viernes, octubre 18, 2024
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A 92 años de la Partida de Recabarren: Los Inicios de un Líder y su Evolución como Luchador Social

Luis Emilio Recabarren Serrano  nació en el cerro Playa Ancha de Valparaíso el 6 de julio de 1876. Sus padres, José Agustín Recabarren y Juana Rosa Serrano, eran modestos comerciantes. Tenía cinco  hermanas y un hermano. Ellas se llamaban Juana, María, Mercedes, Clara y Lidia.

 

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Luis Emilio estudió cuatro años en la Escuela Santo Tomás de Aquino, de los padres Salesianos. Al cumplir los 12 años de edad, debió ayudar a sus padres a atender su pequeño negocio.

OBRERO A LOS 14 AÑOS

La familia se trasladó a Santiago. Allí, en 1890, el joven Recabarren, a la edad de 14 años, comenzó  a trabajar como tipógrafo en la imprenta Vicuña Mackenna.
Su oscura vida de explotado encontró una luz al conocer a una bella niña llamada Amelia. Pasaban juntos cuanto podían; conversaban, hacían fabulosos proyectos.

CON LOS CONTRARREVOLUCIONARIOS

El 7 de enero de 1891, el muchacho fue conmovido por el inicio de la guerra civil contra Balmaceda. Sentía simpatías por los contrarrevolucionarios. Dentro del regimiento ‘Gendarmes’ de Santiago, leal al Gobierno, donde recién se había alistado, y era corneta, participó en la publicación de ‘El Opositor’, una pequeña hoja antibalmacedista. Fue descubierto. En un breve interrogatorio, reconoció valientemente su complicidad en la edición de esa hoja. Fue enviado a una celda, incomunicado. Su padre, don José, logró sacarle en libertad. Tuvo suerte. Se salvó de ser fusilado y al salir logró recuperar su puesto de trabajo en la imprenta. Había fracasado en su primera empresa “revolucionaria”.

NO HAY PRIMERA SIN SEGUNDA

Luis Emilio no se desanimó por la derrota en su primer intento contra Balmaceda. Se trazó un plan: ingresaría al ejército nuevamente, marcharía al norte y, una vez estacionado, buscaría la ocasión de pasarse a las filas opositoras. Entretanto leía la prensa y se informaba de las salidas de tropas al norte. A fines de julio se  presentó la ansiada oportunidad. El Gobierno organizó un convoy hacia el norte y preparó “La Imperial” para embarcar a los soldados.  Luis Emilio se ofreció como voluntario en la División Carvallo Orrego, destinada al frente de Coquimbo. Le preguntaron si había recibido instrucción militar. Al responder afirmativamente, le aceptaron sin más averiguaciones. Las tropas balmacedistas desembarcaron en Coquimbo. Pero no entraron en combate.

EN COQUIMBO DESCUBRE SU VOCACIÓN

La batalla se libraba sí en la conciencia del joven Luis Emilio. Al tomar contacto en el Norte Chico con una miseria que no conocía aún, se sintió muy golpeado. Comenzó a ver las cosas con otros ojos. Maduraba con rapidez. Se quedó en Coquimbo. Comenzó a identificarse con el pueblo. Poco a poco fue naciendo en él una conciencia social. Se sintió seguro de haber encontrado el verdadero propósito de su vida.
En septiembre cuando se iniciaba la primavera, se conoció en La Serena, donde estaba Luis Emilio, el triunfo de los contrarrevolucionarios. No le produjo alegría alguna.

UNA PRIMERA CRISIS

Volvió a la capital. Pronto le invadió una desconocida sensación de vacío. Sufrió una crisis. Era depresión. Estaba taciturno, encerrado en sí mismo. Sólo Amelia era una luz, que de pronto se apagó trágicamente. Todo sucedió muy rápido.

Una noche Amelia se quejó de dolores de estómago. Al comienzo nadie le prestó atención. Pero como se sentía cada vez peor, alguien se levantó a medianoche a buscar un calmante. Se lo tomó la niña. No pasó mucho rato cuando ella lanzó un alarido y comenzó a retorcerse presa de horribles dolores. Corrieron a su cuarto. La encontraron con violentas convulsiones, el rostro con una palidez verdosa. Luego de una terrible agonía, falleció.

UN GOLPE INESPERADO Y CRUEL

Luis Emilio trabajó hasta tarde esa noche en la imprenta. Una de sus hermanas salió a encontrarlo gritando ¡envenenada! El muchacho corrió a la casa de su novia. Entró sin golpear. Sin fijarse en nadie, sólo miró el cuerpecito cubierto con una sábana blanca. No dijo nada. Salió huyendo. No se detuvo hasta caer sobre su lecho, donde lloró amargamente.
Julieta Campusano, en un artículo escrito en la revista ‘Principios’ de agosto-septiembre 1971, relata el verdadero drama sentimental que sufre  Luis Emilio, cuando muere Amelia, “la muchacha con quien caminaba abrazado, tejiendo las más risueñas esperanzas. Fue un golpe que le derribó y del que le costó mucho rehacerse”.

