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Ucrania: Historia de una Tragedia

Se han cumplido 16 meses desde el golpe de Estado en Ucrania. Lo que empezó como una protesta contra la suspensión del Acuerdo de Asociación entre Kiev y la UE acabó convertido en una de las peores páginas de la historia del país: una guerra civil que ha dividido a Ucrania en dos, destruido sus ciudades e infraestructura, alejado de su vecina Rusia y, en fin, causado miles de pérdidas humanas y el exilio de centenares de miles de personas. De hecho, reputados analistan internacionales consideran la crisis de Ucrania como una de las principales amenazas a la paz mundial.

 

Euromaidan: el inicio de la crisis

El 21 de noviembre de 2013 el Consejo de Ministros de Ucrania emitió una orden de suspensión del proceso de preparación del Tratado de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea basando su decisión en la necesidad de desarrollar las relaciones económicas y comerciales con las exrepúblicas soviéticas y, de forma particular, con Rusia.

El entonces primer ministro de Ucrania, Nikolai Azárov, alegó como motivo de la falta de consenso las exigencias del Fondo Monetario Internacional, entre las que se figuraban el aumento de las tarifas de gas, la congelación de los salarios y los recortes en el presupuesto. Además, Azárov acusó a Bruselas de negar a Ucrania la ayuda financiera necesaria para desarrollar su economía.

En respuesta a esta decisión, el 21 de noviembre centenares de personas se reunieron en el centro de la capital ucraniana para protestar contra la suspensión del acuerdo. Las protestas no tardaron en desembocar en disturbios y choques con la Policía.

El entonces presidente de Ucrania, Víktor Yanukóvich, declaró que las medidas adoptadas por el Gobierno en lo relativo al acuerdo de Asociación con la Unión Europea iban destinadas a proteger los intereses nacionales. «¿Qué tipo de acuerdo es este cuando nos aceptan y ‘nos ponen de rodillas’? […] Creo que no hay que ceder, tenemos que proteger nuestros propios intereses», afirmó Yanukóvich en una entrevista difundida por la televisión ucraniana.

Sin embargo, durante el mes de diciembre la protesta creció, tornándose cada vez más violenta. Los manifestantes ya no exigían solo la firma del acuerdo con la UE, sino también la renuncia del presidente y la dimisión del Gobierno.

El 16 de enero del 2014 el Gobierno ucraniano aprobó la ley antiprotesta, lo que derivó en más enfrentamientos y causó el primer muerto.

A finales de enero, integrantes de partidos de ultraderecha, unidos bajo el nombre de Sector Derecho, reconocieron la autoría de todos los asaltos a los ministerios, la organización de los disturbios e incluso del asesinato de un policía. «No nos interesa tanto la asociación con la Unión Europea como la construcción del estado nacional ucraniano y la revolución nacional», admitía desde Sector Derecho.

Entretanto, el presidente de EE.UU., Barack Obama, declaraba abiertamente su apoyo a los manifestantes en Ucrania, lo cual varios analistas calificaron de «evidente», ya que las manifestaciones ucranianas «fueron orquestadas» por EE.UU. y la UE.

A mediados de febrero, la violencia llegó a su punto máximo y el 20 de febrero se convirtió en el día más mortífero del Maidán. Más de 100 personas, tanto manifestantes como fuerzas de seguridad, fueron asesinadas.

El presidente Yanukóvich firmó una resolución para convocar elecciones anticipadas y crear un Gobierno de transición. El Gobierno y la oposición pactaron una tregua, pero esta no duró ni un solo día.

El 22 de febrero la oposición apartó del poder al presidente legítimo de Ucrania, nombró a Alexánder Turchínov como presidente interino y convocó elecciones anticipadas. Además, disolvió el Tribunal Constitucional y revocó la ley que consagraba el uso del ruso como lengua oficial en Crimea y otras regiones.

Según varios expertos, la decisión de Kiev se debió a una búsqueda racional de las mejores opciones para el país.

El sureste se rebela contra el nuevo Gobierno

Rusia calificó el cambio de poder en Ucrania de golpe de Estado. «En Ucrania se produjo un golpe inconstitucional y una toma armada del poder», constató el presidente ruso Vladímir Putin.

Mientras, varias zonas del este y el sur de Ucrania no reconocieron la legitimidad del Gobierno autoproclamado de Kiev y con multitudinarias protestas reivindicaron la federalización del país.

En las ciudades de Sebastopol, Simferópol y Odesa, ubicadas en el sur de Ucrania, así como en algunas del este (Járkov y Donetsk), miles de ciudadanos salieron a las calles para protestar contra los activistas del Euromaidán.

El Parlamento de Crimea anunció un referéndum regional sobre el futuro político de la región.

