Soy hombre, y por lo tanto me encuentro completamente desautorizado para opinar sobre el acoso callejero. Básicamente, porque no he padecido la experiencia del acoso callejero sistemáticamente a lo largo de mi vida, entonces no sé de lo que se habla. De todos modos, considero que la exposición de lo que sucedió hoy viernes 20 de marzo en la sesión del Concejo Municipal de Maipú en la que se tocó el tema del Proyecto de Tren Alameda-Melipilla es importante, para que las mujeres expresen sus ideas.
La exposición del proyecto, en lo tocante a la comuna de Maipú, correspondió a una profesional del Grupo EFE, Empresa de Ferrocarriles del Estado. Yo, que estuve presente en el concejo, percibía “algo” en el ambiente, medio obsceno, medio rancio.
El Salón del Concejo, ubicado a un costado de la Plaza de Maipú, estaba repleto. Abarrotado. No cabía más gente. Habían vecinxs, representantes del Grupo EFE, integrantes del concejo municipal, etc.
De hecho, muchxs de lxs interesadxs no pudieron ingresar, y se quedaron en el pasillo.
El ambiente, digo, estaba enrarecido, según mi percepción.
A poco andar descubrí qué era “eso” que enrarecía el ambiente. “Eso” eran ciertas miradas, turbias, lascivas, “verdes”, etc., que se dirigían hacia la mencionada expositora.
Todo esto que estoy refiriendo cruzó mi mente en cosa de segundos.
Con posterioridad, las miradas “verdes” se vieron reforzadas por murmuraciones, por comentarios en voz baja, por ruidos.
Lamentablemente, tras presentar a la mencionada expositora, luego de que se oyera uno de estos ruidos, el presidente del Grupo EFE señaló:
“El que silbó… Vale la pena”.
Es decir, actuó en un sentido contrario al del trabajo que pacientemente, trabajosamente, y a costa de humillaciones, ha hecho el Observatorio Contra el Acoso Callejero (OCAC), y que se vio refrendado hace apenas unos días con la presentación de un proyecto de ley que sanciona el acoso callejero.
A los dichos del presidente de EFE (“El que silbó… Vale la pena”), reaccionó la concurrencia con una risa generalizada.
Estamos hablando de muchas personas agolpadas en un salón.
Cuando le tocó hablar a la mencionada profesional, dijo: “Perdónenme que les dé la espalda”.
Es decir, actuó deferentemente, respetuosamente, con consideración hacia la audiencia.
Lo que siguió a esos dichos fue una carcajada estentórea, una risotada generalizada y vulgar.
Nadie de lxs integrantes del concejo dijo nada.
Me atreví a consultarle a la afectada (no sé si hice bien), terminada la sesión.
Ella me dijo que no le afectaba “para nada”:
“Yo creo que uno cuando viene con claridad, sabe su trabajo… Hombres como mujeres pueden estar expuestos a distintas situaciones, pero siempre que uno esté en confianza y con seguridad, y con la tranquilidad de cuál es el espíritu de su trabajo, termina imponiéndose con eso. Con los conocimientos. Particularmente en el tema de las mujeres profesionales siempre nos pasa”.
Claro, un hombre no necesita aplicar tanto esfuerzo para que no lo agarren para el hueveo en una actividad pública.
(*) Director del Diario La Batalla de Maipú.
Fuente: La Batalla