martes, noviembre 26, 2024
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Crecimiento y Reformas

Cuando la Presidenta Bachelet asumió su segundo mandato, muy pocos opositores creyeron que se iniciaba un nuevo ciclo, un viraje político. Acostumbrada a tratar con presidenciables que prometían cambios progresistas y después se olvidaban o hacían lo contrario, nuestra oligarquía confiaba que el Programa prometido muy pronto iría a parar al canasto de la basura.

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Como eso no ocurrió vino el desconcierto inicial y la furia posterior. Sintiéndose burlados, la metáfora de la retroexcavadora para los cambios de fondo los puso histéricos. Luego siguieron las descalificaciones de populistas, ignorantes, ilusos, ideólogos o desprolijos. Presionaron a sus antiguos amigos de la Concertación para frenar, desvirtuar o paralizar las reformas y someterse a los grandes acuerdos y consensos….con la derecha. No pueden creer que un modelo “exitoso para todos”, pero en verdad para unos pocos, pudiera ser desarmado por la coalición triunfante.

La confusión de las encuestas

Les molestaba sobremanera la participación del PC y otros sectores de izquierda sin los cuales no habría Mayoría, ni sería Nueva, como lo recordó el ministro DC. Mario Fernández. Convencidos que sus intereses y las instituciones que los protegen eran intocables, cerraron sus oídos a las insistentes muestras de malestar social y a las insistentes demandas ciudadanas por cambios estructurales expresadas en las grandes y variadas movilizaciones de estos años y en las derrotas derechistas en las últimas tres elecciones -municipales, parlamentarias y presidenciales de 2012 y 2013.  

Aprovechando sus monopolizados y sesgados medios de comunicación, las cúpulas derechistas dominan las agendas informativas, dejando al gobierno y a sus partidarios un espacio mínimo para exponer sus realizaciones. Lograron introducir cierta confusión en buena parte de la opinión pública.

Manipulando las encuestas  y mezclando a sus adherentes que se oponen a la orientación progresista de las reformas, con los críticos que, al contrario de aquéllos las aprueban, pero las consideran lentas e insuficientes, difunden cifras desfavorables a la gestión gubernamental. Es como sumar peras con manzanas.

A medida que se decanten las nuevas estructuras y se vean los resultados desglosados, esas cifras se irán  modificando. Es lo que comprueba la Encuesta sobre Educación de la Fundación Chile:

El 59% apoya la eliminación del copago; el 62% está de acuerdo que se suprima la selección en el ingreso a las escuelas; el 69% aprueba que se elimine el lucro en la educación y el 90% respalda el objetivo de la gratuidad.

Algunos importantes avances logrados

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En los gobiernos concertacionistas, la mayor parte de las leyes promulgadas iban a reforzar o “perfeccionar” las instituciones de libre mercado heredadas de la dictadura. Al revés, en el segundo gobierno Bachelet, el mayor número de iniciativas legales, en mayor o menor grado,  constituyen cambios progresistas.  

En el terreno electoral fue derogado el antidemocrático sistema binominal que permitía a la UDI y RN contar con más parlamentarios que los que les correspondían según los sufragios obtenidos. Así formaron mayorías ficticias, o minorías con poder suficiente para bloquear las reformas democráticas. La próxima elección de congresales, se regirá por un sistema electoral proporcional moderado, el cual será más representativo de las diversas fuerzas políticas que compitan.

También se estableció por primera vez el derecho a voto de los chilenos en el exterior, que suman más de 800.000 compatriotas, entre ellos no pocos perseguidos de la dictadura, que por diversas circunstancias no pueden volver al país.

La reforma tributaria está ya operando y cumpliendo con los objetivos enunciados: financiar gradualmente una nueva educación, gratuita y de calidad, atender otras necesidades sociales y aumentar la capacidad financiera del sector público. La mayor recaudación se ha conseguido gravando a los más acaudalados, sin afectar a los pobres ni a los sectores medios.

Así lo ha reconocido el Banco Mundial, al afirmar que la reforma no castiga a la clase media, sino que afectará fuertemente al 1% de los contribuyentes más ricos. Sólo 12.000 de ellos o sea el 0,1 % de todos los declarantes, tendrán que aportar el 73% de los mayores ingresos fiscales. Con los nuevos impuestos el Estado aumentará su participación en el PIB en los 3 puntos porcentuales previstos.  

Se avanza en el proyecto que despenaliza a las mujeres que se ven obligadas a abortar en situaciones extremas, a pesar de la empecinada aunque minoritaria resistencia de los conservadores.

Se continúa aumentando la red de jardines infantiles y salas cunas en todo el país que les permite a las madres trabajar fuera de casa. Un progreso de proyecciones es la nueva ley que exige una participación femenina mínima del 40% de las candidaturas, la que se pondrá en práctica en las próximas contiendas parlamentarias.

Se creó el Ministerio de la Mujer y su titular, Claudia Pascual tiene en las encuestas una de las mejores evaluaciones del gabinete. Por todo esto y por otros avances, los sondeos muestran a las mujeres de las comunas populares como fieles sostenedoras del gobierno Bachelet.   

Mayores controles, regulaciones y sanciones

Ante los abusos cometidos por connotados consorcios económicos y altos personajes del mundo político, el gobierno y sus partidos llevaron adelante nuevas leyes más duras y exigentes, incluida la pena de cárcel, para sancionar el complot de los políticos con los grandes capitalistas; para erradicar burdas prácticas ilegales como las boletas falsas y los pagos por “consultas técnicas” dadas en almuerzos o copiadas.

La Presidenta y la N.M han respaldado a los órganos fiscalizadores y a los tribunales para que investiguen, sin excepciones ni privilegios, la manipulación de contratos, los fraudes, el cohecho, la evasión tributaria, la colusión, las estafas bursátiles, el abuso de posición dominante, el aprovechamiento de información privilegiada y otros delitos.

