Este miércoles se cumplen cuarenta años del golpe fascista en Chile y viene a mi memoria el recuerdo de Salvador Allende, a quien conocí en 1962, cuando llegué a Santiago como Secretario de la Embajada cubana, y ví por última vez en diciembre de1972, cuando como Presidente constitucíonal de su país realizó una visita oficial y amistosa a Cuba, la cual tuve el privilegio de cubrir como periodísta de la Agencia Prensa Latina.
Durante mi permanencia de casi dos años como diplomático en Chile, donde estuve los últimos quince meses como Encargado de Negocios de Cuba, recuerdo a Salvador Allende especialmente en tres momentos en que nuestro país necesitaba la solidaridad de hombres como él: la Crisis de Octubre de 1962, el Ciclón «Flora» y el asesinato en Dallas del presidente norteamericano John F. Kennedy, en octubre y noviembre de 1963, y durante la visita a Chile del Poeta Nacional de Cuba Nicolás Guillén, hace medio siglo.
Allende fue siempre, como lo calificó Fidel, un hombre humano, decente, honrado, firme y leal, y no faltó nunca su solidaridad con Cuba, y también con los sobrevivientes de la guerrilla del Ché en 1967.
Recuerdo con emoción el momento en que con Nicolás Guillén inauguramos en el poblado minero de Lota, en el sur de Chile, la Escuela República de Cuba y también el acto en Santiago en el décimo aniversario del histórico Asalto al Cuartel Moncada, donde en la Universidad nacional nos acompañó el poeta Pablo Neruda.
Desde el alba de enero de 1959 fue Salvador Allende un amigo consecuente del pueblo cubano y de sus principales líderes, especialmente de Fidel y el Ché Guevara, quien lo admiró y respetó por buscar por otros caminos el triunfo del socialismo en Chile.
Su visita a Cuba como Presidente Constitucional de Chile, en diciembre de 1972, le permitió confirmar ante el pueblo cubano su autenticidad como ser humano, su consecuencia con la historia, y para sorpresa de algunos quiso visitar los sitios donde había estado en anteriores estancias en La Habana, entre ellos los hoteles Habana Riviera y Habana Libre, el Centro Masónico y la Bodeguita del Medio, donde compartió con sus trabajadores en ceremonias sencillas y sinceras.
En mi memoria está también el recorrido desde La Habana hasta Varadero, en una caravana que fue saludada por los pobladores a lo largo del trayecto de 140 kilómetros, y ya en la ciudad balneario más famosa de Cuba, su paseo en yate con Fidel y otros dirigentes cubanos por el norte de la Isla grande, su mensaje de paz, amistad y solidaridad, y la recepción en la Villa Josone, bajo un torrencial aguacero que ambos líderes resistieron a pie firme para escuchar al declamador Luis Carbonell y a la cantante Merceditas Valdés.
Sencillo, auténtico, lleno de amor hacia Cuba, así recuerdo a Salvador Allende en este aniversario del monstruoso crimen del imperio, el 11 de septiembre de 1973, que no impidió que se extendiera por Nuestra América el ejemplo del médico chileno que sigue su andar por las grandes alamedas de la Patria Grande.
Radio Habana Cuba,
11 de septiembre de 2013