por Boris Differ.
Desde los setenta y en las últimas décadas se desarrollaron nuevas teorías que pretenden la interpretación y explicación de los fenómenos sociales, en particular los conflictos sociales, sus causas y consecuencias.
Un punto en común de todas estas teorías es la crítica hacia el denominado estructuralismo, pero sobre todo hacia el marxismo categorizado como un mero enfoque estructuralista encerrado en un burdo determinismo económico.
El denominado giro lingüístico dio totalmente marcha atrás a esa lógica proponiendo un determinismo del lenguaje desde el cual todo lo social se explicaría.
Si desde los ochenta se criticó y se pretendió superar la teoría de la conflictividad social basada en la lucha entre clases sociales como motor de los cambios políticos, desde los años 2000 y sobre todo desde la crisis sistémica de 2008 se efectúa un retorno paulatino a Marx y la teoría marxista.
A pesar del desencanto que provocó la derrota de las revoluciones del siglo XX (bloque socialista) la lucha de clase no dejó de animar los conflictos actuales, no se podría explicar la facilidad con la cual la clase burguesa ha podido desmantelar los derechos sociales en las últimas décadas sin vincularlo con la desorganización y la desorientación teórica del movimiento obrero y demás sectores populares.
En este ensayo se pretende exponer algunas de estas teorías que ya no son tan recientes pero que ocupan un lugar sino hegemónico, importante en las ciencias sociales, desde la sociología estadounidense y se encuentran presentes en el campo de la Historia, se refiere a los estudios culturales de la escuela de Frankfurt como Habermas o Horkheimer y otros investigadores como Bourdieu, Lyotard, Jameson, Said, o Baudrillard inscritos en el posmodernismo.
En un segundo tiempo se tratará de los estudios subalternos como propuesta que pretende rebasar el análisis base a las clases sociales y la lucha de clases con la categoría de subalterno. Al igual que los estudios subalternos, la teoría de movimientos sociales que toma como punto de partida a Durkheim propone desplazar a la teoría de las clases sociales, que se expondrá en tercer lugar.
Huelga mencionar que todas estas teorías o corrientes se inscriben en el llamado posmodernismo, a pesar de las diferencias, todas están vinculadas y tienen como principal punto en común el haber entrado en polémica en contra del marxismo para justificar su propia postura.
Claro la diversidad del posmodernismo no permite estudiar todas sus corrientes por eso se centrará en el aspecto general de la propuesta posmoderna y las corrientes que, dentro del posmodernismo, explícitamente procuraron reemplazar la teoría de clases sociales.
Sus propuestas no son novedosas, sino que usan viejos argumentos en contra de la teoría de la lucha de clases sociales que el mismo Marx había criticado y superado.
Como lo demuestra Lenin en su Critica al empiriocriticismo, el idealismo filosófico se disfraza de nuevas apariencias y formulaciones sin cambiar su contenido gnoseológico.
Con el triunfo del materialismo dialectico en las ciencias el idealismo se ha refugiado en la última postura que podía alzar que es el relativismo, posmoderno.
El marxismo-leninismo como método y guía para la acción política sigue siendo la brújula que indica el norte en materia de comprensión de la realidad material del mundo y de la sociedad humana.
El propósito de este ensayo es demostrar lo erróneo de algunas de las teorías posmodernas que tuvieron más éxito en el mundo académico burgués y contribuyeron a reforzar a la ideología burguesa como parte de la contrarrevolución mundial que se inició a partir de los ochenta.
2.1 Los estudios culturales, Bourdieu y Habermas
Empezando con algunas palabras de Lyotard que es considerado como el fundador del término posmodernismo y un destacado posmodernista, pues señala con bastante claridad la postura posmoderna entorno a la interpretación de la realidad social:
“Mais on ne peut cacher que l’assise sociale du principe de la division, la lutte des classes, venant à s’estomper au point de perdre toute radicalité, il s’est trouvé exposé au péril de perdre son assiette théorique et de se réduire à une “utopie”, à une “espérance”, à une protestation pour l’honneur levée au nom de l’homme, ou de la raison, ou de la créativité, ou encore de telle catégorie sociale… comme le tiers monde ou la jeunesse étudiante.” 1 (Pero no se puede esconder que la base social del principio de división, de lucha de clases, llegando a difuminarse al punto de perder toda radicalidad, se encontró expuesto al peligro de perder su base teórica y de reducirse a una «utopía», a una «esperanza», a una protesta para el honor levantada en nombre del hombre, o de la razón, o de la creatividad o también de tal categoría social… como el tercer mundo o la juventud estudiantil).
El posmodernismo considera que la lucha de clases ha llegado a difuminarse a tal grado que, ya no representada un concepto válido para la interpretación de la realidad social, hasta la misma categoría de clase social parece poco válida.