Se han comprobado violaciones legales y éticas perpetradas por los dueños y directivos de grupos empresariales, tan poderosos como Penta, Soquimich, Papelera, Corpesca y otros, en complicidad con influyentes políticos y sus familiares. Desde las altas esferas la corrupción se extendió hasta los dirigentes del futbol profesional, fuerzas  policiales  y altos mandos de las Fuerzas Armadas.

En casi todos los partidos y gobiernos de los últimos decenios hay quienes se prestaron para prácticas repudiables. Estos vergonzosos sucesos han contribuido a ahondar la crisis institucional cuyos resultados a corto plazo alterarán el cuadro político en una magnitud incierta, aunque más adelante debieran conducir a una democracia más honesta, justa, participativa y transparente, con sanciones más duras para los más conspicuos dueños que alegan ignorancia e inocencia de lo que tramaban sus subordinados.

La reforma educacional, la más compleja, avanza en medio de grandes dificultades a pesar de los ataques permanentes de la oposición de derecha y del  “fuego amigo” desde la Nueva Mayoría. También por menores ingresos fiscales de lo esperado, errores o vacilaciones en su elaboración, justamente criticadas, en algunos casos; o por incomprensión, confusión y demandas excesivas en algunos sectores de estudiantes y directivos universitarios.

Se dictó la ley que mejora significativamente los ingresos de los docentes para permitirles mayor capacitación, elevar su calidad y atraer a mejores talentos.

Se empezó a poner en práctica gradualmente la gratuidad y el fin del lucro en la enseñanza. Se encuentran en el Congreso la desmunicipalización de las escuelas y las nuevas normas para la educación superior. La derecha intenta empantanarla. Diversos sectores sociales y políticos de la NM demandan cambios para que ambas leyes resulten efectivas y no formales.

Se espera un intenso debate que debiera conducir a fortalecer  la capacidad de las universidades estatales, públicas e institutos técnicos sin fines de lucro.          

Recuperaciones laborales y tareas pendientes

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En medio de estos complicados avances, un grave traspié sufrió la Reforma Laboral. La derecha consiguió un discutible fallo del Tribunal Constitucional, organismo cuya existencia y funciones están cuestionadas, dado su origen y formas de actuar.

La nueva ley laboral repuso significativos, aunque parciales, derechos sindicales arrebatados desde el 11 de Septiembre.

En primer lugar fue eliminada la prerrogativa patronal para reemplazar a los trabajadores en huelga. Esta derogación le otorgará mayor efectividad al derecho a huelga, una decisiva herramienta sindical.

Una segunda reconquista es que ya no se partirá de cero en las negociaciones de convenios colectivos, sino del piso alcanzado en los anteriores.

Tercero, los beneficios que se acuerden entre patrones y sindicalizados se podrán extender a los no sindicalizados, sólo cuando haya acuerdo entre las partes y no por la sola voluntad patronal.

Cuarto, los sindicatos interempresas podrán negociar en conjunto y no separadamente con los grandes consorcios; así el mayor número de afiliados partícipes de una negociación única, potenciará la organización de los trabajadores.

Finalmente, los sindicatos tendrán derecho, hasta ahora negado, a acceder a informaciones contables claves de las empresas.

La derecha ataca la reforma porque supuestamente no aborda otros problemas de los trabajadores, sino que se centra en robustecer a los sindicatos. Ellos saben el valor estratégico de la organización y la unidad de acción. Por eso la dictadura y la derecha favorecieron la proliferación e influencia de los gremios o asociaciones patronales, los que tienen todas las facilidades para defender sus intereses, mientras han tratado por todos los medios de destruir o minimizar el poder de los sindicatos o impedir que los trabajadores ingresen a ellos.  

La parte negativa de la reforma que acogió el Tribunal Constitucional, fue el rechazo a “la titularidad” de los sindicatos con lo cual legitimó la existencia de los “grupos marginales” para negociar separadamente convenios colectivos.

Como se sabe, estos grupos antisindicales boicotean la unidad de los trabajadores, fomentando el divisionismo y la atomización entre ellos, debilitándolos y estimulando prácticas corruptas en la relación entre patrones y empleados. Pero, la batalla no ha terminado.

Esta reforma laboral que da los primeros pasos en la dirección correcta, está todavía lejos de las aspiraciones de los trabajadores más consecuentes. Se debe reconocer que todavía persiste en el sector privado una proporción elevada de asalariados de las nuevas generaciones, las cuales casi lo único que escucharon durante cuarenta años fueron las prédicas a favor del individualismo y el consumismo y en contra de la solidaridad y la acción colectiva.

Unos por temor a represalias patronales, otros por oportunismo prefieren arreglarse solos con sus patrones o en grupos de intereses propios, desconfían de los sindicatos, de sus dirigentes, de “los políticos”, sin distinguir a los leales de los falsos.

La conciencia de clase no se adquiere por ley, sino por la experiencia de los abusos e injusticias y por la lucha unitaria de los propios afectados, reforzada con la solidaridad de otros sectores sociales, incluidas las fuerzas políticas adictas. Así podrán reponerse  conquistas aún pendientes y alcanzar otras nuevas, acordes con los nuevos tiempos.

Hacia la Nueva Constitución

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Para oponerse a los cambios que aún faltan, principalmente la nueva Constitución, los voceros de  derecha aducen que hay otros problemas que tienen prioridad. Una falsa disyuntiva. El debate sobre las instituciones, los derechos y los deberes básicos de los chilenos no impide el tratamiento de asuntos apremiantes como la delincuencia, la salud, el transporte urbano, las pensiones, la desaceleración económica o el desempleo.

Ninguno de éstos tiene soluciones rápidas o simplistas. Pueden y deben abordarse también desde la Constitución.

