 1990, y el tercero fue el 8 de septiembre de 2011 en el Mausoleo después de que una comisión determinara que Allende se suicidió como lo habíamos dicho varios. Creo que al golpe militar chileno se llega después de una planificación preparada por los servicios de inteligencia chilenos y norteamericanos, con la colaboración de la oposición, en el que las medidas del Gobierno se van calificando según lo que en ese momento se requiera. Hubo una oposición también de asesinatos, de violencia declarada… Es una historia que llamo en el libro como una especia de tragedia griega en la que los personajes van jugando su papel según un libreto bien establecido.

-Carlos: Buenos días, ¿Habló con el Presidente Allende antes de su muerte?

Sí. Ocurrió de esta manera: un oficial me hizo subir a la segunda planta para decirle al presidente que había 10 minutos para rendirse. Hablé con él y él me dijo que iba a aparecer en la escalera. Dije, presidente los militares nos dan 10 minutos para rendirnos. Él me dijo «bajen en fila india, que yo bajaré el último». Esas son las últimas palabras que yo le escucho. Pero además yo sentí una mirada muy profunda. Unos segundos después, se suicidó.

-Lucho: Saludos, doctor: ¿Qué pensaba el Presidente Allende de Franco?

Nunca le escuché de viva opinión ninguna opinión sobre Franco, pero él era una persona democrática y obviamente no estaría a favor.

-carmen: ¿Estaba usted de acuerdo, políticamente hablando, con el presidente Allende?

Sí, claro, yo estaba políticamente de acuerdo con lo que hacía el presidente. Totalmente. Pocas veces hablaba con él de política, porque yo era su médico, no era político, pero claro, algunas políticas las comentábamos, de forma breve. Yo no era una persona que pudiera influirle en política, así que no lo hice jamás. El médico es una persona que ve, piensa, pero que no opina políticamente.

-vvt: Habla del recuerdo de Allende, ¿qué recuerdo personal tiene usted del presidente?

Tengo un recuerdo un hombre muy sencillo, muy corriente, hacía lo que los ciudadanos normales, tomar café con leche, leer la prensa, se levantaba temprano, hacía ejercicio, era deportista, estaba siempre preocupado por lo que ocurría a su alrededor, era un trabajador incansable, a veces, después del almuerzo, se tomaba una breve siesta de 10 o 15 minutos. Comía cosas normales, tomaba un vaso de vino tinto con las comidas, a veces también un vaso de Wisky Chivas por las noches. Tenía una excelente conversación, culta, amistosa, y sobre todo amaba la vida. Esa mi impresión de Allende como persona, no como político. Era muy tolerante, nunca le escuché una expresión despectiva de sus adversarios políticos.

-amartin: ¿Por qué la seguridad del estado no intuyó la posibilidad de un golpe?

La seguridad del Estado más importante que había en Chile es la de las Fuerzas Armadas, de manera que era muy difícil que le llegara al presidente. No había un servicio de inteligencia civil que investigara por su cuenta. Había un servicio policial que se dedicaba a pequeñas cuestiones, no había un aparato policial apto para investigarlo. Y, por supuesto, las Fuerzas Armadas, que lo sabrían, no iban a decírselo al presidente.

-mondi: ¿Cómo consiguió Vd. escapar de Chile, dónde fué y dónde se estableció finalmente? ¿Cuál fué su periplo?

Yo fui nominado en un bando militar, después de que el 11 de septiembre a las 17 horas me dejaran en libertad, fui al departamento de un amigo. Aparecí el día 12 en un bando militar en el que me citaban al Ministerio de Defensa. Como yo había vivido en una sociedad respetuosa fui, allí me interrogaron 9 horas, no tuve ningún apoyo físico. Después de un tiempo se retiraron y volvieron con un documento que me pidieron que firmara. En ese momento tomé la decisión de irme. El comandante me dijo que no podía irme, que tenía que ir a la cárcel. Ahí ocurrió un momento de suerte, que llegó a esa oficina un capitán y me dijo «Qué haces aquí». Era compañero de clase de Medicina. Le dije que me había presentado voluntariamente. El comandante también se sorprendió de que me conociera. El capitán hizo un elogio desmedido de mí, así que el comandante le dijo que me llevara detenido a su propia casa. Nos montamos en un ascensor y bajamos los dos solos. El capitán tenía un hermano que había sido citado en el mismo bando que yo. Y me permitió irme. Luego fui a la casa del embajador de México en Chile, donde estaba la familia de Allende, su viuda y sus hijas. Así que al día siguiente, cuando acabó el toque de queda, fui a mi casa, pedí a mi mujer que preparara un par de maletas, y ella, yo, y mis cinco hijos fuimos a casa del embajador mexicano. Mi familia salió de allí a los 4 días, hacia México. Yo salí dos meses después, también hacia México. Estuve poco tiempo en México, luego me fui a Cuba, donde trabajé como médico cardiólogo en dos hospitales. Y después tomé la decisión de pasar por Madrid. Estaba todavía Franco, pero en el Ministerio de Exteriores había ya un ambiente liberal. Mi suegro, que es diplomático liberal, había regresado ya a Madrid. El ministro de Exteriores era Cortina Mauri y había reintegrado a mi suegro, así que yo aproveché la circunstancia para pasar por Madrid. Y aquí acabamos todos. Yo convalidé mi título y luego empecé a trabajar de cardiólogo a la clínica Ruber de Madrid. Luego estuve en Segovia. No podía volver a Chile, lo tenía prohibido.

