Papeles de Coyuntura y Tendencia
LA MOVILIZACION: TALON DE AQUILES DE LA DERECHA
Documento Nº 10
Julio 2019
El gobierno de Piñera en caída libre
Después de la cuenta presidencial, el gobierno realizó el 13 de junio un ajuste ministerial “simulado” o de “macetero”, en medio de preocupantes indicadores económicos. En ese momento ya se había conocido la Encuesta de Expectativas Económicas, que rebajó la proyección de crecimiento ubicándola bajo el 3%.
El cambio de gabinete coincidió con la aparición de la encuesta CEP, cuyos resultados fueron lapidarios para el gobierno. Entre sus registros se cuenta que el 61% de los chilenos considera que el país está estancado, hubo un retroceso de 12 puntos tanto para Piñera como para su gobierno, la evaluación del presidente como personaje político bajó a 29%, y la desaprobación marcó 40%. según la encuesta, Piñera le da confianza solo a un 28% de los chilenos, mientras un 66% siente desconfianza. En un rango de 1 a 7, sacan nota roja las políticas de transporte público (3,7), crecimiento económico (3,6), educación (3,5), migración (3,4), empleo (3,4), delincuencia (3,1), salud (3,0), pensiones (2,8). Las cifras sectoriales de la economía no repuntaron en el segundo trimestre, la producción industrial se contrajo, y la desocupación alcanzó el 7,1% en el trimestre marzo-mayo.
Aunque de muy limitado alcance, el ajuste ministerial fue la confesión de los fracasos del gobierno en algunas áreas. En Relaciones Exteriores salió Roberto Ampuero, que llevó adelante una política exterior subordinada al gobierno de Estados Unidos, expresada en el reconocimiento a Guaidó, en el viaje de Piñera a Cúcuta, el reemplazo de Unasur por Prosur, y el viaje a China con sus hijos.
También salieron de Salud Emilio Santelices, donde no ha habido solución a las listas de espera y otros problemas apremiantes, y Alfredo Moreno de Desarrollo Social, donde fracasaron el diálogo con el pueblo mapuche, el Plan Impulso de Araucanía y la Consulta Indígena. Fue reemplazada Susana Jimenez, cuya gestión en el Ministerio de Energía estuvo marcada por la polémica de los medidores, y José Valente de Economía, que no requiere de mayores comentarios.
Con todo, el ajuste ministerial no frenó la caída del gobierno, como lo indica la última encuesta Cadem, que consigna que la aprobación a Piñera solo alcanza 29%, y también la baja en la aprobación a la ministra Cubillos.
El recién nombrado Ministro de Salud, Jaime Mañalich, trató de ignorantes a quienes piden más recursos para la Ley Nacional del Cáncer en la Comisión de Salud del Senado. Traspié de recién llegado, lo autocalificó el ministro. Por su parte, a la política autoritaria y represiva del gobierno, ya evidenciada en “Aula Segura”, la revisión de mochilas, control de Identidad para menores de edad, la disminución de la edad de responsabilidad penal a 14 años, el Estatuto Laboral Juvenil, se sumó la consulta ciudadana sobre un virtual “toque de queda” impulsado por los alcaldes de Quilpué, Antofagasta, Las Condes, La Reina, Lo Barnechea, Peñalolén, La Florida y Colina, para limitar la circulación de menores en horas de la noche, lo cual fue un fracaso pues solo participó un 8,9% de las personas, y además la Corte declaró admisible el recurso en su contra presentado por las JJ.CC. en relación a la comuna de La Florida.
En medio de su descalabro, lo que sigue salvando al gobierno es la postura de la DC y otros sectores de apoyar los proyectos del gobierno, como el de reforma tributaria y el proyecto de reforma previsional.
Saltos en la movilización social
Aunque parte de la opinión pública fue cooptada por la andanada mediático-comercial en torno al eclipse solar, impulsando el viaje de centenares de miles de personas al norte, un aspecto importante de este periodo ha sido el alza de la movilización popular, que ha dado saltos en cantidad y calidad.
Claro ejemplo de ello es el paro nacional de profesores, cuya masividad, combatividad y representatividad de todas las comunas del país, se ha manifestado en grandiosas marchas y concentraciones en Santiago, Valparaíso y otras ciudades del país. Sin embargo, sus justas demandas se han estrellado hasta ahora con la actitud intransigente, autoritaria y represiva del gobierno.