Los debates ciudadanos desde la base social, abiertos por Michelle Bachelet y la Nueva Mayoría se constituyó en un efectivo y novedoso método democrático, acogido con respeto por los consultados y asistentes, mientras los partidos derechistas se dividieron. La UDI se negó a participar. RN y Evópoli y no pocos intelectuales objetivos los han valorado. En su fase local participaron más de 100.000 personas, a pesar del escaso tiempo otorgado, la inhibición por  inexperiencia y la escasa difusión publicitaria.

Crecimiento en lugar de reformas

 Una de las frases más repetidas por los conservadores es que las reformas son la causa  de la desaceleración económica. Sostienen que en épocas de bajo crecimiento, las reformas a favor de una mejor distribución de los ingresos son inoportunas y perjudiciales. Pero, cuando la economía está boyante, esos mismos detractores afirman que no se debe interrumpir el auge. O sea nunca son bienvenidas.

En cambio, cuando los partidos del capital están en el gobierno imponen sus reformas regresivas autoritariamente, sin consultar a los afectados y aunque la economía esté en depresión. Así ocurrió en la dictadura en los dos peores períodos, como fueron en 1974 al 79 y en los años 79 hasta el 89, cuando los gerentes de la tiranía se apoderaron de las grandes empresas estatales (Endesa,Chilectra, Soquimich, CAP,Iansa, LAN,etc) etc y privatizaron la educación, la previsión y la salud, agravando la cesantía e imponiendo  salarios miserables.

La pobreza y la inequidad llegaron a los peores niveles del  siglo.

Para la Izquierda, la hora de los cambios llega cuando el pueblo mayoritariamente los exige y se moviliza para impulsarlos. En épocas críticas, como fue a fines de los años treinta, la Izquierda, a través del Frente Popular, impulsó cambios estructurales como la creación de nuevas industrias estatales y mixtas, protegiéndolas de la competencia desleal importada, dictó leyes a favor de los trabajadores y mejoró notablemente la educación pública. Todo dio sus frutos años después.

Lo mismo sucedió, a fines de los años sesenta y comienzos de los setenta, cuando habían madurado demandas profundas. La Reforma Agraria y la Nacionalización del Cobre, llevadas adelante por la DC y la Unidad Popular que según los conservadores serían nefastas, significaron notables aportes a la modernización nacional. La primera puso fin al latifundio improductivo y al inquilinaje y la segunda se convirtió en la fuente decisiva de los ingresos del estado.   
 
Los enemigos de las reformas aducen que es crecimiento y no reformas lo que se necesita. Pero, el solo crecimiento sin adecuar los canales de distribución de la riqueza, no asegura un mejor reparto y muchas veces lo empeora. El Producto Interno Bruto se compone de un conjunto heterogéneo de mercancías y servicios de primera necesidad hasta artículos de lujo.

Además el PIB incluye las ganancias que se lleva el capital transnacional, sumas que no están disponibles para el reparto entre los chilenos. Los adversarios dicen que el crecimiento aumenta “la riqueza del país”, pero ocultan quienes y cuánto se apropian de ella o adónde va a parar.

Lo cierto es que el 90% de los hogares chilenos no poseen nada o cuando más la vivienda aún hipotecada que habitan y unos pocos bienes más. Es decir, el 90% de los chilenos apenas percibe alrededor de un 10% del total del crecimiento.

En el otro extremo un 0.2 % de super-ricos se apropia de más de la mitad del patrimonio total, o sea, 28.000 millones de dólares, buena parte del cual está escondido en los paraísos fiscales. (The Boston Consulting Group, Informe 2016)  

El crecimiento sin límites mediante la extracción de recursos naturales termina en su agotamiento.  Pero antes, reducen su ley y resultan más costosos de producir. Además  contaminan y degradan las condiciones de vida y el entorno de sus habitantes.

La composición de los bienes y servicios producidos y la distribución de los ingresos para comprarlos muestran el grado de equidad y calidad del crecimiento. El PIB puede crecer mucho, pero si su distribución entre las clases y capas sociales se desvía o se mantiene cada vez más en favor de los dueños del capital, de nada o muy poco servirá a la gran masa de trabajadores y sus familias.  

El crecimiento puede ser incluso lento, pero acompañado por una política social y distributiva efectiva y duradera, la gran mayoría de los habitantes puede mejorar su calidad de vida. Claro está las elites enriquecidas tendrán que aportar lo suyo, moderar sus ambiciones, cumplir con las leyes y ser sancionados por sus culpas.

Los cambios estructurales que están a la orden del día tienen por finalidad mantener un crecimiento sustentable, más productivo, autónomo, estable y socialmente equitativo, aunque demore algunos años más en materializarse.

La acumulación privada, – en desmedro del patrimonio público o social, – que se niega a invertir en Chile por argumentos políticos, se desvía al extranjero. con el dinero de las empresas vendidas a capitales internacionales. Hay miles de millones de dólares cada vez más invertidos en otros países del continente.

Sus ahorros sobrantes e inactivos se aprovechan en la especulación bursátil, en comprar tierras e inmuebles para ganar plusvalía. Hay enormes capitales ilegales que se acumulan y se lavan después de invertirse en el tráfico de drogas, armas y seres humanos.

Tergiversando la incertidumbre

Los grandes capitalistas y sus voceros repiten hasta el cansancio que hay incertidumbre. Y por eso algunos no invierten, deseando una crisis general para poner fin a este gobierno. Se culpa a la Presidenta, al programa de gobierno y a la Nueva Mayoría. Pero eso tergiversa lo que es incertidumbre.

Sería incertidumbre si se tratara de un Programa incoherente o un discurso confuso y contradictorio, al estilo de Donald Trump; incertidumbre por el estancamiento que se prolonga demasiado en todo el mundo desarrollado, aplicando las mismas recetas fracasadas; incertidumbre es lo que ha creado el resultado del referéndum británico agravada por la incapacidad para llevar adelante el Brexit.

En cambio, pocas veces en nuestra historia, una candidatura presidencial triunfante, como la de Bachelet II, había presentado un Programa de Gobierno con anticipación, meditado y trabajado por numerosos especialistas. El descarte del modelo neoliberal no es un capricho o improvisación de última hora.

