lunes, diciembre 23, 2024
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Trastienda del Acuerdo Cubano-Estadounidense

Poco tiempo antes de que se presentaran al mundo los acuerdos entre Cuba y Estados Unidos, con el eje del restablecimiento de relaciones diplomáticas plenas, se produjeron algunos episodios de profundización de los vínculos de Chile con la isla socialista, que sintonizan con el periodo abierto a medianos de diciembre entre esas naciones separadas por 90 millas de mar.

 

Entre el 19 y el 22 de noviembre pasado, un importante grupo de empresarios chilenos visitó el país caribeño con el propósito de invertir en negocios y ampliar el comercio en rubros como el turismo, la pesca, los alimentos, la agroindustria, la biotecnología, energía y minería. Son grupos de empresas que se sumarán a las que ya invierten y hacen negocios en Cuba. Se habla, extraoficialmente, de varias decenas de millones de dólares.

En la delegación viajaron funcionarios del gobierno chileno con el objetivo de contribuir al impulso de los acuerdos comerciales y asistir a la Tercera Reunión de la Comisión Administradora del Acuerdo de Complementación Económica, que enmarca las relaciones entre chilenos y cubanos. En esa oportunidad estuvo en la capital cubana el Director General subrogante deDirección de Relaciones Económicas Internacionales (DIRECON)  del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, Pablo Urria.

Los empresarios chilenos asistieron a un seminario sobre la nueva Ley de Inversión Extranjera de Cuba que permite ampliar y profundizar el comercio con la isla. También conocieron la recién inaugurada Zona Especial de Desarrollo y Puerto de Mariel, que es un punto clave para los negocios en la nación caribeña.

En mayo del próximo año se reiniciará la actividad del Comité Empresarial Chileno-Cubano, una herramienta esencial para el desarrollo del comercio, las importaciones y exportaciones, aperturas de mercado y concreción de negocios entre los dos países.

Hay un seguimiento y apoyo a las relaciones comerciales desde la DIRECON y del Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera de Cuba. El intercambio comercial chileno/cubano es de más de 35 millones de dólares, con una balanza comercial favorable a Chile de 24 millones de dólares.

Junto a lo anterior, en el plano político, legislativo y diplomático, en septiembre pasado se produjo un episodio de avance en las relaciones de Chile y Cuba, con el acuerdo de reactivar el Comité de Amistad Cubano-Chileno a nivel parlamentario.

Esto se definió después de reuniones entre el diputado cubano Rolando González, presidente de ese grupo, y el Vicepresidente de la Cámara de Diputados de Chile, Lautaro Carmona.

El legislador chileno anotó que “esto es un estímulo para profundizar los históricos lazos de amistad que tienen los pueblos en beneficio del desarrollo, la calidad de vida de las personas, el acceso a grandes temas del punto de vista cultural, profesional, pero también de preocupaciones políticas por el curso de la Humanidad”.

De tal manera que Chile aparece montado en la nueva etapa que se inicia en Cuba desde el punto de vista de las relaciones comerciales, los negocios, la diplomacia, la migración e incluso los relacionamientos multilaterales y regionales.

“Estados Unidos está tomando medidas históricas para trazar un nuevo rumbo en nuestras relaciones con Cuba”, indicó el Presidente Barack Obama, lo que ya tuvo un efecto a nivel latinoamericano y, específicamente, podría contribuir a vínculos más amplios de Chile con la isla.

Conocida la decisión de La Habana de liberar a dos agentes y de Washington de dejar en libertad a tres antiterroristas cubanos, de expresar la voluntad de reanudar los vínculos diplomáticos y de avanzar en temas comerciales y migratorios, entre otros, el embajador de Cuba en Chile, Adolfo Curbelo, indicó que esto “es un beneficio para los pueblos, para la región”, y el jefe de la Embajada de Estados Unidos, Michael Hammer, señaló que “es algo importante para la región”.

