Antes que los casos de corrupción se tomaran la agenda política, Hugo Gutiérrez fue de los primeros parlamentarios en acusar de soborno a la entonces diputada Marta Isasi por parte de Corpesca en el 2013. Hoy, en medio de nuevos escándalos y diligencias judiciales, más que aquietar las aguas, las sigue agitando. Fue quien promovió que se transparentaran todos los aportes reservados desde el 2003, acusa a las mineras de corromper, se queja que los Orpis y los Rossi están salpicando al resto y, sobre todo, se niega a que la Nueva Mayoría claudique con las reformas. Para él, ese realismo del que se habla en esta nueva etapa, es puro miedo.
-¿Hay un manto de sospecha sobre los parlamentarios del norte en cuanto a su financiamiento? Lo digo pensando que en esa zona se concentra un porcentaje importante de la riqueza del país.
-Este manto de sospecha de los parlamentarios del norte de Chile se viene dando desde la votación de la Ley de Pesca. Se evidencia ahora con Penta y SQM, pero la Ley de Pesca transparentó qué parlamentarios están a favor de la mantención de un modelo de desarrollo económico extractivista y rentista.
-Cuando hablo de sospecha, me refiero a financiamiento ilegal a parlamentarios, los que a su vez votarían acorde con quienes los financiaron.
-Tiene relación. ¿Cómo haces que mi región, Tarapacá, no tenga viabilidad histórica? Lo que haces es sacarle el cobre, los peces y venderlos al mejor postor afuera del país, sin que les importemos nosotros, ni el agua ni la contaminación que recibimos de las termoeléctricas, ni cómo les estropean los derechos a los pueblos originarios… ¿Cómo mantienes este sistema sin que nadie se queje? A través de la corrupción. De la corrupción más descarada. Y son la gente de estas empresas mineras los que corrompen a los políticos y a toda una sociedad, donde a cada uno le dan su tajada y su limosna para que esté tranquilo. El modelo extractivista minero está basado, al menos en mi región, en la corrupción. Y en la corrupción de parlamentarios.
-La idea que le hemos escuchado a todos los sectores, que “Chile no es un país corrupto”, para ti es un chiste.
-En Tarapacá hay un agente corruptor de dimensiones, que son las empresas mineras. No por casualidad están cuestionados Orpis, Rossi, la ex diputada Isasi. Pero esto llega a todos. Me acuerdo que en plena campaña parlamentaria el 2009, fui a la Catedral de Iquique porque había fallecido un amigo, y en la salida había un letrero donde se anunciaba la exhibición de un video de la minera Collahuasi que mostraba la reconstrucción de la iglesia de un pueblo del interior.
-¿La Iglesia Católica recibe dinero de las mineras?
-Reciben todos los días las iglesias, las juntas de vecinos, los políticos, los municipios, los clubes deportivos.
-¿Todos los que reciben plata de las mineras son corruptos?
-No. Pero las mineras mantienen tranquilo a un pueblo dándoles y ofreciéndoles recursos económicos. La percepción que ellos tienen de los ciudadanos es que si nos entregan algún tipo de dádiva, nos quedamos tranquilos. Y eso incide en los parlamentarios, porque están regentados, son parte de la “nómina”.
-Fuiste uno de los diputados que hizo la indicación para que se transparentaran los aportes reservados de los parlamentarios desde el 2003, la cual fue rechazada hace unos días. ¿Qué te sucedió con esto?
-Fue muy decepcionante. Yo esperaba tener más receptividad y sobre todo entre la Nueva Mayoría. Pensé que como el 2003 los aportes reservados fueron una imposición de la UDI, este era un buen momento para liberarlos de esa carga, pero me equivoqué.
-¿De qué te diste cuenta?
-Que al final del día uno se engaña al ver partidos, son más apariencias que una realidad.
-¿A qué te refieres?
-Que todos defienden intereses, se cuidan entre ellos, se protegen.
-¿Están todos los parlamentarios comprados?
-No sé. Lo que yo y varios diputados queríamos saber es quién había financiado a quién, de esa manera uno devela por qué uno vota como vota, pero no se puede saber. En este gremio terminan amparándose unos con otros.
-¿Quiénes?
-Por ejemplo, hoy podrían ser destituidos el senador Orpis y el senador Rossi.
-¿Cómo?
-Ambos recibieron fondos públicos a través de sus fundaciones, y en el artículo 60 inciso segundo de la Constitución Política se le prohíbe a un parlamentario firmar contratos con el fisco y recibir financiamiento público. En el caso de Rossi, Peñailillo le pasó a su fundación, Casa Abierta, 45 millones de pesos.
-¿Y en el caso de Orpis?