La crítica se ha forjado durante años, por numerosos estudiosos de todo el mundo, ignorados por la academia oficial, cuyas advertencias resultaron exactas. Así fue como en Chile se formó la convicción que había que cambiar. Así surgió el  Programa respaldado con la firma de todos los jefes de los partidos de la N.M., con el apoyo de sus bases y ratificado abrumadoramente en las urnas.

Programa reiterado una y otra vez, a pesar de las naturales diferencias que se presentan en su aplicación y de las presiones por torcer su rumbo. Michelle Bachelet expuso sus metas y objetivos, antes de ser elegida. Y su línea se mantiene, pese a los ataques. Sostener el rumbo no es incertidumbre, sino certeza y seguridad.

Es curioso que los voceros de los grupos económicos sostengan que la desaceleración se debe a la supuesta incertidumbre creada por el gobierno. Todo el curso de la economía capitalista mundial, cualquiera sea el gobierno de turno, está marcado por la incerteza que generan las alzas y bajas en el corto plazo de las variables económicas, o por los ciclos reiterados, de mediano y largo plazo, cuyo comienzo y término son difícilmente predecibles.

Los pronósticos de los economistas oficiales están modificándose continuamente en un sentido u otro.

A cada rato “las expectativas de los mercados” a las que apelan, como si fuera el Oráculo, yerran y sus gurúes deben rectificar sus proyecciones, una y otra vez. Los empresarios experimentados y sensatos saben que tienen que lidiar con las condiciones fluctuantes de los volátiles mercados capitalistas. Se adaptan a las nuevas condiciones y cuando pueden profitan de las variaciones de los precios, tanto en el auge como en la recesión.

Aprovechan esos bajones para planear nuevas inversiones y negocios para cuando vuelva el auge o bien compran empresas caídas, pero útiles para sus negocios. Para eso atesoran grandes reservas de dinero efectivo. Se arriesgan en alguna operación, a veces fracasan, pero se recuperan. Nuestros grandes capitalistas exigen que los gobiernos les aseguren el máximo lucro posible.

Siempre más y más incentivos fiscales y menos y menos controles y regulaciones. No se conforman con la ganancia moderada. Todos los medios son válidos, el lobby y el soborno político, el abuso de su posición dominante frente a sus rivales más débiles; administran los recursos de los accionistas minoritarios, o de los cotizantes para beneficio de los controladores, escriben los contratos de letra chica que obligan a firmar a millones de ignorantes o indefensos consumidores, o a costa del esfuerzo agotador y mal pagado de sus miles de trabajadores.

No hay inversiones sin confianza

Los detractores del gobierno Bachelet, se quejan de que no hay confianza. La desconfianza proviene no de que la Presidenta y su gobierno no cumplan con su palabra o de que sus acciones contradigan sus promesas. No valoran el diálogo que ella y sus ministros sostienen constantemente con los gremios patronales. Lo que exigen es que se les haga caso que se proceda como ellos quieren.

No le agradecen que asista a sus reuniones empresariales a escuchar andanadas de críticas y más de algún desaire, ni agradecen que los invite a viajar juntos en el avión presidencial. No admiten que incluso les ha hecho concesiones y ha acogido más de alguno de sus planteamientos. Para la Derecha, la única forma de retomar su confianza sería que la Presidenta abandone a quienes la eligieron, abomine de los compromisos con la ciudadanía y cambie sus ministros por gente del gusto de la UDI y RN.

Sin duda el bajo crecimiento en que nos encontramos no es lo más satisfactorio que nos puede ocurrir. La cifra ha oscilado en el primer semestre 2016 alrededor del 2%, después de un descenso que comenzó el último año de Piñera. Y aunque el actual podría terminar en 1,8 %, esto no es un frenazo o retroceso ni tampoco una crisis de recesión o de inminente depresión.

El país no se está cayendo a pedazos. Ciertamente se necesita reducir el desempleo y medidas reactivadoras.
En todo caso, el crecimiento actual, por bajo que sea, aún se mueve en terreno positivo. El PIB sigue aumentando año tras año y no ha disminuido. El 2% supera al 0,6% del aumento de la población.

Esto es, cada año hay más productos y servicios disponibles por cada habitante, aunque en marcado contraste, según las clases y grupos sociales a los que están destinados. Incluso la rentabilidad del capital en no pocos casos y en diversas ramas ha tenido aumentos espectaculares como lo revela la prensa especializada.

Extraña sí, que mientras los nacionales se quejan, los extranjeros se muestran optimistas. Un ejemplo, los inversionistas extranjeros van a invertir mucho más que los nacionales, según la licitación de proyectos energéticos.    

El crecimiento del PIB depende de la inversión real, no la financiera, que se efectúa cada año. En los años 1964-73, los gobiernos de Frei Montalva y Allende, siguiendo la línea iniciada desde el Frente Popular, aseguraron una alta proporción pública de toda la inversión realizada en el país.

La cifra que aportaba el estado era alrededor del 50% del total, siendo la otra mitad colocada por las grandes empresas privadas, medianas y pequeñas, nacionales y extranjeras. En la actualidad, y desde la dictadura, se cambió este parámetro clave del crecimiento y el estado fue reducido a un insignificante 5%, mientras la inversión extranjera y los grandes financistas nacionales determinan el 95% de lo que se invierte.

De ellos depende, si les place el gobierno elegido por la ciudadanía o no, ampliar o reducir esta variable decisiva para el crecimiento, tanto cuantitativa como cualitativamente. Por eso la recuperación de la capacidad financiera e inversora del estado chileno y las facultades constitucionales y legales correspondientes son esenciales si Chile quiere desarrollarse, reindustrializarse, innovar, agregar valor, etc conforme a las necesidades y aspiraciones de sus ciudadanos.      