EN LOS ANDES

A  comienzos de diciembre de 1893, Luis Emilio y su hermana Mercedes viajaron a Los Andes, invitados por unos parientes, a pasar una temporada. Fueron recibidos con cariño y alegría.
Allí el muchacho tuvo un encuentro que le sirvió como bálsamo al dolor que le martirizaba el alma. Fue una prima, varios años mayor que él. Como la describe el escritor Fernando Alegría en ‘Como un árbol rojo’, una “figura arrancada de un sueño de su infancia, pequeña madre que le había mecido en sus brazos y arrullado con infantiles voces de ternura. Era ya una mujer. Reviviendo aquel pasado, cada gesto, cada palabra, recordaban gestos y palabras de un mundo de fábula.”

SE IMPONE LA VIDA Y LA PRIMA

Ella se llamaba Guadalupe. Los primos se sintieron atraídos. Él le contó su vida difícil, de la imprenta, de su despertar político, de  Amelia…
El 8 de diciembre de 1893, en la víspera de la partida del joven Recabarren, los primos se juraron amor eterno. Se escribieron cartas plenas de pasión. En los primeros meses de 1894, Guadalupe lo visitó en Santiago. Ambos mantenían hasta entonces en secreto su idilio. Pero ella al regresar a Los Andes, le escribió una carta donde le decía: “Le conté todo a mi mamá y está muy contenta… apresúrate a juntar plata para el matrimonio, no gastes en nada, anda poniendo en la Caja de Ahorros”.

Luis Emilio intentó postergar el asunto. Guadalupe lo doblegó. Nueva débil resistencia del primo. Pero ella se impuso. Ni siquiera estar enfermo de influenza lo salvó. El joven tipógrafo hizo todo lo que le impuso su futura esposa.
Se casaron por la iglesia el 28 de febrero de 1985, para el día del onomástico de ella. Luis Emilio aún no cumplía 19 años.

SE INCORPORA AL PARTIDO DEMÓCRATA

En 1894, cuando tenía 18 años, Recabarren ingresó al Partido Demócrata. Era, por entonces, la única colectividad política donde podría militar un obrero por esos años. Eso lo comprendió Luis Emilio, a quien “sus inquietudes –como escribió Julieta Campusano- lo habían acercado hasta hombres que hablaban de cambios y de trabajadores”.

Se inscribió en el Partido Demócrata, pero no activaba por los problemas personales derivados de su complicado noviazgo con Guadalupe.

En ese momento de su existencia, Recabarren proseguía lentamente en su asimilar la literatura anarquista de someterla a la crítica de su espíritu de fuerte raíz cristiana. Poco a poco evolucionaba hacia el materialismo. Ello coincidió con su estudio de la realidad social chilena.

MÁS ACTIVO EN LO POLÍTICO

Después de su matrimonio comenzó  a frecuentar más regularmente las asambleas demócratas de Santiago. Intervenía en los debates. Ganaba aplausos por su elocuencia y los acertados análisis políticos. Tenía por entonces veinte años de edad.

En 1896 nació el primer hijo, Luis Hermenegildo. Ello, unido a sus esfuerzos por adquirir una imprenta propia para editar un periódico, lo alejaron momentáneamente de las actividades partidarias. Un año después volvió al Partido Demócrata, decidido a combatir por transformarlo en una entidad de los trabajadores chilenos.

En 1897 nació el segundo hijo, Armando. Las relaciones entre los primos eran complicadas. No se llevaban bien. “Ese matrimonio -como escribió Julieta Campusano-  no le procura la felicidad  tan buscada ni logra ningún instante de paz y armonía en la dura vida que se había señalado”.

AÑOS DIFÍCILES

El 22 de enero de 1899 apareció el primer número del periódico ‘La Democracia’, de Santiago. Uno de sus fundadores y redactores era Recabarren. Fue su primera actuación en la prensa popular. No resultó fácil mantener, casi sin recursos, ese diario. Fue así que, a pesar todos sus esfuerzos, debió suspenderse esa publicación a los pocos meses de iniciarse.

Casi al mismo tiempo recibió otro golpe, más terrible aún. Murió su hijo Armando, antes de cumplir los dos años de edad.

Fernando Alegría, en ‘Como un árbol rojo’, lo retrata así: “Cumplía los veintitrés años debatiéndose en la miseria. Era un obrero pálido y enjuto, vestido siempre con ropa oscura, muy endeudado y muy anárquico. Su primera aventura periodística había fracasado bajo la mirada hostil o escéptica de los viejos tiburones de la política. Y ahora la muerte le rondaba arrebatándoles a los hijos. Las canas prematuras eran marca de ruina en la cabeza”.

Pero resurgió desde las cenizas. El 14 de octubre de 1900 reapareció ‘La Democracia’.

CREADOR DE LA PRENSA OBRERA

Recabarren comprendió que los trabajadores  sólo podrían jugar su rol histórico si unían a la combatividad, una firme conciencia de clase;  por eso se dedicó a educarlos. Para ello utilizó todos los medios a su alcance.
Por ejemplo, la prensa, el medio de comunicación más importante en su época. Tenía 23 años de edad, cuando en 1899, fundó lo que se considera el primer periódico obrero creado por Recabarren. Fue el semanario “Democracia”, de Santiago.