-También a través de su fundación Esperanza recibió fondos públicos durante el gobierno de Piñera y permanentemente a través del ministerio de Salud. Ni Orpis ni Rossi pueden recibir dineros del Estado ni en representación de sus ONG, ambos podrían ser destituidos porque existe la revocabilidad del mandato, o las llamadas inhabilidades. Bastan diez parlamentarios que firmen un requerimiento ante el Tribunal Constitucional para inhabilitarlos, pero nunca se ha logrado. Se protegen.
-¿Cuál es el origen de tu enemistad con el senador Rossi?
La eventual animadversión con Rossi no es a su persona sino a sus prácticas políticas: instalar en el gobierno regional a parientes, amigas y amigos, que los hace funcionales a su agenda personal de reelección, como se da cuenta en los WhatsApp conocidos por la opinión pública. Es lo que reprocho políticamente.
-¿Para ti los senadores Rossi y Orpis representan lo peor de nuestra clase política?
– Son íconos de lo que no se debe hacer, no sé si son lo peor, yo creo que hay peores que estos dos, pero en la Región de Tarapacá representan un abuso del poder político. El poder tiene que servir para empoderar a la gente a exigir sus derechos.
-¿Sientes que hablas desde una cierta superioridad moral?
-Nunca me he sentido un predicador o depositario de la moral o la ética. Pero al final del día los Rossi y los Orpis nos terminan contaminando a todos. Y tratar de marcar una diferencia a veces se hace complejo. Yo no usufructo de nada. Nunca he viajado a ninguna parte del mundo con la Cámara y le atribuyen a uno que es parte de los dobles viáticos. Cuando fui concejal de Estación Central, un concejal se me acerca y me dice: “la única gracia de ser concejal es que uno puede viajar a cualquier parte del mundo con platas municipales”. Ahí decidí no viajar a ningún lado.
EL MIEDO
-Te sientes incómodo en la Nueva Mayoría…
-Eh… pfff… Es que nunca me lo he preguntado. Hay reformas y transformaciones indispensables que hacerle al país y como Partido Comunista solos, son difíciles de lograr. Esto también tiene que ver con la política, hay que unirse a otros.
-En la encrucijada del “realismo sin renuncia”, ¿cuál es tu postura dentro del PC?
-(suspira)…
-¿Qué te pasó cuando escuchaste estas palabras de la presidenta?
-Tengo la sensación de que el caso Caval provocó un hondo deterioro en el gobierno de Michelle Bachelet y eso ha provocado que se hagan autocríticas innecesarias con relación al programa de gobierno. La autocrítica debió centrarse en Caval, pero no en si se llevan a cabo las reformas y los ritmos que deben tener.
-La Presidenta habló de “realismo sin renuncia” a base de una desaceleración económica no prevista.
-Este análisis de la desaceleración viene del año pasado. Ya sabemos que China no está comprando en los mismos niveles, que eso baja el precio del cobre e influye en nuestro presupuesto. Pero por qué nos estamos basando exclusivamente en los recursos de la reforma tributaria, ¿Chile no tiene otros recursos? Que nos vengan a decir ahora que no hay posibilidad de enfrentar ningún otro requerimiento social producto de este decrecimiento económico… No, a mí ese argumento me cuesta digerirlo.
-¿Cuál es la razón entonces?
-Al interior de la Nueva Mayoría hay grupos que no están interesados en hacer reformas importantes en el país, que no quieren terminar con el reemplazo en huelga, que no les gusta que haya educación gratuita y que anhelan el mundo del mercado y logran generar miedos. Miedos que empatan con los miedos propios surgidos de los casos Caval, Penta, SQM.
-¿Estamos hablando de la DC?
-No hablaría de partidos, hay militantes que se han especializado en atemorizar o fragilizar a la Presidenta en torno a si debe llevar adelante o no las transformaciones propuestas en el programa de gobierno. Y creo que le sacan un provecho al caso Caval, del cual ellos más se agarran, porque como saben que Penta y SQM también les pueden llegar, son medianamente cuidadosos. Pero al final del día lo que hacen es generar una Nueva Mayoría temerosa de los cambios. Y nos asustan con la desaceleración económica, con las encuestas.
-Las encuestas no son buenas, la verdad. La última Cadem arroja una aprobación del 25% para Bachelet; Mori afirma que el 66% de los chilenos cree que hay una crisis política…
-El informe del PNUD “Los Tiempos de la Politización”, que es un estudio grande, que se hace cada dos años, dice que más del 60% de la población quiere cambios reales en Chile y hay una minoría que no los quiere. El tema es por qué esa minoría ha logrado instalar que Chile no quiere esos cambios, cuando si uno le pregunta al chileno común y corriente, sí quiere cambios en la salud, en la educación, en la AFP, en las isapres. No temo equivocarme al decirte que más del 80% de los chilenos estarían dispuestos a votar en contra de las AFP. Pero nos crean temores.
