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El Triste Caso de la La Haya y los Tres Hermanos Desalmados

por Guillermo Arenas Escudero.

El 27 de enero, se escucha hasta el hartazgo, la Corte Internacional de La Haya resolverá el diferendo marítimo chileno-peruano. Ello, es una verdad a medias, por lo tanto, una mentira doble.


No se trata solamente de Chile y Perú. Se disimula, más derechamente, se esconde (con sorprendente éxito) que el más seguro perjudicado será Bolivia A pesar que el juicio es entre Chile y nuestros vecinos de más al norte, Bolivia ha devenido en un verdadero convidado de piedra.

Sí, tal como lo escribo: los bolivianos serán los perjudicados principales, cualquiera sea el fallo.

Creo firmemente que Bolivia lleva las peores velas en este entierro. Me asiste la convicción que el fallo será de pacotilla y que dejará de «vencedor» a Chile o a Perú, y (a todo evento) «derrotado» a Bolivia sin oportunidad alguna de aspirar a una salida al mar con continuidad territorial. Suele llamarse a estas situaciones: “daños colaterales” propios de todo conflicto.

Dentro de sus atuendos ridículos y sus pelucas y bordadas pecheras (de dejos rancios a regusto colonial, sobre todo por el uso de togas negras, en señal de luto por la muerte de la Reina María II de Inglaterra a fines del S.XVII) los miembros del «tribunal» saben que tienen pocos espacios para maniobrar. Nunca tuvieron muchos. Son bien pagados porque no son imbéciles, peor aún, es gente inteligente que debe pararse ante el planeta entero y parecer «jueces».

Es útil también recordar que es un “tribunal” al que Estados Unidos le ha negado jurisdicción. Nicaragua en 1986 demandó a EE.UU. por violar el derecho internacional. Nicaragua ganó el caso. La Corte Internacional de La Haya dictó sentencia en favor de Nicaragua. Estados Unidos sencillamente no acató el fallo.

Es decir, la Corte sirve solamente cuando se trata de una pelea entre países condescendientes, pues de haber un matón de temer, sus sentencias no sirven de nada y tienen menos valor que el papel en que se escriben. En otras palabras, La Haya está hecha para países como los nuestros.

Ellos lo saben, nosotros lo sabemos: todos lo saben. Para qué tanta ceremonia. Foucault lo dijo secamente: “hoy, vivimos una amalgama de decorados”.

Ellos conocen perfectamente la historia de la Guerra del Pacífico (dicho en chileno) o, Guerra del Salitre (dicho en peruano). Y cómo no, si las fortunas que de allí nacieron se radicaron, disfrutaron y gastaron en Londres, en la otra orilla del Canal de la Mancha.

Ellos conocen cabalmente de las peripecias y mentirillas oficiales de la postguerra del ‘79. (Que Tacna y Arica, que te la quito, que te la doy, que un plebiscito, que mejor las repartimos).

Ellos saben que en razón de esos acuerdos, Chile ejerce soberanía restringida en Tarapacá. (Sí, restringida). No hay que hacerse el ganso, como si se tratara de una clase patriotera de geografía coja: Chile no puede ceder ese territorio, ni siquiera una parte de él, a un tercer país sin la autorización expresa de Perú.

Ellos saben que esa cláusula no fue establecida en favor, ni de Chile ni de Perú, sino en contra de Bolivia. Con torpe descaro se ha dicho: Chile y Perú pactaron la paz en Ancón y en 1929 y enterraron la llave que permitiera una salida soberana de Bolivia al Océano Pacífico.

Ellos saben que Chile y Perú, por alguna razón mefistofélica e inconfesable, siempre se han asegurado que Bolivia sea mediterránea. (Bueno es recordar que en 1841 Perú y Bolivia tuvieron una guerra por el mismo territorio: Tacna-Arica-Tarapacá, llamado también: Colesuyo)

¡De primates!, pero así es.

Ellos saben que hasta nuestro sátrapa artero y ladino, Augusto Pinochet Ugarte, ofreció a Bolivia salida al mar, precisamente en las aguas que actualmente Perú reclama como suyas.

Probablemente la proposición no era sincera, pero Perú corrió a oponerse y Bolivia “perdió como en la guerra” (literalmente).

