por María Cristina Rosas (*)
Desde el pasado 14 de junio se está jugando la Copa del Mundo de la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) Rusia 2018; sin duda la cumbre del espectáculo deportivo del nivel global, certamen que, después de 64 partidos, concluirá el próximo 15 de julio, en el estadio Luzhniki, de Moscú.
La FIFA reúne a 211 asociaciones o federaciones nacionales, lo que la convierte en una entidad, en apariencia, más incluyente y democrática que la propia ONU, que a la fecha tiene 193 países miembros. Con sede en Zúrich, Suiza, la FIFA es presidida por el italiano Gianni Infantino. Si bien la institución jamás ha sido dirigida por alguna mujer, en 2016 se designó a Fatma Samoura, diplomática senegalesa con una larga trayectoria en la ONU, como la primera Secretaria General en la historia del emporio futbolero.1
Organizar una Copa del Mundo entraña, para el anfitrión, un enorme desembolso: se estima en 2 mil millones de dólares, más los gastos del país huésped, que incluyen hoteles, vías de comunicación, seguridad, etcétera.2
Recientemente, autoridades de la Federación Mexicana de Futbol (FEMEXFUT) manifestaron que sería prácticamente imposible que un solo país pueda organizar la justa deportiva, razón por la que las próximas sedes deberían ubicarse en naciones extremadamente prósperas, o bien en dos o más países que tendrían que ponerse de acuerdo para albergar el evento.
Como es sabido, la idea de celebrar la Copa del Mundo de manera rotatoria busca contribuir a su difusión, expansión y también a legitimar la manera en que se lleva a cabo desde su concepción.
Así, en 2022 tocará el turno a Qatar, acaudalado país árabe que se asienta en Medio Oriente y que tiene condiciones climáticas adversas para llevar a cabo partidos de futbol a temperatura ambiente.
La sede de 2026 aún se está definiendo y debería ubicarse en África o América, conforme al criterio de representación geográfica señalado. Si fuese en América, por ahora existe la propuesta de que México, EU y Canadá sean, de manera conjunta, sede del evento.
Geopolítica del futbol
La FIFA fue creada hace 114 años, el 21 de mayo de 1904, en medio de una pugna entre Reino Unido y Francia. De hecho el acrónimo “FIFA”, para disgusto de los británicos, es resultado del nombre en francés que recibió la institución al nacer: Fédération Internationale de Football Association.
En 1906, la recién nacida FIFA organizó un primer torneo internacional de futbol sin mucho éxito. En 1908, el futbol estuvo presente en los Juegos Olímpicos de Londres a instancias de la Federación Inglesa de Futbol. En 1930 se llevó a cabo el primer torneo de futbol profesional a nivel internacional.
El país elegido fue Uruguay, nación que celebraba el centenario de su constitución política. En aquella oportunidad participaron 13 países, justo cuando la Gran Depresión irrumpía en el mundo. Desde entonces, cada cuatro años se efectúa esta justa, a excepción de 1942 y 1946, debido a la Segunda Guerra Mundial. Dados los cambios que ha vivido el mundo, el número de selecciones participantes ha crecido y, wn la Copa del Mundo Rusia 2018, están participantes selecciones de 32 naciones.
La FIFA también organiza otros torneos como la Copa FIFA Confederaciones, el Torneo Olímpico de Futbol Masculino, las Copas Mundiales de Futbol Sub-20 y Sub-17 –versiones masculina y femenina–, la Copa Mundial Femenina de la FIFA, etcétera. De todos ellos, sin embargo, la Copa Mundial de la FIFA despierta el mayor interés, siendo la más cara, la que mayores beneficios económicos genera y también la más polémica.
En la historia de la FIFA se han llevado a cabo 21 Copas del Mundo –contando la rusa–, siendo albergadas mayoritariamente en Europa –con 11 sedes– y América Latina –con siete sedes–, en tanto que otras regiones han sido claramente marginadas: Asia (que apenas organizó un mundial, el de 2002 organizado conjuntamente por Corea del Sur y Japón) y África (con el mundial de 2010 que se celebró en Sudáfrica), estuvieron ausentes todo el siglo XX como anfitriones de la justa olímpica. A la fecha, Oceanía no ha gestionado una sola Copa del Mundo.
El futbol es, posiblemente, el deporte más popular del mundo. Acceder a él, trátese de países ricos o pobres, es relativamente sencillo para sus sociedades. En las zonas más pauperizadas es posible crear un balón hasta con trapos o papel y jugar. Las reglas de este deporte son sencillas. Estas características lo hacen democrático, si bien cada vez más se ha convertido en una actividad sumamente lucrativa.