En el caso de Bourdieu, en su obra La Distinción, propone en contra de la teoría marxista una nueva clasificación de clases sociales esquemática dividida entre tres grandes clases, las clases superiores, las clases medias y las clases populares.
Cada clase tendría su habitus, entendido como un atributo cultural específico : « reflet des conditionnements sociaux et des conditions d’existence propres à chacun, et fondement du système cohérent des goûts, des attitudes, des pratiques, commun à tous les membres d’un même groupe (ou d’une même classe sociale)». 2 (reflejo de los condicionantes sociales y de las condiciones de existencia propios a cada uno, y fundamentos del sistema coherente de los gustos, de las actitudes, de las practicas, comunes a todos lo miembros de un mismo grupo (o de una misma clase social).
Así Bourdieu dibuja un cuadro de clases abstractas con un padrón cultural determinado esquemáticamente.
Las clases populares serían aplastadas por un estado de necesidad donde tendrían un escaso margen de elección cultural, por ejemplo.
La clase trabajadora se ve privada de toda posibilidad de emancipación porque la dominación simbólica de la cual es víctima es irreversible.
«La violence symbolique s’institue par l’intermédiaire de l’adhésion que le dominé ne peut pas ne pas accorder au dominant (donc à la domination) lorsqu’il ne dispose, pour le penser et pour se penser ou, mieux, pour penser sa relation avec lui, que d’instruments de connaissance qu’il a en commun avec lui et qui, n’étant que la forme incorporée de la relation de domination, font apparaître cette relation comme naturelle… »3 (La violencia simbólica se instituye por el intermedio de la adhesión que el dominado no puede no conceder al dominante (por lo tanto a la dominación) cuando no dispone, para pensarlo y para pensarse o, mejor, para pensar su relación con él, que de instrumentos de conocimiento que tiene en común con él y que, solo siendo una forma incorporada de la relación de dominación, hacen aparecer esta relación como natural).
Esa concepción de Bourdieu resulta mecanicista al proponer un sistema de dominación fijo donde los dominados son desposeídos de toda voluntad propia para emanciparse debido a una dominación simbólica absoluta.
Se evidencia la falta de reflexión de Bourdieu sobre la cuestión económica, a la cual sólo dedica un texto La Estructura de la Economía. En su obra es ausente toda concepción de la explotación lo que explica la debilidad de su teoría de la dominación al no entender las raíces materiales de esta misma.
En lo general, Bourdieu apuesta a un regreso al universalismo de la razón y el derecho como Michel Burawoy lo señala pertinazmente:
“Après être passé de la fallacieuse logique de la théorie à la logique de la pratique, et n’avoir trouvé dans cette dernière que méconnaissance, Bourdieu opère un retour vers les mêmes universalités, produites dans les champs scientifique, juridique et bureaucratique. Ce sont pourtant ces universalités qu’il avait plus tôt remises en cause en tant qu’erreurs scolastiques, produits de conditions particulières de production. Mais voilà qu’à présent il se tourne vers elles pour en faire un fondement d’espoir pour l’humanité.” 4 (Después haber pasado por una falsa lógica de la teoría a la lógica de la práctica, y no haber encontrado en esta última nada excepto desconocimiento, Bourdieu realiza un regreso hacia las mismas universalidades, producidas en los campos científico, jurídico y burocrático. Sin embargo, son esas mismas universalidades que había puesto en duda como errores escolásticos, producto de condiciones particulares de producción. Pero ahora da un giro hacia ellas para hacerlas un fundamento de esperanza para la humanidad).
Finalmente, Bourdieu en sus Méditations pascaliennes, adopta la concepción hegeliana del Estado y del derecho, es decir como elementos abstractos y dotados de une esencia propia y entorno a la cual sería determinado el destino de la sociedad.
Esta concepción originalmente defendida por Hegel fue sujetada a la crítica de Marx que considera que esta supuesta universalidad pretendida es ficticia por esconder intereses de la clase dominante, es decir el Estado y el Derecho no son esencias abstraídas con respeto al resto de la sociedad, sino que son determinados históricamente por la misma sociedad de clases y pertenece a la que es socialmente dominante.
Además, se puede constatar que Bourdieu reemplaza la noción de capital como categoría precisa de la economía política marxista por una multitud de micro-capitales presentes en todos los ámbitos, políticos, culturales, como atributos o capacidades acumulables.
Marx se burló de lo que consideró como una mistificación del Capital por parte de los economistas clásicos que lo equiparaban con cualquier suma de dinero, pero Bourdieu ha ido mucho más lejos en esa mistificación al extender la categoría de Capital a toda la vida social.
Esa propuesta al final vacía de su contenido la noción de Capital propuesta por Carlos Marx.
