El año antepasado vino Pedro Brieger. Brieger es analista internacional de la TV Publica Argentina y columnista de CNN En Español. En una cena que tuvimos, me regaló una explicación de por qué este país sufrió la anormalidad (porque en ningún país de verdad sucede algo así) de haber tenido de alcalde de una comuna como Providencia -y aunque parezca increíble, va a volver a insistir como candidato- a un ex militar con el historial de Cristián Labbé. Lo que me dijo Brieger fue muy iluminador: “Chile fue el único país donde los militares no perdieron”.
Y sí. Si le das vuelta, no perdieron. Es más: en estos días se revela que incluso ex torturados -que nos vendieron toda la vida el discurso de “nosotros somos mejores, por eso voten por nosotros”- recibían dinero de Soquimich, la gigantesca maquinaria de Julio Ponce Lerou, quien es nada mas y nada menos que el ex yerno de Pinochet. Un porcentaje de aquellos que se plantaron durante años en la vereda opuesta del dictador obtenían los recursos de la misma forma que lo hacían quienes nunca quisieron cambiar nada: la derecha chilena.
Muchos hablan de que esta época no es “de derechas e izquierdas”, pero cada día me convenzo más de lo contrario: todo ha vuelto a ser política. El mundo está en un constante conflicto cultural. Están los que quieren mantener todo igual -como el Estado Islámico, que incluso apuesta a un retroceso- y están los que quieren avanzar a una sociedad mas plural y de decision propia. Digamos que es una suerte de liberalismo progre que a esta hora tiene a gente protestando en la puerta de una pizzería en Indiana porque una polémica ley de culto les da el derecho a no atender a homosexuales.
Volvamos a Chile. En Chile, los miembros de la generación X son los que se niegan a los cambios. Es más, bastante culpa tienen de lo que sucede por su carente compromiso con lo que les rodea. Sus padres están llenos de traumas (a lo Bitar) y nosotros, sus hermanos chicos, miramos todo esto sin mucha guía. A patadas no nos hemos dado cuenta porque somos incapaces de conectar una cosa con la otra. Somos cabezas fragmentadas llenas de pop-ups y breaking news. Yo también soy parte de esa cultura, pero tengo una sola gracia: me toca interactuar con mucha gente en el día a día.
Quiero compartirles mi visión, a propósito de un delirio de fin de semana que ha circulado en las redes. Antes vale aclarar mi posición política: voté dos veces por Marco Enríquez-Ominami. Lo voté porque creo que es un tipo al cual no le han encontrado muertos en el placard, porque tiene la intención de liderar proyectos (formó un partido y tomó el riesgo de irse de la comodidad de la vieja Concertación) y las veces que he hablado con él me parece realmente honesto. A Marco Enríquez lo han puteado de todas las formas posibles. Me di en la cabeza cuando me di cuenta que todas las puteadas venían de parte de su generación X, la cual desconfía del conflicto a tal punto que ME-O representa ese niño que levanta la mano en la clase y le hacen bullying. Es un tipo que complica porque obliga a estar de un lado. A los mas viejos, ME-O les cae bien por jugado. A los mas jóvenes también. El desafío tiene que ver (y se lo he planteado en vivo) en cómo simpatiza con los votantes de su edad.
Con el tiempo, muchas banderas de cambio que ME-O tiene las tomó este gobierno. Y no los voté, pero en un momento sentí, en medio de la oleada conservadora que se tomo la derecha -oleada que dejó a gente muy inteligente fuera, como Lily Pérez-, que impulsarían una mirada mas moderna de la sociedad. Entre unos y otros, hasta hace algunos meses atrás, estaba claro quiénes estaban construyendo lo mas parecido al proyecto al cual creo y adhiero: el de una sociedad más abierta, más conversadora, más de construcción de un mercado mas justo donde todos, hasta el mas pobre, tenga la oportunidad de crearse un destino. El proyecto de un país donde el recurso natural sea un banco para la inteligencia y el desarrollo. Ese país me gusta mucho mas que el que tenemos: el país del eufemismo y del egoísmo.
Escribo esta “salida de closet” en medio de la atroz desconfianza construida en estas semanas, la tormenta perfecta que azota al país: los incendios del sur, los volcanes y el norte arrasado por una catástrofe terrible. Ninguna de estas tragedias era evitable -algo muy complejo de entender porque el gobierno tiene un manejo comunicacional muy pobre-. Lo que sí es cuestionable es no saber cuando prevenir, es decir, la alta responsabilidad que tienen los funcionarios de la Onemi. Pero la Onemi no es todo el Estado, éste está compuesto de todos los partidos y miradas. He trabajado con gente del Estado -en gobiernos de izquierda y derecha- y no son esos monstruos chupasangre que caricaturizan los amantes del capitalismo que simplemente no quieren que exista el Estado. Esto no sucede ni siquiera en la cuna del libre mercado.
A ellos yo les digo: maduren de una vez. Voy a decir algo muy impopular y varios me van a putear; pero la verdad, en este momento donde todos son sospechosos, importa muy poco. Sólo tengo una verdad, que es la que he visto con mis propios ojos: esto no es House of Cards. De verdad, no son tan complejos. Son mas bien pueriles. Te lo digo porque, por mi trabajo, me toca hablar con gente de todos los sectores. Desde la ultraizquierda trotskista hasta la ultraderecha que cree que somos Venezuela a esta hora cuando tiene un iPhone en la mano.