En términos económicos, cada selección nacional tiene un valor de mercado. En Rusia 2018, las 32 selecciones que estarán participando se cotizan en total en 8 mil 195.35 millones de dólares.
La selección nacional más valiosa es la de Brasil, cuyo precio es de 789.9 millones de dólares, o bien, el 10.37% del valor de mercado de todas las selecciones participantes. Para ponerlo en contexto: la de Brasil cuesta 133 veces más que la selección más modesta que participará en la justa (Panamá).
Las cinco selecciones más caras –Brasil, España, Alemania, Francia y Argentina– valen, en total, 3 mil 674.36 millones de dólares, que representan el 44%, o casi la mitad, del valor de mercado de los 32 contendientes. México, en la 18ª posición, posee una selección valuada en 140 millones de dólares, esto es, cinco veces por debajo de la de Brasil.
¿Existió alguna vez el amateurismo?
Que el futbol en la actualidad genere ganancias millonarias deja la sensación de que algo se ha perdido a propósito de una actividad lúdica, presumiblemente destinada al sano esparcimiento.
De manera inevitable, ello lleva a considerar el amateurismo, esto es, la práctica deportiva de manera no profesional o sin cobrar por ello. Hoy es frecuente escuchar que el amateurismo es cosa del pasado porque es difícil pensar o concebir que una persona dedique su vida al tenis, el box, el rugby, el atletismo, el futbol, etcétera, sin recibir remuneración.
El deporte profesional y amateur están regidos por normas establecidas por instituciones privadas y estatales. El término profesional se refiere a quien vive del deporte; amateur a quien lo practica por gusto, sin fines de lucro. No obstante… en el deporte profesional y en el deporte de aficionados, el dinero se ha convertido en la principal razón de sus actores.3
Sin ir más lejos, Montesquieu alguna vez afirmó que “el deporte gusta porque halaga la avaricia, es decir, la esperanza de poseer más”.4
El profesionalismo no es un invento de la era moderna. En la antigua Grecia, los deportistas eran laureados con premios que les permitían vivir en condiciones de solvencia o más allá. A ello habría que sumar la fama y el prestigio, algo que también resultaba redituable en la escala social.
Ciertamente había eventos deportivos, en la antigua Grecia, consagrados a deidades y, en esos casos, los trofeos eran simbólicos. Empero, “la industria deportiva helénica fue la respuesta a la demanda inextinguible de héroes por parte de los griegos en una época en que ya no estilaba el héroe guerrero de corte clásico ni el héroe político prealejandrino.
Los profesionales, acompañados por su séquito, rendían a los estadios, cosechaban coronas, trofeos, fama y distinciones, que, de regreso a sus ciudades de origen, se transformarían en dinero constante y sonante y en otras contrapartidas materiales”.5
El periodista y cronista deportivo argentino Carlos Aira corrobora lo anterior al revisar la historia del futbol en Argentina. Para él, afirmar que alguna vez hubo un futbol amateur en el país muestra la ignorancia de sus pregoneros.
Aira explica que en las primeras décadas del siglo XX, más allá del legado británico –donde, por cierto, el futbol era profesional–, en el país sudamericano comenzaron a proliferar clubes como Racing Club, River Plate, Boca Juniors, Estudiantil Porteño y otros más, en que sus jugadores eran proletarios.
Con todo, tras la elección de Hipólito Yrigoyen en 1916, primer mandatario popular del país, el futbol adquirió la fisonomía que mantiene hasta hoy: los jugadores tenían que trabajar para generar un ingreso y cambiaban de clubes por esa razón, por lo que, según Aira, recibían por debajo de la mesa incentivos económicos para militar en uno u otro equipos.6
Otro hecho a destacar es la popularidad de que gozaba el futbol, lo que llevó a las autoridades a decretar la ley de descanso dominical, justamente para que las masas acudieran a las canchas de futbol y una cosa llevó a la otra.
El balompié era verdaderamente popular, había hinchas por todos lados y así emergieron los empresarios.
En los años veinte del siglo pasado, el futbol argentino era profesional, dado que la sociedad estaba dispuesta a pagar para acceder a él y como pagar entrañaba presenciar un “espectáculo” digno, los protagonistas tenían que dedicarse a dicha actividad para llevarla a buen puerto.7
Así, ser futbolista se convirtió en una profesión, en una forma de vida.8 Asimismo, los futbolistas se tornaron en figuras aspiracionales, por lo que su imagen vendería y muy bien.
