sábado, noviembre 23, 2024
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El Mensaje de Luther King Resuena en Baltimore

“Un disturbio es el lenguaje de los no escuchados.” Las palabras de Martin Luther King, dichas por primera vez en 1966 durante una entrevista con Mike Wallace de CBS, se hicieron eco por las calles de Baltimore mientras las personas buscaban una explicación a la violencia que destruyó parte de la ciudad y sorprendió a la nación. La violencia estalló el lunes tras el funeral de Freddy Gray, el joven negro que murió bajo custodia policial. Hay quienes hablan de “la otra Baltimore”, la que no consigue llamar la atención.

Los líderes de la comunidad dijeron que los disturbios y saqueos no podían ser tolerados y muchos marcaron una clara diferencia entre los que desde hace muchos días participaban en protestas pacíficas por la muerte de Freddie Gray y la violencia que estalló el lunes por la tarde.

Al mismo tiempo, los comentaristas apuntaban a una ciudad dividida, una comunidad en la que no todo el mundo se sentía incluido en la llamada Ciudad del Encanto. Cuestionaron a una policía que usa una fuerza innecesaria y señalaron una cifra de desempleo en algunos sectores de la comunidad que alcanza el 70 por ciento.

Sugirieron también que algunos jóvenes negros se sienten privados de sus derechos como lo sentían sus equivalentes en abril de 1968, cuando estallaron disturbios en la ciudad –y en más de 100 ciudades de todo el país– a raíz del asesinato del Dr. King.

Dan Rodericks, un columnista del Baltimore Sun, recordó a sus lectores que ya en la década de 1980, Billy Murphy, un hombre que ahora es el abogado de la familia de Freddie Gray, se postuló como alcalde, planteó la cuestión de “la otra Baltimore, la Baltimore pobre y rota que nunca parecía conseguir la atención que necesitaba”.

Murphy mismo volvió a plantear la cuestión a una presentadora de la CNN. Cuando se le dijo que algunos de los que habían estado lanzando piedras a la policía el lunes, no tenían más de 13 o 14 años, respondió: “Eso demuestra el nivel de alienación que existe. Eso no justifica la violencia, pero la explica”. Y agregó: “Creo que es más importante preguntarse ‘por qué’ en estas circunstancias”.

Freddie Gray fue detenido el 12 de abril y murió una semana después por una lesión en la columna que presuntamente sufrió o bien mientras estuvo detenido o mientras era transportado en el patrullero. El funeral el lunes del afroamericano, de 25 años, fue seguido por violentos disturbios y saqueos, lo que llevó el alcalde a anunciar un toque de queda de una semana y a cerrar las puertas de las escuelas públicas.

Los manifestantes incendiaron coches de policía y edificios en varios barrios, saquearon un centro comercial y tiendas de venta de bebidas alcohólicas, prendieron fuego a tiendas y edificios, y lanzaron piedras a la policía antidisturbios.

Gray fue criado en Sandtown-Winchester, una zona pobre del oeste de Baltimore, donde casi el 50 por ciento de los residentes están desempleados. Un tercio de las propiedades en el barrio están abandonadas y una cuarta parte de las familias reciben Asistencia Temporal para Familias Necesitadas (TANF, por sus siglas en inglés), según muestran las estadísticas del Instituto de Justicia Política.

Gray vivía de una indemnización por una demanda presentada por él y sus dos hermanas por contaminación de plomo contra el propietario de su casa de la infancia, según The Washington Post. El diario citó escritos que describían paredes y marcos de ventanas con suficiente plomo para “envenenar niños y dejarlos incapaces de llevar una vida funcional”.

Más del siete por ciento de los niños de seis años o menos que viven en esta área tienen niveles elevados de plomo en sangre, según muestran las estadísticas. El ingreso promedio de los hogares de esta zona es sustancialmente menor que el promedio nacional de EE.UU., con cada casa que sobrevive con apenas 24.000 dólares anuales.

La escalada de la situación fue comparada con los disturbios en Ferguson tras la muerte del adolescente negro Michael Brown a manos de un policía blanco. Ferguson es otra área asolada por la pobreza, donde una de cada cuatro familias vive por debajo del umbral de pobreza en 2012.

