por Nicolás Filipic Masso.
El músico inglés Roger Waters, fundador de la mítica banda Pink Floyd, eligió el 2 de octubre (día internacional de la Noviolencia por el natalicio de Gandhi) para que en varios cines del mundo a la misma hora y en una única función se proyectara el documental de su última gira denominada “Us + Them” (Ellos + Nosotros) en el marco de la presentación de su más reciente trabajo discográfico “Is this the life we really want?» (¿Es ésta la vida que realmente queremos?)
El documental dirigido por Sean Evans y el mismo Waters, acompaña a los músicos en uno de los más de 150 conciertos alrededor del mundo que se llevaron a cabo entre los meses de Mayo de 2017 a Diciembre de 2018.
El registro mezcla imágenes del concierto con recreaciones que apoyan el contenido de las letras de las canciones y aportan una importante cuota de carga dramática a lo largo de las 2 horas y media de duración.
Hace ya una década que Roger Waters se ha dedicado a repasar toda su obra solista y con Pink Floyd luego de destrabar un conflicto legal que llevaba con sus antiguos compañeros de ruta. Si siempre fue un artista comprometido, en tiempos de posverdad y fakenews, Waters parece desesperarse ante la injusticia y la violencia haciendo blanco de sus críticas a los “cerdos que gobiernan el mundo” encarnados en la figura del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
La primera imagen que vemos es la de una joven de espaldas mirando la orilla del mar en una playa apacible y desolada bajo un cielo ennegrecido que amenaza con venirse abajo mientras escuchamos la voz de Waters aclarando que “no sé muy bien por qué estoy haciendo esto, pero tengo que hacerlo”.
A medida que avanza el concierto nos vamos enterando de que esa joven es una madre desesperada que tiene que decidir entre su vida o la de su hija, escena culminante que acompaña la canción “The Last Refugee” (El último refugiado) una de las pocas canciones que incluye en repertorio más reciente.
Por lo demás el concierto / documental es un paseo por los grande discos “The Dark Side of the Moon” (El lado oscuro de la luna), “The Wall” (El Muro) y “Animals” (Animales) con destaque éste último tocado casi completo, momento donde disfrazados con caretas de cerdos, la banda -en plan irónico- brinda ante la violencia desatada que muestran en las pantallas, ante las escenas de guerras, hambrunas, explosiones nucleares y el perfil del presidente estadounidense. Si es cierto que los cerdos gobiernan el mundo, al carajo con ellos, levanta un cartel Roger Waters mientras se saca la careta y es aplaudido por la multitud.
Las enormes pantallas led ubicadas estratégicamente detrás del escenario y en el medio del teatro tienen un protagonismo estelar al reflejar imágenes y textos donde se denuncia con nombre, apellido y foto a varios presidentes y sus terribles dichos cargados de racismo, misoginia, chauvinismo y violencia.
El enorme cerdo volador es ya un clásico en los conciertos del músico inglés pero en esta oportunidad lleva la leyenda “Stay Human” (Mantente Humano) propuesta que saca a relucir el costado humanista y sensible del artista. Conectando con el nuevo sentir, con este “Momento Humanista” que parece aflorar en las nuevas generaciones. Jóvenes que son protagonistas arriba y abajo del escenario.
El director hace especial hincapié en mostrar al público, variopinto, de edades diversas, cantando al unísono aquello que “deseo que estuvieras aquí”, cabe mencionar un primer plano de un cartel escrito a mano “deseo que estuvieras en Teherán” se lee.
Arriba del escenario mientras suenan los primeros acordes de “Another brick in the wall” (Otro ladrillo en el muro), esa que sabemos todas y todos “we don´t need no education”, una fila de jóvenes encapuchados, vestidos con mamelucos naranjas (al estilo Guantánamo) se van despojando de esas ropas mientras cantan el popular estribillo y terminan haciendo freestyle causando la simpatía del público y los músicos, logrando así el momento más lúdico de todos.
En plena oscuridad se puede leer en las pantallas la palabra RESISTE ¿y cómo vas a resistir y para qué se pregunta al mismo tiempo? Resiste con amor a la opresión, no existe un ellos y nosotros, todos somos lo mismo, seamos una unidad, no fomentemos el odio, la discriminación, no existen las fronteras, las razas, las religiones, conectemos con nuestro prójimo y dejemos que los pueblos sean libres y en eso también quiero incluir al pueblo palestino dice Waters al terminar los bises en plena complicidad con una joven que despliega la bandera de la nación árabe y llora emocionada.
Finalmente y a modo de bonus, el músico nos invita a presenciar el detrás de escena con sus compañeros de banda; la búsqueda del yeite justo para el solo de guitarra, la indicación perfecta para las coristas, el aliento a que cada uno de ellos se anime a equivocarse para ir aprendiendo y Roger Waters contándonos en off que está ahí porque le gusta, porque le dá sentido a su vida.
Para el final un clip desgarrador donde se proyectan imágenes impactantes de pobreza, de niñas y niños que caminan sobre basura y chatarra, vemos el muro que divide Israel de Palestina, el de México y Estados Unidos y entonces sucede aquello de la esperanza, de la unión más pura entre dos seres, la madre y la hija que juegan juntas mientras los nubarrones se disipan y uno se queda pensando que no hay muchos artistas como Roger Waters, que se la juegan por un ideal, que graba un video en redes virtuales apoyando al presidente venezolano Nicolás Maduro o pidiendo la libertad para Julian Assange.
Un tipo como él podría quedarse junto a la chimenea, calentándose los huesos, viviendo de su gran obra, pero este artista no quiere quedarse quieto porque le duele el mundo, pero al mismo tiempo guarda una esperanza en lo más profundo de su corazón.
Fuente: Pressenza