En la misma línea de lo que ocurrió con los republicanos ultraconservadores y los grupos anticomunistas de origen cubano, el contraste en Chile lo produjeron sectores de la derecha y oponentes al régimen isleño.

El ex Canciller de Sebastián Piñera, Alfredo Moreno, declaró que lo sucedido fue “el último paso de la caída de los socialismo reales”; quien fuera titular de la diplomacia de la dictadura, Hernán Felipe Errázuriz, sostuvo que  el acuerdo fue “una decisión correcta, siempre que se inicie una nueva etapa del castrismo de mayores libertades y de respeto a los derechos humanos”; en coincidencia, el senador democratacristiano, Ignacio Walker, planteó que “si esto va acompañado del fin del embargo, les habrán quitado la excusa o pretexto a los hermanos Castro para reprimir al pueblo cubano y la dictadura tendrá sus días contados”.

Bloqueo: el tema pendiente.

En Chile, el Partido Comunista, organizaciones de solidaridad con Cuba, dirigentes sindicales y sociales y algunos parlamentarios, plantearon que después de los convenios logrados entre Cuba y Estados Unidos y en el marco de la normalización de relaciones, lo que debe venir es el fin del bloqueo estadounidense a la isla caribeña que ha provocado pérdidas a los cubanos por más de 108 mil millones de dólares.

En la línea de respaldar más que acercamientos entre la nación caribeña y la potencia, y fijando una postura chilena, el Ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz, dijo a la prensa que “esperamos que además se levante el bloqueo a Cuba y tengamos una normalización que le hará bien a toda la región”.

Precisamente el Presidente cubano, Raúl Castro, apuntó que lo acordado con Barack Obama “no quiere decir que lo principal se haya resuelto. El bloqueo económico, comercial y financiero que provoca enormes daños humanos y económicos a nuestro país debe cesar”.

Añadió que “aunque las medidas del bloqueo han sido convertidas en Ley, el Presidente de los Estados Unidos puede modificar su aplicación en uso de sus facultades ejecutivas”.

A días de los anuncios hechos en las capitales cubana y estadounidense, el jefe de Estado isleño habló en la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) y ahí abundó:

“Como expresé el pasado 17 de diciembre, se ha dado un paso importante, pero queda por resolver lo esencial, que es el cese del bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, recrudecido en los últimos años, en particular en el ámbito de las transacciones financieras, con la aplicación de enormes e ilegítimas multas contra bancos de diversos países. Nuestro pueblo debe comprender que, en las condiciones anunciadas, esta será una lucha larga y difícil que requerirá que la movilización internacional y de la sociedad norteamericana continúe reclamando el levantamiento del bloqueo”.

De hecho, parte de la estrategia de los sectores ultraconservadores y anticubanos en Estados Unidos se concentrará en mantener las leyes que posibilitan el bloqueo. Sin embargo, hay también una demanda mundial para que esas normas se terminen, entre otras cosas porque dañan los negocios de los países y empresarios que desean comerciar e invertir en Cuba, entre los que se encuentran empresas chilenas. Ya van 23 años que la inmensa mayoría de países miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU) exigen el fin del bloqueo.

18 meses de discreción y complejas negociaciones.

Llegar a este punto de una nueva era de las relaciones cubano/estadounidense después de medio Siglo de dura interrupción, decidida por la Casa Blanca con la instalación del sistema socialista en Cuba, no fue fácil.

Raúl Castro habló de “discreción” en tratativas que duraron alrededor de 18 meses y que tuvieron ejes en La Habana, Ottawa, Washington y Roma. Funcionarios cubanos del Ministerio de Relaciones Exteriores y de otras entidades oficiales y políticas, personal del Departamento de Estado y otras oficinas del gobierno estadounidense, y diplomáticos y funcionarios de Canadá y el Vaticano, trabajaron por ir acercando posiciones y establecer algunos acuerdos de fondo y otros puntuales.