El 16 de marzo Crimea votó en referéndum a favor de la reunificación de la península con Rusia. Un 96,7% de los votantes se pronunció a favor de la reunificación en una consulta que contó con una participación del 83,1%.

El acuerdo correspondiente fue firmado el 18 de marzo, después de lo cual fue sometido a votación en la Duma y en el Consejo de la Federación. Asimismo, fue aprobada la ley constitucional federal para la formación de los dos nuevos sujetos de la Federación de Rusia, la República de Crimea y la ciudad federal de Sebastopol.

Sin embargo, la Unión Europea y EE.UU. se negaron a reconocer el acuerdo de reunificación y aprobaron una serie de sanciones económicas contra Rusia.

Al mismo tiempo se intensificaron las protestas en el este de Ucrania. Para aplacarlas, el nuevo Gobierno puso en marcha su ‘operación antiterrorista’, desplegando artillería pesada para atacar zonas civiles en Donetsk y Lugansk.

La operación especial llevó a duros enfrentamientos contra las autodefensas de la región y se registraron numerosos muertos y heridos. Las ciudades de Slaviansk y luego Odesa y Mariúpol fueron las que más sufrieron la violencia del Ejército ucraniano y los radicales del Sector Derecho.

El 2 de mayo de 2014 pasará a la historia de Ucrania como el día de la tragedia de Odesa, que dejó casi 50 muertos y unos 250 heridos. Los nacionalistas incendiaron un campamento de manifestantes y luego prendieron fuego a la Casa de los Sindicatos, donde activistas antiKiev quedaron atrapados en su interior.

El 11 de mayo los ciudadanos de las provincias ucranianas del este, Lugansk y Donetsk, votaron a favor de la autodeterminación. Kiev anunció que no reconocería la autodeterminación de las dos provincias. Asimismo, tanto la UE como EE.UU. desestimaron el referéndum, que tacharon de «ilegal».

Nuevo Presidente, mismos problemas

El 25 de mayo se celebraron en Ucrania elecciones presidenciales. Tras obtener el 54,33% de los votos en la primera vuelta de los comicios el multimillonario Piotr Poroshenko resultó vencedor.

El canciller de Rusia, Serguéi Lavrov, declaró que Moscú trataría con respeto «la voluntad del pueblo ucraniano» y que estaba dispuesto a dialogar con el nuevo presidente.

En junio, el nuevo mandatario presentó su plan de paz para rebajar las tensiones en el sudeste ucraniano y declaró un alto el fuego hasta el 27 de junio, que se prolongaría luego otros tres días.

Sin embargo, los representantes de la autoproclamada República Popular de Donetsk denunciaron que Kiev no estaba respetando la tregua.

El 1 de julio el presidente ucraniano anunció que no prorrogaría la tregua en el sudeste. «Vamos a atacar y a liberar nuestra tierra», declaró el mandatario ucraniano.

Los enfrentamientos en el sureste de Ucrania provocaron una tragedia sin precedentes: el 17 de julio fue derribado en el cielo de Donetsk un avión Boeing 777 de Malaysia Airlines con 298 personas a bordo. Desde las primeras horas de la catástrofe, Ucrania y otros países culparon de la tragedia a las autodefensas y a Rusia, sin presentar pruebas fiables. La investigación del accidente continúa en curso, aunque Ucrania impide a los expertos internacionales el acceso al lugar del siniestro, al mismo tiempo que culpa constantemente a las autodefensas de hacer lo mismo.

El 5 de septiembre, tras largas conversaciones en la capital de Bielorrusia, los miembros del grupo de contacto firmaron el Protocolo de Minsk, que exigía el inmediato cese de las hostilidades, objetivo que no se logró en todo el este de Ucrania.

A principios de noviembre el Gobierno de Ucrania elaboró una lista de ciudades del este del país no controladas por Kiev. El presidente Poroshenko, por su parte, anunció en un decreto la decisión de suspender el funcionamiento de todas las instituciones y empresas de la región y ordenó al Banco Nacional de Ucrania cancelar los servicios a las cuentas en estas áreas.

El dirigente de la República Popular de Lugansk, Ígor Plótnitski, calificó el bloqueo económico completo de Donbass de «acto de genocidio y devastación contra el pueblo».

El 9 de diciembre entró en vigor una nueva tregua entre Kiev y las milicias acordada con la mediación de la OSCE, pero los ataques no cesaron.

El 12 de febrero, durante un encuentro de más de 16 horas en Minsk, los líderes de Rusia, Alemania, Francia y Ucrania, que se reunieron en ‘formato de Normandía’, acordaron un documento sobre Ucrania que incluye la retirada del armamento pesado y el completo alto el fuego. El armisticio entró en vigor a las 22.01 GMT del 14 de febrero.

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