“La muerte de John F. Kennedy fue un golpe de Estado, una conspiración interna”, afirma Antonio Veciana con una convicción absoluta y la voluntad de develar lo que considera “una verdad histórica”. El cubano exiliado y exagente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) ofreció su testimonio en entrevista con Diario Las Américas, a 50 años del magnicidio de Dallas, el 22 de noviembre de 1963.
Algunas de las teorías sobre las razones que motivaron el atentado sugieren una conexión con el Gobierno de Cuba e involucran la figura de Fidel Castro.
Sin embargo, el también fundador de Alpha 66, responsable de dos de los más importantes atentados organizados contra Castro (Palacio Presidencial, La Habana, en abril de 1961; Santiago de Chile, 1971), rechaza la hipótesis de que la orden de ejecutar al presidente de Estados Unidos partió del régimen de La Habana. Aunque se ha hecho a sí mismo la promesa de “no revelar secretos que liberen de culpas” al exgobernante cubano.
Para Veciana, “lo mejor que se ha escrito” acerca de las circunstancias que rodearon el asesinato está contenido en el libro The Last Investigation, del fallecido autor Gaeton Fonzi.
“Él me entrevistó y durante la búsqueda llegó a la conclusión de que mis declaraciones eran ciertas. Su viuda así lo reconoce en el prefacio del libro”.
“Simplemente no me acobardé y dije lo que sabía”, puntualizó.
Veciana repara entonces en un detalle reciente que le llama mucho la atención.
Robert Kennedy Jr., hijo de Robert Kennedy, que también murió asesinado, fue con su hermana a Dallas el pasado enero. Durante un evento organizado a propósito de la muerte del presidente [su tío], dijo: «Mi padre estaba convencido de que en la muerte de su hermano hubo más de un tirador, también dijo que la mafia participó».
«¿Por qué Robert Kennedy no lo dijo estando vivo?, cuestionó Veciana. “Especulo que sea porque aspiraba a presidente y quizás quiso esperar a tener el control”.
Existe la versión de que la familia Kennedy ha preferido mantenerse al margen de las investigaciones que pudieran destapar a quién o quiénes dirigieron el asesinato, porque saben que detrás del suceso se esconde un gran complot, muy difícil de enfrentar.
Veciana respalda esa suposición y asegura, “lo que se produjo contra el Presidente fue un golpe de Estado”.
“Sucedió porque un grupo de militares y agentes de la CIA querían eliminarlo, consideraban que estaba negociando con el enemigo y traicionando la soberanía del país”, acotó.
¿Por qué mataron a Kennedy?
“El porqué comenzó con el ataque a Bahía de Cochinos”, aseveró. «Cuando Kennedy fue elegido, heredó el proyecto de invadir a Cuba. Era un joven inexperto, le faltaban capacidad y sabiduría para medir consecuencias y la CIA lo engañó porque quería a toda costa terminar con el régimen de Castro, pero a partir de un memorándum del Pentágono desclasificado después, se sabía que no había posibilidad de triunfo en esa invasión. No había resistencia interna armada en Cuba capaz de provocar un levantamiento que respaldara la invasión. También porque Castro en ese momento contaba con un respaldo interno mayoritario”.
El entrevistado cree que después del fracaso de la invasión, cuando el Presidente se percató de que lo habían engañado propuso que toda la cúpula de CIA, incluido el director, fuera despedida y les recortó el presupuesto.
«Se creó un antagonismo irreconciliable entre el presidente y la CIA, casi de odio, Tampoco Kennedy contaba con el respaldo militar pues el pensamiento liberal de Kennedy pugnaba con la filosofía de los militares. Por ejemplo la orden de retirarse de Vietnam, ocasionó mucho disgusto. También el acuerdo donde pacta con Nikita Khrushchev suspender las pruebas atómicas, dos meses antes de la muerte. Ya la pelea de él con la CIA y los militares era abierta”.
La convicción de Veciana es que había una conspiración para matarlo, pues sus antagonistas internos pensaban que estaba entregando el país.
“Kennedy intentó dar una explicación en un discurso pronunciado en American University donde dijo, ‘Tenemos que ir a la paz’. Cuando la crisis de octubre, mandó a su hermano Robert Kennedy a hablar con el embajador soviético en Washington, a quien le dice que EEUU y la URSS tenían que llegar a un acuerdo lo más temprano posible, pues de los contrario él no podría detener el golpe militar y sabía que si lo intentaba, darían un golpe contra él”, relató Veciana.
