lunes, diciembre 23, 2024
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Manipulación por Caos Informativo

Un artículo publicado por Waking Times, describe una de las técnicas que más se están utilizando en la actualidad para manipular y condicionar a las masas a través de las redes sociales. Esta técnica se conoce como Astroturfing y siempre deberíamos recordar su existencia cuando vemos nacer movimientos sociales o corrientes de opinión determinadas respecto a cualquier asunto social, político o económico.

Vea el artículo de Waking Times

Técnicas de lavado de cerebro en la industria de las comunicaciones

Nuestra realidad es cuidadosamente construida por poderosas fuentes corporativas y políticas con el objetivo de influir en la opinión pública de manera encubierta.

Constantemente son televisadas todo tipo de mentiras flagrantes en relación con el terrorismo, la alimentación, la guerra, la salud, etc. creadas para condicionar la mente de los espectadores y obligarles a aceptar normas sociales destructivas.

La práctica de la manipulación y el control de la opinión pública con mensajes de los medios distorsionados se ha vuelto tan común, que se ha formado toda una industria a su alrededor.

El papel de esta industria de lavado de cerebro es encontrar la manera de manipular cualquier tipo de información para moldear la información que nos ofrecen los periodistas. Nunca está claro hasta qué punto alcanza la verdad que reciben los periodistas y que transmiten a la población, debido a que la industria de las noticias se ha vuelto absolutamente complaciente.

Los mensajes que nos ofrecen los periodistas son moldeados por grandes poderes corporativos que a menudo gastan millones en publicidad. Por poner un ejemplo, en EEUU, un país repleto de periódicos, televisiones, radios y publicaciones de todo tipo, existen seis conglomerados que poseen el 90% de los medios de comunicación: General Electric (GE), News-Corp, Disney, Viacom, Time Warner y CBS.

Sin embargo, estas empresas funcionan bajo muchas marcas diferentes, como Fox, ABC, CNN, Comcast, Wall Street Journal, etc, dando a la gente la percepción de que están eligiendo entre múltiples opciones diferentes.

En España sucede algo muy similar, con unos pocos grupos que concentran el total de medios de comunicación de todo el país.

En Chile, dos cadenas de periódicos controlan el 90% de la prensa escrita del país, y también como en otros países, se presentan bajo distintas marcas: El Mercurio, La Segunda, Las Ultimas Noticias, La Tercera, La Cuarta, Pulso, etc.).

Sin embargo, L.Wolfe, especialista de lavado de cerebro de masas, señala:

“Como mostraron los investigadores de Tavistock, era importante que las víctimas del lavado de cerebro masivo nunca se percataran de que su entorno estaba siendo controlado; por lo tanto debe haber un gran número de fuentes de información, cuyos mensajes pueden variar ligeramente, a fin de enmascarar la sensación de control externo”.

Astroturf: las nuevas tácticas de lavado de cerebro

A medida que se ha producido el ascenso de los medios alternativos, la maquinaria de la propaganda ha continuado expandiéndose.

Sharyl Attkisson, reportera de investigación de la CBS, explica que la técnica del Astroturf (o césped artificial, en español), consiste en la creación de movimientos de base falsos (Grass Roots en inglés), que se utilizan para manipular y voltear todo tipo de información, influyendo no sólo a los periodistas, sino a la opinión pública directamente.

“Astroturf es una perversión de las bases. Hablamos de esta técnica cuando los intereses políticos, corporativos u otros intereses especiales se disfrazan y publican blogs, abren páginas en Facebook y Twitter, publican anuncios, cartas al editor, o simplemente publican comentarios online en cualquier medio o plataforma, para tratar de hacerte creer que el mensaje sale de un movimiento independiente de base”

O tal y como la definen en la web Marketingaholic:

“El astroturfing es una técnica de marketing que consiste en ocultar al verdadero emisor de un mensaje publicitario o propagandístico, y hacerlo pasar por una expresión popular y espontánea. A través de este controvertido método, se crea popularidad y masividad ficticias, para que otras personas estén más proclives a aceptar la idea, marca o producto que se desea promover. El término proviene de Astroturf, una marca de césped sintético”

¿Cómo podemos llegar a distinguir lo que son movimientos, organizaciones o opiniones reales de lo que no es más que una máscara para engañar e influenciar?

