Uno de los más importantes desarrollos intelectuales de la humanidad es la Matemática. No resulta fácil definirla como ciencia de forma que todos queden satisfechos. La Wikipedia es una excelente colección de saber de libre acceso en internet, con la característica de que lo que aparece en ella goza de consenso.
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Es decir, todos pueden escribir algo en ella, pero se queda escrito solo aquello que no es negado o cuestionado por otros: lo consensuado. De esa forma, la Wikipedia alcanza un buen grado de credibilidad. ¿Y qué nos dice su versión inglesa acerca de la Matemática? Pues:
“Los matemáticos buscan patrones y los usan para formular nuevas conjeturas. Entonces resuelven la verdad o falsedad de tales conjeturas por medio de la prueba matemática. Cuando las estructuras matemáticas son buenos modelos de los fenómenos reales, entonces el razonamiento matemático puede proporcionar comprensión o predicciones acerca de la naturaleza.”
Eso ocurre mucho con una estructura matemática, particularmente algébrica, que de forma muy general puede expresarse como “la combinación lineal”. Se trata de un modelo de lógicas que ejercitamos constantemente entre nosotros: la capacidad de expresar algo como resultante de otros factores, que preferentemente deben ser independientes entre sí.
Los componentes puramente biológicos de un hijo podrían modelarse teóricamente como una combinación de sus progenitores. En esa combinación decide la participación de cada factor. Una hija que se parece mucho a su madre quizás tenga un 55 % de ella y solo un 45 % del padre. Esos porcentajes serían, groseramente, los coeficientes de la combinación lineal. Si nos permitimos escribirla sería algo así como:
A = (c1 x B) + (c2 x C) + …
y en este caso c1 sería el grado de participación de la madre B en la hija A, y así sucesivamente.
Esto se convierte en una herramienta valiosísima para la Mecánica Cuántica. Cuando se pretende representar un sistema tan inalcanzable a nuestros sentidos como una molécula de escala nanoscópica, mil millones de veces menor que un metro, es bueno recurrir a funciones conocidas B, C, … de átomos para combinarlas linealmente y así tener un modelo de la función que deseamos representar, digamos, de una molécula A.
Lo más importante de este artefacto matemático es que nos puede servir para comprender también muchas cosas de la vida social. Los que creemos que la humanidad debe avanzar de forma natural hacia relaciones de solidaridad, cooperación y progreso para todos, lo que para muchos se llama socialismo, sin que alguien le robe el trabajo a otro, tenemos frecuentemente ante nosotros formas de aplicar este razonamiento.
Cuando se ha creído que toda la propiedad del socialismo debe ser estatal, se plantea un sistema donde esta tiene el 100 % como coeficiente de la combinación lineal. La participación de todas las demás formas de propiedad se decreta como nula.
Así lo quisieron hacer algunas revoluciones que se declararon socialistas en los jóvenes tiempos de sus triunfos. La vida las condujo a que es más conveniente una combinación lineal donde la propiedad se pueda expresar en términos de una participación de varios tipos: estatal, cooperativa, individual, etc. Y hoy progresan indeteniblemente, con mucho éxito.
Algo similar ocurre con el bienestar social. Muchos sostienen que la fuente de los recursos que una sociedad dedica a la redistribución para que todos disfruten de derechos inalienables a la condición humana, como es la educación y a salud, solo debe ser estatal: un coeficiente del 100 % en la combinación lineal. La razón es muy clara: los recursos que pueda aportar cualquier individualidad o empresa para ese bienestar social pueden convertirse en una fuente de privilegio para el donante.
Pero también es verdad que esa indeseable salida puede estar entre las prohibiciones que se establezcan como condiciones para la donación. De esa forma se puede minimizar el peligro, sin renunciar a importantes ayudas que significan la cooperación específica de muchos individuos, empresas y organizaciones sociales de todo tipo. Aquí la combinación lineal nos vuelve a ayudar como modelo de pensamiento y acción: los coeficientes de participación del estado y otras entidades en el bienestar social es el verdadero objeto de las políticas socialistas. Y darle el 100 % a cualquier participante es una polarización indeseable.
En los EEUU, en una orilla del río Delaware, existe una ciudad llamada Camden del estado de New Jersey, que funciona como un suburbio unido por el puente Franklyn a la fabulosa Filadelfia, que está en el estado de Pennsylvania. De otrora emporio industrial degeneró en barrio marginal durante el proceso de reconversión industrial de la segunda mitad del siglo XX.
Cuando en las sociedades aparecen criterios dominantes donde la misericordia y la solidaridad pasan al segundo plano, ese tipo de situaciones económicas provocan que colectivos humanos completos degeneren y que los que otrora creaban valor trabajando en una fábrica queden desamparados. Y sobre todo sus hijos, lo que hace que el futuro se deprima antes de ocurrir.
Por eso es que es preciso dejar algún coeficiente de la combinación lineal para acciones individuales o de organizaciones caritativas. En este caso Camden tiene la suerte de tener una universidad pública y que en esa universidad existan profesores con iniciativas, innovadores.
Nos referimos a la Dra. Gloria Bonilla Santiago, puertorriqueña radicada en New Jersey, que desde su cátedra en la Universidad Rutgers ha desarrollado una acción social que contribuye monumentalmente desde hace varios lustros a que la ciudad quebrada y los hijos de muchos de sus pobladores tengan un futuro cierto. Con el apoyo de donantes, muchos anónimos o anonimizados, ha establecido una serie de entidades educativas que comienzan con una suerte de círculo infantil y terminan en un instituto preuniversitario, en la denominación cubana.
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Así, una población de muy diversos orígenes, con desigualdades económicas y culturales que a los cubanos nos cuesta imaginar por lo ausentes en nuestra sociedad, está logrando alcanzar los niveles más altos y competitivos de educación, comparables con los de los sectores más privilegiados de la sociedad norteamericana. Una política del 100 % para el estado en el coeficiente de la combinación lineal hubiera hecho imposible este trabajo.
Las diferencias entre las sociedades cubana y norteamericanas actuales suelen ser enormes, para bien y para mal. Las que nos favorecen evitan que la marginalidad social sumerja comunidades completas en la ignorancia, el vicio y la ausencia total de oportunidades.
El efecto sobre decenas de comunidades cubanas después de la desaparición de su principal sustento, el de muchos centrales azucareros que dejaron de existir en los años iniciales de este siglo, fue demoledor y se atenuó gracias a la sagrada política del estado revolucionario cubano de no dejar nunca a nadie desamparado y a nuestra propia organización social. Quizás la actividad de Gloria, con su pequeño e importante coeficiente de participación en el bienestar social de nuestros vecinos norteños, tendría poco espacio de necesidad en Cuba.
Sin embargo, ¿podemos garantizar que el estado revolucionario se pueda hacer cargo con un coeficiente del 100 % de este bienestar social en todas las comunidades cubanas?
Y si no puede ser así, ¿cuál es la solución? ¿Se deben desarrollar espontáneamente iniciativas privadas de caridad allí donde aparezcan esas necesidades y un poder tan democrático como el nuestro permanecer indiferente, sin participar colaborativamente? ¿Se debe prohibir este tipo de iniciativas?
¿Se deben regular para favorecer o para limitar combinaciones lineales proactivas de bienestar social? Probablemente sea necesario llegar a acuerdos sociales profundos, meditados, democráticos, esencialmente socialistas, para la política más efectiva en este campo tan sensible.
Doctor en Ciencias Químicas y miembro Titular de la Academia de Ciencias de Cuba. Preside la Sociedad Cubana de Química y el Consejo Científico de la Universidad de La Habana.
Fuente: Cubadebate