El alcalde comunista de Recoleta es un crítico de la casi nula planificación urbana de la ciudad. Afirma que se está aislando a los ciudadanos y que la mayoría de la tercera edad no puede ir al centro por los traslados. Acá su perspectiva sobre la movilidad urbana y el transporte público.
¿Cómo ha sido la experiencia en cuanto al diseño y a la planificación de la movilidad urbana que ha tenido en Recoleta?
«A ver, es que hoy día la movilidad urbana no es un tema de la alcaldía. Ni siquiera es un tema del gobierno metropolitano. La movilidad urbana es un tema del mercado. Independiente de eso tenemos una autoridad que lo que trata es responder a la demanda del mercado, ¿no?, pero va detrás del mercado, no adelante del mercado, va un paso siempre atrás no un paso adelante.
Ahora, como municipalidad, nosotros por ejemplo tenemos el programa de Escuelas Abiertas, que mantiene nuestros colegios abiertos entre las 5 y las 10 de la noche de tal manera de tener ahí actividades deportivas, culturales, recreativas, de capacitación y de nivelación de estudios y algunas derivaciones de atenciones de salud primaria. Esto ha generado que por 14 horas al día ofrecemos servicios cerca de la gente en esa infraestructura que está subutilizada el resto de la jornada no académica.
Esto significa que si alguien quiere ir a jugar fútbol ya no tiene que ir a la cancha de Chacabuco ni a la cancha de Vespucio Norte porque puedes pedir la cancha que está aquí, porque el director está obligado por norma a abrir los espacios de la infraestructura educacional a la comunidad.
Segundo, el 12 ó 13% de los viajes diarios de la ciudad se realizan para ir en búsqueda de salud, entonces en la comuna estamos generando un sistema de salud familiar basado en 38 unidades médicas, compuestas por un médico, un enfermero y un tecnólogo médico que atiende cada una de esas unidades a 800 familias, pero en sus hogares. De tal manera de que nadie tenga que ir, y así descongestionar y disminuir la asistencia directa a los consultorios. Pero eso tiene que ver con una política de sustentabilidad urbana, de sustentabilidad habitacional y con una política de tratar de evitar la movilidad».
¿Cómo es la situación actual del Transantiago en Recoleta?
«No es muy buena. No es muy buena porque el diseño es malo, y el diseño no incorpora la participación de los ciudadanos. Entonces tenemos un bolsón de completo aislamiento. Es brutal».
¿Y cómo afectan los desplazamientos diarios de las personas en su calidad de vida?
·Mucho, porque la gente tiene menos tiempo para pasar con sus familias, porque los niños quedan solos en las casas, los adultos mayores quedan abandonados y no tienen quién los atienda, porque además la movilidad con un sistema de un transporte público que está tan mal diseñado y tan mal concebido en una ciudad sin planificación durante 40 años, no responde a las necesidades de movilidad y por lo tanto, empiezas a encapsular a los ciudadanos. Los consumidores como le dice la derecha. No son ciudadanos, y menos pueblo».
En el fondo el transporte público profundiza la segregación, es un factor de desigualdad…
«Absolutamente. Porque además, si en las ciudades planificadas el transporte público no es rentable, imagínate en una ciudad no planificada. Entonces por eso nosotros afirmamos que el transporte público debe ser estatal, porque el único que puede hacer una actividad a pérdida para entregar un servicio medianamente bueno es el Estado, nadie más».
¿Por qué fracasó el Transantiago? ¿No se pensó?
«No hay un no se pensó, no hay una ausencia de planificación. Lo que hay es una planificación totalmente fría y calculadora. Si usted va a la página número 3 de la Política Nacional de Desarrollo Urbano del 79, dentro de los objetivos de la política estaba la generación de barrios homogéneos.
Los barrios se completan a sí mismos en una teoría de libre mercado, en donde cada uno es capaz de traer a su propio barrio la oferta que es capaz de pagar, en un contexto en donde los derechos universalmente reconocidos como tales son considerados bienes de consumo. Por lo tanto, en los barrios de ricos hay de todo, en los barios de la clase de media hay menos, y en los barrios de los pobres, que no tiene capacidad para pagar nada, no hay equipamiento básico.
El transporte público debe ser estatal, porque el único que puede hacer una actividad a pérdida para entregar un servicio medianamente bueno es el Estado, nadie más».
¿Qué consecuencias trajo esto?
«Para que los barrios de pobres satisfagan sus necesidades, tanto de bienes materiales como inmateriales, deben moverse por la ciudad. Pero además, como la ciudad ha sido creada de manera inorgánica y sin planificación (porque se ha dejado al mercado la que defina) lo que generas es una ciudad segmentada, discontinua y fragmentada».
Bicicletas y Recoleta
¿Qué se está haciendo en la comuna para potenciar el uso de la bicicleta?
«Estamos construyendo cuatro km. de ciclovías. Tenemos un proyecto para ampliarla a siete. Pero todo lo que te puedo decir es un mal chiste. No tenemos continuidad en las calles, no tenemos plata, no tenemos para expropiar, no tenemos nada. Entonces, es poco lo que se puede hacer. Nosotros hemos optado más bien por desarrollar una política habitacional que acerque los servicios básicos a las casas. De tal manera de que pueda existir una buena escuela pública a no más de 20 minutos de caminata de cualquier casa de Recoleta. Ahora estamos pensando más en esta primera etapa antes de llegar a esta segunda, porque la segunda no es viable, ni política, ni económica ni socialmente».
¿Según usted, cómo se está planificando Santiago de aquí a dos décadas más?
«No, nadie la está planificando. Se están proyectando.
El lumpen proletario es el que no tiene conciencia de clase y le importa un coco la revolución y el cambio social, y el lumpen empresario es el que no tiene proyecto nacional de desarrollo y que lo único que busca es su rentabilidad y su aseguramiento, ¿no?
Aquí ningún weon se mete la mano al bolsillo si no le aseguras el 30% de la rentabilidad. Y ese exceso de rentabilidad está en los pésimos sueldos, en la falta de pago de impuesto, en la falta de una red de protección social, ¿no?, y en una ciudad como esta. Entonces, ¿por qué van a venir aquí a pagar 8 UF el metro cuadrado pa construir vivienda social si en Quilicura pagan 1,5?.
Fuente: Sentidos Comunes