Dos estudios recientemente publicados en la revista científica Global and Planetary Change revelaron que el bosque nativo chileno es el ecosistema relativamente más deforestado de Sudamérica desde la llegada de los conquistadores europeos, lo cual tiene severas consecuencias en el clima, en términos de aumento de temperatura y desertificación.
Ambos estudios fueron liderados por el ingeniero en recursos naturales renovables de la Universidad de Chile Álvaro Salazar, y le sirvieron para doctorarse en la Universidad de Queensland, en Australia, donde se especializó en interacciones superficie-atmósfera, área que combina climatología y ecología.
Con la ayuda de un modelo climático, el profesional comparó la vegetación natural original que había en Chile y otros seis ecosistemas latinoamericanos antes de la llegada de los españoles con la que quedaba a principios del siglo XXI.
«El bosque chileno es el más deforestado relativamente, ya que ha perdido 83 por ciento de su vegetación original, mientras que la Amazonía sólo ha perdido 14 por ciento de su cobertura», sostuvo Salazar.
El especialista, sin embargo, aclara que se trata de una escala relativa, ya que la Amazonía tuvo una superficie original de seis millones de kilómetros cuadrados, mientras que el bosque chileno abarcó 63 mil kilómetros cuadrados.
La deforestación en Chile Central es mayor que la de la Amazonia
Richard García
El bosque nativo chileno de la zona central es el ecosistema relativamente más deforestado de Sudamérica desde la llegada de los conquistadores europeos. Como consecuencia, el área muestra el mayor aumento de la temperatura superficial en verano en el mismo período.
Así lo aseguran dos estudios internacionales recientemente publicados en la revista científica Global and Planetary Change. Ambos fueron liderados por el ingeniero en recursos naturales renovables de la Universidad de Chile, Álvaro Salazar, y le sirvieron para doctorarse en la Universidad de Queensland, Australia. Se especializó en interacciones superficie-atmósfera, área que combina climatología y ecología.
Con la ayuda de un modelo climático, comparó la vegetación natural original que había en Chile y otros seis ecosistemas latinoamericanos antes de la llegada de los españoles con la que quedaba a principios de este siglo.
«Considerando todo, el bosque chileno es el más deforestado relativamente, ya que ha perdido 83% de su vegetación original, mientras que la Amazonia solo ha perdido 14% de su cobertura», indica el especialista a «El Mercurio».
Salazar enfatiza que se trata de una escala relativa, ya que la Amazonia tuvo una superficie original de 6 millones de kilómetros cuadrados mientras que el bosque de Chile Central llegó a los 63 mil km2.
El otro ecosistema que ha perdido gran parte de su cobertura vegetal original es la selva o mata atlántica de Brasil, que en el pasado cubría todo el borde oriental de ese país. Allí la pérdida llega a 81% de la superficie original.
En el estudio, el investigador y su equipo critican que la mayoría de las investigaciones sobre deforestación se han centrado en la Amazonia, pero que el resto de los bosques sudamericanos presenta una pérdida de cobertura arbórea tres veces mayor a la que ha experimentado esa región.
Con estos datos, los especialistas analizaron el impacto climático de la pérdida de bosque nativo. Según explica Salazar, este tipo de vegetación intercepta el agua de lluvia en su estructura, es decir, en la superficie de las hojas, ramas y troncos de los árboles. Esta agua se evapora y se transfiere a la atmósfera inmediatamente arriba de la masa arbórea, lo que, sumado a la infiltración de agua en el suelo, ayuda a enfriar el ambiente.
Con la deforestación, estos procesos se anulan.
«Es como si al cuerpo humano le suprimiéramos las glándulas sudoríparas y, por lo tanto, la capacidad de enfriarse por medio de la transpiración. Esto sin duda aumentaría la temperatura corporal. En regiones boscosas, las glándulas sudoríparas son los estomas (células especializadas) del incontable número de hojas de los árboles. Si las eliminamos, la tierra no tiene forma de enfriarse y, por lo tanto, la temperatura superficial aumenta».
Eso es justamente lo que ha ocurrido en Chile, dice, donde el incremento de la temperatura superficial en la estación seca (verano) en el último medio milenio ha sido de 1,4 grados Celsius, el mayor aumento en la región.
«Este proceso finalmente favorece la desertificación», advierte.
«Todo el mundo está preocupado del cambio climático por el efecto invernadero, pero hay que tener cuidado, porque si estamos hablando de la temperatura superficial, la deforestación puede ser tanto o más importante que el CO {-2} «.
Fuente: Economía y Negocios Online
http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=232828