Hay que recordar que Inglaterra, EE.UU, Alemania, Suiza y otros países, llegaron a ser industrializados en base a un crecimiento anual alrededor del 1%, por habitante aunque en un plazo de un siglo. Otros, como Japón, la URSS, Corea, China, Noruega y algunos más, hicieron su camino, en mucho menos tiempo. Pero, la producción mundial no puede crecer acelerada ni indefinidamente, menos a costa de la extracción voraz de las riquezas naturales.

Las consecuencias para todos los seres vivientes ya son conocidas. Si en Chile pasáramos a un crecimiento estable de 3 a 4 por ciento, durante un tiempo calculable sería suficiente para alcanzar una capacidad productiva tal que, con una distribución más equitativa y una protección del medio ambiente apropiada, ese ritmo moderado nos podría situar entre las democracias avanzadas, equitativas y cultas y podríamos contribuir solidariamente con los más retrasados.

La crisis internacional de 2008-2009 y sus consecuencias

Para conseguir un crecimiento estable y más igualitario no podemos aislarnos o desestimar lo que ocurre en el escenario internacional. Menos tampoco dejar de lado el impacto en América Latina y otros productores de materias primas de la caída generalizada de sus precios.  

Ya en el último año del gobierno Piñera, los tres polos del capitalismo mundial había frenado su marcha, alargando así el plazo para la recuperación desde la Gran Recesión de 2008-2009. Transcurridos ocho años desde esa fecha, aún la producción de EE.UU, Europa y Japón se muestra incapaz de alcanzar los niveles previos a esa Gran Crisis. Ya se habla en los círculos especializados de otra “década perdida”, como la que soportamos en Chile y Latinoamérica en los años ochenta.

Una situación similar se vivió después de la Gran Depresión en la década de los treinta del siglo pasado, la que culminó con la irrupción del nazifascismo y el estallido de la II Guerra Mundial.

Algunos economistas están hablando de “estancamiento secular” del sistema, al comprobar el fracaso reiterado de los métodos más audaces dentro de la ortodoxia neoliberal: expansiones monetarias y fiscales sin precedentes otorgadas a la banca transnacional “porque los grandes no pueden caer”: tasas de interés nominales cercanas a cero, pero reales negativas para las instituciones públicas y por tanto enormes subsidios para los grandes favorecidos.

Resultado: exceso de ahorros, de liquidez, alto endeudamiento público y privado. La tasa anual del crecimiento se mantiene entre 0 y 2 por ciento en la gran mayoría de las economías occidentales, con muy pocas excepciones. Todavía algunos de los más poderosos bancos de varios países continúan en precarias condiciones.

Los gobiernos que gastaron enormes sumas para salvar a esos bancos, han sobrepasado los límites del endeudamiento razonable. Con ese pretexto siguen aplicando “la austeridad” y recortando los servicios y beneficios sociales. Entretanto el desempleo en varios países se mantiene en altísimas tasas y en otros los salarios están disminuidos o congelados con jornadas reducidas, mientras la patronal exige aumentar el tiempo laboral para jubilar o elevar los descuentos a los sueldos y salarios.

Después del Referéndum británico, el cuadro político europeo puede cambiar de un modo  inédito. Desde luego se calcula un impacto económico negativo en la quinta potencia económica mundial y segunda europea. Su salida de la Unión Europea significa la pérdida de ventajas comerciales otorgadas por sus socios, sumada a la reducción del rol preeminente de Londres como centro financiero mundial.
Además se pueden acentuar las tendencias separatistas internas (Irlanda, Escocia y Gales, Cataluña, Italia del Norte). Se augura una difícil gobernabilidad para un dividido partido conservador, -entre partidarios y contrarios al Exbrit- aliado a un partido extremista de derecha y en la oposición un laborismo también fracturado entre sus bases obreras y sus parlamentarios de centro derecha.

Por el efecto contagio, fenómenos igualmente drásticos pueden ocurrir en una serie de países de la U.E.

Las fuerzas opositoras de ultraderecha, como en menor medida las de izquierda crítica, acentúan su disputa por el poder político. La ultra derecha se presenta como nacionalista excluyente, anti-musulmana, xenófoba, contraria a la inmigración masiva y de algún modo, contra la tecnocracia que gobierna la U.E desde Bruselas.

Por lo mismo aumentan las críticas a la globalización transnacional que desplaza a las empresas pymes y amenaza “los valores tradicionales”. El fenómeno Trump, con posibilidades de apoderarse de la Casa Blanca, tiene las mismas características de un chauvinismo odioso.

Esta derecha es ya gobierno en Hungría y Polonia, ahora en el Reino Unido y se expande considerablemente en Francia, Holanda, Dinamarca, Finlandia y Austria, e incluso en Alemania.

Por el otro lado, nuevas coaliciones de centro izquierda, como la ya instalada informalmente en Portugal, podrían surgir en Grecia, España e Italia.

A la búsqueda de nuevos paradigmas

El fracaso rotundo de las políticas de austeridad y la inutilidad de los sacrificios exigidos a la población europea ha llevado a una creciente indignación pública. Aunque las condiciones económicas difieren en alguna medida a ambos lados del Atlántico, el desprestigio de los tecnócratas, banqueros y políticos gobernantes es el mismo.

En cuanto a Japón, su economía lleva más de dos decenios en un real estancamiento, siendo la primera potencia capitalista que experimentó este fenómeno, probando distintas fórmulas sin resultados positivos.

Por eso se intensifica en todas partes la búsqueda de otras teorías para explicar el estancamiento secular que algunos creen puede durar hasta veinte años. Algunos autores piensan que otras  burbujas y una probable recesión que está en el horizonte impedirán una recuperación sustentable.

Economistas oficialistas o neoliberales como Stanley Fisher, Lawrence Summers, Barry Eichengreen y Robert Gordon, entre otros,  están dedicados a la elaboración de otros  modelos, dejando de lado las teorías y recetas friedmanianas que han probado su ineficacia.