Para concluir con Bourdieu, reemplaza la lucha de clases por la de los campos simbólicos los cuales deben ser modificados a favor del dominado, una tarea que sólo el intelectual puede realizar.
Las clases sociales son finalmente sustituidas por grupos sociales múltiples que pertenecen o no a ciertos campos sociales en el espacio social. Todo lo que concierne a las contradicciones de las sociedades desaparecen para dejar lugar a la contradicción en el campo simbólico.
La clase obrera se ve privada de toda capacidad de comprensión de su propia opresión y la posibilidad de cambiarla.
Esa postura de Bourdieu resulta bastante contradictoria, con la crítica clásica al marxismo como determinismo económico, precisamente porque su descalificación del potencial revolucionario de la clase obrera parte de que sus condiciones materiales le prohíben toda perspectiva emancipadora, es decir un determinismo económico simplista.
El análisis de clases sociales permite arrojar luz sobre la postura de Bourdieu: hay que recordar que es un intelectual académico, y después de todo con su propuesta general procura desplazar el centro de atención puesto sobre la clase obrera a su propia clase, los intelectuales.
El objetivo es proponer a un intelectual universal como sujeto dirigente y revolucionario, que por sus condiciones materiales sería el único en poder liberar a la humanidad con su dirección experta (figura del sociólogo que toma posición) mientras la clase obrera desempeñaría el papel del músculo o más bien de carne de cañón.
Esto se evidencia muy bien en su intervención con los ferrocarrileros en huelga, en Lyon, Francia.5
Negoció con los obreros para tratar de convencerlos de que los intelectuales eran los únicos en poder romper el cerco mediático neoliberal y hacer propuestas para la resistencia a las reformas estructurales.
En fin, su propuesta teórica se basa sobre la tergiversación del marxismo al refutar la lucha de clases para recentrarse sobre la figura del intelectual universal, usando una argumentación hegeliana ya criticada y superaba por Marx. Intelectualmente dicho es lo que se llama una vuelta atrás.
Por otro lado, Habermas teoriza que con el Estado de Bienestar (EB) (o de Providencia), todo cambió, y ya no es válida la concepción de la lucha de clases de Marx, la “pacificación”6 de los conflictos sociales llevaría a una extinción de la lucha de clases debido a la conciliación de las políticas keynesianas del EB.
Sin embargo, los acontecimientos políticos fueron implacables para la teoría de Habermas.
El señala que la edificación del EB se lleva a cabo permanentemente tanto por parte de gobiernos conservadores como socialdemócratas. Pero desde los noventa asistimos a todo lo contrario, pasa lo que pasa, el EB es sistemáticamente desmantelado tanto por gobiernos conservadores como socialdemócratas.
Como lo destaca Domenico Losurdo:
“Ce qui aux yeux d’Habermas est un fait élémentaire qui réfute la théorie de la lutte des classes se révèle le résultat instable d’un processus qui comporte, en amont et en aval, d’âpres lutte des classes, à tort ignorées et refoulées. »7
El EB es una construcción histórica, fruto del resultado de la segunda guerra mundial, una de las más grandes luchas de clases de la historia mundial, donde, después del fracaso del proyecto hitleriano de conquista colonial y esclavización de Europa oriental y la URSS, la relación de fuerza se vuelve brevemente desfavorable para la burguesía europea.
En el oriente es expropiada mientras en el occidente no le queda de otra sino negociar con los partidos comunistas, con el movimiento obrero revolucionario.
Aun así, el EB nunca fue un hecho adquirido, sino que se mantuvo vigente mientras la clase obrera organizada tenía la capacidad de conservar una relación de fuerza más o menos proporcional con la burguesía y el Estado.
Cuando se debilitó y fragmentó la clase obrera, la relación de fuerza se volvió favorable a la burguesía y ésta emprendió una ofensiva, la cual no ha terminado en la actualidad, sino que se ha vuelto más brutal con la crisis sistémica del capitalismo desde 2008.
Al igual que el sociólogo francés, Habermas carece de una teoría histórica que le permite dar perspectiva a sus observaciones de la realidad inmediata. La “pacificación” no significa el fin de la lucha de clases, sino que las clases oprimidas desorganizadas y desorientadas teóricamente abandonan el terreno de la lucha dejando el espacio para la ofensiva neoliberal de la burguesía.
En el plano teórico no es mucho mejor, como lo señala Gabriel Vargas Lozano 8, en el pensamiento habermasiano se destacan tres temas centrales: los intereses del conocimiento, la refundación del materialismo histórico y la teoría de la acción comunicativa.
