La crisis de la devaluación del peso argentino tuvo un nuevo y severo episodio, con el alza del tipo de interés hasta el 60%, para intentar frenar el desplome de dicha moneda, que ya acumula una pérdida del 102% en el año.
En Chile se observa con preocupación el fenómeno, no solo porque Argentina está entre sus principales socios comerciales, sino principalmente, porque su economía pequeña y abierta, necesariamente importará la eventual recesión argentina.
Frenética jornada
En una frenética jornada, el Banco Central de Argentina (BCRA) decidió hoy subir los tipos de interés del 45 a un inédito 60% para tratar de frenar el imparable desplome del peso, que en 2018 lleva acumulada una pérdida del 102 % frente el dólar y del 96 % respecto al euro.
Mientras el Gobierno trata de transmitir normalidad ante el descalabro de la divisa -a pesar de que hasta ahora sus medidas no están surtiendo demasiado efecto- la sociedad argentina vuelve a vivir horas de incertidumbre por los vaivenes de su moneda, que tradicionalmente sufre continuos reveses por la alta inflación.
«La plata no sirve para nada. Hoy para llenar un carro en un supermercado necesitas 5.000 pesos como mínimo. 1.000 pesos te los gastas en cuatro pedazos de quesos, una bebida gaseosa.
Un desodorante está a 70 pesos. 100 pesos no existen ahora», cuenta a Efe en el centro de Buenos Aires el mensajero Walter Marches.
La moneda local se depreció hoy un 10,72 % frente al dólar y quedó en 38,20 pesos para la venta y 37 pesos para la compra, tras un continuo descalabro desde la apertura de mercados y una pequeña recuperación en los últimos minutos por la intervención del BCRA.
Esa cifra llega precedida, solo esta semana, de la caída del 8,15 % del miércoles, del 1,53 % el martes y de la estabilidad del lunes, aún contando con que el BCRA, en estos cuatro días, ha vendido 940 millones de dólares para contener el cambio, con el correspondiente descenso de reservas en esa divisa.
«No creemos que estemos ante un fracaso económico, ni mucho menos. La Argentina va a salir fortalecida de este proceso porque estamos tomando todas las medidas necesarias para
resolver los ajustes estructurales de nuestra economía», dijo a la prensa el jefe de Gabinete, Marcos Peña.
Mientras, el presidente Macri siguió de cerca las turbulencias desde la Casa Rosada, sede del Gobierno en la capital, y fue parte de su gabinete el que puso la cara ante los medios.
«En estos momentos de dificultades, aquellos que tenemos responsabilidad política tenemos que tener templanza, seguridad y poder de alguna manera transmitir confianza», expresó en el Council of the Americas 2018 el ministro del Interior, Rogelio Frigerio.
A mitad de la mañana, el BCRA anunció su decisión de volver a aumentar la tasa de interés, del 45 al 60 % -que medios locales colocan como la más alta del mundo-, en respuesta a la
coyuntura cambiaria y ante el riesgo un mayor impacto sobre la inflación.
La agencia Moody’s consideró que esta decisión «acentuará y prolongará la recesión que ya se ha iniciado». El avance de los precios -en julio un 31,2 % en términos interanuales- es el otro gran caballo de batalla del oficialismo, un problema que, como reconocen las autoridades del país, se ve también afectado por la valorización del dólar.
«Es una historia repetida, cada vez que hay un gobierno que no sea peronista, es una coincidencia que siempre pasan estas cosas: aumenta la inflación, el dólar. Como somos un país de mente dolarizada, se dispara», narra a Efe Gabriel Molina, de 58 años y empleado administrativo, convencido de que la moneda estadounidense es el mejor refugio para el ahorro.
Peña, una de las voces más influyentes del Gobierno, afirmó que «no hay una solución mágica» para la crisis, avaló la política macrista y descartó que el país recurra, como ya hizo en otras ocasiones, a suspender el pago de la deuda o a aferrarse a la emisión de dinero.
El Ejecutivo insiste en que la única solución es erradicar definitivamente el alto déficit fiscal, que asegura se viene acumulando desde hace siete décadas y se profundizó durante el mandato de Cristina Fernández (2007-2015).
Este miércoles, Macri anunció que pidió al Fondo Monetario Internacional acelerar el adelanto de un nuevo desembolso de fondos del crédito de 50.000 millones de dólares concedido en junio pasado para los tres próximos años, tras los 15.000 millones de dólares ya recibidos en ese mes.
El objetivo, según explicó, es garantizar la financiación para 2019 y eliminar la «incertidumbre» hacia el país.
La mecha de la crisis se encendió en abril pasado, cuando la subida de los tipos en Estados Unidos afectó fuertemente a mercados emergentes como el argentino, muy dependientes de la financiación externa, por la consecuente fuga de capitales a ese país.
A esta situación se suma una fuerte sequía, y la subida del precio mundial del petróleo, factores que han provocado que la economía pasase de crecer a caer por quinto trimestre consecutivo, el umbral de la recesión.