En  el año 1900 escribió: “La prensa obrera es como la luz que señala desde lejos el camino más corto por donde debemos andar”.

En  1903  vivió un importante hecho, que años más tarde, lo evocó así:

“Yo recuerdo siempre con emoción la vez que llegó un grupo de obreros de Tocopilla y me dijeron: ‘Compañero, traemos dos mil pesos para comprar una imprenta.    La Mancomunal de Obreros de Tocopilla ha logrado reunir este dinero para comprar una imprenta. Venimos a que usted nos acompañe a comprarla’.
 ¿Y qué van  a hacer ustedes con ella?, les pregunté.
Me contestaron: ‘Un periódico’.
¿Y quién se los va a escribir?
‘No tenemos quien nos lo escriba, pero confiamos en que usted nos buscará un tipógrafo  para que lo escriba’
Y concluyeron por decirme: ‘Esperamos que usted mismo se vaya a Tocopilla y nos atienda el periódico’.”

EN LA PAMPA SALITRERA

Fue así como Recabarren viajó al  norte, en septiembre 1903.

En Tocopilla no sólo fundó, dirigió, escribió, tipió y editó el periódico “El Trabajo”, sino que pronto se convirtió en dirigente de la Mancomunal de Obreros de Tocopilla.

PRIMER DIPUTADO OBRERO EN AMÉRICA

En marzo de 1906, Recabarren fue elegido diputado por Antofagasta, siendo el primer diputado obrero electo en América. Pero la mayoría reaccionaria del Congreso le quitó ese cargo que  había conquistado limpiamente.
Hay quienes afirman que le arrebataron la diputación porque se negó a jurar. Y esto es falso.

Juró, declarando su disconformidad por tener que hacerlo de una forma en que no estaba de acuerdo. Pero, a  pesar de esto, su juramento fue aprobado por la mayoría de los diputados presentes en la sesión de la Cámara.

RECABARREN Y LENIN EN 1908

En marzo de1908, junto con el compañero Julio César Muñoz, Recabarren se embarcó hacia Europa. En ese continente tuvo importantes encuentros con destacados revolucionarios. Incluso, concurrió a  una reunión del Buró de la Internacional Socialista, efectuada el 11 de octubre de 1908 en la ciudad de Bruselas (Bélgica), en la que estuvo presente  Lenin.

RECABARREN: “RICOS Y POBRES…”

En la noche del 3 de septiembre de 1910,  Luis Emilio Recabarren dictó en Rengo una conferencia que tituló “Ricos y pobres a través de un siglo de vida republicana”.

Faltaban quince días para que se cumplieran cien años de la constitución de la Primera Junta Nacional de Gobierno, elegida por los criollos (poderosos hacendados, hijos de españoles, nacidos en Chile) con el objetivo de mantener a nuestro país bajo el dominio del rey español, Fernando VII.

Pero, a pesar de  las intenciones de la mayoría de los miembros de la Junta elegida el 18 de septiembre de 1810, ese acto se convirtió en el inicio del proceso emancipador, que culminó bajo el gobierno de  O’Higgins en 1818.
Después,  comenzó el surgimiento de formas capitalistas de producción. Con ellas, aparecieron los primeros destacamentos de la  clase obrera. Fue   en la región de Atacama, en los años 20 del siglo XIX.

SU  VISIÓN DEL PRIMER SIGLO.

Recabarren dijo a comienzos de septiembre de 1910: “Hoy todo el mundo habla de grandezas y de progresos y los pondera y los exalta considerando todo esto como propiedad común  disfrutable   por todos.

Yo quiero también hablar de esos progresos y de esas grandezas, pero me permitiréis que los coloque en el sitio que corresponde y que saque a la luz todas las miserias que están olvidadas u ocultas o que por ser ya demasiado comunes no nos preocupamos de ellas.” ( Luis Emilio Recabarren: “Ricos y pobres”, en “Luis Emilio Recabarren. Obras”. Casa de Las Américas, 1976, página 60)

Recabarren sostuvo:

“No es posible mirar la sociedad chilena desde un solo punto de vista, porque toda observación resultaría incompleta. Es culpa común que existan dos clases sociales opuestas, y como si esto fuera poco, todavía tenemos una clase intermedia que complica más este mecanismo social de los pueblos”. ( Ibidem. p. 61)

LA GUERRA DEL SALITRE

Agregó:

“La clase capitalista, o burguesa como la llamamos, ha hecho evidentes progresos a partir de los últimos cincuenta años, pero muy notablemente después de la guerra de conquista de 1879 en que la clase gobernante de Chile anexó la región salitrera”.  ( Ibidem. p. 61)      

Profunda visión internacionalista de la llamada Guerra del Pacífico.

LA CLASE OBRERA

Sobre la clase obrera sostuvo:

“Para atenuar el hambre de su miseria en las horas tristes de la lucha por la vida y para detener un poco de feroz explotación capitalista, el proletariado funda sus sociedades y federaciones de resistencia, sus mancomunales. Para ahuyentar las nubes de la amargura creó sus sociedades de recreo. Para impulsar su progreso moral, su capacidad intelectual, su educación, funda publicaciones, imprime folletos, crea escuelas, realiza conferencias educativas.