Habermas propone una teoría del interés del conocimiento definiendo a tipos de intereses en función de tipos de conocimientos, el interés técnico con las ciencias naturales, el interés practico con las ciencias sociales y el interés emancipatorio con la filosofía.9
Sin embargo, parece problemático separar estos intereses y atribuirlos exclusivamente a un tipo de conocimiento mientras parece que en la realidad existe una compleja interrelación entre ellos.
Vargas Lozano reconoce que la concepción de la filosofía de Habermas como autorreflexión es un regreso a concepciones hegelianas y kantianas:
“La tesis de la filosofía como autorreflexión radical es interesante pero nos retrotrae a dos posturas previas a Marx: una de ellas es la de Hegel […] y otra es la de Kant.”10
Al contrario Marx designa como escolástica tales concepciones de la filosofía y critica la separación artificial entre lo filosofar y la praxis, para él la filosofía cumple el papel de reflexión sobre la práctica como medio para provocar el cambio emancipador de la sociedad.
En cuanto a su propuesta de reconstrucción del materialismo histórico, Habermas11 trata más bien de hacer una nueva formulación de la evolución social distinta de la de Marx y supuestamente que supera sus límites.
Sin embargo:
“Habermas atribuye a Marx una reducción instrumentalista que no se encuentra en este último. Cuando habla de materialismo histórico pasa por alto algunos textos claves del autor de El Capital. Su reconstrucción tiene el objetivo de apuntalar su tesis de la escisión entre trabajo e interacción.”12
En La ideología alemana Marx apunta que en la actividad social se encuentran interrelaciones: la producción para la satisfacción de las necesidades indispensables, la creación de nuevas necesidades y la constitución de la familia. En la Crítica a la economía política, el filósofo y revolucionario señala la existencia de una dialéctica entre producción, distribución y consumo a todos los niveles de la sociedad.
Por fin en su Teoría de la acción comunicativa, Habermas postula desde la lingüística una solución al problema de la racionalidad.
Esa solución sería la “situación ideal de dialogo” como cumplimiento de un universalismo racional.
A esta propuesta se podría hacer la pregunta siguiente:
Aceptando el postulado de racionalidad al cual deberían ser regidos los individuos ¿existen las condiciones sociales para que se pueda acceder a esta situación ideal?
Parece que el único medio para alcanzar esta solución sería una ética utópica irrealizable.
Parte de una descalificación de la conflictividad como algo irracional cuando es necesaria en cuanto es la causa de la divergencia de opiniones entre individuos o grupos que puede a su vez partir de muchas razones entre las cuales, intereses diferenciados y a veces antagónicos de clases sociales.
Mientras Bourdieu descalifica a los obreros como sujetos sociales con potencial emancipador, Habermas se hace el abogado teórico del EB y de la conciliación de clase, rechazando la conflictividad presentada como algo irracional.
“Opuesto tanto a la revolución como a la reacción, aboga por una «nueva apropiación critica del proyecto moderno.”13
Conceptualiza al EB como producto del progreso y la racionalidad en una construcción continua y lineal como un elemento abstraído de la realidad.
De cierta manera, al igual que Bourdieu regresa a un esquema hegeliano de comprensión, que no es capaz de ver al Estado como una construcción históricamente determinado por la conflictividad social, la lucha de clases.
2.2 Estudios subalternos.
La propuesta de los Estudios Subalternos fue lanzada a comienzos de 1982, por un grupo indio, dirigido por Ranajit Guha, localizado en Cambridge, Inglaterra, con el primer volumen de la serie Subalternal Studies.
La pretensión central del proyecto radica en criticar y desplazar los modelos de la historiografía dominante, es decir en el caso de la India independiente el modelo nacionalista y su narrativa.
Como lo indica Ishita Banerjee en su artículo “Historia, Historiografía y Estudios Subalternos”, el proyecto parte de una desilusión de la generación de Guja frente al proceso nacionalista indio:
“Para la primera generación (la de Ranajit Guha), la fuente de la desilusión era la falla de las promesas hechas por el movimiento nacionalista contra el régimen británico, mientras que para la generación más joven (nacida después de la independencia), la desilusión surgía del desencanto ante el Estadonación.
De ahí su deseo de interrogar tanto al pasado colonial y su relación con el nacionalismo, como a aquellos que habían creído en los valores nacionalistas. Lo que unió a ambas generaciones fue la crisis de la izquierda, particularmente por la derrota del movimiento Maoísta (Naxalbari) a principios de los años 1970.”14
Se basa en el término “subalterno”, retomado desde los Cuadernos de cárcel de Antonio Gramsci, que abarcaría a todas las dimensiones de la dominación que pueden existir: clase, género, etnia, nacionalidad, edad.
Se plantea la necesidad de recuperar los grupos subalternos como sujetos históricos válidos, es decir parte del principio que no tienen historia y que han sido ignorados por los historiadores que solo darían importancia a los movimientos estructurados con programadas teóricamente plasmados.
