“Esto es 100% ficción. Del caso real de los psicópatas y de las personas reales no tomamos nada”, señaló Matías Ovalle, productor de la nueva serie nocturna ‘Secretos en el Jardín’ que será estrenada hoy por la estación de Luksic y se afirma publicitariamente en uno de los casos más impactantes de la década de los 80. Pero la explicación no parece haber sido suficiente para las víctimas del ex detective de la PDI Nelson Lillo Merodio, en cuya figura se inspira el personaje principal de ‘Ramiro Opazo’ interpretado por Francisco Pérez-Bannen, un miembro “destacado de la policía” que resalta “por su profesionalismo, cumpliendo con rectitud y rigor los trabajos que toma”, según describe una reseña del sitio web de Canal 13. Sin embargo, la verdad es muy distinta. Por de pronto, Lillo formó parte del COVEMA, una agrupación clandestina que asesinó al estudiante de periodismo, Eduardo Jara, entre otros.
En la década de los ochenta, Lillo estuvo a cargo de investigar el polémico caso de los “psicópatas de Viña del Mar” que es llevado ahora a la televisión. Su carrera policial terminó en 1983 cuando fue expulsado de la institución a la luz de un sumario interno.
Entre sus crímenes se cuenta haber conformado junto al entonces jefe de la Brigada de Homicidios, José Opazo, el clandestino Comando de Vengadores Mártires (COVEMA), grupo que asesinó al estudiante de periodismo Eduardo Jara y secuestró a más de 14 personas en 1980. La Comisión Rettig llegó a la convicción de que Jara falleció producto de las torturas que recibió durante su secuestro.
El prontuario imputado a este policía también incluye el asesinato, a sangre fría, del militante socialista y miembro del Grupo de Seguridad de Salvador Allende (GAP), Raúl Olivares Jorquera.
“Yo torture y maté a tu hijo”, habría confesado Lillo a la madre de Raúl, Georgina Jorquera, el 5 de agosto de 1975.
Lillo es además sindicado como “uno de los gestores del complot” para encubrir el crimen del comisario de la PDI Luis Colombo Morales, hecho acaecido en 1970 y que se mantiene en la impunidad caratulado como un ‘suicidio’.
En dicha oportunidad, el retirado subprefecto de la Brigada Antipsicópatas fue el primero en llegar al sitio del suceso.
Según ha expresado Milton Colombo, autor del libro ‘Mis investigaciones contra la mafia’ e hijo del funcionario asesinado, Lillo formaría parte de una red de encubrimiento que protege los negocios sucios del Alto Mando de la PDI, en concomitancia con jueces y miembros de la masonería.
Por este caso ya se encuentra en avance una demanda contra el Estado de Chile ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
La impunidad de Lillo se entrelaza con la del actual subdirector de la PDI, Juan Baeza Maturana, conocido por haber integrado un grupo de la Central Nacional de Informaciones (CNI) que secuestró a cuatro estudiantes desde un vehículo diplomático de Holanda, en septiembre de 1986.
Baeza tampoco ha respondido por sus vínculos con un narcotraficante apodado El Condorito”, a quien prestaba protección siendo jefe de la Comisaría Investigadora de Asaltos de San Miguel (CINA) en la década de los noventa.
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Fuente: Verdad Ahora