-¿Por qué Bachelet se ha dejado amedrentar, como dices tú?
Porque siempre uno está preocupado de lo que dice la ciudadanía y ella está interpretando que este “realismo sin renuncia” es una respuesta a las encuestas y no a lo que los chilenos quieren. Yo estoy convencido que si hiciéramos un acto de audacia y le preguntamos a la gente si quiere una nueva Constitución, la respuesta sería que sí. ¿Pero por qué no se le pregunta al pueblo? Porque hay algunos que saben que la ciudadanía quiere transformaciones reales, que ya no quiere más abusos.
-¿Por qué no se hacen los cambios, entonces?
-Porque hay unos pocos que aún tienen el sartén por el mango. La derecha está devastada, tenemos la mayoría en ambas Cámaras, los cambios necesarios podríamos hacerlos y la Presidenta podría estar encabezando estos cambios…
-Entonces…
-Se ha generado una situación de miedo en La Moneda.
-¿Miedo a qué?
-¡A nada! No tendría por qué, pero te generan el miedo a través de esta famosa desaceleración económica y la gente se asusta. Pero no tendría por qué asustarse, la economía chilena está sana.
-Están las mayorías para cambiar las cosas pero ves a una presidenta debilitada. Lo que está pasando para ti es un sinsentido.
-Hay una Presidenta que ha sido intimidada por ciertos grupos de poder al interior de la Nueva Mayoría.
-¿Qué te pasa sabiendo que estamos en el mejor escenario para hacer los cambios y que no se hagan?
-¿A ti no te aflige el país como está? A mí me aflige.
-¿Y qué hay que hacer?
-Sigo convencido de que la democracia es la solución. Que el país se democratice más, porque es el único lugar desde donde pueden venir las respuestas. El ciudadano tiene la respuesta.
-¿Qué va a pasar?
-Hay que hacer política. Convencer a los pares que las reformas hay que seguir implementándolas, de que hay que generar un ciudadano protagonista. Una Nueva Mayoría que claudica de su relación con la gente no tiene futuro y eso me preocupa.
-¿La Nueva Mayoría está claudicando?
-No tiene la intencionalidad de empoderar al ciudadano de a pie con el programa. Se conformaron con la elección de Bachelet, no logramos instalar a la Nueva Mayoría desde las bases, desde ahí deberíamos hacer entender a la gente la importancia de un programa transformador. Si hubiésemos logrado una educación gratuita, una nueva Constitución, créeme que hubiese sido un gran gobierno.
-¿Te sientes frustrado?
-Debería. Pero como todavía hay dos años y un par de meses por delante, aún me queda optimismo.
LA DC
-Te leo declaraciones de Ignacio Walker de hace unos días: “Hemos hecho esfuerzos por contener esos impulsos refundacionales propios del infantilismo progresista”. “Tengo la convicción de que el próximo gobierno va hacia el centro, luego de irnos a la derecha con Piñera y después demasiado a la izquierda con un sector de la Nueva Mayoría”.
-Está propiciando una candidatura presidencial. No está interesando que a este gobierno le vaya bien sino en cómo él saca los mejores réditos para estar posicionado como candidato.
-¿Qué te parece la arremetida de la DC en la reforma laboral?
-Como algunos militantes de la DC consideran a este gobierno debilitado, pasan a la ofensiva y se sienten con toda la libertad de hacer estas propuestas, incluso de minimizar la reforma laboral, algo que en otro momento político no se hubiesen atrevido a plantear.
-¿La DC está pasando a llevar al gobierno?
-Algunos militantes de la DC se están pasando de listos, están viendo debilidades en el gobierno y creen que les llegó el momento de convertirse en censores de lo que se tiene que hacer y de lo que no, y eso dificulta actuar como Nueva Mayoría.
-¿EL PC está siendo más leal al gobierno que la DC?
-No sé, pero nosotros asumimos el compromiso de apoyar un programa de gobierno y a una presidenta y lo estamos haciendo con todas las dificultades que trae. No es fácil tener a veces que comulgar con mulas de carreta, pero uno está disponible hasta que la reforma avance.
-¿Hasta cuando estás dispuesto tú a estar en este bote de la Nueva Mayoría?
-(suspira) Mi partido va a estar hasta que las reformas se puedan llevar a la práctica. Si vemos que esas reformas relevantes no se están haciendo, vamos a cuestionar nuestra permanencia.
-¿Cuándo te vas a cuestionar tú la permanencia en la Nueva Mayoría?
Me cuestionaría mi permanencia en la Nueva Mayoría si es que no hay claridad ninguna sobre un proceso constituyente. Chile necesita urgentemente una nueva Constitución, para mí se hace intolerable vivir bajo una norma fundamental hecha por un dictador. Eso habla mal de la clase política chilena: que haya sido capaz de cohabitar con una dictadura en los términos que lo hemos hecho al día de hoy.