Además, se trata de recuperar una visión del proceso nacionalista desde las clases “subalternas”.
Afirma, criticando al marxismo, que el sujeto político subalterno principal en el caso de la India, sería el campesino, lo cual demostraría una modernidad plural, un concepto que vincula los Estudios Subalternos con los estudios poscoloniales.
Consideramos importante recordar la larga tradición de reflexión y acción marxista entorno a la cuestión del campesinado. En los manuscritos, Gundrisse, en la sección “Formas que preceden a la producción capitalista”, Marx intenta establecer una teoría de la economía campesina y de la posición social del campesinado dentro de las sociedades “precapitalistas”.
En el tomo I de El Capital, en el capítulo XXIV “La llamada acumulación originaria” Marx explica el proceso de despejo del campesinado por los terratenientes y Lord ingleses que contribuyó decisivamente a la formación de una población desempleada masiva disponible para su transformación en proletariado.
Pero es realmente con Engels que se empieza a considerar al campesino como sujeto histórico con potencial político de lucha en contra de las clases dominantes.
Realiza un estudio de las grandes luchas campesinas que animaron la historia alemana de los siglos precediendo el siglo XIX en La guerra de los campesinos en Alemania en 1850.
Varias décadas después, en 1894, en El problema campesino en Francia y Alemania, Engels plantea la cuestión de que el campesinado como clase oprimida amenazada por la irrupción del capitalismo en el campo, tiene que aliarse con la clase obrera en contra del “enemigo común”.
Insta a los socialistas aumentar la agitación con los campesinos y se propone la formación de cooperativas como forma de resistencia y confrontación con las empresas capitalistas en el campo.
Se podría extender mucho más sobre estos estudios, pero los límites de esta investigación no lo permiten.
No se puede no mencionar al papel reconocido por Lenin al campesinado ruso, por ejemplo, en las Tesis de abril, proponiendo la alianza entres obreros y campesinos, que fue fundamental para el éxito de la Revolución Socialista de Octubre.
Es decir, se le atribuye un papel importante al campesino como sujeto revolucionario. Una tendencia empujada hacia su extremo con el maoísmo donde el campesino se ve considerado como el principal sujeto revolucionario.
Para regresar a Guha, critica la teoría de clases sociales como algo impreciso:
“A través de trabajos detallados, Estudios Subalternos procuró denunciar los prejuicios de la historiografía elitista y colonial, al tiempo que cuestionaba la simplista creencia marxista de que la economía y la sociedad surasiáticas podían ser entendidas en términos de divisiones de clases claramente delimitadas.”15
Aun así sigue regresando al campesino como sujeto subalterno clásico del entorno indio dentro de una lectura binario de dominante-subalterno, no se desprende de la búsqueda de un mítico sujeto cuyo destino seria la revuelta contra el orden establecido.
Finalmente simplifica mucho la compleja realidad de las clases sociales y capas que no pertenecen a ninguna de esas clases y sus relaciones en el entorno indio.
Los Estudios Subalternos se enfrentaron a una cierta resistencia en América Latina antes de abrirse, y es desde Estados Unidos que se formará el primer grupo de estudio reivindicando esta teoría, el Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos que publicó su Manifiesto Inaugural en 1995 en la Universidad privada de Duke en Carolina del Norte.
Aunque no se pretende descalificar por su procedencia, los Estudios Subalternos, es importante recordar que el lugar social 16 de su producción, para retomar un concepto de Michel de Certeau, son las academias occidentales.
El Grupo (GLES) sigue la propuesta de Guha del subalterno como sujeto resistente pero dominado, incapaz de generar una acción hegemónica. Si se reconoce su capacidad de modificar la realidad, queda muy marginal.
Todos los cambios importantes son atribuidos a proyectos de elites, es decir implícitamente se restringe lo subalterno a un espacio de marginalidad: “por un lado dividió [Guha] la esfera política en dos: una oficial, estatal y verticalista, y otra subalterna, no-estatal y horizontalista; y por otro lado afirmó, contra las tradiciones liberal y marxista, la consciencia política de los sectores subalternos, en su caso el campesinado de la India bajo el imperio inglés.”17
Toda organización, estructurada con un programa político, teóricamente, es vista como parte de lo vertical y por esencia de élite: “Paradigmas que se encuentran ligados a proyectos de orden nacional, regional o internacional manejados por élites que, en su despertar, administraron o controlaron las subjetividades sociales, buscando filtrar las hegemonías culturales a lo largo de todo el espectro político: desde las élites mismas hasta las epistemologías y los discursos de los movimientos revolucionarios, ejerciendo su poder en nombre del «pueblo».”18
Así, todos los movimientos revolucionarios protagonizados por los “subalternos” se ven descalificados, excepto cuando se quedan marginales y por vía de los hechos fracasan.