Sin acuerdo y colapso
por Alfredo Zaiat
La intensificación de la corrida cambiaria de los dos últimos días tiene su origen en un acontecimiento que para los grandes jugadores del mercado local e internacional no pasó desapercibido: se cayó el acuerdo con el Fondo Internacional firmado hace menos de tres meses.
El martes a la mañana, el presidente Mauricio Macri reconoció, en un breve mensaje, que su gobierno no puede cumplir con las metas de variables claves del pacto definidas por el entonces presidente del Banco Central, Federico “Yo no me quiero ir” Sturzenegger, y el que era ministro de Finanzas, Luis Caputo, y hoy principal mesadinerista del BCRA.
La imposibilidad de acercarse a los compromisos asumidos con el Fondo fue el verdadero anuncio del presidente Mauricio Macri y, posteriormente, ratificado por el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.
El desastre que provocaron fue que lo informaron sin tener cerrado uno nuevo ni, al menos, definido en términos políticos con el Directorio del Fondo.
La titular del FMI, Christine Lagarde, difundió un comunicado con lo único que podía decir: que continúa el apoyo a la administración Macri y que se va a iniciar la tarea de renegociar el acuerdo.
No podía hacer otra cosa porque la caída de la economía macrista también es su caída, por haber lanzado al FMI, otra vez más, a financiar una experiencia neoliberal que termina en caos.
Dujovne viaja de urgencia a Washington para renegociar los parámetros del nuevo acuerdo, con otro Memorándum de entendimiento y otras metas cuantitativas y cualitativas.
Su aprobación tardará entre dos y cuatro semanas.
Es un tiempo que parece una eternidad en el actual escenario de naufragio de la economía macrista. Es un espacio de incertidumbre extraordinario, que es lo
Fuente: Página 12
La fábrica de pobres de Macri y el FMI, con aval de EEUU
por Rodolfo Koé Gutiérrez (*)
Con la promesa del Fondo Monetario Internacional (FMI) de adelantar 29 mil millones de dólares de los recursos del crédito stand by para el año próximo a cambio de un mayor ajuste, el presidente argentino Mauricio Macri jugó la carta del “apoyo del Fondo para cumplir los compromisos de 2019”, en un mensaje de 102 segundos, esperando que con eso se aplacara la desconfianza.
No bien terminó de reconocer, en un mensaje grabado para televisión a las 9.30 de la mañana, que existe “falta de confianza en el mercado”, la demanda de dólares catapultó el precio de la divisa al record de 34,50 pesos (7,8% más que el día anterior). Y el anuncio de un nuevo acuerdo con el FMI para que adelante los desembolsos del crédito por 50.000 millones de dólares a cambio de un mayor ajuste fue interpretado como una señal de debilidad del programa económico.
“Macri nos dio la dosis en envase chico, como el veneno. Se tomó apenas unos segunditos para anunciar que le pidió al FMI un adelanto del préstamo para seguir pagando la deuda a los
especuladores. Y que el ajuste al pueblo se redobla”, posteó en las redes sociales Myriam Bregman del Frente de Izquierda y los Trabajadores.
La realidad muestras que la brutal escapada del dólar amenaza con disparar una inflación peor a la ya registrada, haciendo añicos el poder adquisitivo de los salarios, mientras la fuga de divisas, que se aceleró en los últimos meses, se está comiendo no solo las reservas, sino también los fondos ingresados por el préstamo del FMI además de los que el gobierno captura mediante nueva emisión de deuda interna.
Le recesión cobra diariamente un nuevo cierre de empresa y decenas de despidos de trabajadores. En los 102 segundos de discurso de Macri no hubo la más mínima referencia a estos temas. La “angustia y preocupación de muchos”, según su mirada, está dada por “esta situación tormentosa” con origen en el exterior.
¿Cómo puede ser que exista un país llamado Argentina, que es capaz de alimentar a más de 400 millones de personas (y que exporta granos para satisfacer a esos millones), pero que solo cuenta con el 10% de esa población, un tercio de la cual bajo la línea de pobreza? Y encima, en barriadas enteras van a los supermercados a “pedir comida“, se pregunta el economista Horacio Rovelli.
Añade que, paralelamente, cada vez se rompen nuevas cadenas de pagos, los telegramas de despido van al mismo ritmo de los cheques voladores: 550.000 cheques rechazados por falta de fondos en la cuenta libradora en lo que va del año.
No ingresan divisas genuinas, los exportadores de granos liquidan sus ventas con cuentagotas, pese a que la devaluación en los primeros ocho meses del año supera el 60%, con lo que creen, implícitamente, que el dólar va a seguir apreciándose en pesos, con una devaluación estimada en el 35% para todo 2018.
Según la Consultora Elypsis, muy cercana al gobierno, al gobierno de Macri le están faltando 45.000 millones de dólares para cubrir todos los vencimientos hasta diciembre de 2019, suma que en medio de la vorágine cambiaria no asegura que los tenedores de títulos argentinos estén dispuestos a cambiar deuda vieja por nueva.
No para la sangría de la fuga de capitales, de enero de 2016 a julio de 2018 se fueron del circuito real 49.477 millones de dólares según contabiliza el balance cambiario del Banco Central.