Igualmente, el paro y las protestas de los trabajadores del cobre de Chuquicamata, que contaron con una conducción clasista y con la solida- ridad de toda la ciudadanía de Calama y del conjunto de los trabajadores y sus organizaciones, reclamaron legítimamente participar en las medidas de reconversión productiva de la mina, que significarán la salida de unos
2.000 trabajadores de planta y dejarán desempleados a muchos más del subcontrato.
Rechazaron además las condiciones de trabajo peores para los trabajadores que se incorporen a futuro y exigieron protección de salud y otras medidas para los trabajadores desvinculados. Los avances obtenidos con la huelga, aunque insuficientes, constituyen una victoria de los trabajadores y marcan una experiencia importante para situaciones similares que pueden ocurrir en La Andina y otras divisiones. Transcurren también diversos otros movimientos de trabajadores, como los de las manipuladoras de alimentos, los trabajadores de Walmart, que aprobaron la huelga.
Por eso es pertinente reiterar lo señalado antes en nuestros análisis: la his- toria muestra que el talón de Aquiles de los gobiernos de derecha ha sido la movilización popular contra sus políticas a favor de los ricos, he ahí la causa principal de su fracaso y derrota. Así opina la propia derecha.
Después del triunfo electoral de la Nueva Mayoría el 2013, políticos y académicos de derecha hicieron un análisis retrospectivo que encon- tró semejanzas entre el fracaso del gobierno de Piñera con el de Jorge Alessandri Rodríguez (1958-1964).
Gonzalo Arenas Hódar, diputado de la UDI, señaló que el gobierno de Alessandri levantó “un proyecto basado en una economía de mercado, de iniciativa privada, de retirada del Estado y de crítica a la demagogia política”, pero no fue capaz de enfrentar las luchas sociales que se desarrollaron con fuerza en todo el periodo, particularmente a partir de 1961.
“Llegamos a 1965, año en que la centroderecha sufrió su derrota más grande, quedando reducida al 12,5% del electorado y 9 parlamentarios en la Cámara de Diputados (…) desde el punto de vista político (…) fue un fracaso (…) deslegitimó el modelo de mercado, no generó ningún fortalecimiento de sus partidos políticos y fue incapaz de ampliar su base electoral” (Columna en El Mostrador, 22 noviembre 2013). Tan seria fue su derrota que la derecha renunció a una candidatura propia en las elecciones presidenciales de 1964, entregando su respaldo incondicional a Eduardo Frei Montalva.
Arenas afirma a continuación que hubo una “similitud casi mortal” del gobierno de Alessandri con el de Piñera: “un gobierno (…) que asume con convicciones e ideas propias (…) y que logra aumentar en cerca de 300.000 votos la base electoral del sector, se ve enfrentado a mitad de camino con los movimientos estudiantiles, tomas, conflictos sociales, la calle, cediendo ante todo ello” (misma columna).
De manera similar opinó Carlos Peña, afirmando que la derecha tuvo una nueva oportunidad en 2010 con Piñera para “modernizar” a su sector y cambiar la imagen del país sobre ella, en un momento en que se volvieron dominantes dentro del sentido común las demandas de nacio- nalización de recursos naturales, redistribución del producto, derechos sociales universales. Sin embargo, primó en la derecha su carácter reaccionario y antipopular, opuesto al cambio, y defensora de un pasado que es visto como injusto (Columna “La derecha moribunda”, El Mercurio).
Efectivamente, Piñera fue incapaz de satisfacer las demandas levantadas por las movilizaciones de 2011 por educación PÚBLICA gratuita y de ca- lidad, y apoyadas por el conjunto de la ciudadanía, que en poco tiempo generaron cambios políticos significativos que condujeron al triunfo de la Nueva Mayoría.
Transcurrido más de un año del actual gobierno, todo indica que nuevamente está primando en la derecha su carácter reaccionario y antipopular, opuesto al cambio, y defensora de un pasado injusto. Lo que suceda por tanto solo depende de las fuerzas sociales y políticas progresistas y de izquierda.
La crisis del PS
Es un hecho que existe un importante desprestigio de la política y de los partidos políticos, que se ha venido traduciendo en un proceso de des- politización de la ciudadanía, en una desafección de la política por parte de un importante sector ciudadano, que se abstiene en las elecciones y tiende a considerar por igual a todos los partidos y a todos los políticos.