A parte de eso, se presentan a todos los movimientos subalternos como una lucha de oprimidos contra opresores en términos iguales, encontramos puesto en la misma bolsa a la Guerra Cristera, los ejércitos revolucionarios campesinos de la Revolución Mexicana y los movimientos estudiantiles, las guarimbas venezolanas, el movimiento del euromaidan en Ukrania y las protestas de la plaza Tienanmen con las protestas masivas en Francia contra las políticas neoliberales del gobierno, por ejemplo.
Base a esta dicotomía masas/poder, se homogeneiza todos los movimientos sociales como iguales ignorando su contenido político. Como lo señala Losurdo: “C’est une autre manifestation du populisme: l’excellence morale réside dans l’opprimé qui se rebelle[…] mais ce dernier, une fois le pouvoir conquis, cesse d’être opprimé et il perd son excellence morale[…] Le culte du rebelle se présente comme la célébration de son impuissance à réaliser et à gouverner un nouvel ordre sociopolitique. » 19 (Es otra manifestación del populismo: la excelencia moral se encuentra en el oprimido que se rebela […] pero este último, una vez el poder conquistado, deja de ser orpimido […] El culto al rebelde se presenta como la celebración de su impotencia a realizar y gobernar un nuevo orden sociopolítico).”
El subalterno expresaría una especie de regreso a una plenitud originaria (sobre todo cuando se trata de pueblos indígenas) en cuanto que, como oprimido, sería la expresión de una autenticidad frente a lo falso que son las élites, lo que hace legítimo su resistencia únicamente en cuanto se mantiene como subalterno, como oprimido.
Finalmente, la propuesta tiende a hacer desaparecer la comprensión de los conflictos sociales como expresión de lucha de clases a cambio de un concepto reduccionista de lo subalterno, correspondiendo a un sujeto marginal careciente de toda capacidad de cambios reales y confinado en una resistencia legítima, pero ya perdida frente a un sistema de dominación implacable.
2.3 La teoría de movimientos sociales.
Ahora pasamos a ver que nos propone la teoría de movimientos sociales. Alain Touraine planteó en su tesis de doctorado Sociologie de l’Action, en 1966, una propuesta de sociología accionista cuyos fundamentos se sitúan en contra del marxismo.
De manera parecida a Habermas y otros sociólogos se presenta una tendencia general hacia la conciliación y la pacificación de los conflictos sociales como mero resultado de un progreso racional y científico de la sociedad, ignorando a las luchas de clases que los precedieron.
Presenta a un movimiento obrero en decadencia condenado pronto a la desaparición debido a un determinismo económico que descansa sobre las mutaciones económicas-técnicas de la sociedad:
« Si les grandes entreprises doivent devenir toujours davantage la cellule essentielle d’une société industrielle d’origine capitaliste, l’Etat se bornant à opérer certains arbitrages et à faciliter le développement de ces grandes unités, il semble inévitable que le mouvement ouvrier se réduise de plus en plus à la conscience syndicale et que les syndicats deviennent des organes de gestion des conflits et des tensions à l’intérieur des grandes entreprises, perdant de plus en plus leur rôle politique général» 20 (Si las grandes corporaciones van a ser cada vez más la célula esencial de una sociedad industrial de origen capitalista, el Estado se limita a hacer ciertos arbitrajes y facilitar el desarrollo de estas grandes unidades, parece inevitable que el movimiento obrero se reduzca de Más y más a la conciencia sindical y que los sindicatos se conviertan en órganos de gestión de conflictos y tensión dentro de las grandes empresas, perdiendo cada vez más su papel político general).
La mayor concentración y socialización del trabajo en grandes empresas se volvería un obstáculo a la conciencia obrera de clase de la cual Touraine solo puede sacar las conclusiones siguientes: el sindicalismo obrero tiene que adecuarse a las nuevas condiciones y aceptar los marcos del orden socialmente establecido, el orden capitalista:
«En 1966, Touraine ne voyait d’autre alternative qu’un syndicalisme à l’américaine (version 1) ou un syndicalisme à la suédoise (version 2)» 21 (En 1966, Touraine no veía otra alternativa que un sindicalismo a la americana (versión 1) o un sindicalismo a la sueca (versión 2).”
De ahí surge la propuesta de un sindicalismo de cogestión, a la “americana”, que se restringe a los marcos estrechos de las empresas y descarta las acciones de lucha para buscar una conciliación con la dirección empresarial y se adecua a las reformas emprendidas por el Estado.
Al final niega toda posibilidad de una lucha revolucionaria en las empresas: «En aucun cas, l’entreprise ne peut devenir le foyer de luttes révolutionnaires» 22 (En ningún momento, la empresa puede volverse el foco de una lucha revolucionaria).