Coincidencias históricas
Recordó que el mismo día que murió Kennedy, la CIA estaba hablando en París con Rolando Cubela -comandante que combatió al régimen de Batista y después fue acusado de conspirar para asesinar a Castro- para convencerlo de acometer un plan contra Fidel Castro.
«Durante esa conversación llega la noticia de que habían asesinado a Kennedy. En ese mismo momento, el periodista francés Jean Daniel, que había entrevistado a Kennedy estaba reunido con Castro en Cuba trasmitiéndole un mensaje en el que el presidente de EEUU le proponía al mandatario cubano abrir relaciones. Castro le respondió a Nikita Khrushchev que se podía confiar en él, y en ese momento llegó la noticia del asesinato de Kennedy”, contó Veciana.
Se trataba, según Veciana, de una venganza por considerar que Kennedy había traicionado los intereses nacionales.
“El interés no era matarlo para sustituirlo, sino porque lo consideraban un traidor. Los dos lugares posibles eran Dallas y Chicago. Algo pasó que le aconsejaron no ir a Chicago y canceló el viaje. Pero el viaje a Dallas lo mantuvo porque él quería ser reelegido y esa era una ciudad importante para sus aspiraciones”, agregó.
Versión oficial versus realidad
La Comisión Warren, creada para investigar el asesinato, declaró que hubo un solo asesino, pero otros estudiosos e investigadores insisten en relacionar a Castro con el hecho.
“Pero el tiro que mata a Kennedy no salió de ninguno de los disparos de Lee Harvey Oswald”, enfatizó Veciana. “El tiro que mató a Kennedy le dio de frente y le salió por detrás del cráneo. Al día siguiente del asesinato, un periodista encuentra el pedazo de cráneo de 7 centímetros que largó Kennedy tras la explosión del proyectil que le dio en la frente. Lo llevó al hospital y efectivamente coincidía. El cirujano dio su opinión, pero lo presionaron y le exigieron que se desdijera”.
Pero en 1992, 29 años después, el doctor Charles A. Crenshaw, escribió un libro titulado JFK: Conspirancy of Silence, en el que confiesa que «en aquel momento se retractó faltando a la verdad por miedo al peligro”.
Testigos circunstanciales han muerto
“William Pitzer era un médico, comandante naval que trabajaba en el hospital donde le hicieron la autopsia al cuerpo de Kennedy en Washington. El grabó una película de la autopsia, comparó las imágenes con los rayos x que supuestamente le habían hecho al cuerpo y determinó que eran falsos. Determinó que habían mentido en la autopsia. Se preparó para entregar el material a una cadena de televisión y poco después lo encuentran muerto de un balazo y diagnostican que se suicidó”, recordó Veciana.
También refirió que Morenchilt, un ingeniero soviético que ayudó a Lee Harvey Oswald cuando regresó de la URSS, despareció después que mataron a Kennedy. Fonzi en su investigación para el libro lo localiza en un pueblito de Florida e intenta entrevistarlo por la relación que él había tenido con Oswald. Le dejó una tarjeta con su hija y al día siguiente Fonzi recibe la noticia de que el hombre se había suicidado. La policía encontró la tarjeta del investigador Fonzi en su bolsillo.
Veciana y la CIA
“Fui contactado en La Habana por Maurice Bishop para trabajar con la CIA. Antes había rechazado una propuesta de trabajar con uno de los ministerios del gobierno de Castro, ya todo el mundo sabía mi posición opuesta al régimen y ahí fue donde me contactó la CIA”, dijo. «Tras el fracaso del atentado a Castro en el Palacio Presidencial salí de Cuba clandestinamente en una lancha. Llegué a EEUU y seguí trabajando con Bishop. Después estuve radicado en Bolivia”.
Muchas de las verdades sobre Bishop saldrán a la luz en un libro testimonial que Veciana publicará próximamente bajo el título de Mi vida oculta.