Son diversas las razones. En primer lugar, las escasas modificaciones polí- ticas democráticas llevadas a cabo por los gobiernos de la Concertación, que durante años conservaron la Constitución pinochetista, el sistema electoral binominal y otras medidas antidemocráticas, gobernando de conjunto con la derecha e incumpliendo buena parte de sus compromisos democratizadores originales.
Un factor importante han sido los hechos de corrupción protagonizados por la derecha y el empresariado, de evasión y elusión de impuestos, de colusión, de corromper con prebendas a parlamentarios de derecha y también de sectores de la NM para promover la defensa de sus intereses.
Todo ello ha aumentado bajo el gobierno de Piñera. En los ÚLTIMOS años se generó una profunda crisis institucional, con graves expresiones de corrupción en las FF.AA., en el Poder Judicial, en el Parlamento y en los partidos políticos, que aumentó el descrédito de la política y de los partidos.
La actitud de la DC y otros sectores que, desde dentro de la NM, sabotea- ron el cumplimiento del programa del gobierno, y que hoy se ponen del lado del gobierno y de sus proyectos, dejando de lado su rol como partido opositor y pasando por encima de los acuerdos antes asumidos con el con- junto de la oposición, ha prestado un gran servicio a la despolitización.
Es en ese contexto que debe entenderse la crisis de legitimidad del Partido Socialista. A raíz de la elección interna en ese partido, que enfrentó las listas lideradas por Alvaro Elizalde y Maya Fernández, se levantó la imagen de un partido vinculado a la corrupción y al narcotráfico, todo ello incentivado y avivado por la derecha. Hubo reportajes televisivos que denunciaron conexiones entre el narcotráfico y la estructura del Partido Socialista de San Ramón, particularmente su alcalde, lo cual permaneció en el tiempo.
Más allá del episodio electoral y de las acusaciones de fichas clientela- res de militantes, y de los planteamientos de los diversos sectores del PS, incluyendo la petición de Congreso Extraordinario, pareciera que hay intentos liquidacionistas, que además de la derecha, involucran a sectores socialistas interesados en que la crisis derive en un alineamiento con la postura de acuerdos con el gobierno, de reformas graduales y posiciones identificadas con la socialdemocracia.
No es casual que en medio de la crisis surgiera la renuncia de próceres como Oscar Guillermo Garretón, identificado con la postura de sectores laguistas-concertacionistas, que anhelan que el PS se distancie de la izquierda y vuelva a la Concertación.
Es momento de distinguirse muy claramente. En ese sentido se destaca la propuesta que hace el PC de un nuevo proyecto de desarrollo económico y de renovación de nuestra democracia, un gran acuerdo nacional para abrir paso a una renovación de nuestro sistema democrático, que debe considerar también el cambio de la actual constitución del Estado.
Acerca del supuesto fin del ciclo progresista en América Latina
A mediados de junio, en una columna titulada “América Latina: ¿Fin de cual ciclo?”, Atilio Borón reiteró su crítica a quienes, después de la de- rrota del kirchnerismo en 2015 y el derrocamiento de Dilma Rousseff en 2016, coincidieron con la ofensiva restauradora imperialista al anunciar el “fin del ciclo” progresista en Latinoamérica; algunos de ellos incluso vaticinaron que comenzaba un largo ciclo de gobiernos de derecha.
Los acontecimientos han mostrado algo diferente. Hace 7 meses, López Obrador asumió la presidencia de México combatiendo el saqueo de gaso- lina desde la empresa estatal, creando la Comisión Verdad para investigar el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, planteando el aumento del salario mínimo y un Plan de Desarrollo Integral, de carácter socioeconómico, que marca una ruta distinta para la migración centroa- mericana, y que acaba de ser ratificado en una reunión en Tapachula con el presidente de El Salvador, Nayib Bukele.
En Argentina, el gobierno derechista de Macri enfrentó desde su inicio grandes movilizaciones populares, incluidos cinco paros nacionales contra sus políticas neoliberales y los dictados del FMI, que condujeron a una aguda crisis económica y política que, en opinión de muchos, posibilitará el triunfo en las elecciones presidenciales de octubre de la dupla Alberto Fernández/Cristina Fernández.
En Brasil, a solo 6 meses del inicio del gobierno del ultraderechista Bolsonaro, este se ha visto obligado a revocar su decreto de porte de armas, mientras se producen grandes movilizaciones y protestas contra el recorte presupuestario en la educación y otras medidas neoliberales. Se suman las filtraciones de los chateos y conversaciones entre los fiscales a cargo de procesar a Lula y el juez Moro, hoy ministro de Bolsonaro, publicados por el sitio digital The Intercept, que revelan el entramado de mentiras fraguado para encarcelar a Lula e impedirle enfrentar a Bolsonaro en las elecciones presidenciales.