De acuerdo a versiones diplomáticas y de prensa internacional, uno de los factores que expresó la voluntad de cambiar el sentido de las relaciones entre ambos países, fue la decisión mutua de dejar libres a personas vinculadas a casos de Inteligencia y que estaban presas tanto en territorio cubano como estadounidense. En este punto habría tenido una influencia determinante el Papa Francisco, y sería uno de los aportes principales del jefe de la Iglesia Católica al acercamiento entre La Habana y la Casa Blanca.

En el caso de Cuba, se trató de Antonio Guerrero, Gerardo Hernández y Ramón Labañino, quienes efectuaron labores antiterroristas en Estados Unidos para detectar atentados contra la isla y que estaban condenados a largas penas de cárcel.

Poco antes que Castro y Obama hicieran los anuncios el 17 de diciembre, los tres patriotas cubanos viajaban en un avión privado hacia su país. En el caso de Estados Unidos, se dejó en libertad “por razones humanitarias” al ciudadano Alan Gross, agente de la United States Agency for International Development (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), USAID, y a un agente cubano que siendo oficial del Ministerio del Interior traicionó a Cuba y comenzó a espiar al servicio de la Central de Inteligencia Americana (CIA), cuyo nombre sería Rolando Sarraf Trujillo.

 Además, según reportes periodísticos, Cuba habría dispuesto la salida de recintos de detención de 53 personas contrarias a la Revolución.

Después vinieron las negociaciones entre altos funcionarios cubanos y estadounidenses, al parecer efectuadas en Ottawa, Canadá, bajo estricta confidencialidad y con la colaboración del gobierno de ese país, donde se trató el tema de reiniciar los vínculos diplomáticos, que hoy son a nivel de Oficinas de Intereses, así como ampliar convenios migratorios, comerciales, en telecomunicaciones y correos, lucha anti/drogas, entre otros.

De todo eso y seguramente algo más, hablaron al parecer durante una hora, los presidentes Raúl Castro y Barack Obama el martes 16 de diciembre, un día antes de los anuncios públicos. Personal de ambos gobiernos coordinó la comunicación telefónica que, todo indica, se realizó entre el Palacio de la Revolución en Cuba y la Casa Blanca en Estados Unidos.

El jefe de Estado cubano dio luces de hasta donde pueden llegar las conversaciones y eventuales futuros acuerdos.

“Al reconocer -dijo- que tenemos profundas diferencias, fundamentalmente en materia de soberanía nacional, democracia, derechos humanos y política exterior, reafirmo nuestra voluntad de dialogar sobre todos esos temas”. Añadió que “los progresos alcanzados en los intercambios sostenidos demuestran que es posible encontrar solución a muchos problemas” y puso el fondo del sentido del proceso iniciado: “Como hemos repetido, debemos aprender el arte de convivir, de forma civilizada, con nuestras diferencias”.

El Presidente de Estados Unidos, en una línea similar, manifestó que “los Estados Unidos hoy están cambiando sus relaciones con el pueblo de Cuba y realizando los cambios más significativos en nuestra política en más de 50 años.

Pondremos fin a un enfoque anticuado que durante décadas no ha podido promover nuestros intereses. Comenzaremos, en cambio, a normalizar las relaciones entre nuestros dos países”. Enfatizó que a través de estos cambios, “pretendemos crear más oportunidades para el pueblo estadounidense y el pueblo cubano y dar inicio a un nuevo capítulo entre las naciones de las Américas”.

Trascendió en estos días que se podría producir una visita a La Habana del Secretario de Estado de la potencia, John Kerry, e incluso que el Canciller cubano, Bruno Rodríguez, vaya a Estados Unidos. Además, ya se estaría preparando la delegación cubana que asistiría a la Cumbre de las Américas que se efectuará en Panamá, instancia en la cual la Casa Blanca tenía vetada a la isla. No es descartable que a esa reunión lleguen Raúl Castro y Barack Obama y sostenga un primer encuentro formal.

Así empiezan a estar las cosas ahora entre Cuba y Estados Unidos. Con efecto regional.

(*) Encargado del Área de Comunicaciones de ICAL.

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