La economía chilena está a expensas de las condiciones fuera del país, advirtió el informe anual de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE.
Esa es la advertencia de un informe sobre la producción en el país suramericano elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en colaboración con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
«Chile es una economía relativamente estable y abierta. Una sólida gestión macroeconómica, junto con una penetración efectiva en los mercados globales y el apetito chino por las materias primas, permitió al país disfrutar de un crecimiento sostenido y relativamente estable desde principios de los años noventa», señala la OCDE.
El organismo de cooperación internacional con sede en París considera que “esta realidad también aisló a Chile de los patrones de crecimiento más volátiles de otras economías en América Latina», como evidencia el hecho de que el país ha estado creciendo en promedio un 4 % desde el año 2000, frente al 2,8 % de la región.
Como consecuencia, «los chilenos hoy están mejor que en el pasado, tienen mayores ingresos y están cerrando progresivamente la brecha con los países más avanzados», señala el estudio, titulado «Revisión de la Política de Transformación de Producción de Chile. Cosechando los Beneficios de Nuevas Fronteras«.
Poca diversidad económica
Sin embargo, la OCDE alerta de que «la baja productividad detiene el crecimiento de Chile», puesto que la mayoría de los trabajadores están empleados en actividades de baja productividad que contribuyen poco a agregar valor».
Según la organización, «la limitada diversificación de la economía, tanto en términos de actividades como de mercados, deja a Chile vulnerable a las conmociones externas».
El crecimiento económico interno aún depende en gran medida de los recursos naturales. La minería representa más de la mitad de las exportaciones chilenas. Tres países, China, Estados Unidos y Japón, son los destinatarios de más de la mitad de las exportaciones totales, recuerda el estudio.
«Una contracción de la demanda por parte de cualquiera de estos países puede afectar a toda la economía», advierte.
Considerando que Chile contiene más de un tercio de las reservas mundiales de cobre y se encuentra entre los tres principales productores de litio, la OCDE deduce que «la minería seguirá siendo un factor clave de crecimiento en el futuro».
Sin embargo, el sector enfrenta límites en términos de absorción de mano de obra, “dadas las características del proceso de producción y el avance hacia la minería automatizada».
Por ello, este organismo internacional enfatiza que «diversificar la economía” es “de vital importancia para mantener el crecimiento y crear empleos».
Por otro lado, el país sudamericano registra uno de los porcentajes de inversión en I+D más bajos de todos los de la OCDE(0,39 % del PIB).
«El modelo chileno requiere de una actualización para continuar teniendo éxito», recalca el estudio, porque los ciudadanos «demandan más oportunidades para la juventud y acceso a nuevos servicios».
«El modelo tradicional y altamente concentrado orientado a la exportación tendrá dificultades para ofrecer estas oportunidades», alerta este organismo.
El informe identifica tres factores decisivos para el cambio a largo plazo:
1.- Avanzar en la modernización de las instituciones públicas y la gobernanza. Será fundamental reforzar la coordinación interministerial en materia de innovación y transformación económica y habilitar financiamiento a largo plazo para inversiones estratégicas.
2,. Reforzar la capacidad de anticipación al nivel estratégico más alto. Chile carece de un espacio institucional para planificar y diseñar escenarios. Reconstruir esta capacidad contribuiría a lograr el consenso sobre los retos a los que se enfrenta el país en materia de desarrollo (como lograr que su economía sea más ecológica).
3.- Adoptar un enfoque «geolocalizado» en la formulación de políticas. Será crucial afianzar las capacidades de los gobiernos regionales y locales, así como introducir mecanismos eficaces que permitan transferir recursos entre el gobierno nacional y los regionales.
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