domingo, noviembre 24, 2024
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El Consumo como Forma de Acción Política

Ante la colusión de supermercados, empresas proveedoras de productos básicos, consorcios navieros, y tal vez otras relaciones comerciales que aun no alcanzan a ser fiscalizados o que tienen en proceso la fiscalización o auditoria en curso, podemos darnos cuenta claramente de un solo beneficiario, el cual no es la gran población consumidora.


Más bien es el pequeño gran consorcio, que bajo políticas económicas liberales, se ve beneficiado gracias al desarrollo de una irregular e ilegal política de relaciones entre pares. Y el principal afectado, la población chilena.

Al amparo de las políticas neoliberales de comunicación masiva, hemos visto crecer la demanda de productos no de primera necesidad, sino de algunos bienes suntuarios que ya son parte de la cotidianidad  y nos hacen creer que son de primera necesidad, como es el caso de las bebidas colas, las cuales, gestan secuelas como la obesidad y la diabetes. Pero que  al amparo de la política nacional, se sustentan solamente en la regulación del mercado, lo cual significa, si puede pagar el producto, pues, tómelo. O mas bien, si no puede pagar pero lo quiere, se lo fiamos y lo paga en módicas cuotas solo que con un interés muchas veces no entendido.

La actual vorágine del consumo capitalista, genera satisfacciones personales a la hora de llenar los carros de supermercados con ofertas increíblemente alcanzables dentro del dinero proyectado, pero que no satisfacen las necesidades básicas de la alimentación familiar.

Ofertas como kilos de azúcar, kilos de sal, kilos de fideos y preguntamos ¿para qué tanto de todo? Y, sin embargo, al abrir el cajón de los víveres sigue faltando lo fundamental, lo sustancial, la variedad de lo cotidiano, la sopa para el frío, la chancaca para pasar las empanadas, el merquen como sazón ahumador, entre otros productos, que han sido desterrados de las alacenas familiares por productos que alcanzan solamente a vislumbrar el consumo como un hecho inconsciente he imprudente.

Comprar es un acto político y revolucionario. Al establecer las necesidades familiares, es imperante establecer el plan de compra en relación a la necesidad familiar, no impuesto por parte de los medios, es imperante abastecerse de los mercados locales, es necesario potenciar el desarrollo comercial local, los almacenes, las peluquerías, los talleres de reparaciones varias, los cuales son el reflejo de lo público.

En este contexto, es necesario y urgente promover un cambio. Las soluciones locales deben combinarse con planteamientos globales, y, aunque son muchas las perspectivas y posibilidades de la lucha ciudadana es que se propone el consumo como un acto politico.

En una sociedad donde los poderes facticos en gran medida han reducido a los ciudadanos a consumidores. Del mismo modo, cada acto de consumo puede ser una forma de activismo que nos lleve hacia un mundo más justo, más humano, y también que, en lugar de alinearnos, nos ayude a desarrollar nuestras capacidades.

Se trata, entonces, de construir criticamente, y tambien consumir con criterio; esto es, comprar lo que necesitamos y no lo que la publicidad nos dice que deseamos, y superar la idea de la propiedad como única forma de posesión.

Los barrios poseen patrimonios tangibles he intangibles, los cuales contribuyen a generar la esencia, la identidad, el sentido social, y sus relaciones comerciales son el fiel sentir de la clase, donde se reflejan las angustias y opresiones, donde se comparte el pan. Y el que lo distribuye, lo entrega por docenas a la familia del difunto, donde se hace la colecta para el necesitado o se desarrolla la economía de proyección financiera vecinal, como lo son las tan anheladas “pollas”, situaciones que han desarrollado familias, y ante el desarrollo de los consumos masivos han ido perdiendo presencia y la vecindad cada vez mas se atomiza y se avergüenza de compartir sus necesidades e incluso de mirar de frente a sus compañeros vecinos.

Como lo anticipa Karl Marx en sus Manuscritos:

“El grado de conciencia al que aspira la clase obrera, necesario para la transformación revolucionaria, es nada menos que el que permite liberarse de un sistema de necesidades basados en la necesidad de poseer cosa, y donde la lógica de la propiedad privada lleva a que la satisfacción por excelencia pase sólo por la apropiación individual del bien, para ser propietario: usar, consumir, mostrar y usufructuar de lo deseado”.

Con nuestro consumo cotidiano podemos incidir directamente en la construcción de un mundo mejor; introducir un componente ético en un sistema económico que quiere dejar fuera de escena toda consideración moral o humana.

Los cambios sociales se gestan a partir de la claridad de las transformaciones que se deben desarrollar. No sirve un día no comprar en un supermercado. Para desarrollar una sociedad justa y digna debemos conocer lo que entrega el sentir a dichas palabras en el clamor popular.

La justicia se encontrará en la sentencia que el pueblo le entregue a la felonía cometida contra él. La dignidad será recuperar lo nuestro, lo publico, donde algunos jugábamos y otros jugaron, pero no está más, en esa pichanga de arboles cuneteros como arco, con los abuelos sentados mirando como los críos se desarrollaban y parte de la familia barriendo la calle y compartiendo con los vecinos las aventuras de la vida.

 (*) Geógrafo de la Universität Tübingen. Coolaborador ICAL

Fuente: ICAL

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