El movimiento que ocupa las plazas en Francia cumple dos semanas. Es difícil prever su evolución porque depende de muchas circunstancias imprevistas, aún cuando sus raíces sean profundas. En el momento en que escribo estas líneas nada indica si la emblemática ocupación de la plaza de La República en Paris podrá continuar ni sobre cómo lo hará.
Una característica propia de los movimientos de revuelta contra el orden dominante es que no tienen una trayectoria lineal. Por un lado, porque sus propios avances les confrontan a nuevos objetivos y a nuevas problemáticas. Tras 15 días de ocupación, el movimiento hace frente a cuestiones de estrategia sobre cómo hacer frente a la represión, que relación desarrollar con otros movimientos de lucha, cómo extenderse, etc.
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De otro, porque una vez pasado el efecto sorpresa, el orden dominante se reorganiza: el poder busca sin excusas volver a recuperar la plaza de la República. Todos los partidos dominantes, desde el PS al FN, exigen que la plaza sea evacuada por la policía.
Este movimiento resulta también imprevisible, porque es también el resultado de razones mucho más profundas que tienen que ver con la crisis del poder y la propia naturaleza de un movimiento (del que Nuit Debout es una de sus expresiones) que en su mayor parte se desarrolla al margen de las estructuras tradicionales del movimiento.
Un movimiento con orígenes muy diversos
Nuit Debout es el resultado de varias dinámicas: la indignación general, el desarrollo más o menos subterráneo de diferentes luchas, la emergencia de movilización general contra una ley antisocial [la contrarreforma laboral, conocida como Ley El Khomri] y la iniciativa de ocupar la Plaza de la República la tarde del 31 de marzo adoptada al margen de las estructuras tradicionales del movimiento. Comprenderlo esto es necesario para poder anticipar la profundidad y la capacidad de reacción de este movimiento de las plazas y nos da pistas sobre su futuro. No es un simple ejercicio de historiar el movimiento.
La indignación general contra el sistema y el poder se viene expresando desde hace meses de forma muy variada: desafección ante el gobierno, desafección ante todos los partidos dominantes…
Una cólera que no es necesariamente progresista cuando se expresa a través del voto a la extrema-derecha. Pero que no es unívoca. Una indignación que se expresa también a través de la popularidad de los trabajadores de Air-France que rasgaron la camisa del director de recursos humanos el otoño pasado o del éxito que ha tenido la petición de apoyo a los sindicalistas de Goodyear condenados [por ocupar las oficinas de la dirección contra el cierre de la empresa] a prisión firme.
Desde hace un año, las luchas se vienen multiplicando en los centros de trabajo, aunque de forma local y aislada, lo que es una muestra de que la combatividad se recupera tras años de retroceso desde el fracaso de las últimas grandes movilizaciones sociales del otoño de 2010 [movilizaciones contra la reforma de pensiones]. Es en estas experiencias donde se reconstruyen progresivamente la combatividad, la confianza y la necesidad de un movimiento más global.
Más allá de ello, los últimos meses han estado marcados por luchas muy concretas como las movilizaciones en solidaridad con las y los refugiados y la movilización de resistencia en las zonas ocupadas para impedir la puesta en pie de grandes proyectos inútiles, como el aeropuerto de Notre-Dame-des-Landes, etc.
No resulta exagerado señalar que las semanas precedentes al inicio de las movilizaciones contra la Ley del trabajo tuvieron lugar dos manifestaciones que marcaron un antes y un después. La primera, en el paso de Calais para exigir la apertura de la frontera, que a pesar de no ser masiva tuvo una resonancia nacional. La segunda, en Notre-Dame-des-Landes que reunió a decenas de miles de manifestantes para apoyar a los campesinos y campesinas y activistas que ocupan los terrenos en los que el gobierno quiere construir el aeropuerto.
A ello hay que añadir que tras la sideración provocada por los atentados del 13 de noviembre, ha ido emergiendo una respuesta social contra las medidas policiales y liberticidas adoptadas por el gobierno.
Ese es el contexto para el movimiento en el que el gobierno decidió atacar aún de forma más dura a los trabajadores con una ley que desmantela el código laboral.