Mas, toda esta acción es obra propia del proletariado, impulsado por el espíritu  de conservación, y es un  progreso adquirido a expensas de sacrificios y privaciones. (Ibidem. p. 71)

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PROGRESOS SOBRE LA MISERIA PROLETARIA

Recabarren resumió su posición:

“Hay progresos evidentes en el siglo transcurrido, ello no puede negarse. Pero esos progresos corresponden a la acción de toda la colectividad y en mayor proporción, si se quiere, a la clase proletaria que es el único agente de producción, de creación, de ejecución de las ideas y de los pensamientos. Pero esos progresos ostensibles, son precisamente la causa de la miseria proletaria. El progreso está construido, pues, con cuotas de la miseria… De todos los progresos  de que el país se ha beneficiado, al proletariado no le ha correspondido sino contribuir a él, pero para que lo gocen sus adversarios”. (Ibidem. p. 93)

ES LA SÍNTESIS DEL DESARROLLO DEL PROLETARIADO

“Recabarren, escribió Hernán Ramírez Necochea en ‘Origen y formación del Partido Comunistas de Chile’, vivió un constante proceso de desarrollo de su personalidad; tras ardua lucha librada consigo mismo, en su propia conciencia, logró superarse y adquirir, con caracteres cada vez más acentuados e indelebles los perfiles de un revolucionario a carta cabal y del más preclaro dirigente de los trabajadores que ha producido Chile.

“En cierto sentido, continúa Ramírez Necochea, la trayectoria de Recabarren desde su condición de miembro del Partido Demócrata hasta su calidad de fundador del Partido Comunista, desde su adhesión juvenil al reformismo de la tienda en que militó durante los primeros años de su vida, hasta su formación como revolucionario inspirado en el marxismo, desde su vinculación con sociedades mutualista hasta su calidad de dirigente máximo de la FOCH, desde su situación como dirigente sindical y político hasta su reconocida militancia y significación en el movimiento obrero internacional, representa una perfecta y completa síntesis de la trayectoria que recorrió el proletariado desde  fines del siglo XIX hasta principios de la tercera década del siglo XX”.

FUNDADOR DEL PARTIDO COMUNISTA DE CHILE

En la edición del 21 de mayo de 1912 de ‘El Despertar de los Trabajadores’, de Iquique, escribió Recabarren un artículo titulado “Vamos al Socialismo”, donde relata: “Desde que se inició la reorganización del Partido Demócrata en esta provincia, se inició  también una tendencia bien marcada para que nuestra organización fuera envuelta en la idea socialista y tomando su propio nombre.

Tan es así que un buen número de las nuevas agrupaciones de la pampa, tomaron el nombre de socialistas, manifestando con ello querer avanzar en las ideas y en la acción”.

Recabarren finalizaba su artículo diciendo: “Alcemos bien nuestra frente y sin vacilaciones fundemos aquí el formidable pedestal del Partido Socialista de Chile”.

También en Magallanes

‘El Despertar de los Trabajadores’ publicó el 27 de agosto de 1912 una carta enviada por el Partido Socialista chileno de Punta Arenas,  de fecha 11 de julio de 1912, donde se  decía:

“Señores
Miembros del Partido Socialista Obrero.
Iquique.
Apreciados compañeros:
Por el importante órgano del proletariado de esa ciudad, ‘El Despertar’, hemos podido informarnos de que con fecha 23 de mayo del año en curso se ha formado en esa el Partido Socialista.
El 21 de ese mismo mes quedaba organizado en este otro extremo de la República ese mismo gran partido que esperamos y deseamos eche hondas raíces en nuestra nación y sea el salvador de nuestra patria.
Cúmplenos, pues, ofrecerles nuestra más franca adhesión…
Por los compañeros,              
Luis E. Mart.”.

Pensamos que los comunistas de Punta Arenas, se referían a la fundación de una sección socialista, ocurrida precisamente el 23 de mayo, en la oficina salitrera ‘Cholita’, ubicada al sur este de Iquique, según  informó ‘El Despertar’, con fecha 24 de mayo de 1912.

LA FUNDACIÓN

Así se fueron creando las condiciones para la fundación del Partido Comunista de Chile. Era la época de oro del salitre. Funcionaban 170 oficinas salitreras, en las que laboraban cerca de 50 mil pampinos.  La provincia de Tarapacá, bullía en actividad.   En Iquique, corazón palpitante de esa región, treinta revolucionarios, encabezados por Recabarren, se reunieron el 4 de junio de 1912, en una casona ubicada en calle Barros Arana Nº 9 de ese puerto.
 
Entre otros, participantes en esa sesión Elías Lafertte; Teresa Flores, única mujer fundadora de un partido en Chile; el ecuatoriano David Barnes; el español, Nicolás Aguirre Bretón; Néstor Recabarren, Ruperto Gil, Enrique Salas, Salvador Barra Woll.