Por supuesto que, en el planeta, en diversas regiones marginadas, es posible encontrar niños y jóvenes que recurren al futbol por esparcimiento y diversión. Brasil, es justo decir, es un país cuyo principal producto de exportación es el futbol, como se puede observar en el cuadro anexo.
Conforme a los datos de la CIES Football Observatory, tres países latinoamericanos figuran en la lista de los 10 mayores exportadores de futbolistas a nivel planetario. Si bien Brasil no tiene rival, llama la atención el énfasis de los “exportadores” por dirigirse a ligas competitivas y que pagan bien.
En este sentido, Europa sigue siendo un imán natural al que jugadores de todo el orbe buscan llegar.
Los datos del CIES Football Observatory son interesantes, porque si bien revelan que hay un fenómeno Sur-Norte, según el cual futbolistas de América del Sur y África buscan acceder a las ligas europeas, también es cierto que, en el cuadro referido, esa relación Sur-Norte se difumina, toda vez que de los 10 países analizados, cuatro son desarrollados –Francia, Reino Unido, España y Alemania– y también “expulsan” cantidades importantes de jugadores.
Si a ello se suman otras naciones europeas como Serbia y Croacia, es evidente que el fenómeno es más complejo. Muchos de los futbolistas europeos emigran a otras ligas europeas, pero como se ha visto en México con los casos de André Pierre Gignac, Andy Delort, Timothée Kolodziejczak,9 Anis Cristophe Libotte10 y Jéremy Ménez,11 hay migraciones, por ejemplo, de jugadores franceses a ligas del Sur.12
También es destacable que México es el principal destino de jugadores argentinos (migración Sur-Sur).13 Si bien la liga MX no parece ser tan competitiva, los incentivos económicos son lo suficientemente seductores como para atraerlos.
Otro debate es si, a nivel nacional, se otorgan incentivos similares a los jugadores mexicanos talentosos para despuntar en las grandes ligas del mundo.
A diferencia de Brasil, que tiene una estrategia clara de promoción de sus talentosos –y otros no tanto– futbolistas allende sus fronteras, la historia de los mexicanos exitosos en otras latitudes son esporádicas, aunque ahora son más comunes.
También hay casos menos conocidos de futbolistas mexicanos que al no encontrar perspectivas laborales en la Liga MX han optado por emigrar a América Central y Sudamérica, que, salvo excepciones, cuentan con ligas menos competitivas.14
Un tema adicional que rebasa los objetivos de la presente reflexión es el malinchismo imperante en México, el cual es especialmente visible en la Liga MX, donde se observa una preferencia por contratar extranjeros de diversas latitudes, cuyo desempeño, en muchos casos, dista de ser el óptimo, limitando las oportunidades de los connacionales, necesitados de fogueo en casa para trascender.
Homo soccer y el futbol como poder suave
En el 2006, la FIFA afirmó que existían, a nivel planetario, 24 millones de equipos de futbol, en las que 265 millones de personas jugaban de manera profesional, semiprofesional y amateur, involucrando a hombres, mujeres, jóvenes y niños y niñas.15
Si bien los datos expuestos seguramente son superiores hoy en día, no dejan de ser impresionantes y corroboran el arraigo del futbol en la población mundial. De hecho, en las reflexiones sobre las disciplinas deportivas más populares en el planeta, el futbol suele encabezar las preferencias, por encima del vóleibol, el tenis, la natación y el atletismo.
En muchos países, el futbol coadyuva a la identidad nacional, por lo que el nacionalismo se exalta. Pero así como es un baluarte del nacionalismo en muchos lugares, también tiene una enorme capacidad de convocatoria para unir a las audiencias que, cuando acontece una Copa del Mundo, permanecen a la expectativa del torneo.