Una respuesta al margen de las estructuras tradicionales
La respuesta a esta ley se lanzó al margen de las estructuras tradicionales y cuando las direcciones sindicales ya estaban dispuestas a recular. Su origen fue una petición exigiendo la retirada total del proyecto de Ley lanzada a través de las redes sociales que obtuvo más de 1 millón de firmas en dos semanas largas. A partir de ahí, las organizaciones juveniles hicieron un llamamiento a una movilización general para el 9 de marzo para exigir la retirada del proyecto de Ley.
La audiencia del llamamiento obligó a las organizaciones sindicales a sumarse al mismo y convocar una jornada de movilización nacional (con huelgas y manifestaciones) para el jueves 31 de marzo. Pero fue entre la juventud, en la escuela secundaria y en las universidades, , con jornadas de movilización (manifestaciones y bloqueos) regulares, donde el movimiento encontró su motor.
El 23 de febrero se celebró en Paris una reunión para la convergencia de luchas en torno a un periódico independiente pero asociado a la izquierda radical («Fakir»), de economistas (sobre todo Frédéric Lordon) e intermitentes del espectáculo [un colectivo de personas con contratos fijos discontinuos en el sector del espectáculo, muy combativo]. Al mismo tiempo, apoyada por estos mismos sectores, se proyectaba en multitud de salas la película «Merci Patrón» [especie de cine-documental sobre la resistencia ante los despidos], con debates a la conclusión del film y con llenos absolutos.
En Paris, en la sala de la Bourse de Travail (local sindical en el centro de Paris, cerca de la Plaza de la República) la sala estuvo a rebosar, obligando a cerrar las puertas por medidas de seguridad ante la afluencia masiva. A la vista del éxito, quienes la lanzaron hicieron un llamamiento a una reunión a quienes estuvieran interesados en hacer algo práctico.
Y la sorpresa fue que se esperaba reunir a una cincuentena de personas y fueron más de 200 las que se presentaron. En esta reunión se lazó la idea de que el 31 de marzo, tras la manifestación, «no volvemos a casa». Y de forma progresiva va ganando terreno la idea de ocupar una plaza al termino de la manifestación. Es así como nace Nuit Debout y la ocupación de la Plaza de la República.
Nuit Debout se pone en marcha
El 31 de marzo en Francia se movilizaron mas de un millón de personas. Y a pesar la lluvia torrencial, centenares de manifestantes acudieron a la Plaza de la República para quedarse allí. Una asociación en defensa de los «sin techo», Droit au Logement [derecho a la vivienda], se sumó al llamamiento y decidió instalarse en la plaza con una carpa durante varios días, al menos hasta su manifestación anual prevista para el sábado siguiente [2 de abril]. Y la mayonesa fue tomando cuerpo día a día a medida que acudía más y más gente a la plaza.
El sábado y el domingo se realizaron asambleas en las que participaron miles de personas; se organizan comisiones, se liberan la palabra y los debates; la Plaza de la República comienza a ocupar la portadas de los medios de comunicación.
El domingo, se decidió no realizar llamamientos para acudir masivamente a la plaza mas que el martes y el sábado siguientes [5 y 9 de abril] en los que estaban convocadas nuevas manifestaciones. Es duro aguantar las noches entre unas cuantas decenas de irreductibles una vez que cierra el transporte público a las 2 de la madrugada. Y más aún a lo largo de la semana, cuando la gente tiene que ir a trabajar.
Pero a partir de la tarde del lunes cientos de personas vuelven a reunirse en la plaza y mas de un millar celebra una asamblea esa noche. Esa misma tarde se decide realizar una manifestación al día siguiente que parta de la plaza contra una conferencia que da el primer ministro, Manuel Valls, en las cercanías. Distintas delegaciones de los «sin-papeles», refugiados, intermitentes y precarios llegan en cortejos. La plaza sigue en pie. El martes al final de la manifestación, hay miles de participantes en la asamblea popular. Lo que se repetirá en los días posteriores.
