por Kintto Lucas.
Ecuador ha llegado a un punto de quiebre, casi de no retorno. La situación, en lugar de mejorar, cada día es peor. Hay una incapacidad de gestión en todos los niveles del gobierno nacional. Cada paso que da a nivel sanitario, económico, organizativo empeora la situación.
Muertos en las calles y en las casas, hospitales abarrotados y con falta de personal, desorganización y descoordinación entre quienes supuestamente están encargados de dirigir el combate a la pandemia, un Comité de Operaciones de Emergencia (COE) Nacional inoperante.
A eso se suman denuncias de corrupción en la adquisición de insumos para la pandemia, cadenas nacionales que parecen parte de campañas electorales, declaraciones del presidente y ministros que parecen burlas a la población en un momento tan difícil.
Estamos llegando a un escenario de no retorno. Muy grave, que puede ser irreparable. La ineptitud y la negligencia del gobierno ya llevaron al caos sanitario e institucional. Ahora están llevando al país a una catástrofe sin precedentes en las últimas décadas.
Si en el gobierno hubiese un mínimo de sensibilidad, renunciarían presidente, vicepresidente y todos los ministros porque en este momento es como si no existiesen. Hoy realidad del Ecuador es peor que si no existe ningún gobierno.
Si los gobiernos provinciales, alcaldías, comunidades indígenas y campesinas se organizaran bien y asumieran un autogobierno, posiblemente sería más organizado, menos inepto y más solidario que esta acefalía gubernamental.
La única solución es que todo el gobierno renuncie. Que se vaya. Que se busque un acuerdo nacional de salida y se instale un gobierno de reparación para afrontar la pandemia por medio año, no más. Y luego de superada la emergencia se llame a elecciones.
Lamentablemente hoy hacen falta militares como Carlo Magno Andrade, Miguel Iturralde, Rodríguez Lara o Paco Moncayo. Sin embargo, un gobierno de unidad nacional sin duda debería integrar a los militares que siguen teniendo una postura nacionalista, digna, contraria a la del actual Ministro de Defensa.
Por las dudas, no estoy pidiendo ni llamando a un golpe de estado.
Estoy analizando una realidad que ya es insostenible que puede ir a un escenario de no retorno.
Por lo tanto, el gobierno debería ser sensible, aunque sea su única y última sensibilidad, y dar un paso al costado.
Si no hay una gran actitud de desprendimiento, mañana se puede lamentar profundamente.
Mucho más de lo que ya estamos lamentando.
Mucho más triste.
En fin…
Fuente: Alainet