lunes, diciembre 23, 2024
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En su Primer Aniversario: El Cruel Estado Islámico es la Creación Estratégica de EEUU en Medio Oriente

Entrevista con Ángel Molina, politólogo argentino y analista en temas de Medio Oriente. El Estado Islámico mantiene en pánico a Medio Oriente con sus métodos terroristas. La relación de los mercenarios con Estados Unidos y las monarquías del Golfo Pérsico. Y una lucha por la hegemonía que se cobra cada día más vidas civiles. Desde que el EI irrumpió en Irak y Siria, las denuncias sobre el financiamiento por parte de la Casa de Saud y Turquía hacia los seguidores de Abu Bakr Al Baghdadi se multiplican.

 

¿Por qué surgió el Estado Islámico? ¿Qué significa el wahabismo, la ideología que rige a ese grupo y es impulsada por Arabia Saudita? ¿Cómo opera Estados Unidos en el Medio Oriente actual? ¿Por qué Washington cambió su modo operandi para controlar los países árabes e islámicos? ¿Cuál es el peso real en la región de las monarquías del Gólfo Pérsico y Turquía? Estas son algunas preguntas que Marcha le realizó a Ángel Molina, politólogo argentino que reside en México y analista en temas de Medio Oriente.

Molina, quien cursa una maestría de Filosofía de la Ética Islámica en la Universidad de Al Mustafá de Irán, dejó en claro que el surgimiento del Estado Islámico (EI) no se debe a un componente puramente religioso, sino que se da en el marco de una nueva estrategia de la Casa Blanca hacia la región. Según el especialista, para analizar la aparición del Estado Islámico hay que tener en cuenta la “enorme influencia del discurso wahabí, que es la interpretación más tosca y empobrecida del Islam”, el cual tiene su epicentro en Arabia Saudita.

La monarquía saudí, al poseer “acceso de una fuente ilimitada de recursos –explica Molina-, ha permitido que a lo largo y a lo ancho del mundo islámico se exprese y se difunda esta versión absolutamente tosca del Islam que es el wahabismo y que tiene muchísimos nombres, como takfirismo y salafismo. Estos no son términos intercambiables pero definen la actitud de no reconocer como musulmanes a aquellos que no pertenezcan a esta escuela, que es absolutamente literalista y muy empobrecida en cuanto a la interpretación del texto coránico”.

Desde que el EI irrumpió en Irak y Siria, las denuncias sobre el financiamiento por parte de la Casa de Saud y Turquía hacia los seguidores de Abu Bakr Al Baghdadi se multiplican. El objetivo del Estado Islámico de crear un Califato -que abarque desde Alepo, en Siria, hasta Bagdad, en Irak-, demuestra que el grupo tiene el fin concreto de gobernar a fuego y sangre dos territorios caracterizados por sus recursos naturales, en especial las grandes reservas de crudo.

Para Molina, la “enorme difusión que ha tenido la doctrina wahabí se combina con elementos de geopolítica, por un lado desatados a partir de la invasión norteamericana a Irak (en 2003), generando un gobierno totalmente corrupto que surge después del 2004 y está marcado por una desestructuración del Estado”. Y en este punto es donde el politólogo argentino hace un fuerte hincapié, porque según su visión Estados Unidos impulsa para Medio Oriente una nueva doctrina en la cual el caos es su principal aliada.

“Tendríamos que destacar el cambio de la forma de intervención norteamericana en ciertas áreas de Oriente Medio –expresa Molina-. Hasta hace unas décadas atrás, Estados Unidos y las potencias hegemónicas cambiaban al gobernante de turno pero mantenían la estructura estatal más o menos funcionando de la misma manera. Hemos visto, sobre todo en Irak y en Afganistán, que eso ha cambiado. Ya no se trata de sacar al gobernante de turno y buscar uno aliado, sino de desarmar totalmente al Estado. El elemento a partir del cual se lleva estas intervenciones es que la desestructuración del Estado genera muchos más beneficios para la potencia ocupante que mantener las estructuras funcionando, porque ya no sólo pueden extraer lo que les permita el gobierno aliado de turno, sino que se pueden hacer cargo de todo: del proceso de reconstrucción, pero también del proceso de depredación de los recursos en los países intervenidos, que es muchísimo más profundo”.