A partir de esta primera semana se da un salto cualitativo que dará pie a la segunda. Se organizan múltiples comisiones sobre diferentes temas y frentes: para redactar un manifiesto, para garantizar la logística, para «organizar» la democracia, para impulsar iniciativas, una enfermería, una cocina… Progresivamente se ponen en pie una radio, una tele, un jardín(!).
Cada mañana la policía evacúa la plaza. Cada tarde, con una ingeniosidad increíble, renace un «pueblo» de tenderetes, carpas, palés de madera…, y miles de personas participan durante horas en una asamblea popular. En paralelo, se desarrollan reuniones temáticas, se organizan stands de colectivos, editoriales y librerías alternativas.
Las y los sordomudos tienes asambleas en el lenguaje de signos, se organizan universidades populares al aire libre, actividades para niños y niñas, talleres de carteles, de formación jurídica, etc. Pero, sobre todo, el movimiento comienza a evitar uno de los posibles impases con los que se puede encontrar: su desconexión con las movilizaciones contra la Ley del trabajo y establece vínculos con los sectores en lucha que le sirven de carburante. Contacto con los sectores en lucha de la escuela secundaria y las universidades, por supuesto, pero también con los ferroviarios, carteros, etc.
Se organiza la difusión de octavillas hacia los centros de trabajo para la movilización del 9 de abril contra la Ley del trabajo. Junto a ello se desarrollan múltiples acciones en el marco de la convergencia de luchas, que parten de la plaza, con los intermitentes del espectáculo, en solidaridad con las personas refugiadas, con los sin-techo, se pintan las fachadas de los bancos y se ocupan las oficinas de la Société Générale, …
La guinda del pastel: sobre todo a la noche, se organizan manifestaciones salvajes hacia las comisarias para liberar a los manifestantes detenidos; para desmantelar las valles metálicas que vetan determinados espacios a las y los refugiados o… para ir a «tomarse un aperitivo» al domicilio del primer ministro Valls. En el momento en que el poder quería prohibir los espacios a la contestación con la implantación del estado de excepción, el movimiento lo reocupa y se habitúa a él con júbilo.
Y tras la manifestación del 9 de abril, el movimiento se extiende con la organización de Nuit Debout e intentos de ocupar plazas en numeras ciudades. Con desigualdades, ahora mismo existen unas 60.
La relación con la policía
Este éxito, al igual que la represión que se acentúa sobre el movimiento (y también, a veces, la fatiga) plantean a la iniciativa Nuit debout cuestiones, que son también cuestiones estratégicas, en torno a su futuro: su extensión, su relación con las movilizaciones en curso y su relación con la policía y la violencia.
El poder intenta poner fin a la ocupación de las plazas de distintas formas; sobre todo a la de la Plaza de la República que constituye todo un referente. Los ataques mediáticos se multiplican en torno la cuestión del desorden y la organización de actos violentos.
De forma progresiva, la policía trata de retomar el control de la Plaza, cada día con más ahínco. Las manifestaciones, en primer lugar las de la juventud pero también las manifestaciones «salvajes» son violentamente reprimidas por la policía. Esto genera dos respuestas en el seno del movimiento.
La primera, que es necesario refutar en base a cuestiones de principio, es la que llama a poner fin a la violencia y propone, bajo diferentes formas, llamar a la policía a que se nos una.
Esta respuesta corre el riesgo de desarmar al movimiento frente a la represión. No hay que olvidar que en las últimas elecciones (regionales) el FN obtuvo más del 50 % de votos en el seno de la policía y del ejército; un resultado que entre los policías en activo ascendió hasta el 70 %.
La policía y el ejército están en el corazón del poder y su violencia directa es la expresión práctica de la violencia de la dominación de la clase dirigente. Sin estrategia de confrontación con la policía, el movimiento se vera obligado a renunciar a sus conquistas y, en primer lugar, a las plazas que ocupa.
Por otra parte, propagar la idea de que podría haber una alianza posible con la policía se convertiría en un obstáculo a la necesaria extensión del movimiento a los barrios populares, a la gente inmigrante, refugiada, sin-papeles, a sindicalistas radicales, a todas y todos afectados directamente y de forma muy concreta por la violencia policial.