Allí se fundó el Partido Comunista de Chile. Nació con el nombre de Partido Obrero Socialista, porque en esa época todos los partidos revolucionarios de la tierra se llamaban socialistas o socialdemócratas.

Durante casi tres años el Partido careció de una estructura nacional. Las diversas secciones del país tenían por centro de orientación e información a Recabarren.

Esta situación se  superó en 1915.

PADRE DEL MOVIMIENTO OBRERO CHILENO

Luis Emilio Recabarren educó a los trabajadores a través de la prensa, con sus discursos, conferencias, polémicas públicas y con sus conversaciones personales. Además, escribió varios libros y folletos.

Recabarren es el más grande educador de masas de la historia de Chile. Pero fue, además, un  extraordinario organizador y un líder obrero.

Con mucha dedicación, esfuerzos y sacrificios, logró entregar a los trabajadores chilenos los tres elementos que le permitirían jugar un papel importante en los acontecimientos nacionales:

1) Forjó  conciencia de clase  en amplios sectores  obreros, a través de la educación y de su ejemplo. En 1912, escribió: “Es necesario convencer a los trabajadores que son un gran poder, como no hay otro, pero que la fuerza de su poder reside en su organización”.

2) Creó  el partido revolucionario de los trabajadores.  El  4 de junio de 1912, fundó en Iquique el Partido Comunista de Chile.

3) Reconstruyó el movimiento sindical clasista, que había surgido en enero de 1900 con las Mancomunales, las  que  desaparecieron con la masacre de la Escuela Santa María de Iquique, perpetrada el  sábado 21 de diciembre de 1907.

Fue, al cumplirse estas tres condiciones, que nació el movimiento obrero chileno. Por eso se le llama con toda justicia a Recabarren, Padre del Movimiento Obrero de Chile

SOLIDARIZANDO CON LA REVOLUCIÓN DE 1917

Al producirse la Revolución Socialista del 7 de noviembre de 1917, el padre del movimiento obrero chileno  solidarizó de inmediato  con los trabajadores que se habían tomado el poder en Rusia.
Estando en Buenos Aires, escribió el 22 de diciembre de 1917: “Doy, sin vacilar, mi voto de adhesión a los maximalistas rusos, que inician el camino de la paz y de la abolición del régimen  burgués, capitalista y bárbaro. Quien no apoye esta causa, sostendrá el capitalismo con todos sus  horrores”. (Reproducido en “Adelante”, de Talcahuano, el 13 de febrero de 1908).
.
Después de visitar la naciente República Soviética a fines de 1922 y comienzos de 1923, dictó una serie de conferencias. En una de ellas señaló: “Fui a ver si la clase trabajadora había abolido ya definitivamente el estado de explotación capitalista y de tiranía… Y pude ver con alegría que los trabajadores de Rusia tenían efectivamente en sus manos toda la fuerza del poder político y económico”.
Esas charlas fueron publicadas en un folleto titulado “Rusia Obrera y Campesina”.

Julieta Campusano entrega un antecedente desconocido y muy importante: “En la “historia de Chile, publicada en 1967 por el Instituto de Historia de la Academia de Ciencias de la URSS, se dice que Luis Emilio Recabarren con todo fundamento, puede ser considerado el primer historiador chileno de la Revolución Socialista de Octubre”. ((Julieta Campusano: “Luis Emilio Recabarren ilumina nuestro camino revolucionario”, en “Principios” Nº 140, agosto-septiembre 1970,  página 110)

CANDIDATO A LA PRESIDENCIA

Recabarren fue un militante disciplinado. Estaba en la cárcel de Tocopilla, cuando tuvo lugar el Segundo Congreso Nacional del Partido Comunista, realizado en Antofagasta el 1 y 2 de junio de 1920.  Este evento acordó  proclamarlo candidato a la Presidencia de la República, para enfrentar al demagogo y uno de los más sangrientos  masacradores de nuestra historia, Arturo Alessandri Palma. Fue el primer candidato obrero a la Presidencia de Chile. Logró reunir el 0,47% de  los votos.

NACIONALIZAR NUESTRAS RIQUEZAS

Luis Emilio Recabarren fue el primero que en Chil
e planteó la necesidad de nacionalizar nuestras riquezas naturales, entre ellas el cobre.

Estando preso en la cárcel de Tocopilla, escribió el  11 de agosto de 1920,  un artículo titulado “Pongamos remedio al mal”. En  donde señaló:

“Los problemas de la miseria y de la esclavitud no terminarán mientras tanto la clase obrera se resigne a sufrir la actual organización social. No son los burgueses los que van a remediar el mal, tenemos que ser nosotros…”.
Y agregó:

“Nacionalicemos las industrias extractivas. Nacionalicemos las minas del carbón, las salitreras, los bosques, el cobre… Nacionalizar las industrias y la administración en manos de obreros; éste es el único remedio del mal de la esclavitud y la miseria. Si Chile es de los chilenos, que sea de verdad; que sea para todos y no para unos pocos privilegiados que se vuelven déspotas y tiranos”.  (“El Socialista”, Antofagasta, 11 de agosto de 1920)

LOS PRIMEROS DIPUTADOS COMUNISTAS

Luis Emilio Recabarren y Luis Víctor Cruz, fueron los primeros comunistas elegidos diputados. Ello ocurrió en las elecciones de  marzo de 1921.