Ellos saben que las Fuerzas Armadas de ambos países autorizaron llevar este asunto a La Haya. No seamos ingenuos, si cualquiera de ellas se hubiere opuesto, no habría juicio en La Haya, ni bufetes de abogados desempolvando sus pelucas con cargo a los erarios chileno y peruano.

Ellos saben que nuestros militares vienen saliendo (períodos Pinochet-Fujimori) de sendas represiones y matanzas en nuestros pueblos y se encuentran «exhaustas». Peor que eso: La última guerra de Perú (con Ecuador por la cabecera del Río Cenepa) terminó con el triunfo de ambas partes, cuyos ejércitos ocuparon “triunfantes” el territorio en disputa (¡en lugares distintos!).

A su turno la última acción militar chilena, fue bombardear el Palacio de La Moneda con el Presidente Constitucional parapetado en su interior, donde murió defendiendo su posición, sin arriar la bandera. (Para escarnio de los militares: ¡Como en La Concepción!).

Ellos saben, además, que el Gobierno de Chile resolvió proteger las inversiones de LAN y tiendas de retail en Lima, lo mismo que Perú a sus 8.000 millones de dólares invertidos en estas frías tierras del sur.

Ellos saben que los mercaderes de ambas patrias, son más importantes que el mar en disputa.

Ellos saben perfectamente que ese mar tiene dueños Que es propiedad privada de un par de empresarios chilenos. Que, cualquiera sea el fallo, seguirán siéndolo. Que lo peor que les puede pasar, es que deban compartir la propiedad con una par de empresarios peruanos. (O, que finalmente un japonés o un jeque árabe, se quede con todo, previo pago de una suma vil de dinero, digamos unas treinta monedas).
Ellos saben que Bolivia no cuenta. No tanto por su debilidad militar, sino porque «la comunidad internacional» no entiende que Bolivia se niegue a separar los negocios de los demás intereses de su país, que no ponga a disposición del mercado su gas y demás riquezas mineras.

Ya el fallo perdió toda relevancia. Perdió absolutamente su importancia.(1)

Si algo “positivo” se pudiere sacar de todo esto, es que Perú “obtenga un triunfo” por pequeño que sea, para que pueda rediseñar y revertir décadas de enseñanza sistemática anti-chilena. Y que Chile “se tenga que mamar una derrota”, así sea parcial, para comenzar a erradicar nuestra patética arrogancia y racista sentido de superioridad.(2)

Bolivia tampoco ha resultado inocente en todo este chasco. Desde ya, no quiso involucrarse en serio. Optó por “sacar número” para que le atienda el mismo “tribunal” en su sempiterna demanda marítima.

Chile, Perú y también Bolivia no han cumplido con sus deberes esenciales, menos con sus obligaciones mínimas como países hermanos. Es una vergüenza que tres países sudamericanos, con fronteras comunes, con partes de sus territorios (Sur peruano, norte chileno, oeste boliviano) dependiendo los unos de los otros, sean completamente incapaces de enfrentar sus comunes desafíos y resolver las necesidades de sus gentes.

Somos irresponsables con los chilenos, peruanos y bolivianos.

Estos tres hermanos se niegan a tener espíritu de destino común.

Después del fallo, todo indica que los tres países saldrán a la caza de la misma piedra en que han tropezado por largos 120 años: cada vez que tengan una diferencia, se las resolverán unos pelucones en el hemisferio norte.

Así las cosas, que la tierra nos sea leve y Dios (si lo hubiere) se apiade de todos nosotros.

Por de pronto, somos tres hermanos desalmados.

(*) Artículo publicado wl 20 de enero de 2014, una semana antes del fallo de La Haya sobre la controversia marítima entre Chile y Perú.

Fuente: Blog del autor

Notas: 

(1)  Probablemente la nueva línea de la frontera marítima que establecerá el fallo, será la del paralelo hasta las 12 millas náuticas (mar territorial) y una equidistante a las pretendidas por las partes, hasta las 200 (zona económica exclusiva). [12 Millas náuticas = 22,2 Km.]

(2) (Agregado post fallo).
Finalmente el 27 de enero la Corte de La Haya resolvió el asunto en litigio de la manera dicha la bajada anterior (1) solamente que en vez de 12 millas náuticas (cantidad no menor) fueron las 80 millas náuticas (148,16 Km.mar adentro) por el paralelo que cruza el Hito Uno. Luego la bisectriz.

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