domingo, mayo 19, 2024
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Piñera entre Varela y Rojas: De Guatemala a Guatepeor

por Francisco Herreros.

Todavía no calentaba el asiento, en el despacho de su nueva destinación, cuando el flamante ministro de las Culturas, Mauricio Rojas Mullor, ya estaba dando explicaciones. Y en su triple condición de chanta, tránsfuga y traidor, partió por desmentirse a sí mismo, pero de manera tan débil y huidiza, que no se la cree ni él. Total, el que traiciona una vez…


En rigor, Rojas es tan rasca, que lo suyo, más que traición, fue oportunismo, como se verá a continuación.

Tal para cual: ni que estuviera pintado para integrar el gabinete de Piñera; lo cual no es óbice para que éste, un obseso de las encuestas, tal vez ya le esté buscando reemplazante.

Todo empezó el viernes 10 de agosto, al día siguiente del cambio de gabinete, cuando el diario La Tercera publicó un perfil de Rojas, donde reprodujo una conversación sostenida con el canciller Roberto Ampuero en el libro de ambos, Diálogos Conversos (2015), en que Rojas señala que el museo es “un montaje cuyo propósito es impactar al espectador, dejarlo atónito, impedirle razonar. Es una manipulación de la historia, que hace un uso desvergonzado y mentiroso de una tragedia nacional que a tanto nos tocó tan dura y directamente”..

Ampuero acotó entonces: “no es un museo nacional, es un museo de mala memoria”.

En una entrevista con CNN en 2016, Rojas reafirmó sus conceptos:

«Lo que se busca es contar una versión falsa de la historia de Chile; es algo para que la gente no piense, para atontarte (…)  es un museo de la izquierda, para contar una versión falsa de la historia de Chile, porque oculta esa parte importante: cómo llegamos a odiarnos de tal manera”.

Decir que ahí ardió Troya es casi un eufemismo.

La presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, Carmen Hertz, aseguró que va a proponer a la comisión que lo cite «para que explique sus dichos aberrantes sobre el museo, y que reflejan negacionismo. Alguien así no puede ocupar un cargo público, menos aún ser ministro”.

El senador Alejandro Guillier, ex candidato presidencial, anotó en su twitter:

«El nuevo Ministro de las Culturas, con sus ofensivas palabras sobre el Museo de la Memoria, demuestra no estar a la altura del cargo. La cultura es memoria, es reflexión y creación sobre lo que fuimos, somos y queremos ser. La cultura es una forma de descifrar nuestros dolores».

Desde la Comisión de Educación del Senado, los legisladores de la oposición Yasna Provoste, Jaime Quintana y Juan Ignacio Latorre informaron que retiraban la invitación al secretario de Estado de acudir a la instancia, cursada originalmente para este lunes, a la espera de que ofrezca disculpas.

Desde la Comisión de Cultura, su presidente, Marcelo Díaz, señaló que Rojas debe “dar un paso al costado”. El ministro está citado para la sesión del martes, pero integrantes de la comisión como Alejandro Bernales (PL) pedirán que se excuse antes de ingresar.

El poeta Raúl Zurita, Premio Nacional de Literatura, escribió en su página de Facebook:

«Frente a las alucinantes y ofensivas declaraciones del «ministro de cultura» donde califica al museo de la memoria de ser un montaje; declaraciones que hieren lo más entrañable del pueblo de chile, a sus desaparecidos, a sus fusilados, a sus torturados, a sus exiliados, hago un llamado a no participar en ninguna instancia en que este personaje esté involucrado, se va nuestra dignidad como artistas, como escritores, como intelectuales, como seres humanos en ello».

Y qué decir del tembladeral que quedó en las redes sociales. Para comprobarlo, basta ir a la etiqueta de twitter #FueraRojas.

