Las claras diferencias en la receptividad a sus planteos entre el Interior y el área metropolitana preocupan a la dirección frenteamplista. Por otro lado, más de un tercio de la población no ve riesgos para la economía en un cambio de gobierno. Y eso, en opinión de los frenteamplistas, contribuye a descafeinar la campaña. La proximidad de las elecciones uruguayas, a celebrarse este domingo, llevó hoy a todos los partidos políticos a jugar sus últimas cartas en una campaña cuyos resultados las encuestas consideran impredecibles. El triunfo del Frente Amplio no está en duda, pero la incógnita radica en si puede asegurar en primera vuelta.
A cinco días de las elecciones, las distintas mediciones de intención de voto muestran una leve recuperación del Frente Amplio (FA) y un estancamiento (en algunas un leve descenso) de su principal oponente, el Partido Nacional (PN). En todas las encuestas el Frente se afirma como el partido mayoritario, pero la duda persiste en cuanto a si será capaz de alcanzar la mayoría parlamentaria (el balotaje es considerado como lo más previsible por todas las encuestadoras) el 26 de octubre.
En el Frente, tanto su candidato Tabaré Vázquez como sus principales dirigentes no dejan de señalar la receptividad que han encontrado en el interior del país. Vázquez ha reiterado que tanto la participación en los actos de cierre como la adhesión que se observa en la gente son mayores que las registradas en 2004.
El diputado y secretario general del Partido Socialista (PS) Yerú Pardiñas dijo a Brecha que los actos y caravanas realizados en Melo y Tacuarembó fueron los mayores registrados en las campañas electorales, incluso añadió que en su ciudad (Melo), si se cuenta la gente que saludaba desde las aceras, la cifra rondaría las 20 mil personas. Esta percepción del dirigente socialista se repite siempre que se le pregunta a otros dirigentes sobre las actividades en el Interior.
Distinta es la situación que la dirigencia frenteamplista percibe en Montevideo y Canelones. En esos departamentos, sostienen los referentes consultados, la “cosa está más fría” y no aparecen los fulgores del pasado.
Una reciente encuesta telefónica realizada por Equipos en Canelones reflejó un importante descenso de la adhesión al FA. Los resultados de intención de voto hacia la elección nacional indican que hoy el Frente tendría el voto del 39 por ciento del electorado canario, el PN el 28 por ciento, el Partido Colorado (PC) el 12 por ciento y los indecisos el 16 por ciento. En 2009 la intención de voto del FA era de 51 por ciento.
En cambio, para las departamentales de mayo, la intención de voto del Frente es de 45 por ciento, ante un 27 por ciento del PN, 9 por ciento del PC, 2 por ciento del Partido Independiente (PI) y un 15 por ciento de indecisos.
Sin datos de mediciones en Montevideo, las encuestas a nivel nacional muestran que es posible trasladar la realidad de Canelones a la capital. Esto parece ser así porque el entusiasmo y la adhesión que según los dirigentes frenteamplistas se vive en el Interior no se refleja en las encuestas nacionales debido –sostienen– al contrapeso de la zona metropolitana.
La encuesta a nivel nacional de Equipos, dada a conocer el martes pasado en Subrayado, indica que el FA crece un punto y llega al 41 por ciento, el PN se estanca en 28 por ciento, crece el PC de 11 a 15 por ciento, el PI tiene el 3 por ciento, Unidad Popular el 1 por ciento, al igual que el Peri.
Los indecisos representan el 9 por ciento y el “no sabe, no contesta” un 2 por ciento. Con estos guarismos, confesaron a Brecha algunos dirigentes del FA, hay balotaje y la mayoría parlamentaria no se logra. En 2009 el FA creció 15 mil votos en el Interior respecto a 2004, pero no alcanzó para compensar la pérdida en la capital. En todo el país el Frente bajó dos puntos porcentuales respecto a 2004.
Ultimas cartas electorales
La proximidad de las elecciones uruguayas, a celebrarse este domingo, llevó hoy a todos los partidos políticos a jugar sus últimas cartas en una campaña cuyos resultados las encuestas consideran impredecibles.
Decenas de bulliciosas caravanas automovilísticas, con globos, banderas y bocinazos, recorren las calles de Montevideo con «jingles» y consignas proselitistas, mientras la radio y la televisión saturan los hogares con propaganda.
En la recta final de la campaña, los partidos también realizan nutridos actos de masa en barrios de la capital y del interior del país, repitiendo promesas y propuestas.
Seguidores del gobernante Frente Amplio (FA), que postula al expresidente Tabaré Vázquez (2005-2010) y a Raúl Sendic como vicepresidente, confían en una victoria este domingo, pese a los sondeos que aseguran que habrá segunda vuelta el 30 de noviembre.
La segunda vuelta, o balotaje, está prevista en el caso de que ningún candidato alcance la mitad más uno de los votos, entre los más de 2.620.000 electores inscritos.
