Como si fuera un fanático de un equipo deportivo celebrando una anotación o un campeonato, el astrónomo Mike Kentrianakis de la American Astronomical Society entra en un estado de euforia al observar el momento de totalidad del eclipse de sol del pasado 9 de marzo en un avión de Alaska Airlines que interceptó el curso solar.
Kentrianakis narra “jugada a jugada” el eclipse llegando a la apoteosis en la que la Luna oculta al Sol y se puede ver la corona, el borde radiante en la oscuridad que engulle a la estrella.
Varios medios han llamado a Kentrianakis “el hombre más feliz del mundo” por esta demostración (y quizás podría convertirse en la imagen de algunos fármacos para presión alta).
La belleza de este espectáculo astronómico quizás merece un nuevo video con música ambiental o algunos tonos como los de Jean Michel Jarre o Iannis Xenakis, clásicos de la ensoñación electrocósmica.
El video se ha viralizado en Internet, con la narración de Kentrianakis recordándonos el poder que tiene la naturaleza para conmover e inspirarnos, mucho mayor que cualquier espectáculo deportivo: la danza cósmica de ocultación del Sol y la Luna, la que los antiguos veían como el momento en el que el Sol era devorado por un dragón o un demonio.
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