“Con él [Bishop] me reuní un par de veces aquí en Texas. Una de esas ocasiones nos citamos en un banco, llegué 15 minutos antes de la hora acordada, encontré a Bishop acompañado de un joven y con el tiempo supe que ese joven era Lee Harvey Oswald. Era un tipo tímido, medio raro, ni recuerdo como me lo presentó”, rememoró el ex agente de la CIA. “Pasado el tiempo cuando matan a Kennedy, veo que el hombre era aquel joven tímido que yo había conocido”.
Veciana considera que la verdad histórica es la que dijo Lee Harvey Oswald cuando lo mataron: ‘Yo soy un chivo expiatorio».
“Oswald era un loquito manejable, por eso Bishop lo envió al consulado de Cuba y la URSS en México. Él sabía lo que no sabía Oswald, lo mandó allí para comprometer a Cuba y a la URSS. Él sabía que no le darían la visa para viajar a Cuba, pero necesitaban que estuviera allí para comprometer a Cuba con lo que vendría después”, manifestó.
El entrevistado dice que en su libro va a revelar el nombre de un testigo que estaba presente cuando Oswald fue al consulado de Cuba y protestó cuando le dijeron que el permiso para viajar a Cuba podía demorar dos meses.
«Me cuentan que hubo que sacarlo de allí. Él fue pensando en la visa, pero lo mandaron para poder comprometer a Cuba, fue simplemente una coartada. El plan fue perfecto. Pensaron que Castro pagaría por esto. Pero la verdad histórica es que a Kennedy lo mataron en una conspiración interna”, aseveró.
Lee Harvey Oswald fue un hombre que utilizó la CIA y nunca ha aparecido un expediente sobre él.
“Mis relaciones con Bishop se rompieron el 26 de julio de 1973 porque él me entregó un maletín con más de $250.000 dólares para callarme. Estoy convencido que ese dinero no solo lo dio la CIA, ahí debe haber habido dinero de gente muy poderosa, industrial y militar que estaban comprometidos”.
Me han alertado de peligro
“Me han hecho tres atentados. El último fue en septiembre de 1979, cuando yo había preparado un atentado contra Castro que venía a Naciones Unidas. Me enteré por un informante del FBI que me dijo que andaban buscando a un asesino para matarme. No le creí, pero me tiraron, me hirieron en la cabeza. No me mataron porque fue con una pistola 45 con silenciador que tiene menos velocidad”, describió.
“También me pusieron dos bombas en una organización deportiva que creé para trabajar desde ahí encubierto en Puerto Rico”.
“En Bolivia me estuvieron buscando también aunque no me pudieron encontrar”.
“Sobreviví después a una operación a corazón abierto en medio de la cual me dio un infarto. Parece que todavía no me ha llegado el día que tenga que morir”, concluyó.
Fuente: Discrepando
Kennedy pudo ser asesinado por miembros de la Operación 40
Gabriel Molina Franchosi
Los sospechosos del asesinato de JFK, grupos de la CIA y la mafia según el Comité investigador de la Cámara de Estados Unidos (HSCA), participaron antes del magnicidio en la Operación 40 (Op.40) contra Cuba y en los intentos de asesinar a Fidel.
A 50 años del magnicidio ocurrido el 22 de noviembre de 1963, se han venido conociendo confesiones y otros indicios. Las principales sospechas recaen sobre cuatro de esos miembros de la Op.40. Se destacan como autores de los disparos Herminio Díaz y Eladio del Valle. En tanto que Luis Posada y Orlando Bosch, que se presume estaban presentes en la Plaza Dealey el 22-11-1963, están también implicados en las investigaciones oficiales y privadas.
Allen Dulles creó la Op.40 y los oficiales CIA los adiestraron y entrenaron para poner bombas, ametrallar y asesinar dondequiera que se les ordenase. Desde 1959 protagonizaron siniestros planes de sabotajes y terrorismo como la voladura del avión de Cubana en octubre de 1976, que provocó 73 muertos. Robert Kennedy sospechó que ese grupo participó en el asesinato de su hermano desde que John E. Hoover, director del FBI, le informó del crimen.
El único sobreviviente de ellos, Posada, chantajea al gobierno de Estados Unidos con su amenaza de decir todo lo que sabe. Ha confiado a alguien secretos que destaparía si lo procesan o asesinan, como insinuó su abogado.