Ello ha hecho crecer la exigencia de libertad para Lula, enarbolada entre muchos otros por el senador y candidato presidencial estadounidense Bernie Sanders, y por connotados juristas entre ellos el juez Baltazar Garzón, Joan Garcés, el norteamericano Bruce Ackerman, el francés William Bourdon, el alemán Wolfgang Kaleck. Paralelamente, se asestó un golpe al expediente de la judicialización de la política, apli- cado por la derecha en varios países latinoamericanos.
En Venezuela, a pesar del bloqueo y la actividad intervencionista del gobierno de Estados Unidos y del Grupo de Lima, y del intento de golpe de estado del 30 de abril, el gobierno bolivariano se sostiene con el apoyo del pueblo y las FF.AA. SEGÚN el Washington Post, Trump cree que John Bolton y su director de política latinoamericana “fueron engañados” por la oposición y por funcionarios claves de Maduro, pensando en una victoria fácil que no consiguieron. La Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, durante su reciente visita a Venezuela, llamó a los líderes políticos a “que participen constructiva- mente en el diálogo facilitado por Noruega”, y expresó su preocupación por las sanciones de Estados Unidos que agravan la crisis económica en ese país (Emol, 22 junio).
En otros países latinoamericanos se vienen desarrollando también fuer- tes movilizaciones y protestas populares, incluyendo en Honduras la participación temporal de las fuerzas especiales de la policía, que se negaron a seguir reprimiendo al pueblo, lo cual ha sumido en la inestabilidad al gobierno de Juan Orlando Hernández. En medio de la crisis, el gobernante dio la bienvenida a 300 marines estadounidenses llegados “para mejorar la asistencia humanitaria en caso de desastres naturales” (RT, 19 junio).
Es en este marco que se realizarán próximamente elecciones presidencia- les en Argentina, Bolivia y Uruguay, donde existen buenas posibilidades de derrotar a la derecha.
Esto permite concluir que si bien la contraofensiva derechista e intervencionista de Estados Unidos y sus aliados logró asestar golpes importantes a los procesos de cambios del continente, el ciclo progresista no ha muerto. Al decir de Borón, la lucha emancipadora de nuestros pueblos, que nunca fue lineal e invariablemente ascendente, sigue su curso y acabará por desalojar a esos gobiernos entreguistas, reaccionarios y cipayos que hoy agobian a Latinoamérica.
Coinciden con esa profética afirmación las opiniones expresadas por el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo (Sputnik, 7 Junio), señalando que en el contexto del comprobado estancamiento de la economía mundial, el modelo de relaciones comerciales internacionales vigente se encuentra en una crisis “más grave y abarcadora de lo que se pensaba antes (…) los problemas se han ido acumulando y multiplicando durante decenios (…) el comercio global ha dejado de ser el motor de la economía mundial, y las tecnologías de punta, que debían haberse convertido en el nuevo motor, todavía se encuentran en un período de pruebas y no funcionan a toda capaci- dad”. Entre sus propuestas está desmilitarizar los productos de primera necesidad, los medicamentos y los equipos médicos, liberarlos de todo tipo de guerras comerciales y de sanciones, pues afectan a la salud y la vida de millones; y que la agenda de desarrollo tecnológico una y no divida a los países y las personas.
La política opuesta, impulsada por Estados Unidos, es de un “egoísmo político desmedido y su imposición forzosa” conduce a guerras interminables, conflictos y enfrentamientos de “todos contra todos”. “Hoy tenemos dos guiones de la evolución de los acontecimientos. El primero es la degeneración del modelo universal de la globalización, su transformación en una caricatura de sí misma, cuando las reglas internacionales son suprimidas por leyes o mecanismos judiciales de un solo país o grupo de países influyentes, como es el caso de Estados Unidos. Ese modelo “contradice la lógica de relaciones interestatales normales que se están formando en las realidades de un mundo multipolar”, y ya “no responde a las tareas del futuro”. Para elaborar un modelo estable de desarrollo mundial se necesitan “nuevos acuerdos internacionales y procurar que todos los cumplan”.
Grupo de Coyuntura y Tendencias
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Diseño: Rodolfo Rojas B.
Diagramación: Gladys Briones
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