viernes, julio 26, 2024
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Sobre la Necesidad de la Negociación Colectiva Sectorial

Por Gonzalo Durán    

El pasado mes de julio, la Dirección del Trabajo subió a su sitio web el “Compendio de Series Estadísticas 1990 – 2013“. La publicación, resume información sobre el número de sindicatos, huelgas y negociaciones colectivas en los últimos 23 años. En el año 2013, la tasa de sindicalización fue de 14,2% y la tasa (o cobertura) de negociación colectiva reglada llegó a un 8,4%, lo que muestra la no existencia de mejoras desde el término de la dictadura, a pesar de haberse realizado dos procesos de reformas laborales que supuestamente desmontarían la camisa de fuerza que afectaba a los sindicatos.

 

La cifra es baja al comparar con otros sistemas. En América Latina, Argentina, Chile y Uruguay son los tres países con mayor porcentaje de trabajo asalariado: 77%, 75% y 73% respectivamente. Sin embargo, particularmente en materia de negociación colectiva, las distancias son evidentes: en Argentina llega a un 60%, en Uruguay a un 90% y en Chile sólo a un 8,4%. Por su parte, los países de la OECD logran altas coberturas: por ejemplo, Francia 98%, Bélgica 96%, Austria 95%.

Para entender esos resultados, es decisivo tener en cuenta el grado de centralización de la negociación colectiva o el nivel en el cual se lleva a cabo la negociación, que a grandes rasgos se clasifica en: nivel país (altamente centralizada), por sector o rama de actividad (centralización intermedia) o a nivel de empresas (descentralizada). En América Latina los sistemas son variados: en general los países del pacífico tienden a ser descentralizados, mientras que los del atlántico celebran negociaciones más centralizadas. Sin embargo, suelen darse ciertas combinaciones entre niveles. Una característica peculiar de Chile es que se concentra solo en el nivel de empresa.

Tomando las experiencias de los países OECD, la presencia de un sistema como el chileno, con negociación colectiva total y exclusivamentedescentralizada, tiene escasa penetración. En la publicación institucional de la OECD, Employment Outlook 2012,  se clasifican los países de acuerdo al nivel al cual es llevada a cabo la negociación colectiva.  El único país que tiene un plan similar a Chile (aunque no igual), es Japón. De 24 países analizados, 22 (un 92%) tienen a lo menos negociación por rama y por empresa. La evidencia demuestra que no existen casos de alta cobertura en la negociación colectiva mediante sistemas totalmente descentralizados como es la realidad chilena o japonesa. Por el contrario, para elevar la cantidad de trabajadores que participan de la negociación colectiva, es necesario un diseño en múltiples niveles (empresa + rama; o empresa + rama + nacional). Además, los datos indican que la negociación por rama es mayoritaria en un número considerable de países: Austria, Finlandia, Alemania, Grecia, Italia, Holanda, Portugal, España y Noruega.

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Descentralización en su nivel más alto, con una clara finalidad

En el año 1979, el modelo de relaciones laborales fue profundamente modificado en Chile y se instaura un sistema no democrático basado en 4 pilares: negociación descentralizada (a nivel de empresas), huelga que no paraliza (restringida solo a la negociación colectiva y permitiéndose el reemplazo de trabajadores en huelga), paralelismo organizacional (múltiples sindicatos y grupos negociadores compitiendo en una misma empresa) y despolitización sindical. Después de casi 25 años de retorno a la Democracia, esos pilares siguen intactos, siendo ellos, parte integral del déficit actual del modelo laboral vigente (Narbona, 2014). La descentralización absoluta de la negociación colectiva – posibilitada en Dictadura – tuvo un claro leitmotiv; José Piñera, quien fue Ministro del Trabajo y conductor de las transformaciones liberales a fines de los ’70,  señalaría: “…el Plan Laboral …sitúa a la negociación en el ámbito que le corresponde, la empresa, y prohíbe las negociaciones por áreas de actividad. (…) (…) Ello tiene claras ventajas: desdramatiza la negociación, produce mayor identificación del trabajador con su empresa, ya que se tiende a reemplazar la lucha de clases (trabajadores versus empresarios), por la lucha de empresas (trabajadores y empresarios de una misma empresa versus los de otra que compite con ellos), lo que es funcional a una economía de libre mercado.” Además, por si quedase alguna duda de las implicancias económicas, especifica “que la negociación colectiva en ningún caso ha de ser un mecanismo para redistribuir los ingresos o riqueza en el país“(Piñera, 1990).

Negociación de alta cobertura y desigualdad

En el contexto de las relaciones de producción, una mejora en la distribución de ingresos puede ser directamente inducida a través de la acción sindical, mediante procesos de negociación colectiva que impulsan la formación de salarios en la economía. La asociación (probada en su dirección causal) es: mayor cobertura de la negociación colectiva provoca menor desigualdad.

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En Estados Unidos, una reciente investigación aporta evidencia sobre el impacto de la des-sindicalización en el aumento de la desigualdad salarial. De acuerdo a los datos del Economic Policy Institute (EPI), el declive de la sindicalización en EE.UU explica un tercio (33%) del incremento en la desigualdad salarial de los hombres entre 1973 y 2007. (Mishel, 2012). A similar conclusión llegan Card, Lemieux y Riddell (2004) en un estudio generado para Canadá.

Kristal y Cohen (2007), demuestran que la descentralización de la negociación colectiva llevada a cabo en Israel tuvo como consecuencias un aumento en la desigualdad de ingresos. Incluso, manteniendo la cantidad de sindicalizados, la descentralización de la negociación colectiva tiene efectos estadísticamente significativos en aumentar la desigualdad.

Lo que muestra la evidencia sintoniza con los planteamientos que viene haciendo la teoría crítica en relación a la dinámica del neoliberalismo. David Harvey (2007), por ejemplo, explica que el ataque al poder de los sindicatos fue un paso trascendental en el camino hacia una mayor desigualdad social y hacia la restitución de poder político y económico a las clases altas, viabilizando la acumulación de elevadas tasas de beneficio en tiempo récord.

Como se vio anteriormente, la evidencia comparada demuestra la existencia de una importante correlación causal, estadísticamente significativa, entre mayor cobertura de la negociación colectiva y menor desigualdad salarial y de ingresos; es por ello que ciertos sectores sociales tratan de inhibir esta importante herramienta. Pues bien,los sistemas con negociación al nivel de rama o sectorial son los más efectivos en lograr mayor cobertura de negociación colectiva, siendo preciso, al menos, reivindicar su espacio en el debate público si se quiere contrapesar el poder absoluto del capital y de verdad apostar a que “Chile cambie”.

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