sábado, junio 15, 2024
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A 40 Años del Golpe: El País No Puede Renunciar a la Verdad y la Justicia

Como se esperaba, en estas semanas se instaló con fuerzan inusitada el tema del recuerdo de los 40 años del Golpe de Estado y la mirada sobre temas de Derechos Humanos, el perdón, etc. En su intervención, en el homenaje a Marta Ugarte, en el Museo de la Memoria, el Presidente del Partido Comunista, diputado Guillermo Teillier, la cual reproducimos íntegra a continuación, estableció la posición de su partido respecto a estos asuntos.

Señor Ricardo Brodsky, director del Museo de la Memoria.
Compañeras y Compañeros.
Señoras y Señores;

En estas semanas estamos evocando uno de los momentos más trágicos de la historia contemporánea de nuestro país. Se cumplen 40 años del Golpe Militar que puso término al gobierno constitucional del doctor Salvador Allende y a un proyecto de desarrollo social, económico e institucional destinado a tener un país más justo, equitativo y democrático.

Precisamente esta noche somos partícipes del sentido homenaje por parte de don Ricardo Brodsky  a una compatriota, militante del Partido Comunista, la compañera Marta Ugarte, víctima de un crimen horrendo perpetrado por agentes del Estado. Ella forma parte de la lista de más de 3 mil chilenas y chilenos ejecutados o detenidos desaparecidos en operaciones planificadas y realizadas por la dictadura.

También, veremos un documental que sintetiza la historia del Partido Comunista a lo largo de un Siglo de luchas por los derechos de los trabajadores, por una democracia auténtica, por el desarrollo armonioso del país, y su contribución a la cultura y el arte, a la educación y a los derechos de la juventud, las mujeres y todas y todos los hijos de esta tierra.

En ese documental queda muy claro algo en lo que hemos insistido con justeza: el Partido Comunista de Chile jamás estuvo comprometido en acción alguna destinada a socavar el sistema democrático y jamás alentó o participó en acción alguna cuyo objetivo fuese poner término a la institucionalidad, violar la Constitución o echar abajo un gobierno legítimamente electo por los ciudadanos. Cosa distinta fue el supremo esfuerzo que hizo nuestro Partido por terminar con la dictadura de Augusto Pinochet, que persiguió de manera genocida a partidos políticos, organizaciones sociales y a gran parte de las chilenas y los chilenos.

Los comunistas respaldamos lealmente al Presidente Salvador Allende después que fuese elegido en las urnas, participamos activamente en el Parlamento y desarrollamos un programa de gobierno y popular dentro del marco institucional, con pleno respeto a la Constitución.

Ciertamente que el país vivió, el año 1973, una situación muy compleja y tensa. Pero el Golpe de Estado no era necesario y la salida violenta era antidemocrática. En rigor histórico, el Presidente Allende, los comunistas y otros sectores democráticos, hicieron las gestiones y plantearon las opciones para materializar la salida a la situación presentada por los cauces institucionales. Pero se impuso una alternativa anticonstitucional, golpista, reaccionaria, desarrollándose por la vía violenta el plan de un grupo del alto mando militar, de la derecha, de segmentos antidemocráticos y, como ya se documentó, del gobierno de Estados Unidos.

Podrán existir miradas distintas sobre los sucesos de aquel año, siempre bajo un prisma ideológico, pero es vital que todo análisis se haga respetando la veracidad y los hechos objetivizados. Lo concreto es que, ante una situación muy difícil, unos promovimos una salida institucional y democrática, y otros promovieron el golpismo y la ruptura del sistema democrático pasando por arriba de la Constitución.

Al cumplirse 40 años del Golpe de Estado, ante el estupor de la opinión pública, siguen apareciendo situaciones consecuencia de una de las características más horrendas y dramáticas de la dictadura instalada el 11 de septiembre de 1973: las violaciones a los derechos humanos, los crímenes de lesa humanidad y el irrespeto a derechos civiles de millones de compatriotas. Es así que ahora se informa de niños entregados a monjas después de que sus padres fueron asesinados por militares, la existencia de al menos nueve mujeres embarazadas que fueron asesinadas o desaparecidas sin conocerse el destino de esos niños, si nacieron; y la fabricación y uso de armas químicas, seguramente para asesinar opositores.

