lunes, noviembre 25, 2024
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El Nuevo Orden Mundial de los Medios de Comunicación

En solo un par de meses, el contenido que muestran los medios de comunicación de occidente ha sufrido un profundo cambio, tanto a nivel nacional como internacional. Estamos presenciando el nacimiento de una nueva entente pero no sabemos casi nada de ella, ni quienes fueron los que la iniciaron ni cuáles son sus verdaderos objetivos, pero algo que está claro es que está teniendo efectos antidemocráticos que ya son plenamente evidentes.

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El mundo occidental está pasando por un cambio de sistema que no tiene precedentes: fuerzas poderosas están dirigiendo progresivamente a todos los medios de comunicación hacia una sola dirección.

Al mismo tiempo, el contenido que muestran los medios está cambiando: hace sólo algunos meses todavía eran razonables y tendían a ser objetivos, había un ambiente de sana competencia cuando un medio contradecía las noticias de otro medio. Ahora parecieran actuar como pandillas, fundamentan sus argumentos sólo con sentimientos y cuando se enfrentan a las personas que están condenando se vuelven despiadados.

La idea de una entente conformada por los medios es una extensión de lo que pasó con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (CIPI, ICIJ en inglés), que sólo unía periodistas, no medios de comunicación completos.

El Consorcio se hizo famoso al publicar información robada de las cuentas de dos bufetes de abogados en las Islas Vírgenes Británicas, de PricewaterhouseCoopers (PwC), del Banco HSBC y de la empresa panameña Mossack Fonseca.

Esta información se usó principalmente para desacreditar a los líderes rusos y chinos, pero, de vez en cuando, también se utilizó para hacer públicos algunos crímenes de los occidentales. Al violar la confidencialidad de estos abogados y bancos (con el honorable pretexto de luchar en contra de la corrupción) se perjudicó gravemente a los miles de clientes honestos que tenían, y esto no provocó ninguna reacción de la opinión pública.

Durante los últimos 40 años, hemos visto como los medios de comunicación se han ido agrupando en ciertos fideicomisos internacionales. Actualmente hay 14 grupos que dominan más de 2/3 de la prensa occidental (21st Century Fox, Bertelsmann, CBS Corporation, Comcast, Hearst Corporation, Lagardere Group, News Corp, Organizações Globo, Sony, Televisa, The Walt Disney Company, Time Warner, Viacom, Vivendi).

Dentro de poco la alianza dirigida por Google Media Lab y First Draft comenzará a establecer acuerdos entre estos grupos, que ya ocupaban un lugar dominante. El poder hegemónico de esta entente está garantizado por que cuentan con las tres agencias de prensa más importantes del planeta (Associated Press, Agence France-Presse y Reuters).

Sin duda alguna esta es una “entente ilícita”, que no tiene como meta fijar los precios de los productos, sino que establecer la opinión pública, imponer una forma de pensar (que ya está bastante arraigada, lamentablemente).

Quizás hayan notado que en los últimos 6 años todos los miembros de la Entente Google, sin excepción, han expresado una opinión muy similar acerca de los eventos que ocurrieron en Gran Oriente Medio, sin embargo, hasta donde sabemos, no se habían puesto de acuerdo previamente. Es interesante que cinco de los seis canales de televisión internacionales que participaron en la propaganda de la OTAN son parte de esta entente (Al-Jazeera, BBC, CNN, France24, Sky, pero no al-Arabiya, al parecer).

Google y First Draft organizaron reuniones en los Estados Unidos, Francia y Alemania, a las que asistieron los medios de comunicación del país y algunos de relevancia internacional, para constatar la veracidad de ciertos argumentos.

Dejando de lado el hecho de que no sabemos quién se esconde detrás de First Draft ni cuál fue el interés político que llevó a esta empresa especializada en informática a financiar esta iniciativa, los resultados a los que se llegaron no tiene mucho que ver con la objetividad.

Primero que nada, las afirmaciones que se cuestionaron no fueron elegidas por que hayan sido discutidas por muchas personas, sino que por que esta entente intenta difamar a los individuos que las defendían. Podríamos imaginar que constatar la veracidad de estas afirmaciones nos permite acercarnos un poco más a la verdad, pero en este caso no es así: sólo se reafirma en la ciudadanía la idea de que los medios de comunicación son honestos y sinceros, en tanto las personas a las que los medios condenan no lo son. El objetivo de esta actitud no es que entendamos mejor el mundo; es linchar a las personas que los medios quieren sacrificar.

En segundo lugar, en esta entente existe una regla implícita que estipula que sólo es necesario constatar las afirmaciones que vengan de fuentes que no pertenecen a la entente. Todos los miembros están de acuerdo en apreciar mutuamente su trabajo sin ningún tipo de crítica.

También están de acuerdo en fortalecer la idea de que el mundo se divide en dos: “nosotros”, que decimos la verdad, y “los otros”, que mienten. Este enfoque es perjudicial para el principio del pluralismo, un requisito para la democracia, y abre la puerta a la sociedad totalitaria. Éste fenómeno no es nuevo. Lo vimos en acción en la cobertura periodística de la Primavera Árabe y en las guerras en contra de Libia y Siria. Pero esta es la primera vez que su objetivo es controlar la manera de pensar de occidente.

