sábado, septiembre 7, 2024
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Sebastián Piñera: Vendedor de una Ideología Fracasada

Por Francisco Mendez Bernales  

Sebastián Piñera apareció nuevamente en el escenario nacional. En un seminario en la Universidad de Los Andes, el ex mandatario habló de los nuevos habitantes de La Moneda tras su mandato e hizo duras críticas a cómo se estaban llevando a cabo las medidas por parte de la nueva administración. Todo esto lo hizo rompiendo una tradición en torno a los ex Presidentes y volviendo a ser portada, de la mano de esa realidad que él y muchos en su sector dicen querer conservar.

Que todo está mal, que los empleos se irán perdiendo y que falta voluntad de parte del gobierno, fueron algunos de los temas que Piñera habló, causando así una serie de reacciones en su contra y algunas a su favor. Todo esto el ex Presidente lo hizo desde su sempiterna intención de aparecer y de figurar, como si fuera una especie de ser que no conoce los límites, las instituciones y los respetos, como tampoco los tiempos y los espacios, dando la impresión de que quienes lo acompañan no son más que accesorios que se acomodan a su personalidad.

Porque si analizamos la contingencia política en los últimos cinco meses, esta no es la primera vez que el otrora dueño de LAN quiere deslumbrar con su carácter de ex inquilino de Palacio. Ha escrito columnas, ha instalado en su nueva fundación una especie de Moneda chica con los ministros políticos de su gobierno para no estar ausente, para no perderse nada de lo que está sucediendo, disfrazándolo de interés país, cuando lo cierto es que solamente quedan al descubierto ganas y ansias de no apartarse o perderse como persona, ya que al parecer los medios y los periodistas lo hacen sentirse como algo existente.

El principal problema de estas ansias de protagonismo y de ser y existir frente a las cámaras, es que también traen consigo de manera implícita  la venta de la idea de un país que hemos vivido y respirado como si nunca lo hubiésemos experimentado. Es como si Piñera no entendiera que sus soluciones y lo que encuentra natural es precisamente lo que se intenta reformar, para así entrar en una democracia donde la segregación disminuya y en su lugar comencemos de a poco a confluir en una democratización verdadera, que no implica la destrucción de nada, sino la mejora de muchos vicios que hoy vemos como parte de nuestra cultura.

Y es que al igual que muchos de quienes apoyan sus palabras, el ex Presidente no entiende que todo es perfectible y que lo que ellos ven como la gran panacea democrática, ha hecho agua desde el lugar que se mire. Pero más grave todavía es que no escuchan lo que se respira y lo que se siente, como tampoco lo que se pide y lo que se anhela, porque lo ven solamente como un grito de tres o cuatro pelagatos, ya que están seguros de que lo que necesita la ciudadanía es eso que un sistema determinado e inmodificable les entregó por años.

Por esto es que el inspirador de las “Piñericosas” pasó de ser el más liberal de los líderes de la derecha, a transformarse, quizás, en el más fanático de un neoliberalismo militante, precisamente por sus ansiosa necesidad de aparecer y decir palabras como un mercader al que no le importan las instancias para vender su producto, su manera de percibir lo real y lo que sin duda -según él- el pueblo chileno debe seguir comprando por su bien.

Pero un mercader de primer orden es uno al que, por lo menos, se le respeta y se le cree lo que intenta vender, cosa que no sucede con un Piñera que más bien parece el comerciante de una idea, de una ideología y de una verdad no tan verdadera. Don Sebastián terminó por convertirse en la caricatura que alguna vez Kramer hizo de él, dando paso así al personaje y dejando de lado la persona y los razonamientos propios de un ser de carne y hueso.

Piñera existe y respira en los medios ya que no puede hacerlo en otra parte. Ve en las cámaras y en los periódicos la única manera de desarrollarse, de mirarse al espejo y reconocerse, aunque su rostro contenga una sonrisa desesperada y rebosante de poca sabiduría y nula prudencia. Esa nula prudencia que algunos vendedores tienen cuando intentan venderte todo, incluso a ellos mismos, con tal de subsistir.

Fuente: El Quinto Poder

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