Explicaciones que agravan la falta

Frente a la avalancha que le sobrevino, Rojas intentó excusas y explicaciones que lo hundieron más en el lodo del descrédito, si eso es posible, y lo mostraron como lo que es: una alimaña lábil y escurridiza. Lo hizo en el mismo diario La Tercera, que gentilmente le cedió el espacio para borrar con el codo lo que ayer había afirmado, tal como siempre en su sinuosa trayectoria:

» Esos dichos están sacados de entrevistas anteriores, no sé exactamente de cuándo son, y no reflejan mi posición actual. Primero, nunca he minimizado las violaciones de derechos humanos que se cometieron en Chile. Eso yo lo he condenado siempre, fue absolutamente inaceptable fueron violaciones sistemáticas y terribles que me afectaron muy cerca: mi madre estuvo en Villa Grimaldi, por lo tanto, tengo una cercanía directa con eso. Y hoy toda expresión que nos divida, que nos confronte, es para mí algo que no tiene lugar. Debemos buscar todo lo que nos una y dejar de lado lo que nos ha dividido y buscar un espíritu distinto para avanzar, por lo tanto, esos dichos no reflejan mi posición actual, ni menos son una forma de minimizar, justificar o aceptar hechos que son absolutamente condenables.

-Sin embargo, fueron dichos que usted manifestó y que pensó en ese momento. ¿Cree que fueron un error? ¿Se arrepiente?

Creo que en ciertos momentos, con polémicas distintas y momentos distintos uno expresa ideas que al leerlas después uno dice: ‘esto no debí haberlo expresado así’. Especialmente, lo que más me duele es que alguien pueda plantearlo como que se estuvieran justificando lo que ocurrió en Chile porque siempre he condenado las violaciones de derechos humanos que para mí no fueron hechos circunstanciales, ni por algún subordinado, sino que fueron una política de estado, de violación de Derechos Humanos. Hoy lo importante para mí como ministro es dejar de lado lo que nos divide y concentrarme en la tarea futuro, que tiene que basarse en la unidad y que tenemos que ser bastante generosos. Ese artículo y esas palabras no son parte de ese espíritu y, por lo tanto, hoy día eso está muy lejos de lo que yo tengo que decir, lo que debo decir y lo que quiero decir».

Sorprendente giro en 180 grados, más bien una voltereta, si se considera que entre los dichos del pasado, de su propio libro, que ya no comparte, y su «constructiva» posición actual mediaron no más de dos años.

No se sabe por qué Rojas pretende que alguien le crea, en circunstancias de que miente miserablemente aún en la rectificación de su rectificación.

En efecto, dice no saber de qué entrevistas sacaron sus palabras, aunque sabe perfectamente que vienen de su libro, escrito en conjunto con otro connotado tránsfuga, el actual canciller Roberto Ampuero, denominado Diálogo de Conversos 2.

O sea, como Pedro, negó tres veces su propia obra.

O sea, al igual que los indultados de Punta Peuco, invoca la reconciliación y la mirada al futuro, mientras se refugia en la negación y la mentira, en lugar del arrepentimiento y la expiación.

Miente cuando dice que nunca ha minimizado las violaciones de los derechos humanos; miente cuando dice que lo afectaron de cerca y miente cuando saca a pasear la leyenda de que perteneció al Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR.

Trayectoria de un tránsfuga

César Astudillo, exiliado chileno, que hizo sus estudios en la Universidad Lund, de Suecia, lo desnudó en su página de Facebook:

«Mauricio Rojas nunca fue del Mir. Estudió Derecho en la Chile y salió del país hacia Argentina sin ningún problema, luego buscando mejores horizontes viajó a Suecia, donde pidió asilo político, mintiendo para poder permanecer en Suecia.

Allí comenzó sus estudios teóricos antimarxistas para darle sentido a su estatus de asilado político. No fue perseguido y nunca se le impidió volver a Chile, pero era más rentable permanecer en Suecia profitando de un falso exilio y militando en un partido de derecha al servicio de las grandes empresas suecas.

Efectivamente fue Parlamentario en Suecia y su principal preocupación legislativa fueron políticas en contra de los inmigrantes, por ejemplo en su opinión, sólo podían permanecer en Suecia quienes hablarán perfectamente el idioma y que renunciarán a sus raíces.

Lo conocí personalmente, mi hijo Luciano también fue Parlamentario por la Socialdemocracia en el mismo período, por cierto con posiciones diametralmente opuestas.

Ese es el nuevo flamante Ministro de Cultura, que llega al cargo por la amistad con otro renegado, Ampuero. Por último, este energúmeno, Rojas, escribió hace algún tiempo atrás un panegirico alabando las cualidades de gran estadista del señor Piñera.