La fórmula del FA encabeza todas las encuestas, seguida por Luis Lacalle Pou-Jorge Larrañaga, del Partido Nacional (PN), y por Pedro Bordaberry-Germán Coutinho, del Partido Colorado (PC), ambas fuerzas de oposición.
Mientras algunas firmas encuestadoras insisten en un empate técnico entre los dos primeros y otras describen los comicios como todavía no pronosticables, todas se manifiestan hoy más cautelosas que durante las últimas semanas.
Lacalle Pou, candidato del PN, cuya consigna es «por la positiva», abandonó en las últimas jornadas esa actitud y acusó al presidente José Mujica -cuya popularidad registró un record de 56 por ciento- de intervenir ilegalmente en política partidaria. El mandatario rechazó las acusaciones.
A su vez, Bordaberry, candidato del PC, cuestionó el tercer lugar que le atribuyen todas las encuestas y dijo: «desde que estoy en la vida política, siempre me pronosticaron menos votos de los que finalmente obtuve».
En los cuatro días que restan hasta la veda electoral, que comienza a la medianoche del jueves, todas las colectividades desplegarán a su militancia para convencer a los indecisos, cuya cifra oscila tradicionalmente en torno al 10 por ciento.
Además de las tres colectividades mayoritarias, también están en campaña los llamados partidos menores: el Partido Independiente, Unidad Popular, Partido Ecologista Radical Intransigente y Partido de los Trabajadores.
En medio de la euforia pre-electoral, el diario El País pidió a la grafóloga Martha Gálvez que estudie las firmas de los principales candidatos presidenciales para conocer más datos sobre sus características.
En ese sentido, la experta concluyó que Vázquez es «metódico y fiel a las normas de trabajo establecidas; no se inquieta ante lo imprevisto, ni se angustia, ni enmudece ante cualquier hecho inesperado», entre otros rasgos.
Por dónde viene
Dos hipótesis rondan el análisis de politólogos, sociólogos y la dirigencia del FA para explicar la disparidad percibida entre la adhesión en el Interior y la zona metropolitana. Una, referida a la peculiaridad de lo vivido en el campo, y otra, relacionada con la percepción que hoy tiene la gente de los partidos políticos y la realidad económica del país.
La primera hipótesis advierte que en estos diez años se ha producido una revolución agraria. Ello ha impactado en las economías locales con el consiguiente derrame sobre la población. A esto agregan leyes como las de las ocho horas para los trabajadores rurales, la descentralización de la educación terciaria y de la salud. Es decir, una combinación de crecimiento económico con más llegada de las políticas públicas y sociales.
La otra hipótesis tiene un contenido más negativo para el FA y parte de comprobar que cerca de un 40 por ciento de la población uruguaya (según un informe entregado a la dirección frenteamplista al que accedió Brecha) no cree que un cambio de gobierno ponga en riesgo la buena senda de la economía. No percibe que pueda haber cambios dramáticos ni diferencias sustanciales en los planteos que reciben de los distintos partidos políticos. Y ello ocurre, añadieron referentes del FA, por deficiencias en la campaña propia y porque el principal rival, el blanco Luis Lacalle Pou, se ha encargado de reconocer logros del gobierno, sosteniendo que hay cosas que va a cambiar, como la seguridad, y que a otras simplemente las va a mejorar. Que va a actuar “por la positiva”.
En las discusiones en los distintos organismos de dirección del FA se ha concluido que no se ha logrado instalar la idea de que con los blancos la población puede perder.
Antes de ganar la primera elección nacional, Vázquez planteó que las elecciones no se ganan con una buena campaña, sino por el trabajo en el período interelectoral. En esa ocasión (2003) lo que el presidenciable entendía –y así lo repetía– es que se trataba de hacer política continuamente. En los dos períodos de gobierno el FA ha tomado como el centro de su trabajo a la gestión del gubernamental como bandera –comentaron los dirigentes–, cuando la adhesión de la gente se conquista haciendo política, debatiendo ideas, involucrándola con lo hecho y con lo que queda por hacer.
Si esa percepción de que no hay riesgos se extiende, añadieron los referentes consultados, lo que podría llevar a decidir a la gente es la imagen y no las propuestas, el marketing, la creatividad de los spots televisivos o en las redes sociales, el índice de repetición de los yingles y la idea de renovación entendida como exclusivamente generacional.
Por eso en las últimas semanas los distintos sectores del FA, en el área metropolitana, se han lanzado a los barrios, al casa por casa, a las ferias. “Yendo hacia la gente y no esperando que vengan a los actos”, confesó un dirigente comunista a Brecha. Incluso, dado que esta modalidad alcanza también a los cabezas de lista, la presidenta del Fa ha llegado a reclamar a esos dirigentes sectoriales mayor presencia en las actividades centrales de cierre de campaña.