Escribe Elías Lafertte. “Cuando Recabarren iba a hablar, en la Cámara se producía expectación. Hablaba ante los honorables, lo mismo que ante los obreros, sin modificar su vocabulario sencillo y claro, su tono tranquilo, sus convicciones firmes. Las cosas que tenía que decir, las decía tranquilamente, impertérrito ante las interrupciones indignadas de sus enemigos de clase. No tenía empacho en plantear las  cuestiones más revolucionarias; todo lo exponía con la sinceridad del que tiene bien arraigadas sus convicciones” (Elías Lafertte: “Vida de un Comunista”, página 162)

Y CANTÓ LA INTERNACIONAL

Volodia Teitelboim recordaba en enero de 1975 en un acto en Moscú:

“Los dos diputados comunistas, Luis Emilio Recabarren y Luis Víctor Cruz, interpelaron al Gobierno de Arturo Alessandri porque el 28 de marzo clausuró la única escuela que funcionaba en el centro minero El Taldo –creada y financiada por los trabajadores-  so pretexto que los alumnos allí cantaban La Internacional.  Recabarren manifestó: ‘Si de 500 obreros de la mina, 400 son comunistas, es lógico que sus hijos entonen la canción más popular en el mundo, cuyo nombre temen los señores diputados burgueses en Chile. Además es una bella canción’.

Uno de los parlamentarios de derecha quiso dárselas de gracioso y ridiculizar a Recabarren: ¿por qué no la canta? Y Recabarren la cantó entera con desafiante aplomo”.

Recabarren fue un líder de una inteligencia preclara, convincente, con enorme atractivo para las masas, sencillo y modesto,  que jamás ocupó cargo de dirigente nacional  en el Partido ni en la FOCH,  y que actuó siempre con un acentuado espíritu democrático.

EDUCADOR DE DIRIGENTES OBREROS

Recabarren, como  gran educador,  formó muchos líderes obreros. Unos, a  través del  trabajo directo con  él, como es el caso de Elías Lafertte Gaviño que, siendo un sencillo obrero del salitre, llegó a ser fundador del Partido Comunista, secretario general de la FOCH, senador y el primer Presidente de su Partido.

En junio de 1911 trabajaba Elías Lafertte en la oficina salitrera ‘Ramírez’ y fue invitado por un obrero amigo ir a recibir a Recabarren a la estación de Huara. El propio Lafertte relata así su primer encuentro con Don Reca:

“Cuando el tren llegó y empezaron a bajar los viajeros, yo me preguntaba cuál podría ser Recabarren. De pronto vimos bajar a un hombre de cabellos y bigotes negros, ojos capotudos y porte desgarbado. Usaba pantalones anchos y los bolsillos de su chaqueta parecían llenos de papeles… Inmediatamente nos acercamos y nos saludó uno por uno…”  Lo acompañaron a la pensión donde se quedaría y conversaron hasta la madrugada.

Concluye Lafertte:

“Yo tampoco sabía que esa noche de junio de 1911, mi camino junto a la clase obrera de Chile había quedado trazado para siempre” (Elías Lafertte: “Vida de un Comunista”, páginas 70 a 72)
Otro es el caso del ya citado Salvador Ocampo.

ADMIRADO POR UN JOVEN ANARQUISTA

Pero hubo obreros que sin actuar junto a él, recibieron su influencia. Uno de ellos, es Juan Vargas Puebla.
 
En una conversación que tuve con él en enero de 1991 me relató:

“A comienzos de 1924, en el barrio pobre que yo vivía, se hizo un acto en la esquina de Moneda con Cueto, en que se exigía la rebaja de los arriendos. Allí vi y escuché por primera vez a Recabarren, hablando arriba de un cajón azucarero.

El 1º de Mayo de ese mismo año lo escuché tres veces. Primero en un acto unitario efectuado en la Alameda.

Terminado éste,  los de la FOCH, con Recabarren a la cabeza, marcharon en dirección al cerro Santa Lucía. Yo, por entonces tenía 16 años de edad y era dirigente de la Juventud anarco-sindicalista. Llevando la bandera de esa juventud, seguí a los fochistas. En la Plaza Vicuña Mackenna, que está junto al cerro, Recabarren se subió a un muro y pronunció un segundo discurso.

Después nos dirigimos al local de la FOCH en la esquina de Agustinas con Tenderini. Era una vieja casa con un balconcito.  Desde ahí habló Recabarren  dando por finalizada la jornada de ese medio día.

Sin que nadie me lo pidiera y  ni estar programado, subí  hasta el balcón y dije unas palabras en nombre de los jóvenes anarco sindicalistas. La gente que escuchaba, casi todos comunistas, me aplaudió. Fue la primera ocasión en que hablé en público. Estaba nervioso y emocionado. Cuando finalicé,  Recabarren, me acarició la cabeza y me dijo cariñosamente:

-‘Bien muchacho, lo has hecho muy bien’.

Me sentí feliz. Esa fue la segunda y última vez que vi vivo a Recabarren”.