El investigador Anthony Summers ha actualizado en estos días las acusaciones sobre Herminio Díaz, autentificando la confesión que Díaz hizo a Tony Cuesta y a Reinaldo Martínez, dos personajes que lo acompañaron en sus planes terroristas. La conferencia había sido convocada por Wayne Smith, jefe del Centre for International Policy in Washington y, entre otros investigadores, asistieron Summers, Gaeton Fonzi, Dick Russell, Peter Dale Scott y Peter Kornbluh.
Díaz, Cuesta y Martínez intentaron desembarcar el 29 de mayo de 1966 desde Miami, para realizar atentados contra Fidel u otros dirigentes cubanos, en Monte Barreto, Miramar. Díaz halló la muerte allí, en un intercambio de disparos con la policía. Cuesta y Martínez fueron apresados durante el enfrentamiento.
Tras salir de la cárcel, Martínez se radicó en Miami; y en 2007 se puso en contacto con Robert Blakey, quien fuera el asesor jefe del HSCA. Dijo que iba a morir y quería dejar las cosas claras. Según declaró Blakey a Summers, Martínez decía la verdad. Se trataba de un complot y Herminio Díaz fue el segundo tirador contra Kennedy. Summers se entrevistó también con Martínez durante dos días en Miami.
En la filmación de un aficionado llamado Abraham Zapruder desde la puerta del almacén de libros escolares, se muestra a JFK en la Plaza Dealey alcanzado por los disparos primero por detrás, desde el mismo almacén de libros según se estableció. Después, herido por la parte frontal en un ángulo que indicaría la presencia de otro tirador, situado en la “lomita cubierta de hierba”. Esas investigaciones no dejan ya dudas de que hubo una conspiración y más de un tirador. Incluso el Comité financiado por el gobierno federal así lo considera.
Herminio Díaz nació en Cuba en 1923 y pertenecía a grupos gangsteriles desde fines de los años 40; fue guardaespaldas de Santos Trafficante y mantuvo otros contactos criminales con la mafia siciliana. En círculos cubanoamericanos de Miami se decía que la suicida encomienda en Miramar se le confió para que fuese cazado, y evitar así que hablase sobre la conspiración contra JFK.
Juan Restoy, Félix Rodríguez Mendigutía, Guillermo Novo, Carlos Bringuier, Eugenio Martínez, Antonio Veciana, Juan Manuel Salvat, Ricardo Morales Navarrete, Isidro Borjas, Virgilio Paz, José Dionisio Suárez, Felipe Rivero, Gaspar Jiménez Escobedo, Nazario Sargent, Pedro Luis Díaz Lanz, y José Basulto, miembros de la Op.40, han sido investigados por el Comité Especial de la Cámara y los del Senado, el Comité de Church y el de Kerry, pues muchos también han traficado con drogas junto a sus mentores de la CIA. Restoy, antiguo compinche de Batista, fue arrestado con otros miembros de Op. 40, en la Operación Águila, masiva red de tráfico de drogas descubierta en 1970. El 70% de los acusados eran miembros de la brigada 2506 de Playa Girón.
Gaeton Fonzi, uno de los investigadores del Comité HSCA, alega que oficiales CIA como David Atlee Phillips, David Morales, Tom Clines, Tracey Barnes, E. Howard Hunt y Rip Robertson tomaron parte en la Operación 40 desde la secreta estación JM/WAVE, que dirigía Ted Schackley y después organizaron el magnicidio. Otros famosos acusados son los convictos del Watergate ordenado por Nixon, además de Hunt, Walter McCord, Frank Sturgis, Bernard Baker, Eugenio Rolando Martínez “musculito”, y Virgilio González, participantes también en lo que Nixon llamaba la maldita cosa de Girón, para referirse verdaderamente al magnicidio. Las sospechas apuntan más hacia Hunt y Sturgis, también como francotiradores en Dallas, desde la lomita o montículo de hierba. Se les identificó como los “vagabundos” arrestados y fotografiados, que fueron vistos por 15 testigos.
Pero se han esfumado. David Morales —jefe de operaciones en la enorme estación de la CIA en Miami, quien fue investigado por Gaeton Fonzi, cuando trabajó para el HSCA, para saber si estaba en el edificio desde donde se supone partieron los disparos—, estaba citado para testificar, pero murió de “un ataque al corazón” el 8 de mayo de 1978.