La segunda, es la de la confrontación directa con la policía, proveniente de diversos sectores, a menudos llamados «autónomos», que propugnan el enfrentamiento sistemático y violento con la policía; y que incluso intentan provocarlo.
Expresión de una radicalización general, sobre todo en la juventud, arrastra a cada vez más jóvenes en las manifestaciones y logra un apoyo, aunque sea pasivo, cada vez mayor.
Esta estrategia hace del corazón del Estado [el aparato represivo] el objetivo esencial y tiende a negar todas las mediaciones por las que una mayoría de la sociedad actúa en una confrontaciones general con la clase dirigente y su Estado.
Organizar una confrontación directa sistemática y en todos los sitios con la policía puede conducir a marginalizar a una minoría, que será mucho más fácil de reprimir, e intimidar al resto del movimiento.
Pero ese es el estado real del movimiento, si bien las ideas y las estrategias dominantes en él son muy fluidas. Para ilustrarlo, una anécdota. El lunes pasado, en el momento en que la asamblea general debatía sobre este tipo de cuestiones, los CRS [antidisturbios] trataron de impedir el acceso a la plaza de una furgoneta de logística.
Rápidamente, varios cientos de personas se juntaron para rechazar a la policía que se vio obligada a alejarse de la plaza ante la presión y la determinación de la gente. Entre quienes en ese momento gritaban «Todo el mundo detesta a la policía» y la hacían retroceder, había algunos que unas horas antes abogaban a favor de que «la policía se uniera a nosotros».
El problema de la extensión
El segundo problema que se nos planteó de forma inmediata está relacionado con el primero. Debilitar la capacidad de represión directa del movimiento pasa por su extensión, su diseminación, tanto geográfica como «social» y política.
Extensión geográfica mediante la multiplicación de los espacios Nuit Debout. Ya se han lanzados iniciativas en diferentes ciudades. A diferencia de la plaza de la República, ahora la iniciativas parece partir mas de militantes organizados y sobre todo de miembros de la izquierda más o menos radical en un sentido amplio. El porvenir de estas iniciativas dependerá de la capacidad de estos militantes para dejarse desbordar y no intentar «canalizar» la expresión de la indignación.
Extensión social mediante el desarrollo de Nuit DEbout entre las capas y en los barrios populares, lo que pasa tanto por los temas y las reivindicaciones que se planteen como por los espacios en los que se desarrolle. Esta preocupación está presente, sobretodo, en la plaza de la República en Paris y es muy positiva. Pero no se materializará mas que rompiendo toda forma de paternalismo.
Los barrios populares no son las «tierras de misión» para las y los militantes, espacios sin política. La conexión con Nuit Debout no podrá realizarse más que a través del papel motor que impregnen las y los propios habitantes y las redes de esos barrios. La cuestión se plantea en términos similares en lo que respecta a la solidaridad con los colectivos «sin-papeles» y la gente refugiada.
Finalmente, está la extensión política, para rechazar la «institucionalización» de Nuit Debout y de sus objetivos. La idea de redactar una nueva «Constitución» lanzada al principio por Frédéric Lordon fue rápidamente retomada en las asambleas. Su aspecto seductor es el radicalismo que subyace en la propuesta: no habría nada que esperar de las instituciones actuales; se trataría de refundar una legitimidad democrática real «por abajo».
Pero los riesgos de un nuevo formalismo democrático, olvidando que las reglas de un nuevo mundo no pueden ser escritas por una minoría sino que suponen la insurrección de la mayoría, son también grandes. De ahí la necesidad de la extensión política a las cuestiones planteadas en los barrios: el antirracismo, el internacionalismo, la lucha contra el sexismo y la LGBTfobia, etc. De ahí la necesidad de las cuestiones planteadas entorno al papel del trabajo como vector de la alienación pero también espacio potencialmente colectivo de lucha y de poder social.
