Miguel Henrique Otero, director del periódico venezolano El Nacional, se encuentra desde hace unos días en Chile. En una breve entrevista que le realizó una periodista de CNN Chile, lanzó varias afirmaciones inciertas y manipulaciones sensacionalistas sobre la situación venezolana, sobretodo, en lo relacionado a la libertad de expresión en este país.
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Mientras que la entrevistadora de CNN Chile se dedicó a realizar preguntas muy acordes y complacientes al discurso de su entrevistado.
El inicio de la entrevista fue con una tendenciosa introducción dando por cierta una falsedad muy difundida fuera de Venezuela: el supuesto monopolio de los medios de comunicación por parte del Estado.
La periodista de CNN Chile y el Director de El Nacional hablan de “la hegemonía comunicacional de los medios de comunicación del Estado.” En Venezuela sí hay medios públicos, como en cualquier país del mundo, y también hay medios privados con su línea editorial opositora al gobierno.
Pero la realidad en los kioskos de Caracas es otra. De los medios de comunicación impresos hay tres que son abiertamente oficialistas: Correo de Orinoco, Ciudad Caracas y el Diario Vea (los dos primeros son Estatales y el tercero es privado).
Por otro lado, existen los medios privados, mal llamados por Henrique Otero “independientes”, cuando la mayoría claramente responde a intereses de sectores políticos y económicos.
Entre los medios privados están El Nacional, Tal Cual, El País, y la revista Zeta que son abiertamente opositores, con un discurso parcializado y virulento, lleno de tergiversaciones, manipulaciones, medias verdades y mentiras demostrables que nunca se retractan. Además, estos medios privados, abusan de un fuerte sensacionalismo con la evidente intención de desinformar, de crear pánico y sensación de inseguridad como parte de una estrategia de generar ansiedad y zozobra en la sociedad.
El diario Ultimas Noticias se podría analizar desde otros punto de vista, teniendo en cuenta que ha habido una adquisición de acciones por parte de algún sector afín al oficialismo. Es considerado por la opinión pública venezolana como el medio impreso con mayor objetividad o, mejor dicho, el mayor “balanceado. En él conviven de forma equilibrada líneas editoriales, noticias y columnas de opinión de un sector y de otro.
También está el periódico El Universal, que hasta hace poco fue, junto con El Nacional, el principal diario opositor, ambos jugando un nefasto papel muy similar al de El Mercurio durante el Gobierno de la Unidad Popular.
En año 2014, El Universal fue adquirido por un capital privado que ha mantenido una línea editorial opositora menos agresiva que en su pasado reciente pero en absoluto favorable al oficialismo.
En la televisión abierta hay un mayor equilibrio entre los medios estatales y privados, alrededor de 6 de un lado y 6 del otro.
Los privados no son pro-gobierno en absoluto, más bien opositores y coquetean, en algunos casos, con los sectores más radicales de la oposición.
El canal Globovisión, hasta hace poco fue la punta de lanza comunicacional de la oposición con una línea muy agresiva que rozaba el fanatismo y en muchos momentos abiertamente sediciosa. Recientemente también hubo la adquisición de un porcentaje de acciones del canal por parte de sectores pro-gobierno pero no por eso ha pasado a ser oficialista.
En líneas generales mantiene un discurso nada favorable al gobierno nacional pero sin llegar a la histeria radical opositora. Cambió la forma pero no el contenido.
Éste recorrido general demuestra que es una falacia afirmar que el gobierno mantiene una “hegemonía comunicacional” y que el objetivo del gobierno es “desaparecer todo lo que es independiente a nivel de medios”.
Se ha tratado de equilibrar los medios de comunicación, los cuales históricamente han sido monopolizados por el sector privado manteniendo una línea editorial que responde únicamente a los intereses políticos de la oligarquía criolla e internacional.
Creo más interesante y fundamental debatir acerca del rol político que adopotan los grandes medios de comunicación privados cuando asumen gobiernos de izquierda o que buscan transformar el modelo económico capitalista.
Uno de los ejemplos más paradigmáticos sigue siendo Chile: el rol que jugo el periódico El Mercurio durante el gobierno de Salvador Allende y posteriormente durante la dictadura militar.
Este medio adoptó la tarea sediciosa de desestabilizar un gobierno legítimamente electo, dedicándose a desinformar y mentir de la forma más descarada. A solo 11 días de ser elegido Allende como presidente de Chile, el dueño y director de El Mercurio, Agustín Edwards, oscuro personaje de nuestra historia, fue a reunirse con Richard Nixon y Henry Kissinger para evitar que Allende asumiera el gobierno.
