domingo, abril 28, 2024
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De la Frustración a la Esperanza

En momentos como los actuales, en que la frustración, la indignación y la rabia se perciben como los sentimientos y las emociones predominantes en la sociedad chilena, es que se hace tan importante recuperar la esperanza. Cuando se pierde la esperanza, es como una planta marchita a la que se le ha negado el agua.

 

Algo muy característico por estos días es el ver las cosas de manera muy negativa y destructiva, donde podemos ver la ausencia de sentimientos como la alegría, el entusiasmo y el optimismo.
Entonces en este punto conviene precisar de modo simple qué se entiende por esperanza en el alto sentido de la palabra, la que podríamos definir como la habilidad o el talento de ver las cosas de forma positiva, de creer que los seres humanos podemos creer en nuestros sueños, de creer que cuando usamos nuestra determinación y nuestra fuerza de voluntad podemos lograr impresionantes metas.

Baste para ello observar como muchos deportistas, artistas, científicos u otras personalidades celebres llegaron a comprender que a través de un simple sueño, y con perseverancia y esperanza se pueden vencer todo tipo de obstáculos, resistencias y dificultades.

En la actualidad, hemos perdido la confianza en nosotros mismos, hemos perdido los que los pueblos antiguos denominaban nuestro poder personal, que era una de sus características principales, y que en gran medida estaba sustentado en la observación y la sincronización con los ciclos de la naturaleza, en sus ritmos, en sus movimientos y cadencias.

Ya no es común sorprenderse cuando se mira una hermosa puesta de Sol, ni cuando observamos una bella noche de Luna, o cuando las nubes desfilan arreboladas por el horizonte o bien cuando las aves cantan sus hermosos cantos.

En gran medida eso tiene que ver con la perdida de nuestras raíces, de nuestra esencia, de nuestras tradiciones, del respeto por el mundo de los mayores y de las culturas ancestrales, entonces todo eso lo hemos reemplazado por un mundo mucho más deshumanizado, individualista y despersonalizado, en que todo es desechable, medido en términos materialistas, en que no importan que tipo de palabras ni el lenguaje que usemos, ni en el daño o el perjuicio que le podemos producir a los demás por su mal uso, o el mal comportamiento que tenemos frente a nosotros mismos o a nuestros semejantes.

El perder ese poder personal innato en el hombre, no fue algo inmediato, sino que fue ocurriendo paulatinamente y a la vez con el desarrollo de las sociedades altamente jerarquizadas, la vida en las ciudades, la modernización de las estructuras sociales, la dependencia de las instituciones y el control que empezaron a ejercer las pequeñas elites que se hicieron del poder político, social, económico y religioso en todas las formas imaginables.

Hoy por hoy, si miramos con atención, podremos reconocer que en general nuestros sistemas de creencias no nos pertenecen realmente, y que muchas de nuestras ideas, creencias o pensamientos, las que en muchos casos defendemos a muerte no nos son realmente propias sino que las  hemos heredado de instituciones religiosas, sistemas políticos, sistemas educativos, manipulaciones y distorsiones históricas, y que raramente se encuentran validadas por nuestras propias experiencias.

El mundo político actual proviene precisamente de ahí, aun cuando es un fenómeno muy complejo y abstracto de comprender en pocas palabras.

De alguna manera es así como lo percibe el inconsciente colectivo actual, como un grupo de seres privilegiados, que se reparten el poder, que gobiernan para si mismos, que usan la mentira y el engaño como practicas institucionalizadas  para mantener y en lo posible aumentar los beneficios y prebendas propias, que en gran medida están subordinados a aquellos grupos ampliamente minoritarios que siempre han estado detrás del poder,  además de estar totalmente desconectados de los principios y valores que se supone que representan y por los cuales fueron elegidos.

Es sorprendente ver que hoy es muy difícil encontrar personas que tengan ideas propias, que piensen por sí mismos y que sus opiniones no estén influenciadas por opiniones ajenas, por intereses de terceros o por los mensajes que recibimos a diarios por los medios informativos. De ahí, la falta de verdaderos líderes, aquellos seres que con gran autoconfianza, intuición y determinación son los que generan las aperturas, abren los caminos y permiten que las sociedades avancen y progresen

Esto claramente lo podemos ver en todo el espectro político actual, en que vemos a diario a estos personajes dando permanentes declaraciones sin decir nada importante o trascendente, y para los que por lo general el próximo, no es más que un cumulo de números y estadísticas que validan las encuestas, y que en verdad hacen muy poco por el progreso de la sociedad.