La ultra derecha propone restablecer aranceles proteccionistas, impuestos extraordinarios como la tributación a los depósitos en paraísos fiscales y hasta nacionalizaciones de bancos e instituciones financieras.

En otros círculos se analiza la aplicación de medidas condenadas anteriormente por  herejes, tales como alentar abiertamente la inflación para estimular a las empresas a producir más y recontratar mano de obra; financiar el gasto público directamente, mediante préstamos (o emisión de dinero) del Banco Central al Fisco, dinero que iría directamente a los bolsillos de la población y de allí al gasto en consumo; poner fin a las políticas de austeridad y recortes en los beneficios sociales; promover aumentos salariales generalizados; planes plurianuales para reconstruir carreteras y edificios públicos en mal estado, mediante empréstitos de deuda pública. (The Economist. “¿Sin municiones?”. El Mercurio 20 Febrero 2016)

Desde luego, también se proponen medidas drásticas para reducir la inmigración y frenar la globalización.  

Una parte de estas medidas se inspiran en el arsenal keynesiano las que fueron aplicadas con éxito en Occidente para suavizar las primeras recesiones de postguerra. Otras son propias de la izquierda y del liderazgo sindical. A pesar de sus convicciones reformistas coincidentes con las de Keynes, en sus dos primeros mandatos Roostvelt no pudo sacar a su país de la depresión a causa de la oposición republicana.

El artero ataque japonés y la amenaza fascista permitieron el programa armamentista fiscal en gran escala que redujo rápidamente el desempleo general. También los gastos públicos fueron aplicados eficazmente en los años treinta por el régimen hitleriano para acabar con la gran desocupación en Alemania.

Por desgracia su finalidad fue reindustrializar al país para la guerra de revancha, cuyos resultados catastróficos los sufrió buena parte de  la humanidad.

Transcurrido el primer semestre de 2016, en el mundo capitalista no hay signos claros ni de recuperación ni de  empeoramiento en el corto plazo. Pero, cambios políticos significativos traerían políticas económicas inéditas, como las ya mencionadas.

Entretanto un gran número de analistas piensa que continuará a mediano plazo el cuadro de estancamiento o bajo crecimiento que caracteriza a la Unión Europea, EE.UU y Japón. Ciertamente esto afecta a las economías subdesarrolladas, pero en menor medida que en décadas pasadas.

Los tres polos mundiales han perdido peso como mercados de nuestros productos. El surgimiento pujante de nuevas potencias económicas en Asia, como China, la segunda en el mundo después de EE.UU, cada año más cerca de alcanzarlo, India, Indonesia, Pakistán, el Sudeste Asiático, (Vietnam, Cambodia) la expansión comercial de Rusia hacia el oriente, más Turquía, Irán y los países del Golfo Arábico, son otros tantos centros emergentes que están cambiando la estructura mundial.

La formación de nuevos bloques como el BRICS, UNASUR, Y la ASEAN  refuerzan la tendencia a la multipolaridad.    

Una política activa en defensa de nuestro cobre

La reducción considerable de los precios de los productos primarios de los últimos cinco años (2011-2016) nos ha impactado a todos sus productores, aunque a unos más que a otros y en distintos momentos. Ha sido un factor determinante en la caída de los ingresos de divisas, en la devaluación monetaria y la recaudación fiscal, en casos como Venezuela, Argentina y Brasil, impactados por la fuerte baja del petróleo, la soya, el hierro, el maíz y el trigo.

Según la CEPAL en América Latina la pobreza y la indigencia aumentaron en 7 y 5 millones respectivamente en el 2015. Chile ha sido duramente  golpeado por la reducción del precio del cobre, del molibdeno, plata, celulosa, entre otras de sus materias primas de exportación.

La excepción es aún el inexplotado litio, cuyo precio ha tenido un aumento espectacular, sin que tengamos un proyecto nacional claro de una producción elaborada con alto valor agregado.

La recesión de precios redujo los márgenes de ganancias de las mineras, frenó los volúmenes exportados y sus planes de expansión, provocó despidos y mayor desempleo, se proyectó hacia otras actividades de las regiones nortinas y disminuyó los ingresos fiscales provenientes de las mineras.

Extraña que las privadas, a pesar de producir más del 70% del metal rojo, apenas aportaron al Fisco el año pasado  90 millones de dólares mientras Codelco con el 30% restante aportó una suma nueve veces superior a las privadas. Tales  son las causas primordiales de la baja en el ritmo de crecimiento general y de las dificultades en el financiamiento de las reformas.

Esta irregular situación, así como la ley Reservada del Cobre aún vigente que permite que los dos tercios de los ingresos fiscales provenientes de Codelco se destinen a la compra de armamentos, merecen una solución definitiva y urgente para obtener los recursos necesarios para impulsar las inversiones en educación y salud y en elevar el ritmo de crecimiento.   

La reducción generalizada del valor de los commodities en el último quinquenio experimentó un cambio notorio de dirección en el curso del primer semestre de 2016. Según el Indice Bloomberg, un grupo de mercancías subió en conjunto, casi un 7%, con niveles superiores al 12%, en el petróleo, soya y café, pero en un magro 1,9 % en el caso del cobre e incluso bajas como en el azúcar.

El carácter irregular y altamente volátil de estas fluctuaciones no sólo hace muy difícil proyectar cifras a corto plazo, sino que además revelan el efecto de maniobras especulativas que son fuente importante de ganancias de los intermediarios financieros o bursátiles, en perjuicio de productores y compradores industriales.

En el caso de nuestro metal, después de haber bordeado o descendido del piso de 2 dólares la libra, un límite mínimo para muchas explotaciones pequeñas y medianas y algunas grandes minas chilenas de alto costo, su cotización se recuperó, alejándose de ese valor, aunque no aparecen señales de subir más allá de los 2,25 o 2,35 dólares la libra.

