Resulta conocida la apuesta del gobierno de Macri por la atracción de inversores externos para recuperar el orden económico ante los límites locales, del sector privado o el público. Sin embargo, también es claro que la ecuación no ha funcionado.
Las posibilidades de recuperación económica dentro del capitalismo remiten al crecimiento del consumo, de la inversión o del saldo favorable del intercambio externo. Es la ecuación que permite reproducir una lógica de acumulación.
Por eso, la decisión gubernamental se concentra desde el inicio de la gestión en las inversiones externas, siendo ese el foco de las visitas al exterior del presidente y su equipo, o lo que define las presencias extranjeras en Argentina en variadas iniciativas.
Bajo esas premisas no sorprenden las afirmaciones del Ministro de la Producción en estos días, Francisco Cabrera, en en el Foro “Argentina-Unión Europea”[1]:
“Argentina necesita inversiones y una de las razones por las que no llegan es porque la rentabilidad no es la esperada respecto del riesgo».
Es un diagnóstico que le permite explicar el bajo desempeño de la actividad económica en el país, donde la opción por el ajuste supone una disminución del consumo, especialmente de los sectores de menores ingresos relativos, junto al balance negativo del comercio exterior derivado de la apertura importadora.
Al no haber consumo suficiente ni saldo positivo del balance comercial, todo se reduce a que lleguen inversiones desde el exterior y para eso hay que asegurarles rentabilidad. La necesidad gubernamental pasa por lograr que esas inversiones lleguen a la Argentina.
Esperaban una lluvia de inversiones externas
El gobierno imaginaba que su sola presencia en la gestión desde diciembre del 2015 y las concesiones originarias a la demanda de los grandes inversores atraerían capitales del exterior. Es evidente que no alcanzó con la devaluación, la quita de retenciones a las exportaciones y los pagos vía fortísimo endeudamiento público externo a los acreedores en conflicto.
No fue ni es tan simple que vengan inversiones a la Argentina, ya que además de los problemas globales, no solo del vecino Brasil, se suman cuestiones locales para demorar decisiones de inversiones productivas en el país. Entre otras, reconoce el Ministro, el retraso en materia de infraestructura y en la provisión de energía, la cuestión tributaria y muy especialmente las laborales, no solo salarios, sino capacidad de organización sindical y protesta social. Convengamos también que los elevados rendimientos financieros compiten con la actividad productiva.
Para eso se estructuraron los acuerdos económicos con China, que aun resta conocer su letra chica y capacidad real de ejecución, sin perjuicio de señalar nuevos mecanismos de dependencia tecnológica, económica y financiera que recrea con recurrencia el país.
A modo de ejemplo de lo que esperan, se reiteró por parte de Cabrera algunos anuncios de próximas inversiones en hidrocarburos no convencionales, en el yacimiento de Vaca Muerta. Es una apuesta a la reproducción de una matriz energética discutida en todo el mundo ante los problemas ambientales derivados del modelo productivo y la subordinación al petróleo, reiterando la dependencia tecnológica con las grandes petroleras, caso de los acuerdos YPF-Chevron.
Se trata de un tema que trasciende la coyuntura, en coincidencia con la decisión de EEUU de retirarse de los acuerdos de París, que son por cierto, muy limitados e incapaces de frenar la destrucción de la naturaleza que propicia el modelo productivo del capitalismo mundial.
Pareciera que la Argentina apuesta en el mismo sentido que la estrategia estadounidense, que logró posicionar, luego de cuatro décadas, a EEUU como principal productor de petróleo del mundo gracias a la fractura hidráulica (fracking) para extracción de hidrocarburos no convencionales.
Argentina intenta continuar ese camino y ser plataforma de difusión en la región de la tecnología del fracking desde su lugar como segunda reserva mundial de gas no convencional (shale-gas) y cuarta de petróleo no convencional (shale-oil).
Todo para favorecer al capital externo
Queda claro que la opción gubernamental apunta a generar condiciones para atraer capitales externos y por eso promete una próxima reforma tributaria, atractiva para los capitales y desoyendo dos demandas que afectan el regresivo régimen impositivo de la Argentina.
Lo principal de la recaudación, más del 50% proviene del IVA y Ganancias, siendo muy regresivo el primero y el segundo se asienta muy especialmente en los ingresos de la cuarta categoría que aportan los trabajadores.
No dudamos entonces, que las reformas tributarias intentarán ser favorables para las ganancias de los inversores y ratificando la regresividad del régimen impositivo.
En materia laboral es evidente el objetivo gubernamental por reducir el costo salarial y laboral para mejorar la opción por las ganancias y la acumulación de capitales.
Desde el Ministerio de Trabajo se impulsan iniciativas políticas, jurídicas, ideológicas comunicacionales para disputar consenso contra los trabajadores y sus protestas.
La judicialización del conflicto social es un hecho creciente, a lo que se suman acciones coercitivas contra dirigentes sindicales, con sanciones que incluyen el encarcelamiento, e intervenciones bajo nuevas modalidades a organizaciones sindicales. Son prácticas exacerbadas y que recuperan formas generalizadas en tiempos de dictadura. Se busca consenso social crítico a la lucha sindical, animando un clima social favorable al accionar “pro-patronal”.
No debe subestimarse el accionar ideológico comunicativo del gobierno en la disputa del consenso sobre el futuro económico, donde todo se resume en sostener la lógica de los capitales. Dice David Harvey que el enigma del capital remite a la naturalización del proceso de valorización, que lleva a todo tenedor de dinero a invertirlo para mantener su valor y acrecentarlo, pero también a la reproducción del ciclo desde el consumo, con lo cual la cotidianeidad reitera el modo de funcionamiento de la lógica de valorización de capitales. No solo actúan los inversores, sino también los consumidores.
Mucho más opera este proceso cuando las estadísticas oficiales reconocen el retroceso manufacturero en el país, con datos del Estimador Mensual Industrial (EMI) que indican que “…la actividad industrial de abril de 2017 presenta una caída de 2,3% con respecto al mismo mes del año 2016” y para “…el primer cuatrimestre del año 2017 con respecto al mismo período del año 2016 muestra una disminución de 2,4%”. [2]
Esa baja en la producción industrial explica el cierre de empresas, las suspensiones y los despidos, más la presión por reducir salarios o actualizaciones de ingresos, por lo que se requiere contrarrestar el imaginario sobre la evolución de la economía con accionar ideológico político. La respuesta es que hace falta crecer y para ello, generar condiciones favorables a la rentabilidad empresarial.
Según el gobierno, la demanda de los inversores pasa por darle continuidad a la lógica regresiva de la política del gobierno, lo que necesita consolidarse en la elección de octubre próximo. Por eso, ante la falta de resultados tangibles en materia económica, vale la ilusión de un tiempo futuro mejor bajo la lógica favorable a las ganancias de los potenciales inversores externos.
Es una cuestión política que exige exacerbar argumentos para una política contra y más allá de los intereses del capitalismo, lo que supone otro modelo productivo y de desarrollo. Lo que supone una preocupación de largo aliento y que sobrepasa los límites del proceso electoral en curso.
(*) Doctor en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP, e Integrante del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO.
Fuente: Blog del autor
[2] INDEC. Estimador Industrial mensual, abril 2017. En: http://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/emi_05_17.pdf