Se cumplen 109 años de aquella gloriosa jornada de 1916 cuando la columna guerrillera comandada por José Doroteo Arango Arámbula, más conocido como Pancho Villa, cruzó la frontera con Estados Unidos al grito de “Yanquis jijos de la chingada” (*) y derrotó a la guarnición del 13° batallón de caballería (532 soldados y 21 oficiales) al mando del coronel Herbert Slocum, en el poblado de Columbus, al que redujeron a cenizas.
La audaz incursión -la única en la historia de Estados Unidos realizada por un ejército latinoamericano- fue protagonizada por 573 jinetes bien armados. Ocurrió en plena Revolución Mexicana cuando el gobierno norteamericano reconoció al derechista Venustiano Carranza como presidente y le prestó decisiva ayuda militar, en especial en la batalla fronteriza de Agua Prieta (Estado de Sonora) que culminó con grave derrota para las fuerzas populares villistas en noviembre de 1915.
El gobierno estadounidense había facilitado por su territorio el masivo transporte ferrocarrilero de tropas de Carranza para atacar a Villa. Cabe destacar que en la marcha hacia el combate de Agua Prieta murió Rodolfo Fierro, alias “Fierritos”, el más valeroso e implacable de los generales de Villa.

Otro de los objetivos de Francisco Villa fue ajustarle cuentas al comerciante judío Samuel Ravel cuyo negocio estaba precisamente en Columbus.
Ravel -fiel a su estirpe de miserables- había estafado a Villa vendiéndole doce millones de balas calibre 7 x 57 Máuser, previamente saboteadas por el ejército norteamericano.
Los gringos se las habían entregado -sin costo- a Ravel con la condición de que solo se las vendiera a los guerrilleros villistas.
Tras copar el poblado, los villistas se retiraron con un botín de 375 fusiles Springfield M1903, modelo estándar en el ejército estadounidense de la época, abundante munición, explosivos, vituallas y centenares de caballos. También capturaron al hermano mayor de Ravel y tras comprobarse su participación en el fraude de las municiones los fusilaron en Chihuahua.
Samuel Ravel se salvó de la justicia popular porque el día antes había viajado a El Paso (Texas) para tratarse un dolor de muelas.
Antes de la invasión, Villa le había solicitado la devolución del dinero o el reemplazo de la munición saboteada, a lo cual el traficante le respondió que “ya no iba a tratar con bandidos mexicanos”.
Con anterioridad a la estafa, el comerciante le había vendido varias veces armamento en buen estado al general Villa.
El gobierno estadounidense reaccionó con su acostumbrada furia y bajo la venia del entreguista Venustiano Carranza envió la expedición llamada “La Punitiva” al mando del general John J. Pershing con diez mil soldados (muchos de ellos de raza negra) centenares de aviones, vehículos e inclusive blindados.
Se adentraron 600 kilómetros en territorio mexicano y durante meses persiguieron inútilmente a la guerrilla de Pancho Villa sufriendo derrotas en Parral, San Isidro, Aguas Calientes y Puerto de Varas.
Finalmente debieron retirarse en medio del repudio del pueblo mexicano.
Tras el fracaso, el general Pershing recibió algún consuelo y comandó el millón de soldados norteamericanos que combatió en la Primera Guerra Mundial en 1918.
En la desastrosa campaña mexicana participaron los tenientes Dwight Einsenhower y George Patton que destacaron como generales en la Segunda Guerra Mundial y el primero llegó a ser presidente.
La música popular inmortaliza hasta hoy el revés sufrido por los norteamericanos con el corrido “Nuestro México febrero 23”: https://www.youtube.com/watch?v=K7HXa2j7lJg
(*) La chingada, para los mexicanos es la puta delatora.
(**) Periodista, ex Secretario de Redacción de revista Cauce