Ahora, usted opine con argumentos y verdades ocultas de algunos personajes».

Ello no fue óbice para que, incluso hoy, siempre en el aquiescente diario La Tercera, el camaleónico personaje insistiera en su militancia en el MIR:

«- Usted ha hecho público su paso por el MIR y se han generado comentarios respecto de que usted nunca perteneció a él, ¿cómo responde a eso?

Esas personas deberían investigar un poquito mejor. Les recomiendo leer Diálogo de Conversos. Ahí van a tener exactamente qué es lo que hacíamos. Miguel Enríquez estuvo dos veces en mi casa, se la facilitamos para que se reuniera el comité central del MIR, donde yo vivía, en la calle Catedral.

¿A qué atribuye usted el que se ponga en duda un aspecto de su pasado?

Yo creo que a veces te tratan de empequeñecer o enlodar por cosas. Hay algunas personas que creen que o tal vez les duele que alguien que realmente viene de ahí, que creyó, que se jugó, que estuvo dispuesto a todo un día reflexiona y dice ese era un mal camino y explica por qué, además, y te lo explica con la verosimilitud de alguien que ha estado allí. Yo creo que eso siempre puede causar un efecto un poco así, de ganas de negar este testimonio».

Hombre de una sola línea: siempre un canalla

Por lo que se ve, ahora si se acordó de los contenidos de Diálogo de Conversos. Pero en lo que respecta al ex Secretario General de MIR, Andrés Pascal Allende, en el periódico digital El Desconcierto, negó con énfasis y datos la pertenencia del sujeto a la organización:

«- Se califica de converso porque hoy es un hombre de derecha cuando antes habría militado en el MIR ¿Es cierta su militancia?, ¿Tuvo usted algún contacto con Rojas?

Al señor Mauricio Rojas yo no lo conozco. Nunca tuve contacto con él y recién supe de su existencia hace muy poco por medio de algunos compañeros de Suecia que me contaron. Lo que he recogido de información es que él nunca militó en el MIR. Su madre quien se llamaba Juana Mullor era una profesora socialista y según me indican, el padre no figura mucho en su vida, al parecer porque estaban separados. Apunto estos datos porque es posible que de niño haya tenido por influencia de la madre algunas expresiones de simpatía hacia la izquierda en general, pero en el MIR él nunca militó.

-Con el revuelo causado por la biografía política que divulgó Rojas ¿Qué supo de su pasado político?

Lo que pude averiguar es que estuvo vinculado a un pequeño grupo trotskista durante la Unidad Popular y eso es lo que me han contado, pero no lo puedo confirmar. Lo que sí supe es que en el año 1971, él se fue a Europa a pasear, donde estuvo deambulando por un año en distintos países, lo cual te indica algo porque en ese momento ningún militante del MIR, en pleno período de la UP, iba a pasear fuera del país cuando todos tenían un activo compromiso con el proceso de cambio revolucionario que se estaba llevando a cabo en el país.

Él estudió en la Escuela de Derecho donde alcanzó a cursar un año o algo así después que volvió de Europa. Y he consultado con militantes del MIR que estuvieron en esa época en la Escuela de Derecho y todos me confirman que no fue militante nuestro.

En 1974 su madre fue detenida porque escondió en su casa a un profesor socialista. Ella fue detenida y llevada a Villa Grimaldi donde fue intensamente torturada. Posteriormente, ella salió a Suecia. A raíz de la salida de Chile de su madre, Rojas también viajó a Suecia después, pero no era un perseguido por la dictadura ni asilado político.

-Se sabe que Rojas estuvo en Suecia en calidad de exiliado. ¿Qué antecedentes pudo averiguar de su vida en Europa?

En Suecia y en su primer periodo, Rojas al igual que toda la gente chilena que había llegado hasta allá, apoyaba las actividades anti dictatoriales de los distintos partidos. Allá estudia en la universidad y en ese proceso es donde hace su conversión al anticomunismo, y ahí participa en un centro de estudios financiado por la colonia judía sueca, que es muy de derecha y reaccionaria. Organización que se conoce como Partido Liberal, que no tiene nada de liberal salvo en economía y al contrario en política es un partido de extrema derecha fascistoide. Es a ese sector al que se incorpora Rojas y es así como va escalando y lo ponen en una lista parlamentaria para rellenar por su origen migrante para dar una imagen de tolerancia y sale electo en un período breve como diputado. En esa función se caracterizó por su posición extrema contra la migración, curiosamente, siendo un migrante, lo que provocó mucha molestia entre los exiliados.