Es realmente difícil, puesto que cuando se crean estos movimientos de base falsos, se envuelven de la información adecuada para que parezcan reales.

Así, cuando crean un movimiento de base falso mediante la “técnica del Astroturf”: se crean páginas de Wikipedia, supervisadas por las corporaciones; se genera una amplia y continuada presencia en los medios sociales, incluyendo Facebook y Twitter, a cargo de profesionales pagados; se financia secretamente a organizaciones sin fines de lucro para conseguir el apoyo de terceros y aumentar la presencia en las redes; se buscan páginas web con motores de optimización, tales como blogs y sitios de terceros que apoyan una agenda específica; se financian investigaciones que se presentan engañosamente como opiniones independientes de estudiosos o científicos; se financia a expertos que trabajan en proyectos no relacionados para que apoyen indirectamente la causa, convirtiéndolos en realidad en consultores pagados, etc, etc…

Estos métodos se utilizan para dar a la gente la impresión de que existe un amplio apoyo para un determinado programa, idea o movimiento, cuando, en realidad, ese apoyo puede que ni tan sólo llegue a existir.

Las tácticas de Astroturf también se utilizan para desacreditar o criticar a aquellos que no están de acuerdo con ciertas agendas, calificándolos con estereotipos como “teórico de la conspiración”, “magufo” o “curandero”, algo que ya conocemos ampliamente pues este tipo de técnica descalificativa se aplica constantemente.

A nadie debería sorprender lo que denuncia este artículo. Al fin y al cabo es la consecuencia lógica de la sociedad en la que vivimos.

Y es que vivimos en la era de la comunicación, un momento de la historia de la humanidad sin precedentes, en el que una cantidad cada vez más abundante de información se intercambia con una facilidad nunca vista.

El gran problema es que, como más prolifera el intercambio de información casi sin filtros ni cortapisas, más prolifera el intercambio de mentiras, bulos y manipulaciones.

Es cierto, tenemos acceso a mucha información a la que antes no podíamos llegar…¿Pero sabemos distinguir cuánta de esa información es verdadera y cuánta es falsa?

Si una cosa nos demuestra el ejemplo del Astroturfing es que en muchos casos, no sabemos dónde se origina una determinada información, quién se oculta tras ella, ni qué intención real tiene.

Así pues, la pregunta que quizás deberíamos afrontar es: ¿estamos mejor informados que en otros momentos anteriores de la historia humana?

¿La información a la que tenemos acceso contribuye a que estemos más cerca de la verdad respecto a lo que acontece en nuestro mundo, o quizás este exceso de información genera más confusión que otra cosa?

Y es que si una palabra caracteriza al mundo sobrecomunicado de la actualidad, es la palabra Confusión.

El reino de la confusión ideológica

Uno de los ejemplos más concretos del grado de confusión que reina en la sociedad actual, lo encontramos en el campo de las ideologías políticas.

Durante décadas, distinguir entre “progresistas” y “conservadores” o entre “izquierdas” y“derechas” ha sido fácil. Los puntos de referencia estaban muy claros y situarse en el tablero político era sencillo.

¿Pero sucede lo mismo en el mundo actual?

Ahora, más que nunca, Internet se ha convertido en un campo de batalla caótico, en el que las“líneas del frente” están desdibujadas y en el que es prácticamente imposible distinguir entre amigos y enemigos, entre izquierdas y derechas, entre sinceros y embusteros; es como un oceáno agitado en el que ya no se puede navegar con las viejas cartas de navegación, pues las corrientes y los vientos han cambiado totalmente, las islas se desplazan de lugar e incluso las líneas de las costas se desdibujan y reconfiguran continuamente.