CONTRA EL ANARQUISMO

La fraternal y comprensiva actitud  de Recabarren con el joven anarcosindicalista  no fue más que eso,  porque el maestro jamás dejó de luchar contra la ideología anarquista. En Buenos Aires libró una famosa polémica contra los elementos de esa tendencia cuando en 1907 participó en un Congreso Sindical en representación de los obreros gráficos de ese país.

Ese año se publicó en Buenos Aires el  trabajo  de Recabarren  “Controversia con los anarquistas”.

“Tampoco se pueden entender los éxitos del movimiento obrero chileno –escribió Orlando Millas- si no se toma en cuenta su lucha (de Recabarren) de decenios contra el revolucionarismo  pequeño burgués. Luis Emilio Recabarren construyó el movimiento sindical, la prensa y el Partido de los obreros en batalla ideológica intransigente y sin tregua con el anarquismo. El mismo Recabarren enfrentó, en los últimos años de su vida, a la corriente fraccional denominada de los ‘jóvenes revolucionarios’, que condenaban la actuación en el parlamento y en los sindicatos y propugnaban la ‘acción directa’.”

(Orlando Millas: “La lucha ideológica en el Chile de hoy”, en “Principios” Nº 141-142, septiembre-diciembre 1971, páginas 28 – 29)

POR EL CAMINO DE RECABARREN

 Juan Vargas Puebla, obrero de la construcción, siguió -sin saberlo- la misma senda del líder que había admirado en su juventud. A los 24 años de edad ingresó al Partido que Recabarren  fundara 20 años antes.

Guardando las proporciones, son notables las similitudes entre el maestro y su discípulo. Ambos comenzaron a laborar como obrero a la edad de 14 años; Los dos dedicaron sus mejores esfuerzos a la unidad y organización de los trabajadores. Ambos dieron importancia  a la educación de estos. Crearon prensa obrera, escribieron artículos y folletos. Tuvieron dedicación por la cultura popular, en especial el teatro proletario.

Los dos fueron ejemplares diputados obreros y su oratoria era elocuente y convincente.

EL FATÍDICO  VIERNES  19
                                                                         
“Viernes 19 de diciembre de 1924. Faltan tan sólo dos días para que finalice la primavera, la estación de la vida, del amor, de la alegría. Todo transcurre en forma normal en la casa ubicada en el número 195 de la calle Santa Filomena, en el barrio Recoleta de Santiago.

Según su costumbre, Recabarren se levanta temprano. Vestido con pantalones, zapatos y camiseta está en su pieza de trabajo, sentado ante su escritorio. A su lado, la mesa con la máquina de escribir que trajo desde Alemania en 1922.

La habitación tiene una ventana que da a la calle, protegida en el exterior por barrotes de hierro. Hay un tragaluz fijo y dos puertas. Una da hacia un pasadizo. La otra, sólidamente clausurada, a una pieza, donde vive el compañero López, que –en ese momento conversa allí con Alfredo Montecinos.

Ante esa puerta se ve una cómoda. Existe, además, en la sala un estante con libros. También, gran cantidad de documentos y papeles.

El maestro está solo. Momentos antes, han abandonado la pieza Teresa Flores y su hermana Ana, dirigiéndose hacia el interior de la casa.

Son alrededor de las siete, cuando el estampido de disparos rompe el silencio matinal. Teresa, Ana, López y Montecinos corren a la habitación en donde se han escuchado los balazos.  Encuentran a Recabarren muerto, tendido en el piso, cerca de su escritorio, con una pistola entre las manos. Es la máuser, que compró en Alemania. La sangre enrojece el suelo alrededor de la cabeza, blanca de canas, del maestro”.

LAFERTTE RECUERDA ASÍ EL VIERNES 19

Ese día, Elías Lafertte cumple 38 años. Está en su casa, cuando a eso de las diez de la mañana, ve entrar a Tomás Connally, que viene pálido, los ojos saltados, las manos temblorosas.
‘No alcancé a preguntarle qué le pasaba, porque me dijo a boca de jarro:
-Recabarren ha muerto… Se suicidó esta mañana de un tiro de revólver.

Me quedé mudo, sin creer tremenda noticia. Pero allí estaba para atestiguarlo Connally, quien venía de la casa de Recabarren. Mi mente se llenó de pensamientos atropellados, que se agolpaban, sin que pudiera aclarar nada. ¡Recabarren muerto!…

Corrí por las calles, entre incrédulo y desesperado, hasta llegar a la casa de Recabarren. La noticia de su muerte  e había empezado a  divulgar  y en la casa, junto a Teresa y a las hermanas de nuestro camarada, había ya unos cuantos políticos y dirigentes obreros.

Entré a verlo. El cadáver estaba tal cual había sido hallado, en una pieza que servía de escritorio, donde guardaba libros y papeles”.