Nosotros en estos días debemos insistir en un precepto establecido a nivel internacional por Naciones Unidas. El país no puede ni debe renunciar al derecho de saber, el cual contiene el derecho a la verdad, el derecho a la justicia y el derecho a la reparación, como el remedio más eficaz a los nefastos efectos de la impunidad.

Tampoco podemos renunciar al derecho de la memoria que establece: “El conocimiento por un pueblo de la historia de su opresión pertenece a su patrimonio y como tal debe ser preservado por medidas apropiadas en el nombre del deber de la memoria que incluye al Estado y con la finalidad de preservar del olvido la memoria colectiva, principalmente para prevenir el desarrollo de tesis revisionistas y negativistas”.

Cualquier proceso de reencuentro que debe preceder a cualquier intento de reconciliación debe sustentarse en conocer la verdad completa, en encaminar los procesos judiciales necesarios y garantizar la reparación a las víctimas y sus familiares. Eso permite construir una sociedad madura, sana y que se reconoce en el pasado, da certidumbres en el presente y fortalece su futuro.

Nosotros apelamos a la alta responsabilidad de los altos mandos de las Fuerzas Armadas y de quienes fueron parte de la dictadura en ministerios y organismos de todo tipo. Ellos deben tener la voluntad y la honorabilidad de utilizar de manera sistemática metodologías y técnicas de Inteligencia, investigativas y documentales para dar con toda la verdad de lo ocurrido, en un compromiso franco y verdadero que despeje las dudas que se levantan respecto de la sinceridad con que han actuado en sus compromisos de buscar la verdad.

En el marco de los 40 años del Golpe militar, las Fuerzas Armadas tienen la oportunidad de responderle a sus ciudadanos y contribuir a la verdad y la justicia para garantizar que Chile entre realmente en otro periodo de su historia. No se trata de venganzas ni revanchismo, simplemente de avanzar sobre situaciones precisas que requieren respuestas.

Al mismo tiempo, y dado los hechos históricos contemporáneos, es necesario que en las instituciones militares y policiales de Chile se excluyan conceptos como el “enemigo interno”, la “seguridad nacional”, y de interferencia en la política contingente. Las sociedades modernas y democráticas requieren que sus cuerpos armados institucionales sean garantes de la soberanía y del servicio a la ciudadanía, con alto profesionalismo y no deliberantes. El “Nunca más” debe ser conceptualmente aceptado y acatado por todos, civiles y militares.

Esto va más allá de pedir o aceptar el perdón. Sin duda esos son gestos contribuyentes a la reconstrucción de la historia y el reencuentro de la sociedad. Sin embargo, ética y conceptualmente, esos son actos individuales, loables, pero personales. Desde el punto de vista institucional, de Estado, de funcionamiento de país, lo que se necesita en casos de violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, es la aplicación de la doctrina jurídica, de las leyes y de los valores que rigen a la sociedad. Y en ello, insisto, es vital la verdad y la justicia sobre casos de crímenes cometidos por agentes del Estado.

En los instrumentos de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos, se establece que el perdón, si procediera, debe ir acompañado del reconocimiento de los hechos punibles y del arrepentimiento y de esa manera responder a los deseos y necesidad de justicia. Si un partido político plantea en su declaración de principios que sus militantes deben adherir al “proceso libertador del 11 de septiembre de 1973”, quiere decir que aun estamos lejos de superar la impunidad vigente.

Para terminar, sólo puedo decir en esta fecha de recuerdo de los 40 años del Golpe de Estado, que el Partido Comunista de Chile, llevando en su memoria ejemplos como los de Marta Ugarte, redobla su compromiso con la democracia y con los derechos del pueblo, con la verdad y la justicia, y contribuirá al reencuentro en base a los planteamientos arriba señalados.

Muchas gracias.

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