La recuperación parcial del precio del crudo está vinculada a la estrategia seguida por la OPEP. Su influencia en el mercado mundial se está demostrando en esta recuperación como resultado de la unificación de criterios entre sus integrantes, criterios seguidos a menudo por productores fuera del cartel.

Cuando Arabia Saudita rompió los acuerdos y lanzó al mercado grandes cantidades del líquido con vista a bajar precios y bloquear el combustible no convencional de EE.UU., consiguió su objetivo.  
Numerosas instalaciones en territorio norteamericano tuvieron que cerrar. Pero, a continuación la notoria menor oferta del crudo no convencional impactó en el mercado y los hidrocarburos volvieron a subir. (En más de un 12%, como se indicó más arriba, encabezando la recuperación de los commodities.)          

En la extracción mundial del metal rojo, Chile tiene mucho mayor peso que Arabia Saudita en el   mercado del petróleo. Incluso nuestra producción interna, (sumadas Codelco y las grandes transnacionales, más la pequeña y mediana minería) supera en proporción a la parte de la OPEP en el mercado mundial. Si la OPEP puede influir en el precio de lo que produce, con mayor razón lo puede hacer Chile.

Solos podemos influir, pero más fuerza tendría nuestro país si nos unimos en un frente común con Perú y México, más otros países productores. Se necesita en consecuencia, una política nacional e internacional nueva, y activa para regularizar y estabilizar precios remunerativos; no seguir dependiendo pasivamente de los intermediarios financieros, incluso bancos transnacionales que hoy dominan, mediante el control de los inventarios, la compraventa y otras condiciones que rigen los precios del metal.

Las facultades legales para intervenir en el mercado mundial existen y están incorporadas en la ley que creó COCHILCO (Comisión Chilena del Cobre), pero hasta ahora ningún gobierno las ha ejercido.                           
El comercio exterior y sus perspectivas

A pesar del estancamiento de la economía mundial, el comercio exterior chileno está lejos de la situación propia de una crisis, sea de endeudamiento externo desmedido, de escasez de la disponibilidad de divisas o por retroceso propio de una recesión transnacional.

Por otro lado las reservas en moneda extranjera del Banco Central, más los fondos públicos soberanos de estabilización y previsión social, constituyen un sólido respaldo financiero, reconocido hasta por las agencias externas de calificación, todas de propiedad de transnacionales y poco simpatizantes de las reformas.

De producirse un déficit en la balanza de pagos totales, ese déficit no alcanzaría a igualar los altos niveles que sufren no pocos  países europeos. El tipo de cambio del dólar tras su elevación estructural de los últimos años ha contrarrestado en cierta medida la caída del precio de los minerales y ha beneficiado a los exportadores de todas las ramas.

Las presiones de algunos sectores importadores para que el Banco Central intervenga para bajarlo, deben ser rechazadas lo que tendría el respaldo amplio de empresarios que se han beneficiado con un dólar relativamente alto.

Hay que reconocer que los tratados comerciales firmados por Chile han sido en su gran mayoría favorables a nuestro comercio exterior al abrir nuevos mercados y potenciar nuestras exportaciones. También ha sido positiva la labor de Pro Chile. Esto ha contribuido al logro de una balanza comercial con superávit que ha influido positivamente a la balanza total de pagos, contrarrestando los fuertes beneficios que se llevan las transnacionales y los capitales extranjeros.

En relación con los mercados más grandes, llama la atención el TLC firmado con EE.UU. con el cual tenemos un déficit comercial permanente, pues, tal como algunos lo preveíamos, mientras los economistas oficiales lo negaban, las importaciones desde EE.UU. año tras año, resultan mayores que nuestras exportaciones.

En la misma línea, las exigencias de las transnacionales para imponer el Tratado Transpacífico (TPP), fraguado en secreto y sin una discusión previa e informada, ha suscitado fuerte repudio en Chile, EE.UU y otros países al punto que Hilary Clinton, además de Trump, ya anunció que lo retirará del Congreso.    

En los meses de Junio y Julio del 2016 exportaciones e importaciones anotaron una disminución en ambos  renglones, aunque algo mayor en las primeras, lo que generó un déficit reducido en esos meses.
A pesar de la fuerte caída de las exportaciones mineras, al comparar los siete primeros meses del presente con el año pasado, se mantiene la tendencia de largo plazo de un superávit estable en nuestra balanza comercial (2.700 millones de dólares en los últimos doce meses a partir de Julio 2015).

Los envíos agrícolas y pesqueros frescos y elaborados (incluidos, salmón, trucha, mejillones) registran aumentos moderados, a pesar de los problemas climáticos, sanitarios y sociales que han afectado a diversas regiones. En algunos casos, menores volúmenes se han compensado con mejores precios en dólares o más altos retornos en pesos.

En este sentido, es un importante apoyo el mantenimiento de un tipo de cambio alto del dólar ($650 -700), lo cual sería nefasto si se dejara caer. Las perspectivas de mediano plazo continúan siendo alentadoras. Se abren también posibilidades que se deben intensificar para que nuestras exportaciones incorporen mayor valor agregado, se industrialicen y se incorporen conocimientos tecnológicos innovadores.

Mientras algunas especies decaen, otras se recuperan, expanden y aparecen nuevas variedades con gran acogida. Sucede con los vinos, la palta, los frutos secos o deshidratados, (nueces, pasas, ciruelas, avellanas) arándanos. Diversos frutos nativos no se cultivaban, hasta que sus virtudes nutricionales fueron comprobadas, como es el caso más reciente del maqui, que de planta silvestre pasó a ser cultivo comercial de exportación; surgen también impensadas exportaciones como novillos en vivo, cerdo, aves y pavos, productos lácteos.