Fuente: The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Manifiesto del militante contra la Guerra de Vietnam, la brutalidad policial y el encarcelamiento masivo de afroamericanos sobre el levantamiento de Baltimore

Carl Dix (*)

El levantamiento de Baltimore ha transmitido el inconfundible y potente mensaje de que está llegando a su fin una época de aceptación por parte de la gente de los intolerables asesinatos y la brutalidad sin fin de la policía.

La tortura y el gratuito asesinato de Freddie Gray –junto al encubrimiento y las insultantes mentiras que circulan en estos momentos– es sólo la última de una larga serie de horrores de ese tipo perpetrados no sólo en Baltimore, sino en todo Estados Unidos.

De North Charleston, en el estado de Carolina del Sur, a Ferguson, en Missouri; de Pasco, estado de Washington, a la ciudad de Nueva York, y más allá…

¡ESTO TIENE QUE ACABAR!

Las autoridades y los medios de comunicación se lamentan por la «violencia». Se indignan por la rotura de ventanas, pero no por el cuello roto de Freddie Gray. Ambas instancias se enojan por la destrucción de propiedad, pero no por la destrucción de niños negros y morenos.

¿Violencia? ¿Qué me dicen de la violencia incesante que inflige la policía a las masas de población negra y latina en todo Estados Unidos? ¿Qué opinan de la violencia –de récord mundial– que impregna una sociedad en la que un joven negro de cada tres tiene la probabilidad de cumplir condena de prisión antes morir? ¿Qué decir de la violencia que tiene a casi un millón de hombres y un número creciente de mujeres negros languideciendo en las cárceles? ¿Y qué hay de la violencia con la que se comporta la policía en los guetos y barrios, como un ejército de ocupación, al igual que los ejércitos de ocupación de EE.UU. se comportan como una policía en todo el mundo?

Esto es Estados Unidos, y todo su sistema ha sido construido sobre la base de una violencia cruel, injusta e interminable, aquí y en todo el mundo, y que continúa en la misma empresa. Estos criminales de primera categoría y sus apologistas no tienen absolutamente ningún derecho a criticar lo que las masas hacen cuando están hartas, cuando no pueden aguantar más, y cuando se ven obligados a expresarlo.

Ante el asesinato y el terror ¿no está justificada la resistencia?

Son los que insultan a los que se rebelan llamándoles matones, mientras los verdaderos matones reales quedan impunes y reciben vacaciones pagadas. Y los que dan órdenes a los matones no sólo no reciben castigo sino que ostentan puestos en los más altos niveles de gobierno.

Aquí, en esta tierra de ladrones y hogar de esclavos [1] , acusan de saqueo a los que se rebelan, cuando los poderes fácticos han saqueado a los negros como pueblo durante siglos, en paralelo y como parte de un mismo saqueo de continentes enteros.

Prometen justicia desde el Departamento de la Injusticia y su sistema judicial amañado, en lo que es sólo una estrategia de denigración a los ojos de la gente. Sacar a la calle a la Guardia Nacional significa una sola cosa: más violencia insensata contra el pueblo. ¡NO! ¡NO! ¡NO!

La historia y la realidad actual muestran que hasta tanto la gente no se alce y se niegue a jugar el juego de la injusticia, la indignación y el horror continuarán. Todos debemos estar del lado de los rebeldes de Baltimore, negarnos a condenarlos e intensificar la lucha para PONER FIN a los asesinatos de la policía y al encarcelamiento en masa.

Este es un clamor y una llamada a toda la sociedad a ponerse de pie y decir ¡BASTA! ¡ESTO DEBE CESAR!

(*) Activista afroamericano, natural de Baltimore y organizador y miembro activo de la campaña Stop “Stop and Frisk” (Alto a los registros arbitrarios). En su día fue uno de los primeros soldados de leva que se negaron a luchar en la guerra de Vietnam, por lo cual sufrió dos años de prisión.

Fuente: STOP MASS INCARCERATION

[1] Del original “… home of the slave”. Aquí hay un juego de palabras a partir de una estrofa del himno nacional que habla del país como “home of the brave”, hogar de los valientes. (N. del t.)

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