Estudio de la Universidad de Tarapacá Documenta Lucha de Clases en el Neolítico

Un estudio de la Universidad de Tarapacá, sobre la violencia entre los primeros horticultores en el desierto de Atacama, en Chile, determinó que durante la transición neolítica (entre 1000 a. C. y 600 d. C) hubo una gran agitación social, precipitada por los cambios del modo de producción en las sociedades humanas, que desató la práctica de palizas brutales y asesinatos.

La conclusión surgió tras el análisis de los restos de 194 personas, que evidenciaban traumatismos y que se preservaron gracias a las condiciones desérticas de Atacama.

«Se examinó la composición isotópica del estroncio para determinar si la violencia era local o entre partidos extranjeros», precisa la investigación realizada por la Universidad de Tarapacá, en Chile, y publicada en la revista Journal of Anthropological Archaeology. https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S027841652100057X?via%3Dihub

Debido a esa evaluación, se constató que el esqueleto y los tejidos blandos «presentaron la evidencia más directa de violencia». Según el estudio, 40 osamentas, que representaban el 21 % de las personas adultas (especialmente hombres), tenían traumas compatibles con la violencia interpersonal, y la mitad de ellos habían sido fatales, es decir, uno de cada 10 habría fallecido a causa de los golpes.

Más en detalle, los investigadores encontraron que el 26 % de los hombres tenían evidencia de trauma, mientras que 15 % de las mujeres presentaban esos indicios de violencia.

Además, en 10 % de los esqueletos fue posible hallar «patrones de fractura diferentes a los de traumatismo post mortem».

Los científicos creen que muchos de los violentos ataques se realizaron con mazas, lo que habría provocado traumatismos tan brutales que la materia cerebral de las víctimas fue extraída por la fuerza de sus cuerpos.

«Limitaciones sociales y ecológicas»

Estudio de la Universidad de Tarapacá Documenta Lucha de Clases en el Neolítico

Lo más revelador del estudio tiene que ver con las razones detrás de esa violencia interpersonal y homicida.

La investigación sugiere que estas prácticas entre grupos locales ocurrieron debido a «las limitaciones sociales y ecológicas», en una época en que las comunidades empezaron a asentarse de manera permanente en los territorios, refiere el resumen del documento.

Es que, además del análisis de los restos óseos, los académicos también evaluaron «los patrones de asentamiento, las armas y el arte rupestre para evaluar las expresiones de violencia», lo que les permitió concluir que la drástica transformación en el modo de producción –tras la domesticación de plantas y animales– «afectó la forma de vida y las relaciones sociales entre las personas en las aldeas agrícolas permanentes».

La situación se hizo aún más palpable, según el estudio, con el «surgimiento de las élites y la desigualad social», que fomentaron «la violencia interpersonal e intergrupal e intragrupal asociada con la defensa de los recursos, las inversiones socioeconómicas y otras preocupaciones culturales» entre los primeros agricultores en Atacama, en el norte de Chile, el desierto no polar más seco de la Tierra.

«Este nuevo marco sociocultural y el uso de la tierra podrían haber desencadenado tensiones sociales, conflictos y violencia entre grupos que invierten en un estilo de vida hortícola», escribieron los autores del estudio, encabezados por Vivien Standen.

Este cambio de paradigma en la forma de producción, asentamiento y subsistencia no solo implicaba el control de la tierra, sino que –según la investigación– habría sido clave para el surgimiento de «líderes emergentes» que buscaban «un mayor alcance de poder y prestigio al intentar controlar los espacios productivos, creando desigualdades sociales en condiciones estresantes».

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