Según la Asoex (Asociación de Exportadores) la fruta fresca exportada en la temporada que terminó en Agosto 2016, es superior a la del año pasado y la más exitosa de los últimos cinco años. (US. 4.722 millones de dólares)

China y Asia, los grandes mercados para nuestras exportaciones

 Es indudable que la fruticultura y los productos agropecuarios de exportación encuentran notables oportunidades para expandirse con la incorporación de China, India, Indonesia, Vietnam  y otros países emergentes de Asia y Cercano Oriente, a los primeros lugares del listado de inmensos y crecientes nuevos mercados. Ya el boom del cobre en los años anteriores mostró la enorme capacidad compradora de la potencia asiática, convirtiéndose por lejos en el principal mercado para nuestro metal, dejando muy atrás a las economías tradicionales de Occidente.

En general, en estos años, China adquiere alrededor del 50% del total de nuestras exportaciones, una situación inédita en la historia de nuestro comercio exterior que obliga a mantenernos informados sobre su evolución y perspectivas y a estrechar lazos en todas las áreas de mutuas ventajas.  

La gran potencia asiática, hace algún tiempo adoptó una estrategia económica que se expresó en un impresionante auge de la construcción de viviendas, oficinas y obras de infraestructura para acoger a la población campesina que se volcaba a las ciudades y en las exportaciones de productos industriales de baja densidad técnica y reducido costo de producción.

Esto favoreció el boom del cobre. Hoy la estrategia china está concentrada en el crecimiento de su mercado interno y en la producción industrial de alto valor agregado y tecnología avanzada. La elevación del gasto de los hogares en bienes y servicios de consumo de la población, ahora es posible porque sus 800 millones de trabajadores activos han logrado mediante sus demandas, movilizaciones y respaldo gubernamental, mejorar sus salarios y otros beneficios sociales y subir en la escala internacional.

Por eso, ahora, y aunque la producción interna está respondiendo a esta nueva estrategia, el gobierno chino sabe que no basta y por eso estimula las importaciones de alimentos de calidad, nutritivos y certificados en cuanto a seguridad sanitaria.

En este campo, Chile ha alcanzado ya ciertas ventajas comparativas y es reconocido como un competidor de alto nivel. Tampoco se olvida que fuimos el primer país sudamericano en establecer relaciones diplomáticas, cuando Pekín aún estaba fuera del Consejo de Seguridad de las NN.UU.

Con sus 1.300 millones de habitantes, no sólo es el país más poblado de la tierra, sino que su ritmo de crecimiento económico es casi cuatro veces más rápido que el de las potencias occidentales, a pesar de que también ha sido afectada por el estancamiento de Occidente y la  crisis global.

Se necesita una política comercial, financiera, cultural, etc más vigorosa con Asia en general, y particularmente con China, que abarque todos los ámbitos y sus distintos sectores económicos y sociales en aras de una cooperación planificada a mediano y largo plazo que será en beneficio de ambas partes.               

El futuro en el post-neoliberalismo

Este año 2016 aún no salimos del bajo crecimiento, pero diversas actividades económicas vienen mostrando ampliación de inversiones o aumento importante de ingresos. Casi todos los analistas serios proyectan mejoramientos aunque moderados de los indicadores económicos principales.

Llama la atención la diferencia de enfoque entre empresarios y políticos de oposición de un lado que insisten en descalificativos sobre la gestión y el programa de reformas de la Presidenta Bachelet frente a la visión optimista sobre este tema que sostienen un número nutrido de inversionistas extranjeros que visitan el país.

Éstos reconocen que Chile sigue conservando un alto puesto como lugar atractivo para inversiones extranjeras, superior a muchos países del continente, mientras esos encarnizados adversarios, a pesar de las altas ganancias de sus negocios en Chile, prefieren invertir en otros países del continente, buscando sobre todo conseguir posiciones dominantes en esos mercados, porque en Chile ya los tienen copados.

Entre las ramas con perspectivas está el turismo, en sus dos caras. La demanda de residentes por viajes al exterior que crece por diferentes motivos (vacaciones, recreación, congresos, ferias) y la demanda desde el exterior por visitar nuestro país, por los mismos motivos. Ambas están creciendo notoriamente.

Desde ya en ambas sentidos hay beneficio, como se demuestra en la recuperación de los viajes aéreos internacionales y la demanda de nuevas inversiones rentables en infraestructura. Pero, en la medida que el turismo receptivo siga expandiéndose de preferencia y superando la salida de residentes, se va ampliando el saldo favorable de nuestra balanza de pagos.

A la vez se incrementan los ingresos nacionales de trabajadores y pymes que operan en diversas regiones, ciudades y zonas rurales, el comercio, hoteles y alojamiento en hogares, transporte, restoranes, artesanía, uso y pago de servicios públicos, como museos o parques naturales.

El proyecto Transforma Turismo de la Presidenta Bachelet pretende elevar la ya elevada cifra de 4,4 millones de visitantes que en 2015 dejaron en Chile 2.900 millones de dólares hasta alcanzar US. 8.700 millones dentro de diez años.      
                                  
Otra industria que va a experimentar un positivo salto cualitativo y cuantitativo es la energía. Hasta el gobierno de Piñera la situación se vislumbraba crítica para el futuro: racionamiento, altos precios, mayor contaminación, grandes proyectos rechazados, etc.

A partir de la reciente licitación eléctrica, se rompió con el oligopolio en la generación que tenían los grandes consorcios, Endesa, Enersis, Enel, Copec, etc  y dio paso a las energías renovables no convencionales. Triunfaron los proyectos más baratos y menos contaminantes de origen solar, y eólico. La noticia tuvo impacto mundial.

Al Gore, el ex –vicepresidente de EE.UU. dijo: “la nueva energía solar en Chile es la más barata de la historia.”

El precio licitado resultó a un promedio de 47,5 el Mwh  y las ERNC llegaron a ofertar a 29 Mwh, sin solicitar subsidio.

Lamentablemente ninguna empresa de capitales privados chilenos se presentó.    

(*) Economista. ex diputado, ex ministro de Economía del Gobierno de la Unidad Popular

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