[…]el deporte puede ser considerado como una de las manifestaciones culturales más importantes, generalizadas y comunes de las sociedades contemporáneas, independientemente del sistema político, la orientación económica, o las características culturales de una sociedad determinada.16
A propósito de esta observación, Daniel Añorve, citando a The Guardian, señala que “el deporte puede ser la quintaesencia del nacionalismo en muchas ocasiones, pero también es uno de los medios más eficaces hasta ahora para unir a la aldea global”. 17
Lo anterior queda de manifiesto con datos proporcionados por la propia FIFA: la Copa del Mundo de 2014, celebrada en Brasil, fue vista por más de tres mil millones 200 mil telespectadores, o bien, casi la mitad de la población mundial, en tanto la final fue seguida por mil millones de seres humanos en todas las latitudes.18
A semejante rating contribuyeron las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, las que posibilitaron que unos 280 millones de hinchas presenciaran los partidos en línea o en dispositivos móviles.19
En este sentido, el futbol semeja una religión: una actividad que justifica que las personas interrumpan su día a día para presenciar los partidos. En Perú, por ejemplo, tras su clasificación para la Copa del Mundo de Rusia 2018, las autoridades decretaron un día de asueto para festejar el regreso de su selección a la contienda.20
En esa nación sudamericana, el futbol es algo tan cotidiano que ha sido integrado a la convivencia social, de manera que es frecuente que las personas improvisen parrilladas y picnics en las gradas de los estadios. En Yaundé, la capital de Camerún, se permite a los niños organizar partidos en las calles, y una vez en curso, otros infantes –niñas incluidas– se unen en cualquier momento y circunstancia.21
Más allá de la euforia que el futbol puede generar, lo cierto es que los estudios sobre la sociología y la historia del deporte en general y del futbol en particular, son profusos en EU y Europa, pero no así en otras latitudes. Independientemente de textos clásicos como los de Eduardo Galeano22 y Ryszard Kapuscinski,23 la literatura especializada en América Latina –región futbolera por excelencia– escasea.
Además del poder económico que circunda al futbol, es poder suave. El poder es la capacidad con que cuenta una persona, país, organismo, empresa u otro para lograr que los demás hagan lo que aquel desea. Para ello, el poder se ejerce de diversas formas: puede ser coercitivo o de cooptación.
En el primer caso, se puede echar mano del poder duro, ese que semeja garrotes, por ejemplo, el uso de la fuerza derivado de capacidades militares, ejércitos y armas. Pero otra forma, menos punitiva e impositiva es a través del poder suave, mismo que seduce y fascina al destinatario.
Joseph S. Nye Jr. refiere que los tres pilares del poder suave son la cultura, los valores y la política exterior.24
¿Cómo define Nye estos elementos?
Para empezar, la cultura es un conjunto de prácticas que crean significado para una sociedad y que incluye a la alta cultura –literatura, artes visuales y teatro, entre otras– que gusta a una audiencia de élite, y también a la cultura popular –televisión, cine, música popular–, dirigida a mercados de entretenimiento más amplios.
En el rubro de los valores se incluye a las leyes y las instituciones –transparencia, justicia, equidad– que rigen a una nación y que inciden fuertemente en las percepciones globales sobre ese país.
Por último, la política exterior se refiere al actuar de un país en el mundo y a la forma en que se aprecia que se conduce – sea con o sin autoridad moral.25
El futbol, al ser una práctica que crea significado para una sociedad, es poder suave. Por supuesto que, pese a ser un deporte tan popular, no todas las naciones en que está presente pueden transformarlo en un vehículo para la consecución de sus intereses particulares, dentro o fuera del país.
Seguramente el lector ha visto los festejos que acontecen en aquellos países en que sus selecciones nacionales resultan victoriosas en las contiendas futboleras y ni qué decir de cuando se obtiene la Copa del Mundo. A nivel internacional, el futbol permite a los Estados que destacan en esta disciplina, impulsar una percepción de prestigio benigno en las audiencias, misma que podría permitirles la consecución de objetivos ambiciosos que quizá por otras vías no serían plausibles.
No necesariamente las grandes potencias mundiales –desde la óptica del poder duro–, lo son también en el futbol. En la lista de las superpotencias futboleras figuran Argentina, Alemania, Brasil, España, Reino Unido, Italia, Países Bajos y Uruguay, esto es, tres sudamericanos frente a cinco europeos.
De ellos, sólo Países Bajos ha sido incapaz de alzarse con una Copa del Mundo. Los demás lo han hecho en más de una ocasión, salvo España.
Todos los europeos referidos han sido, en algún momento de la historia, grandes potencias, lo que podría llevar a establecer una correspondencia entre poder duro y poder suave.
Los casos de Argentina y Brasil son aspiracionales en la política mundial. Uruguay, pequeña nación sudamericana con dos títulos mundiales en su haber, ha buscado hacerse de espacios en la política regional y global a través del futbol.26
Y como sea que se realice este análisis, los ocho países referidos estarán presentes en la Copa del Mundo 2018, moviendo sus piezas para lograr la combinación perfecta que les permita acceder al máximo galardón, el cual les garantizará enormes beneficios económicos, políticos, culturales, de imagen y otros más.
