Los sucesivos retiros del 10% del fondo AFP, en rigor, restituciones del ahorro forzoso, constituyen una importante victoria del pueblo, y a la vez, la medida redistributiva más importante desde el 11 de septiembre de 1973.
Y también de4l del parlamento que, restableciendo su autoridad, ordenó devolverlo a trabajadores y trabajadoras que aportaron el grueso del mismo.
Vencieron la feroz resistencia de los súper ricos que se han apropiado del dinero registrado en el fondo, a lo largo de cuatro décadas.
Es una medida de alto impacto social, económico y político.
Mejora la distribución del ingreso y reactiva la economía en forma extraordinaria, aunque transitoria.
Se trata de la medida progresiva de mayor impacto social y económico tras el 11 de septiembre de 1973. Su impacto político es asimismo considerable y está en pleno desarrollo.
Según la superintendencia respectiva, a fines de marzo del 2021, casi 11 millones de afiliado@s al sistema AFP habían solicitado retiros, es decir la abrumadora mayoría, con la excepción de l@s jubilad@s por renta vitalicia, que no tenían derecho al retiro.
Ell@s representan la mayor parte de la población del país mayor de 16 años, incluyendo casi todas las personas en edad activa.
Dichas solicitudes implican el retiro de más de 35 mil millones de dólares, equivale a un 17 por ciento del fondo y cerca de 13,5 por ciento del producto interno bruto.
La mayor parte ha recibido su dinero.
Se trata de una medida de reactivación de la economía sin precedentes. En pocos meses ha inyectado al mercado más dinero que todo el plan para dos años del gobierno.
El Presidente del Banco Central, que se opuso tenazmente a la restitución de fondos, ha reconocido que ha detenido la caída del PIB, el que creció un 6,8% en el cuarto trimestre del 2020, con respecto al trimestre precedente.
Por otra parte, ayudado por este efecto reactivador, así como el fortalecimiento del peso de la repatriación de fondos AFP, y la favorable coyuntura bursátil internacional, han permitido que las ganancias brutas del fondo en el período, que alcanzaron a más de 28 mil millones de dólares entre julio de 2020 y marzo del 2021, hayan cubierto buena parte de la restitución.
Sumadas a los aportes netos, de cotizaciones y subsidios menos pensiones, en el período, dichas ganancias netas han permitido que el fondo mantenga a fines de marzo del 2021 su valor de julio del 2020, aún tras devolver más de 35 mil millones de dólares, mitigando el efecto sobre el cálculo de las pensiones.
La restitución del fondo ha sido una medida de redistribución de ingresos sin precedentes en tan breve plazo.
Los 35 mil millones de dólares restituidos equivalen al 41 por ciento de la masa de salarios imponibles del año 2020, es decir, equivalen a subir los salarios en ese porcentaje.
Significó restituir en pocos meses el equivalente al 13,5 por ciento del PIB desde los súper ricos que tienen en su poder la mayor parte del dinero registrado en el fondo, a 11 millones de asalariad@s, elevando su participación desde 32 por ciento del PIB en la actualidad, a 46 por ciento del PIB, en el año 2020.
Por otra parte, el monto restituido, 35 mil millones de dólares, ya supera en pocos meses el total de aportes netos del sistema de AFP al pago de pensiones desde 1981, los que en el mismo período suman poco más de 30 mil millones de dólares de hoy.
La última cifra considera que el total de pensiones pagadas por el sistema desde 1981 alcanza a 80 mil millones de dólares, de los cuales 50 mil millones fueron aportados por el fisco en forma de subsidios directos al pago de pensiones.
El impacto de la medida modifica la situación nacional de manera positiva.
Ayuda a crear condiciones para rechazar el proyecto gubernamental en trámite parlamentario, que agrava el ahorro forzoso.
También a abrir camino para acabarlo, derogando el DL 3.500 que le dio origen, como propone otro proyecto, presentado por cinco senadoras y senadores de oposición, actualmente en trámite en el Senado.
A estas alturas parece inconcebible que el lobby del ahorro forzoso, del cual lamentablemente forman parte ex autoridades y algun@s parlamentari@sde oposición, insista en un proyecto que, so pretexto de mejorar las pensiones, eleva brutalmente las cotizaciones, que pagarán l@s trabajador@s aunque las desembolsen empresarios, mientras deja intacto el abuso de desviar las cotizaciones actuales a financiar negoci@sde super ricos, en lugar de mejorar con ellas las pensiones de jubilad@s y las cuentas fiscales.
Peor aún, destina todo el incremento al ahorro —es decir, prestarlo a empresarios— aunque en parte lo registre esta vez en cuentas “colectivas” en lugar de individuales, y lo administre un “ente” público que subcontrata su manejo con gestores financieros internacionales.
Mientras tanto, carga al fisco financiar un incremento modesto de pensiones, que supuestamente le sería restituido en el futuro con el aumento del ahorro presente.
Ese proyecto, actualmente en segundo trámite en el Senado, debe ser rechazado definitivamente. CENDA se suma a la carta firmada por las 200 organizaciones sindicales y sociales más representativas del país, dirigida a l@s senadores, en que exigen el rechazo de este proyecto.
La irracionalidad del ahorro forzoso, que significa endeudar al fisco mientras “ahorra” para un futuro lejano el dinero que podría financiar con holgura las pensiones actuales, constituye una insensatez en la turbulencia actual de los mercados financieros.