Hace algunas décadas tuvimos tres destacados presidentes, que representaron a los distintos sectores sociales en su totalidad y con lo que uno podía estar o no de acuerdo en sus posturas políticas, pero nadie podía dudar que la vocación por el servicio público era algo que se les salía por las venas.

 De tanto en tanto, aparece alguien, como la actual Presidenta de la República, con su agenda reformadora, y a quien si se observa con detención su trayectoria y su recorrido por la vida pública y política, nos encontraremos que desde el punto de vista, ético, profesional o moral tiene un historial absolutamente intachable. Algo por cierto muy difícil de encontrar en el mundo político actual. Y aquí no pienso detenerme ni referirme a las estupideces y las falacias que se han dicho y escrito al respecto.

Lo sorprendente no es que la ataque la oposición, ya que finalmente «es parte de su trabajo», sino el poco apoyo y la falta de solidaridad de figuras o líderes tales como ex presidentes de la república, de partidos políticos y otras figuras representativas quienes a través de declaraciones muy desafortunadas o bien por omisión han significado un aporte nulo al progreso de la agenda de gobierno.

Una gran parte de la sociedad hoy vive muy frustrada, deprimida y con mucha tristeza, fragilidad y desolación.  Hay muchas razones para poder comprender aquello, tales como trabajos que no se disfrutan y que no son bien remunerados ni tienen reconocimiento, diversos traumas de distinto origen y naturaleza, que afectan de manera significativa la calidad de vida de las personas, ambientes altamente contaminados, pésima alimentación, sistemas educativos y de salud ampliamente deficitarios, stress generalizado, absoluta falta de confianza en nosotros mismos, y así la lista puede ser muy extensa…

Entonces si uno se pone en ese lugar, es más fácil poder entender toda la rabia, la impotencia, el dolor, e incluso los insultos y las palabras groseras que se escuchan como respuesta a todo lo que se publica a diario en los medios de información masivos. Más aun cuando las verdades, las mentiras y las verdades a medias se funden y confunden conformando una verdadera caja de Pandora que tiene sorprendidos por igual a legos, entendidos y a la sociedad en general.

Aquí conviene volver un poco la vista hacia atrás y poner atención donde comenzó toda esta agudización del desplome del sistema político, y nos encontraremos con la sorpresa que se encuentra muy relacionada con la puesta en marcha y la implementación de las reformas impulsadas por el gobierno, y que de una manera muy impensada cobro su primera víctima precisamente en el frágil y corroído sistema político, ya que este es precisamente el canal para efectuar dichas transformaciones.

En el caso de la elite económica, fue tan grande el miedo y el pavor a dichas reformas, que su oposición y resistencia a las mismas genero algo así como un impresionante tsunami que entre otras cosas, entre sus consecuencias dejo ver cuál era realmente la dimensión del oculto vínculo entre el mundo financiero y el mundo político, y la arrastró como nunca antes a la exposición, la mediatización y el juicio público, y más aun a procesos judiciales sin precedentes en la historia chilena.

Luego de la tempestad viene la calma dice el viejo refrán.  Soy de las personas que creen que un mundo mejor, más solidario, más integrado y más justo es posible. Más aun, tengo grandes esperanzas que toda esta crisis y este gran proceso depurativo es muy saludable y necesario para el país, además de indispensable para poder remover toda la escoria, y la falsedad que se esconde y se disfraza tras las apariencias en toda la estructura social.

Dentro de lo positivo cabe mencionar, que es muy bueno saber que no existe tal mito de los jaguares de Sudamérica, los que tristemente en algunos casos han quedado convertidos en una pobre bolsa de gatos mojados, que son una falacia todos esos vaticinios agoreros de sectores que solo miran con miopía y egoísmo los cambios propuestos por el gobierno, y que tanto sus aprensiones, como sus inconsecuentes acciones tienen motivos muy diferentes a los expuestos ampliamente en los medios que les pertenecen , que los políticos desgraciadamente en un importante porcentaje son lo que son, es decir personas envanecidas por el poder, que trabajan para acumular agua para su propio molino y que están muy desconectados de los sectores que dicen representar, que los medios de información masivos mienten, manipulan y confunden solapadamente a las masas y a todos quienes no usan adecuadamente el discernimiento, la discriminación y la ecuanimidad, llevándolos fácilmente  a ser presa de sus oscuros y mezquinos propósitos.

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