En los casos iraquí y afgano, Estados Unidos siempre tuvo presente que sus fronteras son con Irán, por lo cual la aparición del EI no es casual. “La posibilidad latente de que el Estado Islámico se acerque a las fronteras con Irán ha aparecido en momentos que se toma Mosul (ciudad del norte de Irak), que confirma la línea de interpretación por la cual ésta inestabilidad es funcional a Estados Unidos, pero por supuesto actuando de la mano de sus aliados regionales con Arabia Saudita a la cabeza”.

“No podemos imaginar que estos grupos armados, que han tenido entrenamiento militar, hayan podido obtener este adoctrinamiento sin ser percibidos por ninguna de las potencias ocupantes en la actualidad”, afirma Molina.

Luego del derrocamiento de Sadam Husein en Irak, las fuerzas ocupantes junto a sus aliados locales comenzaron un proceso para despedir a cualquier persona que fuera miembro del partido Bass, tanto en el Ejército como en la sociedad civil. Pero no sólo eso: este proceso también se dio entre “profesores y maestros, que por la simple suposición de haber estado vinculados con el gobierno de Sadam Husein de golpe se encontraban fuera del Estado y carentes de la posibilidad de acceder a cualquier cargo”, ejemplifica Molina. “Esto genera un malestar que se viene manifestando de distintas maneras. Todo esto, combinado con el discurso wahabí, que tiene a sus auspiciantes en las monarquías del Golfo Pérsico, más el capital que llega de estas monarquías, permite el surgimiento de expresiones como el Estado Islámico”, manifiesta el especialista argentino.

Por eso, Molina asegura que el surgimiento del EI no forma parte de algo “espontáneo”. Sino que se da por “la combinación de los elementos vinculados con el Bass” que se aliaron al Estado Islámico, a la penetración del wahabismo y con “la connivencia de otros actores regionales”.

“No podemos imaginar que estos grupos armados, que han tenido entrenamiento militar, hayan podido obtener este adoctrinamiento sin ser percibidos por ninguna de las potencias ocupantes en la actualidad”, afirma Molina.

En una zona como Medio Oriente, monitoreada de forma permanente por satélites y regada por agentes de inteligencia de varios países, el politólogo argentino se pregunta: “¿No ha sido capaces esos servicios y estas fuerzas de seguridad de notar la presencia de un grupo armado que no sólo se estaba dotando de capacidad militar con entrenamiento y armamento sofisticado?”. Su respuesta es directa:

“No podemos ser tan ingenuos de suponer que esto no pasaba, que nadie lo percibió. Esto se hizo con la connivencia de buena parte de los actores regionales, que entendían que el Estado Islámico era una herramienta útil para otros proyectos en la región. Cuando veíamos el avance sobre Mosul y la caravana de camionetas nuevas, no podemos suponer que las habían robado en una concesionaria iraquí. Eso está subvencionado por los patrocinadores de la ideología wahabí y de las expresiones takfiries en la región. Por un lado, lo vemos con muchísima claridad en el lineamiento ideológico de las monarquías del Golfo, pero lo vemos con mayor obscenidad en el discurso turco. Erdogan ha sido totalmente reticente a atacar al Estado Islámico, de hecho ha considerado que el EI no es una prioridad, sino que la prioridad es la caída de determinados gobiernos en la zona, haciendo especial hincapié en la administración siria de Bashar Al Assad”.