Para entender lo anterior, conviene analizar algunos casos concretos. El futbol ha creado una enorme simpatía en el mundo en torno a Brasil, de manera que cuando se habla del país sudamericano, la primera imagen que genera en las personas es la del futbol –y luego la de la samba y el carnaval–. Esto ha sido redituable para el gigante sudamericano.
Internamente evoca orgullo y unidad nacional. En el plano internacional, se posiciona en el planeta como una súper potencia –es, a la fecha, el único país ganador de cinco Copas del Mundo– y deriva un enorme prestigio –no es un hecho fortuito el valor de mercado de su selección nacional–.
También le permite obtener del mundo recursos e ingresos importantes, como también el derecho de ser una voz con autoridad moral en foros y organismos internacionales abocados al deporte, la cultura y la paz.
Así, cuando se habla de Brasil en el mundo, hay un dicho popular y se afirma que mientras que en Europa los niños nacen con un pan –en Francia, con una baguette– bajo el brazo, en la nación sudamericana los infantes llegan al mundo con un balón bajo el brazo.27
No se puede ignorar que Brasil tiene poder duro, al poseer la economía latinoamericana más importante, y reconocidas capacidades militares. Tampoco se debe obviar que su música, cine y diplomacia son de altos vuelos. Pero el futbol, en este tenor, es su principal y más aceptado embajador en las relaciones internacionales.
Alemania es un país en el que el futbol refleja lo que ha sido y es esa nación. Con cuatro Copas del Mundo a cuestas –actual campeón defensor–, el futbol es un deporte que exalta el nacionalismo y el orgullo teutones. Pero también le ha permitido, comose vio en 2006, revertir la imagen barbárica de una nación que desarrolló dos guerras mundiales y a la que muchos todavía temen.
El futbol como poder suave permitió en la Copa del Mundo de 2006 que los hinchas de todo el mundo conocieran más de la Alemania del siglo XXI, potencia económica indiscutible, eje de la integración europea, símbolo de disciplina, progreso y capaz de ponerse de pie tras la adversidad.
Así, los alemanes han logrado evangelizar al planeta con una selección renovada y multicultural. Sin ir más lejos, en el mundial de Sudáfrica, donde quedó en tercer lugar, 11 de los 23 seleccionados nacionales calificaban para jugar por otros países.
En la Copa del Mundo de Brasil de 2014 se coronó por cuarta ocasión al derrotar a Argentina en la gran final, generando admiración y ratificando el branding “Germany” como una marca-país que es sinónimo de éxito.
Rusia y la Copa del Mundo 2018
Que Rusia ha sido una gran potencia mundial, especialmente a través del ejercicio del poder duro, está fuera de discusión. Ciertamente el deterioro que siguió a la desaparición de la Unión Soviética, supuso una debacle a lo largo de la última década del siglo pasado, misma que ha sido revertida con notable éxito tras el arribo de Vladimir Putin al poder.
Así, ante la humillación que siguió a la desaparición de la URSS, con la consecuente crisis económica, política y social que colocó al país en una situación marginal en la política mundial, Putin interpuso una estrategia basada en el uso de los recursos de poder duro de que dispone el país, esencialmente sus capacidades militares y su enorme base de recursos naturales.
El líder ruso no se ha distinguido por ser especialmente democrático, pero su visión no ha sido errada del todo, al pactar una alianza estratégica con la República Popular China (RP China) a quien abastece de armamento –los chinos están impedidos de adquirir armas en Occidente debido al embargo impuesto por este desde 1989 en razón de los sucesos de Tiananmen–.
Asimismo, se ha propuesto recuperar el control del territorio ruso y más allá, mirando a Asia y al Ártico, reforzando su presencia en ambos, refinando sus capacidades militares y participando en diversos foros internacionales con posturas firmes, conciliando cuando así conviene a sus intereses, pero sin descartar el uso de la fuerza cuando lo estima conveniente.
La Rusia de Putin lo mismo ha atacado a Estonia que a Georgia. A esta última la avasalló justo cuando se estaban inaugurando los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008, con una combinación de ataques físicos y ciberbélicos.
En 2013 dio asilo político al joven Edward Snowden, excontratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA por sus siglas en inglés) de EU, famoso por revelar numerosos documentos secretos que vulneran la seguridad estadounidense.
En 2014 Rusia se anexó Crimea, lo que generó una grave crisis en las relaciones del país con Ucrania y Occidente. De manera más reciente, se responsabiliza al gobierno de Putin de intervenir en los comicios presidenciales de EU en 2016, a efecto de favorecer el ascenso de Donald Trump. Acusaciones similares versan en torno al referéndum celebrado en Cataluña en octubre de 2017. Estos sucesos han tensado las relaciones de Rusia con Occidente.