Así lo entendieron todos los países europeos, muchos con gobiernos de derecha, que habían implementado versiones limitadas de ahorro forzoso con cotizaciones previsionales, y las acabaron o suspendieron tras la crisis del año 2008.
Continuar con el ahorro forzoso AFP significa que, en sólo tres años, los excedentes de cotizaciones recaudadas y subsidios directos aportados a las pensiones AFP, menos el costo de estas últimas, revierten todo el beneficio de la devolución del 10 por ciento, tanto en su aspecto reactivador como redistributivo.
CENDA apoya decididamente el proyecto que deroga el DL 3.500. Es una medida de impacto social, económico y fiscal, positivo y considerable.
Acabar con el abuso del ahorro forzoso, significa que el Estado recupera las cotizaciones corrientes, hoy usurpadas por las AFP.
Éstas permiten duplicar las pensiones actuales y sostenerlas hacia el futuro, reajustadas al ritmo de los salarios. Sin elevar la tasa de cotización durante varios años, ni la edad de jubilación.
Ello es posible porque el PIB crece a un ritmo más rápido que el número de adult@s mayores. Ahorrando al mismo tiempo onerosos subsidios a pensiones, lo que permite sanear buena parte del déficit fiscal corriente.
Por añadidura, y durante un par de décadas, parte del gasto en pensiones será solventado por rentas vitalicias adeudadas por el sistema AFP.
el 10 por ciento ha develado la verdadera naturaleza del fondo AFP a millones de chilenas y chilenos. Mal llamado “de pensiones”, dicho fondo registra el ahorro forzoso, impuesto exclusivamente a millones de asalariad@s, escamoteado a millones de jubilad@s y especialmente jubiladas. Jamás ha financiado pensión alguna y tampoco lo hará en el futuro.
Es un fondo destinado exclusivamente a financiar inversiones de un reducido grupo de grandes empresarios, que lo consideran “sagrado” como declaró su presidente.
Sin perjuicio de sus fuertes y constantes vaivenes especulativos, el fondo crece constantemente, en la medida que se incrementa el número de afiliad@s AFP forzad@s a mantener allí una cuenta, y se elevan sus salarios y cotizaciones. Su única relación con las pensiones, consiste en definir el mísero aporte AFP a las mismas.
Método pésimo, porque resultan muy bajas, sujetas a la volatilidad de los mercados financieros, y no se reajustan con los salarios, aparte de discriminar a las mujeres y otros grupos. Cálculo que, por lo demás, no requiere de fondo alguno.
Las pensiones no se pagan con ahorro en ninguna parte del mundo, sino con impuestos corrientes.
También en Chile, el fisco destina actualmente un quinto de su presupuesto a financiar tres cuartas partes de las pensiones que se pagan en el país, incluido un tercio de las que pagan las AFP.
Éstas aportan el cuarto restante del gasto nacional en pensiones, pero lo financian con un tercio de las cotizaciones corrientes, no con el fondo.
Se apropian, regularmente, e indefinidamente por lo mismo, los dos tercios restantes de las cotizaciones.
Por este motivo, CENDA estima que la restitución del fondo AFP será una reparación histórica, que traerá grandes beneficios al país. Debe restituirse a quiénes se ha usurpado el dinero que lo ha conformado.
El fondo AFP se ha creado con cotizaciones de millones de asalariad@s, escamoteadas a millones de jubilados y especialmente las jubiladas.
Adicionalmente, con subsidios fiscales que financiaron la mayor parte de las míseras pensiones pagadas por dicho sistema. A lo largo de cuatro décadas.
El fondo debe restituirse a quienes lo aportaron. Cuanto antes mejor.
La nueva Constitución deberá establecer la intangibilidad de salarios, para que nunca más éstos puedan desviarse para financiar negocios de empresarios, a costa de jubilad@s.
El fondo se ha conformado principalmente a partir de las cotizaciones de trabajador@s, las que desde 1981 suman 200 mil millones de dólares de hoy, y los subsidios monetarios directos del fisco, que suman 50 mil millones de dólares, los que han permitido pagar todas las pensiones, que suman 80 mil millones de dólares como se ha mencionado, dejando un excedente corriente neto de 170 mil millones de dólares, que equivalen al 80 por ciento del fondo actual.
El saldo son ganancias netas del fondo, las que han cubierto además los retiros recientes.
CENDA ha sugerido que una manera justa de restituir el fondo puede ser devolver a los titulares de cuentas individuales el total de sus aportes con una ganancia interesante, acompañada de la garantía de una pensión digna, cuyo monto sea el doble de las que actuales de las actuales, en promedio.
Por otra parte, el fondo permite reparar a to@s l@s jubilad@s AFP desde 1981, o sus herederos, con un bono equivalente a las pensiones que percibieron.
Finalmente, se puede borrar la deuda del fisco con el fondo, que equivale aproximadamente a los subsidios directos aportados.
Ello protegerá a trabajadores, activ@s y jubilad@s, aumentando considerablemente sus ingresos en el momento que más lo necesitan.
Saneará las cuentas fiscales, pagando la mayor parte de la deuda pública y reduciendo considerablemente el déficit fiscal corriente, mejorando la calificación de riesgo del país.
Mejorará significativamente y de modo permanente la distribución del ingreso, corrigiendo en parte la desigualdad en la sociedad chilena.
Estimulará fuertemente la economía del país, en uno de los momentos más críticos de su historia.
Un anticipo e todo ello es lo que está ocurriendo en Chile por estos mismos días.
Directorio CENDA
Abril 2021