A la Voz de Latinoamérica se le evoca con nostalgia de patria. Pero no de ese pedacito de tierra que nos dijeron que es el país donde nacimos, con ella viene la remembranza de La Patria Grande. De cordilleras, de volcanes nevados, de campos silvestres. Con La Negra viene la nostalgia por los desaparecidos políticos, la indignación por las torturas militares, con su voz sigue vigente la Memoria Histórica.
En el canto de Mercedes Sosa viene el dolor de los jornaleros, el olor de la cachaza, las tardes nubladas de los exilios de miles, la resistencia de las búsquedas que no cesan. Cantora de las luchas utópicas, fortaleza de los insurgentes. Cuánto brío y cuánto respaldo en la denuncia de las letras de sus canciones. Cuánta inspiración para las tantas generaciones que nos hemos enamorado de ella. Tucumán parió a un candil que no se apaga y que alumna a toda Latinoamérica.
Cuántos no hemos llorado con sus canciones, cuántos de nosotros no hemos sentido la sangre hervir, a cuántos nos ha levanto del suelo en esos momentos oscuros de lucha colectiva en los que nos derrumbamos. A cuántos nos ha brotado el amor y nos inunda la alegría y la esperanza. A cuántos miles ha visto armarse de valor y continuar en el camino empinado en el que solo los rebeldes y las quimereas transitan.
Brasa viva de los movimientos colectivos, de las revueltas que sueñan con liberar la patria de tiranos e impostores. Canto sonoro de las evocaciones y de los actos consecuentes. Más allá de la desnudez de la poesía, su lucha política a través de su canto es un paradigma que honra la esencia humana.
De las necias que han querido cambiar el mundo y su lucha ha sido con sangre y corazón. Mercedes florece en cada primavera, es calor de fogón en los inviernos. Es el caminito encharcado donde saltas los niños campesinos. El sol desnudo de los veranos en los campos de cultivo. El viento que sopla en las tardes de otoño y acaricia las hojas secas y las nostalgias de los amantes compañeros. Y evoca a los que no se fueron nunca.
Mercedes Sosa es el alma de las marchas colectivas, de las tertulias y de los momentos de soledad en los que su voz es la compañía que nos cala hasta los huesos. Le canta a los campesinos, a los jornaleros, a los obreros, a los proletarios. Le recita al explotado, al libertario, al rojo sublevado. Le canta a las mocedades y a la belleza de su insurgencia.
La Voz de Latinoamérica comprometida e insumisa, le canta los niños de las laderas, a la belleza de los barrancos, a los surcos bien sembrados con las manitas de los muchachos, a la entereza de las mujeres revolucionarias, a la palabra clara de los combatientes redentores. A la vida que fue arrancada de los cogollos de la floresta. Mercedes, compañera, hermana de los del desarraigo. Voz de trueno, camarada de los quijotes.
Seguimos porque somos el pueblo que ella lleva en su voz.
A 80 años del nacimiento de La Negra más hermosa de Latinoamérica.
De los más grandes amores de la niña heladera.
Gracias por la luz y por el canto.