Vuelvo a reiterar: este país es anormal. Acá ganaron los militares, amigos. Y aquí viene lo peligroso de no tener ejercicio intelectual y ser solo emoción: esta desconfianza atroz tuvo una guinda de torta el jueves pasado cuando en La Entrevista de Tomás Mosciatti, en el noticiero de MEGA, el dueño de Radio Bío-Bío le pregunta a Camilo Escalona si escuchó lo que él escuchó que dijo un tercero. Increíble. Vean el fragmento:
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Esto es lo que hace Mosciatti: replicar con el tono de una pelea personal algo que “se supone” habría sabido. Si Mosciatti tiene la versión, sería bueno para todo el país que nos dijese de dónde sacó eso de que la Presidenta dijo que quería renunciar. Escalona, sin ser más, responde de la forma mas atroz jamás vista: “lo he leído”.
Yo también he escuchado y he leído cosas. He leído que los illuminatis están planeando invadirnos, que los reptilianos están entre nosotros y que el terremoto y el volcán fueron activados por el Haarp. Yo, si soy responsable, no le puedo dar entidad a cada puta cosa que leo. Menos con casi 700.000 tipos tirándome linea en Twitter. ¿Donde está la madurez? ¿Donde está la lógica? ¿Dónde está el más mínimo sentido de responsabilidad?
¿En qué país estamos viviendo? ¿En el del periodismo de supuestos? ¿Habría? ¿Diría? Ya nadie se moja el culo, y por eso necesitamos con urgencia seguridades en el país donde triunfan los malos. Eso es lo que necesitamos. Tomás, no me vengas con el off the record. Lo que hiciste fue demasiado grave. Hay gente comentando esto en las micros. Hay blogs que para subir sus clicks replican tu contenido. Y lo sé porque trabajo en eso.
Hay más de 12 millones de chilenos en Internet. Es la mayoría del país. Y en Internet hay una sensación de desestabilización bastante peligrosa, donde sólo ganan los que siembran el miedo. Tomás, queremos que nos digas de dónde sacaste eso de que la Presidenta va a renunciar. Te lo pregunto porque hay muchos amigos que piensan con el discurso de Bane de Batman y no podemos darles motivos para continuar con su demencia.
Esta es mi visión: este país no está preparado para un caos. Se ha demostrado en el delirante tono que se está apoderando del discurso público. Esto no es Argentina. ¿Saben por qué? Porque no tenemos ni el tono ni el musculo intelectual argentino: no tenemos filósofos en la tele, en la radio hacen los programas con La Segunda en la mano y casi no hay papers universitarios proponiendo soluciones.
Mosciatti es la versión depresiva abúlica de Jorge Lanata. Yo escucho Radiograma, Tomás es un buen empresario de medios, no tengo dudas, pero últimamente lo aqueja una paranoia extremadamente peligrosa. Quedó de manifiesto en la entrevista de Mega. Si aquí hubiesen buenos humoristas, harían una parodia de esta paranoia que todas las noches asoma en los noticieros. Es como una transmisión desde las líneas del Estado Islámico que dice “son todos narcos y de los malos”.
Sí, es cierto, hay mucho narco. Y hay que sacarlos a todos. La idea de un gran acuerdo nacional, por ejemplo, es peligrosa porque afecta aún mas la confianza. Pero, ¿saben?; yo confiaría en el caos si las universidades estuvieran proponiendo papers, si los políticos estuviesen encantando gente y no escondidos como ratones en el congreso. Pero no, el escenario está bastante vergonzoso.
Me huele mal este llamado a caos. Me parece que nace desde la torpeza. Me parece que nace desde la conspiración, que es la forma en que los pobres de cognición rellenan su mapa. Desde el yo más que del nosotros. Y eso siempre habilita un golpe conservador horrible, con gente pidiendo “militares a la calle” como se ha visto en redes.
Una sola idea: la bancada estudiantil en el Congreso ha sido de los más prolíficos grupos de propuestas y trabajo en el último año. Pero aún existen quienes lo cuestionan. Sé porque me he informado y he navegado en Congreso.cl -es super fácil, métanse- que hacen su pega. Pero aún les siguen dando. Les siguen dando e incluso hay gente que está dispuesto a hacerlos caer, gente que incluso quiere cambios. Hay un grupo en Facebook llamado Letras Para El Combate que el otro día me saltó como un anuncio llamando a “tirarlos abajo a todos”, entre los que se encuentran Giorgio Jackson y Gabriel Boric.
Rarísimo.
Yo, humildemente, les digo: no tengo el presupuesto para buscar respuestas. Pero sí tengo la capacidad de hacer preguntas: ¿por qué el llamado a Asamblea Constituyente al que adhiero no ha sido capaz de armar una propuesta, frente a la población? ¿No será que tenemos un problema de comunicación desde esta esquina del progresismo? ¿A que esta jugando un tipo creíble como Mosciatti al aportar a un rumor en medio de la desconfianza? ¿Quién financia a Letras para el Combate? ¿No será una operación de bandera falsa para alimentar mas al “Chileno ISIS” que quiere ver a todos colgados, incluso a él mismo? ¿No será que esto es una idea para parar las reformas? ¿No será que estamos boicoteándonos a nosotros mismos? ¿No será que en realidad nadie quiere hacer el ejercicio de trabajar por los otros? ¿Por qué nadie, en ningún medio, se hizo esta misma pregunta sobre Mosciatti? ¿Qué es realmente Soquimich? ¿Por qué Longueira dijo que hacer negocios con ellos era lo mejor para el país?
Tengo una sola respuesta frente a todo esto. Y es que volver a algo parecido al pasado, jamás.
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Fuente: MQLTV