Lo primero que debemos hacer es dejar de engañarnos a nosotros mismos y aceptar que en el mundo de hoy ya no existen ni “izquierdas” ni “derechas”, al menos tal y como las conocíamos hasta ahora.

Vivimos en un mundo en el que gran cantidad de movimientos presuntamente independientes, presuntamente de izquierdas y presuntamente anti-globalización, son financiados secretamente por multimillonarios como George Soros; un mundo en el que partidos que se hacen llamar “Socialistas y Obreros” como el PSOE español, están a las órdenes directas de las grandes corporaciones que siempre habríamos identificado con “el capital”; un mundo en el que un personaje como Vladimir Putin es considerado un ídolo de los movimientos izquierdistas bolivarianos y pro-castristas, mientras es entronizado a la vez por la ultra-derecha europea más fascista y radical, como la que representa el Frente Nacional Francés de Marine LePen; un mundo en el que partidos progresistas como Podemos, aliados de esos mismos bolivarianos, tienden “alianzas” con medios de comunicación impulsados por dictaduras ultra-religiosas (y por lo tanto, retrógradas y ultraconservadoras) como la de Irán; y por descontado, un mundo en el que las potencias occidentales, empezando por EEUU y sus aliados, crean y financian a los mismos grupos terroristas que dicen combatir abiertamente.

Si trajéramos a la actualidad a los activistas políticos que luchaban por las calles a principios del siglo XX, probablemente se volverían locos.

Mirarían ojipláticos a sus correligionarios de la actualidad y les preguntarían entre balbuceos: “¿y dices que éste es aliado nuestro?”

De hecho, si no estuvieran tan acomodados, se deberían volver locos hasta los activistas políticos que agitaron el mundo en la década de los 60.

¿Quién es quién en la actualidad? ¿Dónde están las presuntas fidelidades ideológicas “de toda la vida”?

Nada de lo que vemos parece tener sentido ya, al menos siguiendo los viejos parámetros.

Lo más desconcertante del asunto es que hay gran cantidad de gente que se niega a ver todas estas contradicciones, y programada aún con los viejos parámetros y coordenadas fijas del pasado, sigue combatiendo enconadamente en favor de unos u otros, aferrándose fanáticamente a sus filias y fobias más profundas y negándose a aceptar que en realidad, esos viejos bandos ya no existen.

Pongamos un ejemplo candente que ha eclosionado con especial fuerza en estos últimos años y que probablemente resultará incómodo para muchos lectores: el caso de Vladimir Putin y sus medios de comunicación afines.

Como decíamos antes, ver a gente que se autoproclama “de izquierdas” o “progresista”defendiendo a un ultra-derechista como Putin resulta sencillamente pasmoso.

En estos momentos hay millones de personas que prácticamente consideran a Putin poco menos que un “santo” o un “libertador”; un hombre venido de los cielos para traer la paz y la concordia a la tierra.

Esa misma gente devora con afán los medios de comunicación pro-rusos, como RT o Sputnik, negándose a ver que al menos una tercera parte de las noticias que ofrecen son pura propaganda militarista en la que los medios rusos se jactan de lo “destructivas y mortales” que son las armas rusas, al más puro estilo del ultra-nacionalismo fascista de toda la vida: “las mejores armas, las que matan más, las que más destruyen, mucho mejores que las de esos americanos gordos y desgraciados; los mejores misiles nucleares, los submarinos más indetectables, los bombarderos más mortíferos y los tanques más invulnerables”

Si en lugar de ser medios rusos, fueran medios norteamericanos y en lugar de la palabra“Rusia”, viéramos escrito “EEUU” o “Israel”, no queremos ni imaginarnos lo que estaríamos diciendo sobre el contenido de estos medios.