LOS FUNERALES DEL PADRE DEL MOVIMIENTO OBRERO CHILENO

En 1981, Juan Vargas Puebla, estando exiliado en México, escribió:

“Volví a ver al maestro Recabarren el 21 de diciembre de 1924, ahora dormido para siempre en un ataúd, en medio de una severa capilla ardiente en el local de la Unión de Obreros Ferroviarios, en la calle Bascuñán Guerrero Nº 345. Pálido, los ojos cerrados, las manos cruzadas sobre el pecho, cubierto de flores rojas y por las banderas de Chile y del Partido Comunista. Era la expresión más elocuente de la serenidad que lo caracterizó toda su vida de apasionado luchador revolucionario por la causa de la justicia social, del socialismo y del comunismo”.

 Hasta aquí el testimonio de Juan Vargas Puebla.

Los funerales de Luis Emilio Recabarren, fueron multitudinarios. Una gigantesca columna caminó entre una doble fila de obreros que, tomados de las manos, formaban dos cadenas humanas, que partían desde el local de la calle Bascuñán Guerrero, seguían por Alameda, Estado, Mapocho, Avenida La Paz, hasta el mismo Cementerio General.

“En la plazuela del Cementerio  -relata Elías Lafertte- comenzaron los discursos. Simultáneamente, desde pequeñas tribunas, hablaban diez o más oradores. Algunos, a falta de tribunas, se subían a los barrotes de las ventanas de las casas y desde allí despedían los restos de Recabarren. Hubo un instante en que conté hasta quince personas hablando simultáneamente a la muchedumbre”.

EL SUICIDIO  DEL MAESTRO

Luis Emilio Recabarren se suicidó el viernes 19 de diciembre de 1924. Fue algo tan sorpresivo, que muchos pensaron que había sido asesinado. El Partido Comunista y la FOCH actuaron con toda responsabilidad. No escucharon a quienes sugirieron que se culpara de la muerte del líder obrero a los militares que estaban en el poder.

Nombraron una comisión investigadora. Ésta, después de un acucioso estudio, llegó a la conclusión que en realidad se había suicidado.

Sobre la causa del suicidio de  Recabarren se han tejido muchas fábulas. Se ha escrito que el Maestro se suicidó porque volvió desilusionado de su viaje a Rusia Soviética. Ello es falso.

Al regreso de esa visita, realizada en 1922, escribió y dictó muchas charlas sobre el tema, donde mostró la hermosa experiencia vivida en ese país gobernado por  obreros y campesinos. Otros afirman que el golpe de los militares del 11 de septiembre de 1924 lo habría aplastado, porque significaba el derrumbe de toda su obra.

Hay testimonios de todo lo contrario.

¿Cuáles fueron las reales causas de que Recabarren se  suicidara con una pistola que había comprado en Europa en 1922?

Son varias y complejas.

–    Un severo desgaste que le significó dedicar treinta años a una lucha dura, difícil y sin tregua, contra los enemigos de clase.
–    La permanente persecución, calumnias y juicios arbitrarios llevados cabo por las autoridades reaccionarias,
–    La represión policial, los encarcelamientos y el exilio sufridos;
–    Los arteros ataques de una fracción trotskista al interior del Partido;
–    Una seria enfermedad al cerebro. Esta habría sido diagnosticada en Europa en 1922.
–               Sufría de terribles dolores de cabeza.

OPINIONES DEL AUTOR

Al respecto del suicidio del maestro, pensamos que, además de las causas ya enumeradas, existen dos cuestiones que se deben tener en cuenta.

Una,  su temor a tener un final no digno de un dirigente obrero. Para pensar esto, nos basamos en algo ocurrido en 1916 y que relata Salvador Ocampo. En una oportunidad Recabarren dijo, conversando con unos obreros, “viviré como Recabarren, seré Recabarren y no llegaré a viejo, porque moriré Recabarren”.

Al pedirle Salvador Ocampo que le explicara qué quiso decir con eso, Recabarren le respondió:

“Mira,  suponte tú que pasan los años y un día un señor va con un niño en un paseo público y ve a un viejito que le está tirando miguitas de pan a unas palomitas. Y el niño le pregunta al caballero con quien va: ‘Oiga, ¿y ese señor quien será? Entonces el otro le dice: ‘Bueno, ese es Recabarren’. ¿Te imaginas? ¡Yo! A mí las circunstancias del país, las circunstancias políticas, me han colocado en un puesto en que soy una especie de cabeza visible de un movimiento de renovación. ¡Yo no llegaré a eso! ¡Yo no llegaré a eso!”

Pensamos que  cuando Recabarren apretó el gatillo de la pistola, tenía clara conciencia que, no por la edad,  tenía entonces 48  años y cinco meses, sino por esa maldita enfermedad al cerebro, podría llegar a ser ese viejito que tiraba miguitas a las palomas.

Por otra parte, hemos llegado a la conclusión que Recabarren sufría de depresión endógena. En varias ocasiones en que estaba en los momentos más brillante de su existencia, tenía reacciones muy depresivas. Ello ocurrió, por ejemplo, en 1912.

Y en 1924, poco antes de suicidarse, estaba pleno de energía y entusiasmo durante una gira que realizó al sur, y en un Congreso de los Empleados Particulares, en el que tuvo un brillante desempeño.
También por esos días había escrito una carta a los compañeros de Antofagasta anunciándoles visita para fin de año.

(*) Historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren,  CEILER

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