-El ministro Burgos dijo que la nueva Constitución no se va hacer en este gobierno. ¿Cuál es entonces el mínimo piso para ti?
-Lo de Burgos es una opinión. Yo seguiré bregando porque tengamos una nueva Constitución en este gobierno. Aún tenemos dos años y meses por delante, no entiendo cómo se puede desahuciar algo teniendo tanto gobierno que hacer.
-¿Asamblea Constituyente como mecanismo?
-Es la única forma en que el pueblo pueda por primera vez en su historia ser parte de una nueva Constitución.
-La idea de sacrificar la gratuidad del 100% en la educación superior, ¿qué te parece?
-No se puede sacrificar, hay que garantizarla como derecho social.
-El presidente de tu partido, Guillermo Teillier, dijo que aunque muchos quisieran una nueva Constitución en este gobierno, “no nos cerramos a que pueda pasar un poquito más allá”.
-No quiero partir aceptando que hay que pasar un poquito más allá. Creo que tiene que haber un proceso constituyente claro, que para mí es la Asamblea, y se llegue por lo menos a la manera cómo va a funcionar y que eso esté refrendado por el pueblo, y luego venga la confección de la Constitución. Por qué estamos pensando en pasarlo más allá, si aún tenemos los tiempos para pasarlo más acá.
-¿Qué te parece este nuevo comité político?
-Ellos son parte del realismo. Ellos son consecuencia de los miedos que se le tiene a una ciudadanía muy cuestionadora, tanto de los problemas de la probidad como del avance de las transformaciones.
-¿Este comité político es para ti la primera señal del fracaso del segundo gobierno de Bachelet?
-No lo veo como inicio del fracaso porque nos falta mucho tiempo. Claudicar de gobernar y de las transformaciones prometidas en el programa es el camino inadecuado. No hay que empezar actuar en función de los miedos que nos generan las encuestas, la desaceleración o los problemas de probidad, porque al final todo esto se conjugó y salió este nuevo gabinete. Nadie puede cuestionar que Peñailillo y Arenas estaban haciendo cosas que no correspondían, como encubrir temas de boletas y eso era incorrecto.
-Pero a la vez Peñailillo llevó adelante una agenda acorde con el espíritu inicial de la Nueva Mayoría.
-Eso es lo contradictorio, porque ambos fueron fundamentales en el primer año legislativo que fue francamente exitoso, pero luego vino Caval y SQM y lo tiraron todo al tacho de la basura. Nadie se acuerda que el sistema electoral binominal terminó, que le devolvimos el derecho a voto a los chilenos en el extranjero, del Acuerdo de Vida en Pareja… pareciera que ya no importa. Todo se centró en la probidad, la desaceleración y el miedo a los ciudadanos en las encuestas.
-Algunos creen que hay que evitar que la economía se desplome, porque eso puede sepultar las opciones de un segundo gobierno de la NM donde se podría seguir avanzando en las reformas, porque estas reformas no eran para un gobierno.
-Yo no creo en eso. Acá se construyó un programa para empatar con un sentimiento ciudadano. Las reformas que están son las que quiere el pueblo chileno. El problema es que muchos estuvieron disponibles a aceptar ese programa porque sabían podían llegar al gobierno, pero una vez instalados en el gobierno algunos dicen: “¿Y pa qué tanto? Si ya estamos, ya”.
-¿Quiénes?
-De todos los partidos. Para algunos basta con haber llegado al gobierno y piensan que en el último año empatamos con el sentimiento popular y volvemos a ser elegidos. Pero con la conflictividad que ha generado la corrupción, no es tan fácil pensar que automáticamente la Nueva Mayoría va ser votada por el ciudadano.
-Afirmas que lo que votó la calle sigue vivo, pero ahora el gobierno comenzó a morigerar el tranco, ¿qué crees que puede pasar con esa calle?
-La gente se siente decepcionada con la forma en que este gobierno está haciendo política y porque muchos parlamentarios eran financiados por la empresa privada. La gente creyó que el gobierno de Bachelet le iba a servir para mejorar las pensiones, una mejor salud, educación gratuita, y cuando ve que eso se cuestiona se produce un desánimo que se va a ver reflejado en las próximas elecciones. Muchos están tomando como una desafección colectiva por la política.
-¿Pero eso ya sucedió?
-Puede ser peor. Aún me cuesta creer cómo la gente sigue participando de una institucionalidad que le da bien poco la verdad, cómo no nos hemos desafectado aún más. Una institucionalidad que no te reconoce derechos sociales, que hace del Estado un observador permanente que es incapaz de ir en ayuda de los más necesitados, no entiendo cómo se mantiene.
Fuente: The Clinic