Y es que de la misma forma que dar un paseo diario por los medios pro-occidentales significa someterse a un adoctrinamiento completo vergonzoso repleto de falsedades y manipulaciones, un paseo diario por RT o Sputnik es lo más parecido a un lavado de cerebro en un cuartel militar, por más que le pese a más de uno.

Y nosotros lo sabemos bien, porque CADA DÍA, en nuestros blogs del Robot Pescador y El Microlector, nos hacemos eco de las noticias publicadas en estos medios pro-rusos e incluso pro-iraníes, precisamente porque ofrecen informaciones que van EN CONTRA de la corriente mayoritaria pro-occidental.

Pero eso no significa que nos traguemos toda la inmensa cantidad de basura propagandística que estos medios vomitan: sencillamente aprovechamos las denuncias que realizan contra occidente, para acceder precisamente a aquellas informaciones que los medios occidentales tratan de ocultarnos y que por puro interés, ofrecen sus “presuntos enemigos”.

Por poner un ejemplo: si no fuera por los medios pro-rusos y pro-iraníes, que se han dedicado a contrarrestar la propaganda occidental sobre la guerra de Siria, no conoceríamos las auténticas vinculaciones de Estado Islámico y Al-Qaeda con las potencias regionales, ni el oscuro papel que ejercen en la promoción del terrorismo yihadista países como EEUU, Israel y sobretodo Arabia Saudita y la Turquía de Erdogan.

Y esto es lo que a mucha gente le cuesta aceptar y comprender: los medios rusos e iraníes no denuncian todo esto porque sean los valedores de la Verdad. Lo hacen porque les interesa a nivel político y militar.

Y puesto que la información que transmiten obedece a sus Intereses, exactamente como sucede con los medios occidentales, debemos ser conscientes de que obedeciendo a estos intereses, también mienten o falsean la realidad cuando a ellos les conviene, exactamente igual como hacen los medios occidentales.

 La única conclusión a la que podemos llegar en esta guerra de intereses propagandísticos, es que no hay ni “buenos” ni “malos”, ni “defensores de la verdad” contra “defensores de la mentira y la manipulación”.

De hecho, solo hay “malos” y “manipuladores” con diferentes colores de uniforme o de bandera, que defienden sus respectivos intereses momentáneos… y nosotros, la gente de a pie, solo somos sus títeres manipulados, piezas en su ensangrentado tablero de juego.

Múltiples bandos luchan por conquistar nuestras mentes, para poder así usar nuestros cuerpos como carne de cañón en sus batallas y conflictos, de los que jamás recibiremos beneficio alguno, como nos demuestra la historia una y otra vez.

Y solo alguien que es muy crédulo o que está muy adoctrinado, no se da cuenta de ello, por más próximo que pueda sentirse ideológicamente a unos de los “bandos” en lucha.

Sin embargo, podemos obtener información valiosa en este conflicto de intereses, si en todo momento adquirimos una posición lo más neutral posible y somos capaces de intuir la inclinación ideológica y los intereses que defienden aquellos que publican noticias o generan corrientes de opinión.

Dicho de otra manera: sabiendo “de qué pie cojea cada uno”, podemos tratar de equilibrar la balanza y contrarrestar su sesgo ideológico.

Y si además somos capaces de detectar nuestro propio sesgo ideológico y también tratamos de contrarrestarlo en la medida de lo posible para tener una visión más neutral de la realidad, entonces dispondremos de una brújula indispensable para tratar de navegar enmedio de este caos ideológico e informativo.

Y la pregunta es: ¿sabiendo que todos mienten por interés, conociendo cuál es su sesgo ideológico y tratando de compensar la información distorsionada que cada “bando” nos ofrece, podremos conjurar el Caos Informativo en el que nos sumerge la sociedad actual?

Nos tememos que no, pues el problema al que nos enfrentamos es mucho más complejo aún, como trataremos de exponer en la segunda parte del artículo…

Fuente: El Robot Pescador

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