martes, septiembre 17, 2024
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El Partido Comunista y el Golpe Militar

El Partido Comunista de Chile construyó y vivió la épica que llevó a Salvador Allende a transformarse en Presidente de la República, como representante de la coalición Unidad Popular. Esa fragua histórica que parte a comienzos de 1930, y que en décadas abre camino al gobierno más democrático y revolucionario que ha tenido el país. Sería mezquino, y un error grande, no considerar con toda la intensidad que ello requiere, este período en el cual se diseña y se levanta un proceso que culmina en la Unidad Popular.

Décadas de construcción, que reflejan una profundización creciente del ideario democrático y republicano, y que se propone por la misma vía conquistar el Socialismo. Por eso, el golpe militar en Chile no es sólo el ataque a un gobierno, es una agresión directa y contundente a la república democrática, al Estado nacional que tomaba en forma creciente rasgos emancipadores que alertan al imperio norteamericano.

La fase de la Revolución Democrática era el carácter de esa época, y tras décadas, el gobierno de la Unidad Popular puso en el centro aspectos cualitativos que, efectivamente, podían madurar en el período del gobierno de Salvador Allende, lo cual estaba estampado en su programa.

No había necesidad alguna de modificar tales objetivos y programa.

Hay ya bastantes documentos y pruebas (develados en los Estados Unidos) que muestran que el golpe militar era parte de una estrategia, y cuyo objetivo era el derrocamiento del gobierno y una contra revolución profunda para terminar con el proyecto de Estado nacional independiente.

Una estrategia que implicaba provocar una polarización y desestabilización en el país, que justificara la intervención militar directa.

El Partido Comunista de Chile fue clave en la construcción del programa; del sujeto principal y de las alianzas que implicaron la conquista del gobierno. Pero fue también determinante en la construcción de una cultura nacional que desbordaba las alianzas políticas y apuntaba hacia una hegemonía democrática en el campo de los valores, la cultura y la ideología.

Junto con Allende (y no es una metáfora), el Partido Comunista se transformó en artífice de esta alternativa de carácter nacional.
En esto hay un mérito histórico y la necesidad de un rescate en torno a un proyecto inconcluso, que como tal no ha sido derrotado.

Una muestra palpable de aquello es la relevancia paradigmática que tiene para la mayoría de los procesos emancipadores que cursan hoy en el continente, el camino del movimiento popular chileno que llevó a la Unidad Popular.

El nuevo ciclo que recién despunta en Chile, pero que se viene con intensidad, también tiene el carácter y la impronta de la Revolución Democrática.  Se trata de una necesidad histórica, no de una opción.

¿Era evitable el golpe militar?

Si se le ve desde el interés del imperio y sus aliados internos, en Chile, hay que señalar que estaban determinados a llevarlo adelante. Incluso, cronológicamente, cuando se enteran de que el mismo 11 de septiembre Salvador Allende podía anunciar un plebiscito, lo adelantan para ese mismo día.

En rigor, las famosas “condiciones” que generaron el Golpe, nunca existieron. Había confrontación; polarización; carencia de algunos productos; pero también había más democracia; más participación; más justicia; nunca el pluralismo y la libertad de expresión (que existían) fueron alterados; no había persecución a las ideas y a los partidos.

Los sectores más polarizados de la izquierda chilena no dañaban ni debilitaban a la derecha y el centro político, aliados en la CODE. Más bien perjudicaban al  gobierno de la Unidad Popular y a Salvador Allende.

El Partido Comunista, junto con rescatar este valioso período de la historia popular y nacional de Chile, ha formulado una evaluación crítica y autocrítica del período, y algunos elementos de aquello son los siguientes:

1)      El no haber considerado como factor incidente y determinante el componente militar; tanto el de las instituciones militares del estado, como la fuerza que podía desplegarse desde el propio pueblo organizado. Hubo propuestas al comienzo del gobierno de iniciar un profundo proceso de democratización de las FFAA, pero se quedaron sólo en eso. Hay que considerar que al interior de los institutos armados había expresión importante de un pensamiento y una doctrina constitucionalista y democrática que fue barrida después por la dictadura de Pinochet.

2)      El proceso requería una profundización de la participación popular en la construcción y defensa del mismo. Esto no implicaba, necesariamente, contraponerse al gobierno del Presidente Allende. Muy por el contrario, se trataba de extender el protagonismo popular a dimensiones muchos mayores. Y el problema no era sobrepasar el programa de gobierno y el carácter de la Revolución Democrática en curso. El tema central era su consolidación.

3)      Debilidad de una política de alianzas con el centro, con mayor dimensión estratégica. Si bien hubo intentos por lograr entendimientos con la Democracia Cristiana, estos finalmente no prosperaron con la dimensión que se requería. El centro terminó en alianza con la derecha. No se refiere este aspecto sólo al de una alianza política propiamente tal. Más hace sentido hacia una alianza que incluya los aspectos sociales, culturales, valóricos, tomando en consideración asuntos centrales como la democracia, la igualdad, la participación.

(*) Encargado del Secretariado del Comité Central, Partido Comunista de Chile.

Fuente: Reporte

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