Por último, ni siquiera se ve la posibilidad de que las afirmaciones que fueron tachadas de “falsas” hayan sido simplemente errores, el objetivo era aplicar la etiqueta “mentira”. El punto de todo esto es inculpar a “los otros” de tener intenciones maquiavélicas para poder desacreditarlos. Van absolutamente en contra de la presunción de inocencia.

Por todas estas razones, la manera en que funcionan tanto el CIPI como la entente creada por Google y First Draft constituye una violación a la Carta de Múnich, aprobada y asumida por la Federación Internacional de Periodistas (FIP) (Encabezado II, artículos 2, 4, 5 y 9).

No es coincidencia que los mismos objetivos que persigue la entente de medios de comunicación hayan sido víctimas de demandas y acciones legales bastante absurdas. En los Estados Unidos, sacaron de su tumba a la Ley Hogan para usarla en contra del equipo de Trump, a pesar de que este texto nunca había sido aplicado desde que fue promulgado.

En Francia, revivieron la Ley Jolibois para utilizarla en contra de los tweets políticos de Marine Le Pen, a pesar de que la jurisprudencia había acotado la aplicación pertinente de esta ley a sólo los casos en que fue necesario prohibir la distribución de revistas ultra-pornográficas que no estaban envueltas en plástico.

Ya que parece que el principio de presunción de inocencia ya no aplica cuando se trata de un chivo expiatorio, ahora es posible llevar a juicio a cualquier persona con un pretexto legal cualquiera. Es más, las acciones legales que se emprendieron en contra del equipo de Trump y Marine Le Pen deberían ser igualmente aplicadas en contra de muchas otras personas si consideramos las leyes que fueron citadas, pero por supuesto que esto no sucede.

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La audiencia general ya no se sorprende cuando la entente de medios transmite falsas acusaciones, como cuando en los Estados Unidos la entente creó la historia de que el servicio secreto ruso tenía en su poder información comprometedora sobre Donald Trump y la estaba utilizando para chantajearlo, o cuando en Francia la entente inventó la idea de que es posible emplear ficticiamente a un asistente parlamentario y acusó de esto a François Fillon.

En los Estados Unidos, todos los medios de comunicación que son miembros de la entente, los pequeños y los grandes, se lanzaron a la persecución del presidente. Recabaron su propia información de que los teléfonos del equipo de Trump habían sido pinchados por órdenes del gobierno de Obama. Los medios trabajan en coordinación con los magistrados, quienes los utilizan para obstruir las acciones del gobierno actual. Sin duda, este es un sistema mafioso.

Los mismos medios de comunicación estadounidenses y franceses están atacando a dos candidatos de las elecciones presidenciales de Francia, François Fillon y Marine Le Pen. Además del problema general de la entente de medios de comunicación se suma el problema de que existe la falsa impresión de que estos dos candidatos son víctimas de una conspiración francesa, siendo que realmente el instigador es un ciudadano estadounidense. Los franceses se dan cuenta de que sus medios de comunicación están siendo manipulados e interpretan erróneamente que el objetivo de la conspiración es la derecha, así que siguen buscando a los culpables dentro de su propio país.

La entente aún no tiene poder efectivo en Alemania, y probablemente no lo tendrá hasta las próximas elecciones.

Cuando ocurrió el escándalo de Watergate, los medios de comunicación se atribuían la representación de un “cuarto poder”, que vendría después del poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. Afirmaban que la prensa ejercía la función de supervisar al gobierno, representando al pueblo. Por ahora, dejemos de lado el hecho de que al presidente Nixon se le acusó del mismo delito que al presidente Obama (intervenir con micrófonos ocultos a su oponente).

Hoy ya sabemos que la fuente de información del caso Watergate, “Deep Throat”, más que ser un informante fue realmente el director del FBI, Mark Felt. Todo ese asunto fue en realidad una batalla entre una parte de la administración y la Casa Blanca, y en esta batalla ambos bandos manipularon como pudieron a los votantes.

La idea de un “cuarto poder” supone que todos legitimamos que los 14 grupos empresariales que poseen la gran mayoría de los medios de comunicación occidentales nos representan políticamente. Caer en esto sería sustituir la democracia por una oligarquía.

Aún queda un punto que es necesario aclarar: ¿bajo qué criterio eligió a sus objetivos la entente? El único punto en común fácilmente observable entre Donald Trump, François Fillon y Marine Le Pen es que los tres pretenden reestablecer las relaciones con Rusia para luchar en contra del “caldo de cultivo” del yihadismo: la Hermandad Musulmana. Aunque sólo François Fillon estuvo directamente implicado en estos eventos, pues era primer ministro en su gobierno, los tres son representantes de la línea de pensamiento que va en contra del punto de vista predominante acerca de la Primavera Árabe y de la guerra en contra de Libia y Siria.

(*) Intelectual francés, fundador y presidente de Voltaire Network y la Axis for Peace Conference. Sus columnas especializadas en relaciones internacionales aparecen en los periódicos y revistas semanales en árabe, español y ruso. Sus últimos dos libros publicados en inglés: 9/11 The Big Lie y Pentagate.

Fuente: Voltairenet

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