Touraine descalifica el protagonismo de la clase obrera y su potencial como sujeto social revolucionario, y pronostica la desaparición de un sindicalismo obrero revolucionario. Desafortunadamente para él, articula esa tesis poco antes de que estalle el movimiento de mayo 68, movimiento cuyo papel central le atribuye al estudiantado, pero que es iniciado por la clase obrera y sus huelgas masivas a las cuales los estudiantes se sumaron incluyendo sus propias demandas.
Aun con la llegada de la gestión neoliberal y a pesar del debilitamiento ideológico y organizativo del movimiento obrero, la clase obrera francesa siempre mantuvo un papel preponderante en las luchas sociales y jugó un papel central en la organización de los movimientos sociales de las últimas décadas para enfrentar las políticas de los últimos gobiernos.
Un ejemplo clave de eso es el gran movimiento de insurrección que se generó en contra de la reforma laboral que se proponía realizar el gobierno de François Hollande en febrero 2016, donde la clase obrera fue la que convocó a los distintos sectores populares y dirigió el movimiento de contestación, lo cual logró frenar la reforma del gobierno.
En sí, la teoría de movimientos sociales se transformó y fue modificada por la propuesta inicial de Touraine llegando a desinteresarse por completo de los obreros y proponer un nuevo marco referencial y de normatividad para entender los movimientos sociales (MS).
En el caso de México, Rafael de la Garza señala:
“Como se ve, la teoría latinoamericana de los MS comienza a distinguirlos utilizando un enfoque multidimensional para poder comprender y explicar un fenómeno complejo y en constante transformación. Hay que reconocer a los MS como agentes que coadyuvan a la profundización de la democracia, como un fenómeno consustancial a las sociedades modernas y que, además, abren espacios de participación indispensables en situaciones críticas.” 23
Se pretende entender a las luchas sociales con un esquema de movimiento social que se restringe en la defensa de los derechos con objetivo de una profundización de la democracia.
Menciona como actores centrales los campesinos y pueblos indígenas.
Se reproduce esta reducción de las luchas sociales y sus protagonistas al marco normativo del ciudadano en lucha por hacer respetar sus derechos dentro de un marco legal, que a su vez representa una aceptación tácita de la hegemonía de la burguesía sobre la sociedad.
La presentación de la democracia liberal como “Democracia” como una categoría universal en la cual todos los sujetos tendrían que inscribirse es un elemento del discurso oficial del Estado y de la burguesía, como estrategia para imponer su régimen como un hecho natural y producto de la racionalidad, despojándolo de su determinación histórica.
Conclusiones
A pesar de las diferencias que existen entres estas distintas corrientes tienen en común el atacar al concepto de lucha de clases para negarlo o desplazarlo a favor de otra conceptualización que restringe el marco de acción de las clases explotadas o bien simplemente lo desaparece.
El paradigma posmoderno contribuye a reforzar a la estructura capitalista dado que, a pesar de ciertas críticas a esta última, su contribución se dirige más a negar toda posibilidad de revolución y cambios de profundos de esta misma estructura haciendo énfasis en la incapacidad de las masas organizadas de tener una disciplina y organización suficiente para imponer su propio proyecto de sociedad de manera duradera.
Fuente: Alainet
Notas:
1 Lyotard, J., F., (1979), La condition postmoderne, éditions de Minuit, Paris, p. 28
TdA: “Pero no se puede esconder que la base social del principio de división, de lucha de clases, llegando a difuminarse al punto de perder toda radicalidad, se encontró expuesto al peligro de perder su base teórica y de reducirse a una «utopía», a una «esperanza», a una protesta para el honor levantada en nombre del hombre, o de la razón, o de la creatividad o también de tal categoría social… como el tercer mundo o la juventud estudiantil.”
2 Forquin, J-C., (1981), Bourdieu (Pierre). — La distinction : critique sociale du jugement. In: Revue française de pédagogie, volume 55, 1981. pp. 36.
TdA: “reflejo de los condicionantes sociales y de las condiciones de existencia propios a cada uno, y fundamentos del sistema coherente de los gustos, de las actitudes, de las practicas, comunes a todos lo miembros de un mismo grupo (o de una misma clase social).”
3 Bourdieu, P, (2002), La domination masculine, « Points », Paris : Le Seuil, p. 55-56.
TdA: “La violencia simbólica se instituye por el intermedio de la adhesión que el dominado no puede no conceder al dominante (por lo tanto a la dominación) cuando no dispone, para pensarlo y para pensarse o, mejor, para pensar su relación con él, que de instrumentos de conocimiento que tiene en común con él y que, solo siendo una forma incorporada de la relación de dominación, hacen aparecer esta relación como natural.”