Por último, Molina propone “empezar a complejizar la mirada” sobre Medio Oriente, “teniendo en cuenta a los actores regionales y los intereses de los actores centrales en la disputa de hegemonía mundial”. La actualidad de la región, según el especialista, está marcada por “actores regionales que disputan hegemonía regional, con Arabia Saudita como uno de esos actores”, que a su vez “están coordinados con actores a nivel mundial, como Estados Unidos, que pretende garantizar su hegemonía mundial. Y la inestabilidad, y este es un proceso distintivo en Irak y en Siria, es funcional a los intereses de Occidente en la región”.

Fuente: Marcha

Por qué funciona el Califato

por Loretta Napoleoni (*)

El Estado Islámico posee unas características que ningún otro grupo armado yihadista ha tenido jamás: pragmatismo y modernidad. En 12 meses, tras extender sus fronteras y consolidar su territorio, es el referente indiscutible de esa ideología

Era de esperar que, con motivo del primer aniversario de la creación del Califato, el 29 de junio, sus seguidores cometieran algún acto terrorista. Y el modelo ha sido el mismo de los últimos 12 meses: varios atentados de naturaleza y escala distintas en Occidente y en Oriente. En Europa no es necesario un nuevo 11-S ni una nueva masacre de Atocha, basta con decapitar a un hombre en Lyon, “en nombre del Estado Islámico”, para causar el pánico entre la población. En Túnez funcionan mejor las matanzas de turistas, mientras que en Kuwait, Yemen y Arabia Saudí, la modalidad escogida es la de las bombas en mezquitas chiíes.

El motor detrás de todos estos atentados son las palabras dirigidas por el Califa hace un año a la población suní mundial: “Este es vuestro Estado, venid a construirlo y, si no, haced todo lo que podáis, estéis donde estéis, para apoyarlo”. Desde entonces resuenan en todo el mundo y hacen crecer el número de adeptos. Muchos han viajado al Estado Islámico para combatir al enemigo, y el mayor contingente procede paradójicamente de Túnez, el único país en el que la primavera árabe ha triunfado. Pero también en Arabia Saudí, Yemen y Kuwait aumenta el número de jóvenes que desean incorporarse al EI, y de ahí los frecuentes ataques contra los chiíes en esos países.
Otros artículos de la autora

Las reclutadoras del Estado Islámico

A un año de su nacimiento, la capacidad de seducción del Estado Islámico es mayor que nunca. Un hecho preocupante que nos obliga a reflexionar sobre el porqué de sus éxitos.

Con unas fronteras flexibles, capaz de captar reclutas en el ciberespacio, interceptar comunicaciones por satélites y modificar nuevas armas, el Califato se parece más a Star Trek que al Afganistán del Mulá Omar y Osama bin Laden.

El Estado Islámico posee unas características que ningún otro gupo armado yihadista ha tenido jamás: pragmatismo y modernidad. El Califato sabe explotar los puntos débiles y los fuertes del enemigo. Una táctica napoleónica que, en 12 meses, le ha permitido extender sus fronteras, consolidar el territorio y convertirse en el icono indiscutible del movimiento yihadista mundial.

Sus generales proceden del Ejército y de los servicios de inteligencia de Sadam Husein

La dirección del EI conoce muy bien al enemigo, porque pelea contra él desde 2003. Los generales del Califato proceden del Ejército y de los servicios de inteligencia de Sadam Husein. Muchos fueron adiestrados por los occidentales al inicio de su carrera, durante la guerra entre Irak e Irán. Todos se quedaron sin trabajo tras la conquista de Bagdad, cuando Paul Brenner, el virrey del nuevo Estado, despidió en bloque al Ejército y la policía. Aquel fue el primer error. Aunque el Pentágono había sugerido solo una depuración, los aliados chiíes convencieron al vicepresidente norteamericano Dick Cheney de que echara a todos. En el vacío creado, Maliki, primer ministro hasta 2014, transformó el Ejército iraquí en un batiburrillo de milicias chiíes, y Al Zarqaui, el líder supremo de los yihadistas, se quedó con los mejores estrategas de Sadam Husein. Como consecuencia, en poco más de 10 años, la situación se ha ido al traste, el Califato combate con un ejército muy preparado, e Irak está en manos de bandas armadas de chiíes exaltados.