Una encuesta del Pew Research Center del 16 de agosto de 2017 revela que la imagen de Rusia en el mundo, en general, es mala. En la encuesta, realizada en 37 países, las percepciones más negativas en torno al país eslavo se acentúan en EU y Europa, en tanto hay opiniones mixtas en Medio Oriente, América Latina, Asia-Pacífico y el África Subsahariana.
Sólo tres países tienen una opinión mayoritariamente buena de los rusos: Vietnam (83% de los interrogados afirman tener una imagen positiva), Grecia (64%) y Filipinas (55%).28
Lo anterior lleva a la interrogante de si Rusia debería o no apoyarse en el poder suave para mejorar su imagen internacional. El deporte ha sido históricamente para Rusia, una oportunidad para evocar el orgullo nacional.
En la era soviética y a lo largo de la Guerra Fría, la participación de la URSS en los Juegos Olímpicos era la oportunidad para demostrar que el modelo político, económico y social funcionaba y era superior al occidental, o al menos así se buscaba promoverlo.
Los atletas soviéticos que se alzaban en el medallero eran receptores de distinciones y prestaciones por sus logros. En 1980, Moscú fue sede de los Juegos Olímpicos de verano, justa a la que no asistieron EU y diversos aliados en protesta por la intervención soviética en Afganistán.
Los acontecimientos posteriores, incluyendo la crisis por la sucesión política, el arribo de Gorbachov y la desintegración del país, llevaron a un impasse en el apoyo gubernamental al deporte y Rusia cayó en el medallero –en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016, los rusos obtuvieron 56 medallas, figurando en el cuarto lugar, detrás de EU (121), RU (67) y China (70)–.
En los Juegos Olípicos de invierno de Sochi, Rusia, en 2014, el país eslavo se situó a la cabeza con 31 preseas. Como se sabe, el COI sancionó a Rusia por lo sucedido con Ucrania, y prohibió su participación en los Juegos Olímpicos de invierno 2018.
El deporte y la política siempre se han mezclado en el país eslavo y esa situación prevalece al organizarse importantes eventos deportivos en la línea de presentar a Rusia con un rostro amigable a los ojos del mundo.
Desde la perspectiva de la política exterior de Rusia, los Juegos Olímpicos de Invierno 2014, el Gran Premio de automovilismo mundial (F1) y las proyecciones deportivas planificadas [como la Copa del Mundo 2018], constituyen eventos deportivos estratégicos dado que su organización generó la atención a escala mundial.
De acuerdo con expresiones del propio Putin, hay herramientas de la política exterior rusa que se pueden denominar de “poder suave” (soft power), caracterizadas por una influencia no coercitiva que implica un ejercicio simultáneo de poder ideológico, cultural y científico. Y es justamente en esta línea estratégica donde se encuadran los eventos deportivos desarrollados en Sochi.
La construcción de una nueva imagen exterior es una preocupación de los dirigentes políticos rusos, y la puesta en escena de acciones de estas características en el Cáucaso no es otra cosa que un eslabón más de la cadena de acciones de política exterior.29
¿Cuánto poder suave posee Rusia? Según el “The Soft Power Index 2017”, que elabora Jonathan McClory para la consultoría Portland ComRes, Rusia se ubica en la 26ª posición en la lista de los 30 países con mayor poder suave.30 Su cultura, música, ballet, científicos, deportistas y museos, entre otros, son admirados en todo el mundo.
Rusia cuenta además con importantes medios de comunicación que le permiten tener presencia en todo el mundo –el caso de Russia Today, por ejemplo–. Es un destino turístico cada vez más visitado y es razonable suponer que al organizar eventos como los Juegos Olímpicos de invierno, el Gran Premio de automovilismo mundial (F1) y, por supuesto, la Copa del Mundo puede proyectarse como un país cooperativo.
Claro que, a diferencia de disciplinas deportivas como la halterofilia, el atletismo, los clavados, la gimnasia, etcétera, en el futbol Rusia no ha destacado. Existen equipos legendarios en su liga, como el Dínamo, el Spartak y el CSKA. La liga rusa fue creada en 1992. Con todo, en las Copas del Mundo, Rusia ha tenido un desempeño modesto, al haber participado en 11 certámenes, logrando su mejor actuación en 1966, con el tercer lugar en la gesta celebrada en Reino Unido. Claro que la selección tendrá la motivación de ser sede del evento.