4 Burawoy, M., Von Holdt, K., (2012), Théorie et pratique: Quand Marx rencontre Bourdieu, Trad Bekhtari, G., Bonzom, M., Palheta, U., en, (2011), Conversation with Bourdieu: The Johannesburg Moment, Chapter II, University of Witwatersand Press.
TdA: “Después haber pasado por una falsa lógica de la teoría a la lógica de la práctica, y no haber encontrado en esta última nada excepto desconocimiento, Bourdieu realiza un regreso hacia las mismas universalidades, producidas en los campos científico, jurídico y burocrático. Sin embargo, son esas mismas universalidades que había puesto en duda como errores escolásticos, producto de condiciones particulares de producción. Pero ahora da un giro hacia ellas para hacerlas un fundamento de esperanza para la humanidad.”
5 Bourdieu, P., (1998), « Contre la destruction d’une civilisation », Contre-feux, propos pour servir de résistance contre l’invasion, néo-libérale, Paris, Liber-Raison d’agir.
6 Habermas, J., (1976), Zur Rekonstrukion des historischen Materialismus, Suhrkamp, Frankfurt a. M., p 180.
7 Losurdo, D., (2016), La lutte des classes, Editoriales Delga, Paris, Francia, p 309.
TdA: “Lo que es en la opinión de Habermas un hecho fundamental que refuta la teoría de lucha de clases revela ser el resultado inestable de un proceso que se compone, rio arriba y rio abajo, por intensas luchas de clases, ignoradas o descartadas sin razón.”
8 Vargas Lozano, G., “Perfil Filosófico-Político de J. Habermas”, en Aguilar, M., (1990), Critica del sujeto, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.
9 Habermas, J., (1982), Conocimiento e interés, Madrid, Ed. Taurus.
10 Vargas Lozano, G., OC, pp 192-193.
11 Habermas, J., (1981), “Marxismo y filosofía” en La reconstrucción del materialismo histórico, Madrid, Ed. Taurus.
12 Vargas Lozano, G., OC, p 196.
13 Baudrillard, J., Crimp, D., y varios autores, (1985), La posmodernidad, Editorial Kairos, p 13.
14 Barnerjee, I., (2012), “Historia, historiografía y estudios subalternos, en Istor, Revista de historia internacional, año 11, No 41, p 102
15 Ibidem, p 106.
16 El lugar social es el marco institucional de donde el historiador escribe Historia, también corresponde al núcleo académico y sus posibilidades y límites, intervienen también los factores económicos, culturales, políticos, todos ellos creando un margen restricción para el historiador, pero al mismo tiempo de posibilidad.
De Certeau, M., (1993), La escritura de la historia, (traducción de Jorge López Moctezuma), 3ª edición, traducción revisada, México, UIA.
17 Herrera Montero, B., (2009), “Estudios subalternos en América Latina”. Diálogos Revista Electrónica de Historia, Costa Rica, p 119.
18 Castro-Gómez, S., y Mendieta, E., editores, (1998), Teorías sin disciplina (latinoamericanismo, poscolonialidad y globalización en debate). México: Miguel Ángel Porrúa. Hipervínculo: https://www.ensayistas.org/critica/teoria/castro/manifiesto.htm
19 Losurdo, D., OC, pp 377-378.
TdA: “Es otra manifestación del populismo: la excelencia moral se encuentra en el oprimido que se rebela […] pero este último, una vez el poder conquistado, deja de ser orpimido […] El culto al rebelde se presenta como la celebración de su impotencia a realizar y gobernar un nuevo orden sociopolítico.”
20 Touraine, A., (1966), La Sociologie de l’Action, Editoriales Seuil, Francia, p 392.
TdA : «Si las grandes corporaciones van a ser cada vez más la célula esencial de una sociedad industrial de origen capitalista, el Estado se limita a hacer ciertos arbitrajes y facilitar el desarrollo de estas grandes unidades, parece inevitable que el movimiento obrero se reduzca de Más y más a la conciencia sindical y que los sindicatos se conviertan en órganos de gestión de conflictos y tensión dentro de las grandes empresas, perdiendo cada vez más su papel político general. »
21 Mallet, S., « L’itinéraire d’Alain Touraine. » En : L’Homme et la société, N. 12, Sociologie et tiers-monde, Francia, pp. 197.
TdA : « En 1966, Touraine no veía otra alternativa que un sindicalismo a la americana (versión 1) o un sindicalismo a la sueca (versión 2).”
22 Touraine, A., OC, p 392.
TdA: “En ningún momento, la empresa puede volverse el foco de una lucha revolucionaria.”
23 De la Garza Talavera, R., (2011), “Las teorías de los movimientos sociales y el enfoque multidimensional” en Estudios Políticos, Scielo, UNAM, p 137.