Es de conocimiento público que este medio de comunicación recibió cuantiosas sumas económicas para asumir una intensa campaña para derrocar al Gobierno de la Unidad Popular. Logrado este objetivo, este medio de comunicación, y los de su consorcio comunicacional, se dedicaron a desinformar, a ocultar la verdad y a justificar el terrorismo de Estado y los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura pinochetista.
Conocido es el titular de La Segunda (perteneciente a la cadena de El Mercurio) “Exterminados como ratones” haciendo referencia al asesinato de 59 opositores a la dictadura militar.
Conviene recordar, para que no quede sepultado por esa historia que siempre escriben los vencendores, que en Venezuela los grandes medios de comunicación nacionales fueron los protagonistas del golpe de estado contra el Presidente Chávez el 11 de abril de año 2002.
Mediante una campaña de incitación al odio y a la violencia, la que culmina con una macabra manipulación y edición de imágenes en la que supuestamente un grupo de chavistas disparaban contra una marcha opositora que se acercaba al Palacio de Gobierno para exigir la renuncia de Chávez, responsabilizaron injustamente de esta manera al gobierno chavista por la masacre de 19 personas el fatídico 11 de abril.
Con esta falsa justificación, los principales canales de televisión hicieron un llamado explícito y literal a las Fuerzas Armadas exigiéndoles que intervinieran para derrocar al Presidente Chávez, que cumplieron deteniendo al Presidente democráticamente elegido de manera ilegal.
Posteriormente, se demostró cómo fueron editadas las imágenes para engañar al pueblo, se demostró que fueron francotiradores los que dispararon contra la marcha opositora causando la muerte de 19 personas. Fue todo un plan comunicacional de engaño y muerte para justificar el golpe de estado.
Actualmente continúan este tipo de practicas como en el caso de Brasil, donde la Cadena O´Globo manipula instalando la matriz de que el juicio a Dilma es por corrupción, siendo por responsabilidad fiscal, cuando los investigados por corrupción son precisamente los diputados que encabezan el impeachment contra la Presidenta, y la monstruosa operación comunicacional de criminalización y secuestro policial-jurídico de Lula.
Ante estos ejemplos, y muchos otros en la triste historia de los pueblos, es imprescindible el cuestionarse la legitimidad de ciertos medios de comunicación que en nombre de la libertad de expresión son capaces de hacer llamados a la violencia, a la sedición y al odio cambiando la voluntad democrática de un pueblo por estar en contra de los intereses de las oligarquías. Obvian su papel comunicacional, dejan de informar de forma oportuna y transparente, mienten constantemente, distorsionan la realidad, manipulan la información y actúan como miserables en pos de intereses políticos, económicos y corporativos.
¿Acaso se le puede llamar a eso libertad de expresión? ¿Acaso no es legítimo plantearse mecanismos de regulación que eviten estas distorsiones a la noble y necesaria función de informar con veracidad de los sucesos y los procesos que viven las sociedades libres? ¿Acaso sería esto atentar contra la libertad de expresión?
Considero que es necesario buscar mecanismos que garanticen información oportuna, veraz y lo más objetiva posible. No me refiero a una falsa neutralidad e imparcialidad, pues ésta no existe en ningún medio de comunicación, ni tiene porqué haberla pues todos tenemos derecho a tener nuestra opinión y a defenderla, pero el asunto está en no hacerlo en base al engaño y la mentira. No hablo de imparcialidad sino de honestidad informativa y sobretodo de credibilidad.
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Por eso mismo denunciamos las grandes mentiras y distorsiones que constantemente se construyen en relación a Venezuela para demonizar al Gobierno Bolivariano. No se trata de negar la muy delicada situación social y económica que atraviesa Venezuela sino de informar de forma transparente, rigurosa, veraz, no ocultando las causas y factores que de uno y otro lado han llevado a esta situación.
Ayer El Mercurio y Agustín Edwards mintieron y conspiraron para derrocar al legítimo Gobierno de la Unidad Popular. Hoy Miguel Henrique Otero, El Nacional y la Cadena O´Globo de Brasil mienten y conspiran para derrocar al legítimo Gobierno Bolivariano y a la Presidenta Dilma.
(*) Nieto de Salvador Allende, médico residente en Caracas.