Su amigo Rubén Carbajal está convencido de que lo asesinó la CIA, pues Morales le dijo que quien pudiese representar una amenaza para las operaciones encubiertas, la CIA lo eliminaría. Bob Walton, asociado en negocios con Morales, le confirmó que este temía iba a ser asesinado por la CIA porque sabía demasiado. En una ocasión dijo a Walton y Carbajal que “JFK traicionó a los cubanos en Bahía de Cochinos. Bueno, nosotros nos encargamos del hijo de p…”. (1) Otras teorías calificadas de disparatadas apuntan hacia el chofer del auto presidencial, miembro del Servicio Secreto, y a James Files, que cumple condenas por otros delitos.
Respecto a la conocida reunión en Dallas la víspera del crimen, el investigador Oglesby los marca comprometidos con el complot, “todos personajes que odiaban o se oponían a los Kennedy”. (2)
Sobre J. Edgar Hoover y su vecino Johnson, señala: se respetaban y se temían. El FBI poseía información de los sucios negocios del Vicepresidente y este de las preferencias sexuales de Edgar, quien sin embargo perseguía a los gays y sostenía que la Cosa Nostra no existía. El Padrino Frank Costello le proporcionaba diversión y ganancias, dándole tips (propinas) en el hipódromo, sobre los ganadores.
Clint Murchinson, racista y barón texano del petróleo, era socio en negocios del también millonario H.L. Hunt. Integraban el consorcio petrolero que reaccionó iracundo ante algunas leyes aprobadas por Kennedy. La medida amenazaba las altas ganancias del sector de hidrocarburos, obtenidas con la combinación de bajos impuestos y la reinversión de los beneficios en el exterior, para reducirlos aún más al Fisco, al mantenerlas repatriando ganancias.
Allen Dulles, exdirector de la CIA y su segundo, el general Charles Cabell, fueron los primeros a quienes JFK les pasó la cuenta por Playa Girón. Earle Cabell, hermano del general, era alcalde de Dallas y también enemigo de los Kennedy. Fue él quien desvió la fatal caravana, forzándola a hacer una maniobra en Z, so pretexto de ver de cerca a Kennedy para revertir el rechazo de esa población a las medidas sociales del gobierno federal. En la práctica facilitó la tarea de los asesinos con esa marcha a 17 km por hora. El hombre de la sombrilla en la filmación de Zapruder se supone era Bosch, quien avisaba, levantándola, que venía JFK.
Otro importante asistente a la reunión calificada de “celebración anticipada”, fue Richard Nixon, quien perdió con JFK la posibilidad de ser presidente de Estados Unidos en 1960. Dirty Dick dijo al FBI que no recordaba dónde estaba ese día. (3) Pero tuvo que admitir lo contrario cuando le mostraron el diario Dallas Morning News de la fatídica fecha, donde Nixon retaba a Kennedy, lo inducía a recorrer la peligrosa Dallas en un auto descapotado, diciendo que él, Nixon, estaba allí solo y no necesitaba ninguna protección como la que tenía JFK. George Bush (padre), también clama que no puede recordar dónde estaba el 22 de noviembre, pero Jack Anderson dice tener pruebas de que estaba detrás del “montículo de hierba” desde donde provino uno de los disparos. Además, Hoover envió un memo a George Bush en la CIA, donde le pide que controle los festejos de los cubanos de Miami por la muerte de Kennedy.
No es ocioso recordar que el diario Dallas Morning News, es el que culminó su campaña de odio el 22 de noviembre de 1963 con una incitación al crimen: la foto a toda plana de Kennedy como las de los delincuentes, con la leyenda “Buscado por traición”.
La CIA, el Servicio Secreto, el FBI, organismos de seguridad de la nación, cuya protección del Presidente fue criticada por el Comité de la Cámara, debían tener en cuenta estos “descuidos” culposos para al cabo de 50 años, dejar de continuar oponiéndose a desclasificar esos miles de documentos de la CIA que podrían develar el misterio, precisamente “por motivos de seguridad”. Eso es demasiado poco serio para una potencia mundial que se respete.
Fuente: Auca Latinoamericano
(1) Gaeton Fonzi, The Last Investigation, 1993 (páginas 380-390)
(2) Granma 14 de octubre de 2013
(3) Memorandum del FBI, Feb. 23, 1964, publicado en Coup d’etat in America.Weberman & Ca