La correlación entre la crianza de un hijo sólo junto a su madre, sin mediar figura paterna de por medio, y el desarrollo cognitivo de este, identificadas por Miguel Otero, conspicuo dirigente de Renovación Nacional, dejan entrever no sólo su pensamiento personal, sino que también la reflexión y actuar de una generación sobre aquellos hijos nacidos fuera del matrimonio, como también en otras temáticas sociales. Su clase de “pensamiento político” ha trascendido desde la mofa y crítica, pero también desde algunos aspectos que siguen estando presentes, más allá del pensamiento y la -disfuncionalidad- de Otero.
Siguiendo la disfuncionalidad de Otero, un hijo sin padre no dejará de ser inteligente, pero lo será menos. Si a ese cuadro, le sumamos factores de raza, sexo, clase social, u otros, siguiendo la disfuncionalidad de Otero, evidentemente aquellos que son “menos”, no tendrían oportunidad alguna de desarrollo. Se establece aquí que ser “menos”, según la disfuncionalidad de Otero, pasa por el no reconocimiento a los distintos a él, su familia y pautas de convivencia, algo a lo cual la evidencia nos tiene acostumbrados.
Cómo no recordar, siguiendo la disfuncionalidad de Otero, el contexto antecedentes a la ley 19.585 del año 1998, en donde los niños nacidos fuera del contrato matrimonial eran categorizados como “hijos naturales”. El citado cuerpo legal puso de manifiesto un reconocimiento a la nueva cultura de crianza y construcción de familia, la cual supera, en cierta medida, la hegemonía del patriarcado como eje rector de la construcción de unidades de lazos de parentesco, sea por vía consanguínea, como de otro tipo. Junto con ello, como hito fundamental, otorgó a los niños la igualdad ante la ley, independiente de la circunstancia de su nacimiento.
A pesar de la ley, de la cual primaría un trato igualitario, la disfuncionalidad de Otero acerca de las oportunidades de desarrollo de las personas se miden por la normatividad enfermiza de estandarizar y categorizar a las personas según su cuna. Subyacen aquí tantas otras evidencias, que desde ya son odiosidades, que de seguro, en su afán de brindar formación a las nuevas generaciones políticas de Renovación Nacional, se presentan como particular evidencia científica, sea respecto a estratificación socioeconómica, segregación espacial del territorio, convivencia y vida en pareja de personas del mismo sexo, así como tantas otras formas y modalidades de vivir, pero especialmente de formar, educar y querer a los hijos.
¿Quién podría dar crédito a tanta evidencia-odiosidad conservadora? No resiste análisis el vínculo entre coeficiente intelectual pensando sólo en la vinculación filial de una persona, asignando además una puntuación sobresaliente para aquellas que cuentan con la presencia de padre y madre en su crianza. Otero omite evidencia, sea científica o no, sobre el desarrollo cognitivo, particularmente aquella de la cual él carece, la que brinda el espacio del afecto y el amor.
¿Pero qué va a entender Otero de afecto y amor? No esperemos nada de él, sólo confiemos en el avance sistemático de la pluralidad y subjetividad, en donde la familia, como concepto, hoy trasciende a la existencia de un matrimonio, al lazo sanguíneo, al genero, y a tantas otras convicciones obsoletas. La evidencia-odiosidad conservadora respira por la herida.
(*) Cientista Político. Fue Coordinador de Proyectos en Cruz Roja Chilena en materia de Gestión y Reducción de Riesgos ante Desastres. Se ha especializado en asuntos públicos, vinculados a políticas públicas, gobierno y gestión. Fue fundador y presidente de la Red Chilena de Estudiantes de Ciencia Política CHILECIP .
Fuente: El Quinto Poder
http://www.elquintopoder.cl/sociedad/la-disfuncionalidad-de-otero/