Con todo, el valor de la Copa del Mundo 2018 para Rusia va más allá del desempeño de su selección. Las autoridades buscarán impulsar una buena imagen del país. Si las cosas resultan como se espera, las presiones de diversas personalidades y figuras políticas en el mundo podrían crecer para que Occidente ponga fin a las sanciones que se aplican a Rusia con motivo de su anexión de Crimea.
No sobra decir que Rusia ha enfrentado muchos problemas para organizar este magno evento. Como se recordará, hay acusaciones de corrupción por la asignación de la sede por parte de la FIFA, más las amenazas del Estado Islámico que, aunque ahora muy debilitado, el año pasado prometió realizar atentados en Rusia durante la Copa del Mundo.
Otro tema importante es el de los patrocinios. Todavía en diciembre pasado, la FIFA sufría para concretar los patrocinios requeridos para realizar el evento. Y un tema adicional es el de la infraestructura deportiva y hotelera.
Hace unos días, el gobierno ruso asignó 325 millones de dólares adicionales. Así, la erogación del gobierno de Putin para llevar a cabo el evento será de 10 mil millones de dólares.32 Es claro entonces, que Rusia querrá un evento épico, deslumbrante y que deje un buen sabor de boca entre las selecciones nacionales participantes, los asistentes y las audiencias de todo el mundo.
Ya se verá si el país eslavo logra obtener de la comunidad internacional lo que desea a través de este ejercicio de poder suave.
(*) Profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Fuente: Etcétera
Referencias
1 Su elección tuvo lugar en el 66° Congreso de la FIFA celebrado en México en mayo de 2016.
2Diego Ramírez (1 de diciembre de 2017), “Rusia 2018, un mundial marcado por la incertidumbre”, en Forbes México, disponible en https://www.forbes.com.mx/rusia-2018-un-mundial-marcado-por-la-incertidu…
3 Javier Vargas (15/08/2015), “Profesionalismo y amateurismo deportivo”, en El Universal, disponible en http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/articulo/javier-vargas/…
4 Ibid.
5 Ibid.
6 Para los británicos, el futbol era considerado una herramienta evangelizadora y civilizatoria. En las primeras ligas en el país sudamericano los miembros de la colectividad británica se mezclaban con las élites locales. Lo que también es cierto es que, si bien el fútbol fue promovido y adoptado por las clases altas, de manera simultánea se popularizó en el grueso de la población, por lo que posibilitó la convivencia social entre estratos socioeconómicos distintos. Coincidió igualmente que en aquellos tiempos la prensa cubría la liga oficial y daba cuenta de las primeras visitas de equipos foráneos, amén de patrocinar ligas de aficionados que en sus respectivas localidades y barrios jugaban el popular deporte. Julio D. Frydenberg (2011), Historia social del fútbol: del amateurismo a la profesionalización, Buenos Aires, Siglo XXI.
7 El fútbol federado en Argentina se creó en 1893, aunque en 1891 ya se había jugado el primer torneo. La argentina es la octava liga por su antigüedad en el mundo, detrás de las ligas de Reino Unido (donde el fútbol profesional existe desde 1880) y Países Bajos. El amateurismo a medias de los años 20 del siglo pasado, plagado de contratos e incentivos económicos para los jugadores, determinó que el tránsito a la profesionalización fuera inmediato en el país sudamericano. Raúl Mario Herrera (18 de febrero de 2015), “Amateurismo marrón: la incentivación antes del profesionalismo”, en La Izquierda Diario, disponible en https://www.laizquierdadiario.com/Amateurismo-marron-la-incentivacion-an…
8 Carlos Aira (julio 22, 2017), “Futbol. ¿Existió el amateurismo? ¿Todo fue profesionalismo? Una mirada integral sobre un debate”, en Radio Gráfica 89. 3, disponible enhttp://www.radiografica.org.ar/2017/07/22/existio-el-amateurismo-todo-fu…
9 El Sol de México (4 de septiembre de 2017), “Kolodziejczak, el nuevo jugador francés de los Tigres”, disponible en https://www.elsoldemexico.com.mx/deportes/futbol/kolodziejczak-el-nuevo-…
10 Medio Tiempo (10 de septiembre de 2016), “Tigres ya tiene tres jugadores franceses registrados”, disponible en http://www.mediotiempo.com/futbol/2016/09/10/tigres-ya-tiene-tres-france…
11 El Financiero (05/01/2018), “América ficha al delantero francés Jérémy Ménez”, disponible en http://www.elfinanciero.com.mx/after-office/america-ficha-al-delantero-f…
12 W Deportes (05/01/2018), “Los 5 jugadores de Francia en la Liga MX”, disponible en http://www.wdeportes.com/noticias/deportes/los-5-jugadores-de-francia-en…
13 El Universal (18/01/2018), “México, el principal destino de jugadores argentinos”, disponible en http://www.eluniversal.com.mx/universal-deportes/futbol/mexico-el-princi…
14 Univisión (s/f), “Mexicanos rechazados en la Liga MX encuentra refugio en Centro y Sudamérica”, disponible en https://www.univision.com/deportes/liga-mx/mexicanos-rechazados-en-liga-…
15 “¿Cuántos clubes de fútbol existen en el mundo?”, en Alimsports, disponible en http://alimsports.com/cuantos-clubes-futbol-existen-en-el-mundo-respuesta/
16 Daniel Añorve Añorve (2017), El deporte como observatorio de cambio social y político, México, Tirant Humanidades/Universidad de Guanajuato, p. 179.