-¿Qué pasó con Mauricio Rojas y su madre tras el cambio de sus concepciones políticas?

Todo este viraje hacia la derecha causó mucha molestia en su madre la que no volvió a hablar con él y cortó toda relación por su postura fascistoide. Ella que había sido torturada, que provenía de una familia de izquierda y era una reconocida allendista no toleró este cambio. La señora Juana Mullor murió en Suecia. Lo que tengo entendido, por una versión de una compañera nuestra que conoce a su familia, es que los familiares de doña Juana no reciben a Mauricio Rojas en la familia y hay una ruptura absoluta, porque es una familia de izquierda que estuvo en contra de la dictadura con varios de ellos exiliados y perseguidos».

Estos antecedentes confirman que Rojas ha sido un hombre de una sola línea: siempre un canalla.

Hombre de grandes consensos: todos contra él (salvo la derecha cavernaria)

Hasta ahora, consciente de la gravedad del problema político que generará la continuidad de Rojas en el gabinete, Piñera se ha refugiado en un prudente silencio, y por lo que parece, encomendó la defensa al ministro Secretario General de la Presidencia, Gonzalo Blumel. Lo hizo en el programa Estado Nacional, de TVN, con escasa convicción.

Luego de afirmar que “en materia de DD.HH. no hay doble lectura. Todos tenemos que ser absolutamente defensores y respetuosos de los DD.HH. en todo tiempo, en todo lugar y en toda circunstancia”, se limitó a señalar sobre la polémica generada por los dichos de Rojas:

“Es un problema que hay que despejar y el ministro ya lo ha despejado, señalando que esa postura no lo representa”.

Agregó:

“Mauricio Rojas mismo planteó que lo que él había señalado no es correcto y que ese planteamiento hoy no lo representa”.

Consultado sobre su posible salida del gabinete, desempolvó el ubicuo comodín para situaciones como esta:

“La situación de los ministros lo define el Presiente”.

A su turno, el ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg, aseveró en Canal 13:

“Se ha hecho una campaña injusta. Nadie puede dudar de su compromiso con los Derechos Humanos. El ministro Rojas fue víctima de Derechos Humanos y también su familia”.

Lo cierto es que ese compromiso no aparece por ningún lado, salvo en la leyenda que tramó el propio Rojas.

Una de las hijas de Piñera, Magdalena Piñera Morel, defendió el punto de vista original de Rojas sobre el museo:

“El Museo de la Memoria, de carácter privado, pero financiamiento público, cuenta una mirada, con verdad, pero una verdad. Lo bueno sería que fuera un museo dependiente de la institucionalidad gubernamental, donde un consejo de expertos pueda construir un relato que una a los chilenos”. Posteriormente agregó que el museo debía ahondar en “el largo proceso de división, odiosidad, violación de DD.HH. desde antes del 73 y después de esa fecha”.

Al advertir el revuelo alcanzado por la situación, optó por borrar el mensaje, y añadió la consabida explicación, en busca de empatar la situación:

“Nadie ha justificado atrocidades de ningún tipo. Lo borré porque me expresé mal, efectivamente. Creo que nadie desconoce el atropello a los DD.HH en Chile en ese periodo. Como también en otros lugares mas allá de nuestro país”.

Una posición tanto o más cavernaria sostuvo la presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe:

“Es cierto que hay una parte de la historia que el museo no cuenta y que tiene que ver con cómo se llega al gobierno militar. Repudiar las violaciones a los DD.HH. y reconocer que falta mostrar todo lo que pasó no es contradictorio”.

Posición insostenible

Entretanto, la condena a las torpes expresiones de Rojas, proferidas en su propio libro, por más que las desconozca hoy, sigue fluyendo incesante, incontenible y transversal.

El presidente del Partido Socialista, Álvaro Elizalde, dijo:

«Con sus declaraciones, Rojas demostró una insensibilidad extrema ante el sufrimiento de tantas familias y actuando como negacionista de las violaciones a los derechos humanos”, al tiempo que emplazó a Piñera “a aclarar si comparte las graves declaraciones del ministro Mauricio Rojas”.