-Julia G.: El suicidio de Allende fue un acto de valentía, honestidad y coherencia. Pero ¿no habría provocado más problemas a los militares haberse entregado? ¿Habrían sido capaces de fusilar a un presidente elegido democráticamente?

Los militares chilenos demostraron que eran capaces de todo. ¿No fueron capaces de matar, asesinar a cinco manzanas de la Casa Blanca en EEUU? ¿No fueron capaces de matar a su ex comandante en jefe, Carlos Prats, con una bomba en Buenos Aires? ¿No fueron capaces de atentar contra un vicepresidente de la República cuando paseaba por Roma? Como tuvieron mala puntería, hirieron a su esposa. Los militares chilenos fueron capaces de cualquier cosa. La mafia es una buena denominación para estos militares.

-Blas: ¿Qué le ha parecido la aparente petición de perdón del señor Piñera?

Me parece que, si es real, es positiva. Porque si el presidente de la República pide perdón, es una autocrítica política positiva.

Ernesto: Doctor Soto, es un placer: ¿Qué le parece a usted que en España, a diferencia de Argentina, Guatemala, Chile, no se haya juzgado a los responsables de la dictadura franquista?

Muy mal, categóricamente mal. Los países no pueden vivir con este dolor tan grande sin haberlo solucionado.

Domingo Estoril: Cuatro décadas después, ¿cómo imagina que podría ser Chile hoy en día si no se hubiese producido aquel golpe de Estado? ¿Quizás más moderna socialmente? ¿Menos ultraliberal? Gracias, señor Soto.

El golpe de Estado lleva a la exaltación de un sistema neoliberal completo, si no hubiera ocurrido eso, no sé, sería ciencia ficción, pero habría seguido con su tradición democrática y habría ido progresando con lentitud pero con mayor igualdad y con participación más plena de la ciudadanía. Lo que ocurrió con Allende es que gente que no había tenido nunca voz, la tuvo. Pero es una pregunta muy difícil de responder.

-Bruno: ¿Le duele que Pinochet haya muerto como un «ancianito» en una cama, sin haber pasado por prisión?

Me duele que no haya pasado por prisión, porque es responsable. Pero creo que todo ser humano merece morir en la cama. Yo no soy partidario de la pena de muerte. Y que sea sentido por sus familiares también me parece bien.

-Exiliado: ¿Cómo ve usted la situación sociopolítica actualmente en su país en comparación con la de del Chile del 73?

Es radicalmente distinta. Chile en aquel momento tenía 11 millones de habitantes, ahora 17. En aquella época, tenía una renta per cápita de unos 1.000 dólares, ahora son 22.000. Era un país pobre y subdesarrollado, había que importar trigo y carne, nuestra riqueza era el cobre y no nos pertenecía. Este es un país distinto, muchos procesos agrícuoas son exitosos, exportamos frutas y vino… Yo veo el país como que ha progresado. Lo que no veo bien es la desigualdad de ingresos.

-Alfonsito Carlos: Para los jóvenes que afortunadamente no conocieron la era de las grandes dictaduras latinoamericanas y europeas, ¿qué consejo daría sobre cómo deben cuidar sus (cuestionadas) democracias?

La democracia hay que cuidarla como la niña de sus ojos, es hasta ahora el mejor sistema que hemos tenido, porque nos permite periodicamente elegir a otros. Pero la democracia necesita información. Les diría a los jóvenes que hay que informarse, leer, preocuparse, no se tan categóricamente negativo con los políticos, hay un porcentaje de políticos que lo hacen por dinero, pero hay otros políticos honestos, como Manuel Azaña en España, que se fue con lo mismo que vino. No hay que pensar que todos los políticos están lejos de la ciudadanía, hay muchos que están a su servicio. Cuidar la democracia significa también censurar y castigar a la corrupción. Eso es básico y fundamental. Venga de donde venga, sin ideología.

-Manuel A: Enhorabuena doctor. ¿Como no pudo imaginarse nada el Sr. Allende respecto al dictador Pinochet, para nombrarle jefe supremo del ejército?.

No se lo imaginó, en eso tiene usted toda la razón. No se lo imaginó porque cuando hubo un intento de golpe de Estado tres meses antes, Pinochet salió a la calle a defender la democracia. Por eso, el general Prats le recomendó a Allende que eligiera a Pinochet. Pero fue engañado.

Fuente: El País

 

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