17 Ibid.
18 FIFA (16 de diciembre 2015), Más de tres mil millones de telespectadores vieron el Mundial de 2014 en Brasil, disponible en http://es.fifa.com/worldcup/news/y=2015/m=12/news=mas-de-tres-mil-millon…–2745549.html
19 Ibid.
20 El Universal (15/11/2017), “Decretan día feriado tras clasificación de Perú”, disponible en http://www.eluniversal.com.mx/universal-deportes/futbol/declaran-dia-fer…
21 John Turnbull, Thom Satterle & Alon Raab (editors) (2008), The Global Game. Writers on Soccer, Lincoln, The University of Nebraska Press, p. 3.
22 Eduardo Galeano (2000), El futbol a sol y sombra, México, Siglo XXI; Eduardo Galeano (2010), Cerrado por fútbol, México, Siglo XXI.
23 Ryszard Kapuscinski (1988), La guerra del fútbol y otros reportajes, Barcelona, Editorial Anagrama.
24 Joseph S. Nye Jr. (2004), Soft Power: The Means to Success in World Politics, New York, Public Affairs.
25 Nye, Joseph S. Jr. (2011), The Future of Power, New York, Public Affairs; Jonathan McClory, (2015), The Soft Power 30. A Global Ranking of Soft Power, London, Posrtland Comms.
26 Andrés Reyes (2012), El propio fútbol uruguayo. Una guía ideal para comprender el fútbol más incomprensible del mundo, Montevideo, Palabra Santa Editorial.
27 Francisco Alcaide Hernández (2009), Fútbol. Fenómeno de fenómenos, Madrid, LID Editorial Empresarial, p. 94.
28 Pew Research Center (August 16, 2017), Publics Worldwide Unfavorable Toward Putin, Russia, disponible en http://www.pewglobal.org/2017/08/16/publics-worldwide-unfavorable-toward…
29 Stella Mares Shmitte (enero-junio 2016), “El juego estratégico de Rusia en el Cáucaso Sur: Sochi 2014”, en Investigación Geográfica, no. 65, pp. 210-211.
30 En los índices correspondientes a 2017, el país con mayor poder suave a nivel mundial es Francia, seguido de la Reino Unido, EU, Alemania, Canadá, Japón, Suiza, Australia, Suecia, Países Bajos, Dinamarca, Noruega, Italia, Austria, España, Bélgica, Finlandia, Nueva Zelanda, Irlanda, Singapur, Corea del Sur, Portugal, Grecia, Polonia, RP China, Rusia, República Checa, Hungría, Brasil y Turquía. Cabe destacar que en los índices correspondientes a 2016, Rusia se ubicó en el 27° lugar, en tanto en el primer informe de este tipo que data de 2015, no figuró. Como dato al margen, México ocupó en el informe de 2015, la 29ª posición, en tanto dejó de figurar en el Top 30 a partir de 2016, manteniendo su ausencia en el informe de 2017.
31El Universal (22/12/2017), “Rusia en Copas del Mundo”, disponible en http://www.eluniversal.com.mx/rusia-2018/rusia-en-copas-el-mundo
32 Telemundo (10 de mayo de 2018), “Rusia aumenta su presupuesto para la Copa Mundial del 2018”, disponible en http://www.telemundodeportes.com/copa-mundial-de-la-fifa-rusia-2018/rusia-aumenta-su-presupuesto-para-la-copa-mundial-del-2018