Si alguna prueba faltaba para demostrar el fracaso del show de las cajas, la diputada de Revolución Democrática, Natalia Castillo, denunció en su twitter, que le había llegado una a su domicilio particular.
Entiéndase, no se trata de criticar por desprestigiar al gobierno, De eso, se encargan desde Piñera para abajo, sin ninguna necesidad de ayuda.
Solo que distribuir alimentos en medio de una emergencia como esta, más que un mérito, es un deber del gobierno, más aún si con sus extravagantes medidas económicas, particularmente la Ley de «Protección» al Empleo, dejó sin sueldo a la población laboral del país, mientras que el ingreso familiar de emergencia se reduce a $65 mil por carga.
El problema es que esta pésima política pública se ha hecho tarde y mal.
Más encima, mienten con descaro.
Así, mientras el intendente Metropolitano, Felipe Guevara. reconoce que será «díficil, muy difícil» llegar a la meta de distribuir 2,5 millones de cajas, el senador de la UDI, Iván Moreira, aseguró con su mejor cara de palo, en un matinal de la televisión abierta, que las cajas ya habían sido entregada a los que más lo necesitan.
El episodio de la diputada Castillo confirma una serie de denuncias por redes sociales, de personas de sectores medios que las reciben sin necesitarlas, lo cual por sí mismo coloca en duda los criterios de distribución de las mencionadas cajas.
«Hoy llegó una caja a mi casa, sin poder mediar ninguna posibilidad de devolverla. Me parece escandaloso que esta caja se le esté entregando a una diputada, es evidente que no pertenezco a las personas más vulnerables del país», dijo la diputada, quién afirmó que sus vecinos también recibieron la canasta.
«Hace días vengo escuchando y viendo en redes sociales distintas denuncias de personas que dicen que recibieron la caja y no la necesitaban, cuestionando cuáles son los criterios que se están utilizando para repartirlas».
Esta situación se suma al polémico instructivo filtrado hace algunos días, lo cual demuestra que si bien el gobierno no da pie con bola para enfrentar la pandemia, en cambio no tiene empacho para sacar provecho político de una medida financiada por los propios chilenos.
La ministro portavoz del Gobierno, Karla Rubilar, reconoció la veracidad del instructivo, asumió la responsabilidad y se limitó a pedir disculpas.
Y eso parece bastar, en la república neoliberal.
Porque, en lo que toca a un país serio, un ministro sorprendido en falta no se disculpa, sino que da un paso al costado, como corresponde.