Jack Keane, uno de los artífices del refuerzo de tropas estadounidenses de 2007, está de acuerdo con este análisis. Coinciden también los norteamericanos que se encargaron de formar mandos y entrenar a los soldados en el uso de las armas más modernas. Muchos llevan años diciendo que el nuevo Ejército iraquí ha vendido en el mercado negro gran parte del arsenal bélico proporcionado por Washington. Se calcula que el coste para el contribuyente estadounidense ha sido de 42.000 millones de dólares, un dinero decididamente mal gastado.

El segundo error es pensar que los drones y la moderna tecnología de reconocimiento proporcionados por Estados Unidos bastan para que un ejército de incompetentes y corruptos pueda ganar la guerra. La conquista de Ramadi, a las puertas de Bagdad, lo confirma. Después de imponer el silencio en las redes sociales durante semanas, el EI tomó la ciudad por sorpresa durante una tormenta de arena que cegó a drones y satélites. Una oleada de atentados con bombas en carros de combate abrió un agujero en las defensas iraquíes y permitió a los yihadistas izar sobre los tejados la primera bandera blanca y negra. Los soldados iraquíes salieron corriendo, igual que el verano pasado en Mosul, y abandonaron uniformes y armas sobre el terreno.

En Palmira han garantizado agua y electricidad, y también hospitales y escuelas

Otra equivocación es pensar que la población del Califato no le da su apoyo porque se siente conquistada y oprimida por el enésimo poder dictatorial. En Palmira, una ciudad cuya riqueza está en las ruinas grecorromanas, las autoridades del Califato, después de ejecutar en público a los leales a El Asad, se han dedicado a garantizar las infraestructuras básicas —agua, electricidad—, pero también hospitales y escuelas, y han permitido a los comerciantes que vayan a Raqaa a abastecerse.

En los grandes centros conquistados en el último año, como Mosul, el Estado Islámico busca el favor de la población con una política de normalidad cotidiana y muestra una gran flexibilidad ante las exigencias de cada comunidad. En Faluya, en 2014, la bandera del Califato no se izó hasta semanas después, mientras negociaba las condiciones de gestión de la ciudad con los jefes tribales. Esa estrategia está dando frutos tanto dentro del nuevo Estado como en el exterior. Por ejemplo, para reclutar a mujeres musulmanas occidentales, se les ofrece una vida doméstica tranquila y una buena situación social al lado de un héroe yihadista, padre fundador del Califato. Para las que prefieren combatir, existe una brigada armada totalmente femenina, y para las que, como Sham, una médico maliense, desean seguir ejerciendo su profesión, hay ambulatorios y hospitales solo para mujeres.

Tanto en Irak como en Siria, el arma de captación más refinada del Estado Islámico es el aliciente nacionalista en contra de los regímenes dictatoriales chiíes y sus aliados occidentales. Por desgracia, Occidente no ha comprendido todavía que el fundamentalismo religioso ha sufrido una mutación genética. Quienes se dejan seducir por él se introducen de golpe en una experiencia única: la creación de la primera nación-Estado suní, la materialización de la utopía política musulmana. Por eso, para entender la capacidad del EI para atraer a hombres y mujeres en el exterior y obtener el consenso popular en su interior, deberíamos hablar de patriotismo, más que de terrorismo.

Un año después de su creación, el éxito del Califato y los fracasos de la coalición mundial en su contra están ligados a la novedad del fenómeno Estado Islámico, que a los que quieren destruirlo todavía les cuesta comprender.

(*) Economista.
Traducción de María L. Rodríguez Tapia.

Fuente: El País

 

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