El FMI juega como instrumental y reaseguro técnico, pero el aval político es de los Estados Unidos, señala Rovelli.
Lo dice claramente su embajador estadounidense en Buenos Aires, Edward Prado:
“El Presidente está haciendo lo que debe hacer para que la economía funcione. EEUU y otras naciones están de acuerdo en que ha tomado el camino correcto. A la gente que tiene que pagar las cuentas de electricidad y de agua, y que gana un sueldo perjudicado por la inflación y la devaluación, le cuesta más aceptar los cambios porque se siente directamente afectada por ellos, pero tiene que saber que es un momento duro, pero necesario para avanzar”.
Una fábrica de pobres
“El modelo económico de Macri es una fábrica de pobres. Argentina está viviendo una crisis profunda, igual o más que la del 2001”, advirtieron el Movimiento Evita y la Confederación de
Trabajadores de la Economía Popular, en un comunicado conjunto.
“Hay que nacionalizar la banca para frenar la fuga de los especuladores que están saqueando el país. Un planteo elemental como parte de un conjunto de medidas para que la crisis la paguen los grandes capitalistas y no los trabajadores”, señaló el diputado Nicolás del Caño.
Macri pareciera no entender que la presión alcista sobre el dólar no está dada por cuestiones psicológicas sino por un brutal desajuste entre ingresos y egresos de divisas.
Argentina pierde 10 mil millones de dólares dólares al año en el intercambio comercial (importa más de lo que exporta), alrededor de la misma cifra en el intercambio turístico (gastan más los residentes cuando viajan afuera que los extranjeros que vienen al país).
Pierde 10 mil millones al año por el pago neto de intereses de la deuda Y pierde unos 20 mil millones de dólares también en las transferencias internacionales de empresas y particulares, que “fugan” más de lo que ingresa (aunque en los primeros siete meses de este año, ya superó esa cifra), señala el economista Raúl della Torre.
En total, explica, 50 mil millones de dólares de déficit anual, que deberían cubrirse con “lluvia de inversiones” o con nueva deuda externa: la lluvia de inversiones nunca llegó pese a las promesas presidenciales y la segunda se interrumpió cuando el sistema financiero internacional dijo basta, y, como consecuencia, explotó el tipo de cambio.
El aún presidente, orador de 102 segundos ante la grave crisis, insiste en que su principal aporte será seguir reduciendo el déficit fiscal, materia en la que asegura que “vamos muy bien”. Es decir, está orgulloso del ajuste y promete más despidos, haciendo caso omiso a los problemas de la economía real: el empleo, la producción y la satisfacción de necesidades básicas de la población.
«Con los anuncios solo no alcanza. Los dólares del Fondo no solo no alcanzan sino que no sirven. No le aclaran al mercado ni a la gente cómo van a continuar hasta fin de este año y a fin del año que viene. El mercado con esta reacción le está diciendo el Gobierno que si no hay un cambio de rumbo se la van a ver en figurillas», dijo Arnaldo Bocco, director del Observatorio de la Deuda Externa.
Aseguró que «la situación es muy delicada y no se puede seguir sacrificando reservas. El modelo no es sustentable y poner parches ya no sirve. Los inversores externos, operadores locales y la gente tienen muy claro esta situación».
Para Manuel Agis, ex viceministro de Economía, se está confundiendo un problema de liquidez con uno de solvencia. «La corrida no es de los inversores por la deuda. La corrida es porque el gobierno no puede intervenir. Los funcionarios no tienen los dólares líquidos para esta semana. Si el fondo te presta miles de millones de dólares pero no los puedes usar para controlar el tipo de cambio, no sirve», indicó.
Agis apuntó que este año la inflación estará arriba del 35 por ciento y el PBI caerá cerca de 2 puntos, mientras que en 2019 habrá “un fuerte ajuste fiscal y no hay elementos que colaboren para reactivar el mercado interno. La producción primaria (campo) es cerca del 10 por ciento del Producto. El resto va a estar estancado».
Es un final abierto, de cara a un año electoral: un gobierno desgastado por su propia concepción del mundo y por su impericia, y dos propuestas económicas que se perfilaban nítidamente como los “14 puntos” del exministro de Economía Roberto Lavagna –a quien algunos ven como el timonel necesario para capear la tormenta- , y la economía kirchnerista de defensa del trabajo y del mercado interno, fuertemente cuestionadas mediáticamente por fotocopias de un cuaderno de un suboficial del ejército argentino que denuncian supuestas corrupciones en el gobierno anterior.
Estas denuncias, ampliadas con gran despliegue de la prensa hegemónica, tienen el principal efecto de darle oxígeno al gobierno de Macri que destruye valor al ingresar a un proceso recesivo desindustrializador y expulsor de mano de obra, a la par que incrementa sin límite, la deuda externa, en medio de protestas generalizadas en todo el país contra las políticas neoliberales de ajuste impuestas por el FMI, con el aval de Estados Unidos.
(*) Periodista economico argentino, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
Fuente: Alainet