La relación con las movilizaciones en curso
La dinámica de Nuit Debout esta estrechamente dependiente de las movilizaciones y de las luchas y muy directamente de la movilización contra la ley del trabajo. Este es su carburante principal y fundamental. Al margen de esta dinámica, de su extensión, de las experiencias colectivas y de la radicalización, el fenómeno Nuit Debout corre el riesgo de girar sobre sí mismo y de perderse en debates abstractos y en impases minoritarios y/o, a falta de fuerza y de experiencia, recaer en formas de institucionalización. El riesgo está ahí. Mas que nunca el porvenir de Nuti DEbout pasa por su capacidad para vincularse a la lucha contra la ley del Trabajo, a contribuir a la construcción de una huelga general.
Alguna gente habla ya de su desfonde y pronostican un fracaso después de que las manifestaciones del 9 de abril fueran entre cinco y dos veces menores que las del 31 de marzo y debido a que en estos momentos los centros de enseñanza secundaria y las universidades están cerradas por vacaciones escolares.
Pero estos análisis no perciben la dialéctica entre Nuit debout y las movilizaciones en curso. Resulta significativo que en Paris, donde Nuit debout está más enraizado, sea donde la manifestación contra la ley del trabajo del 9 de abril no se debilitó significativamente en relación al 31 de marzo.
Estos análisis ignora, de una parte que Nuit DEbout comienza a representar potencialmente una «dirección» alternativa a la de las direcciones sindicales que reculan ante la perspectiva de un movimiento que se les puede escapar y de una confrontación total con el gobierno. Tras el 9 de abril, las direcciones sindicales convocaron una movilización para… el 28 de abril. La dirección de la CGT-ferrocarril, considerada como «de izquierdas», traiciona estas movilizaciones planteándo un calendario propio diferente al del resto.
El sindicato estudiantil UNEF, hasta ahora a la cabeza, ha dejado de convocar movilizaciones intermedias [antes del 28 de abril] y se felicita por los avances logrados en la negociación con el gobierno. Y, por otra, que la movilización contra la ley del trabajo cristaliza una indignación mucho más global que la resistencia propia a los ataques al código laboral y dado que toda voluntad de limitar este movimientos al único objetivo de la retirada de la ley y de canalizarlo vaciará su potencial y su combatividad. Si Nuit Debout depende de la movilización en contra de la ley El Khomri, ésta también depende de la expresión de la revuelta global que cristaliza en Nuit Debout.
El movimiento arrancó al margen de las estructuras tradicionales. Nuit Debout extendió considerablemente el campo posible de ese «al margen de las estructuras tradicionales». A condición de vincularse aún más a los sectores más combativos en los sindicatos, en los centros de enseñanza secundaria y en las universidades, podría contribuir a un nuevo paso adelante en la lucha contra la Ley del trabajo, a una huelga que se convertiría entonces en un huelga política.
El futuro está por escribir
Mientras este movimiento avanza y se plantean cuestiones, la trayectoria dominante del poder continúan operan en dirección a un reforzamiento del Estado policial, del racismo y del nacionalismo, profundizando los ataques sociales. Está claro que el monstruo acecha en la sombra. Una de sus formas es la extrema derecha. Es por eso que la trayectoria del movimiento se sitúa necesariamente en confrontación radical con las políticas de la clase dirigente y con el Estado.
Hay que seguir insistiendo en que esta confrontación no va a progresar de forma lineal. Sin duda, el movimiento conocerá fracasos parciales y reflujos aparentes. Sin duda, cambiará de formas. Será necesario que a veces se precipite en los flujos masivos y espontáneos, aunque se de contra el muro, para aprender a demolerlo o a saltarlo. A veces dependerá de las iniciativas tomadas por una minoría pero que tienen sentido para sectores más importantes. Lo que es seguro, es que tras años de aparente atonía y de progresión de todas las tendencias reaccionarias en la sociedad francesa, algo ha cambiado que ha hecho de nuevo emerger la esperanza. La piedras preciosas enterradas en la lava endurecida tras la derrota de las últimas movilizaciones han vuelto a la superficie con la lava caliente, y brillan más.
Los tiempos que vienen no serán menos duros. Pero hacia delante, no estamos condenados a sufrirlos arrodillados.
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(*) Miembro del NPA y participante en Nuit Debout-Place de la République.