El presidente de Revolución Democrática, Rodrigo Echecopar sostuvo que es una “vergüenza y retroceso tener un Ministro de Cultura que trate de montaje el Museo de la Memoria y desconozca la importancia de rescatar nuestra memoria histórica. La lucha por los DD.HH. parte por educar respecto a los momentos más negros de la historia chilena”.

El Partido Comunista emitió una declaración donde expresó:

«Los dichos de Mauricio Rojas son un severo y peligroso riesgo para la democracia chilena”.

Agregó:

“Una autoridad ministerial que en sus funciones públicas debe, entre otros, preservar la memoria de nuestro país, no puede incurrir en un negacionismo histórico, descarado y ofensivo, tanto para las víctimas de crímenes de lesa humanidad, como para el conjunto de la sociedad chilena”.

La declaración concluye:

“En países como Alemania, Francia, Bélgica y Suiza, la negación del Holocausto Nazi está penada y sancionada en las leyes; en España es delito la negación de todo crimen contra la humanidad. Por ello las declaraciones del Ministro, plasmadas incluso en un libro, lo inhabilitan ética y moralmente para ejercer una magistratura tan importante como ser Ministro de las Culturas”.

El Presidente del Partido Radical, Ernesto Velasco, rechazó “categóricamente” las expresiones de Rojas:

“Creo que una persona que no tiene la sensibilidad emocional ni histórica para reconocer esto, más allá que rectifique, no está habilitado para ejercer el rol de ministro de Estado, porque él debe representar a todos los chilenos. Por dignidad y decencia debería dar un paso al costado y permitir no sólo que el Gobierno resuelva esta situación, sino que no manche desde un punto de vista ético al Estado de Chile”.

A juicio de Velasco, estas expresiones develan la irresponsabilidad de un Gobierno de designar en un alto cargo del Estado a una persona que no está capacitada para ejercer el rol de ministro de Estado:

«Debe dar una explicación por nombrar a una persona que no sólo daña a aquellos que sufrieron las violaciones a los derechos humanos, sino que también a nuestra imagen internacional de Chile, por aparecer negando las violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos. El Gobierno del Presidente Piñera debe fijar su posición. No hacerlo denota una clara intencionalidad de justificar las declaraciones de Rojas, por lo que esto claramente va a deteriorar nuestra relación de Gobierno–oposición”.

El Colegio de Periodistas, por acuerdo de su directiva nacional, puso en su cuenta de Twitter:

“Las desafortunadas frases en un libro en 2015 y una entrevista en 2016 del actual Ministro de Cultura son una cruel bofetada a la historia y al profundo dolor de las víctimas. Retractarse es lo mínimo, frente a opiniones que hoy lo descalifica como autoridad de Gobierno».

En estricto rigor, la posición de Rojas en el gabinete se hizo insostenible, por más defensa corporativa que ensaye el Gobierno. Y tanto peor será cuanto más tarde Piñera decida lo inevitable.

Prueba de ello es que la primera actividad pública de Rojas, una rueda de prensa conjunta con Los Jaivas, para anunciar un concierto gratuito por los 55 años del grupo, debió suspenderse, luego que se anunciara que el subsecretario de la cartera, Juan Carlos Jara, concurriría en reemplazo de Rojas.

A la inversa, artistas y representantes de organizaciones de la cultura y la defensa de los derechos humanos convocaron a un acto de desagravio, en el zócalo del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, el miércoles 15 de agosto a las 16 horas.

Están comprometidos, hasta ahora, Villa Cariño, Manuel García, Rulo, González y los Asistentes, Raúl Zurita y muchos otros.

“Basta de violentar la memoria de miles de familias chilenas que sufrieron los más aberrantes crímenes cometidos en la historia de Chile” dice la convocatoria.

No es difícil imaginar la multitud que se congregará en el lugar, a la hora señalada.

Solo la torpeza y arrogancia más extrema podrían aconsejar a Piñera mantener en el cargo al atrabiliario comediante, sin perjuicio de que, en su fuero interno, ya no le deben caber dudas que de Guatemala cayó en Guatepeor.

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