Sali de Chile hace aproximadamente cinco años, en el mismo periodo en que llego al poder el presidente Pinera, aún cuando no hay ninguna relación ente ambas situaciones, luego de vivir en Santiago un poco mas de 50 años. Y desde luego, he estado siguiendo con atención e interés todo lo que pasa en Chile por estos días, lo que en modo alguno, desde mi punto de vista, está separado de lo que ocurre actualmente en el mundo, aun cuando cada país lo vive de manera diferente. Me refiero a los escándalos políticos que se ventilan por estos días en distintas partes del mundo, cuyo factor común son las elites que conforman los grupos de poder.
De entrada, está la complejidad de la relación de la política con el poder económico, como ha quedado de manifiesto con los casos recientes sobre la subordinación de la primera respecto a grupos económicos que han crecido al amparo de un aberrante sistema político-económico, que les ha permitido un enriquecimiento ilimitado en todos los sectores vitales de la economía, al punto que en los últimos años se ha llegado al absurdo de que el 1% de la población más rica es dueña del 50% del capital del país, cifra que quizás se quede corta. El resto, vale decir, el 99% restante, comparte el otro 50%, aun cúando también de manera muy segmentada, pero en la misma dirección.
Muy diferente al Chile de hace algunos anos. No hay que ser muy inteligente para descubrir que esta situación es algo que se ha incrementado de modo exponencial en los últimos años, en que estos grupos han crecido de una manera desorbitada y sin precedentes en la historia, en desmedro de las grandes mayorías que siguen viviendo de un sueldo, que con suerte en muchos casos se habrá reajustado de acuerdo a la variación del IPC.
Por supuesto, son estos mismos grupos, dueños y amos de la mayoría de los medios de comunicación, los que llevan la voz cantante y han orquestado todas las fatídicas y trágicas consecuencias que tendrán para el país las reformas sociales, políticas, tributarias y educacionales que lleva adelante la Presidenta de la República y su gobierno, a pesar de todas las trabas y las dificultades que ha debido sortear, que naturalmente tienen como objetivo beneficiar y favorecer a las grandes mayorías.
No soy economista ni un lego en la materia, pero si tengo al igual que cualquier persona sentido común, y me he quedado muy sorprendido cuando he visto a uno de los controladores de este grupo en cuestión, cuando todo este asunto estaba estallando en los medios de comunicación, en que se jactaba con mucho orgullo y arrogancia de pertenecer al grupo de los » Chicago Boys » [palabras textuales de él], y que habían buscado acercarse al sector político mas afin a su » particular filosofía de entender la vida «.
Claro, debo reconocer que en esos tiempos el personaje en cuestión se sentía una persona con poder, intocable y con suficiente influencia, y quizás sin dimensionar aún como todo esto se le vendría encima, una vez que fueron saliendo a la luz las diversas aristas de como habían construido su verdadero imperio económico a través del fraude, el soborno, la corrupción, la codicia ciega, vulnerando premeditadamente las leyes y sumando y sumando diversos y considerables delitos.
Ya lo dice el viejo refrán: «según sea la siembra, así será cosecha»…
Según entiendo, el grupo señalado es dueño de algo mas de sesenta empresas, de las cuales la mayoría fueron creadas solo con el fin de dar un toque de aparente legalidad a la especulación, el desfalco, la evasión tributaria, la devolución fraudulenta de impuestos y otras menudencias que se han ido descubriendo y agregando con el correr de la investigación.
Y entonces, ahí nos encontramos con la arista política en la que gran parte de la cúpula dirigencial de la UDI, estaba relacionada con estos gángsters de cuello y corbata y que, rindiéndoles pleitesía, golpeaba sus puertas para conseguir financiamiento ilegal y por cierto fuera de los marcos regulatorios de la ley, para lo cual sin pudor alguno falseaban diversos documentos de respaldo.
Pero bueno, de eso ya se a hablado lo suficiente…
Me vienen a la memoria los cientos de veces de haber visto políticos de tan particular partido con el ceño fruncido, con aire de seriedad y tono acusador frente a las cámaras y las grabadoras
[que por cierto siempre tenían muy cerca] vilipendiar, acusar y disparar al voleo, cualquier tipo de reforma o proyecto que no cuadre con su particular forma de hacer política, siempre de la boca hacia afuera, ya que como ahora bien sabemos las cosas por dentro eran un tanto diferentes.
Como dijo el ministro Elizalde: si la UDI se midiera con la misma vara con que mide al gobierno, se quedaría sin dirigentes.
Me pregunto qué pasa ahora que no vemos a los coroneles, o con el doble candidato presidencial, a quien por mucho tiempo no lo hemos visto aparecer en los medios con su sonrisa bonachona, ni al senor Novoa quien tanto gustaba de la exposición mediatica.
Ni siquiera hemos visto mas al presidente actual del partido, quién en los primeros días de este vendaval aparecía a diario en los medios de comunicación dando altisonantes declaraciones fanfarronas que finalmente no decían nada. O sea, mucho ruido y pocas nueces.
Ultimamente solo se ha visto vociferando a personajes de tono menor como el diputado Hasbún, a quien tan sabiamente caracterizo de «hiperbólico» el Intendente Huenchumilla: oscila entre la extrema exageración y la mas absoluta boludez.
Ahora solo cabe esperar que la justicia se pronuncie y que las instituciones funcionen de acuerdo a la ley, hagan su trabajo y las personas reciban las sanciones o las penas acorde a los delitos y los fraudes cometidos.
Ojalá todo esto se convierta en una oportunidad para que la clase política reflexione acerca de todos los errores que se han cometido y cual es su verdadero rol en la representación de los votantes que los han elegido.