lunes, octubre 14, 2024
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Progresismo sin Progreso: los Arrebatos Neoliberales de la DC

Durante la primera semana de este mes estival, nos enteramos por la prensa y las redes sociales, de la nueva puñalada artera que algunos dirigentes de la Democracia Cristiana y ex autoridades de la extinta Concertación, propinaban a la Nueva Mayoría, el gobierno de Bachelet y su programa.

“Progresismo sin Progreso” fue la epístola que un grupo de 26 dirigentes falangistas, encabezados por Mariana Aylwin, hija del ex Presidente recordado por la transición eterna y su justicia en la medida de lo posible que generó discusión en la opinión pública.  

La ex ministra de educación se paseó por diversos canales instalando el descontento y la desazón de un sector de la Democracia Cristiana por el cauce que han seguido las políticas públicas del gobierno. Aylwin encabeza el discurso conservador, neoliberal y paradójicamente antiprogresista que acerca a la falange con la derecha chilena.

¿Es de extrañarse el discurso de Aylwin y la carta firmada por estos sujetos? Por supuesto que no.

Es una muestra más de su cosmovisión y forma de entender la sociedad. En el caso de la ex diputada hace rato que viene defendiendo el lucro, teniendo guiños con la centro derecha y trabajando en fundaciones ligadas a Andrónico Luksic o de la mano de Harald Beyer, José Joaquín Brunner o Patricia Matte, (la supuesta elite en materia educativa y la tecnocracia neoliberal) invitados por Sebastián Piñera a participar en su gobierno.

La misiva de la discordia

La carta de una extensión de tres carillas instalaba, en ocho puntos, el descontento del ala más neoliberal y colindante con la derecha del rumbo, que sigue el país y el miedo a perder lo ganado. ¿Lo ganado por quién me pregunto yo? pues si bien es cierto, podemos discrepar de algunas reformas impulsadas en la forma y el fondo, muchas de ellas como la laboral, educacional, inclusión, unión civil, despenalización del aborto y nueva constitución, han sacado ronchas en los sectores conservadores de este país porque precisamente han movido un poco este status quo social y político chileno, le han dado un golpecito a la balanza cargada con todo su peso a los dueños del país que han defendido la Democracia Cristiana y la Derecha en aras de mantener esa calma, ese diálogo que sigue perpetuando el poder en manos de unos pocos y bailando apretadamente a empresarios y políticos en el último vals de la corrupción, el cohecho, fraude al fisco y los conflictos de interés.

Los cambios y las reformas podrían ser más rápidas, más profundas, se podrían hacer un sinnúmero de objeciones desde la mirada progresista, pero se avanza y se nota, si no fuera así no estaría tan preocupada la derecha y la DC con cada una de ellas, trabando cada iniciativa, ensuciando la cancha y llevando cada vez que es posible todo lo que no convenga a sus neoliberales y empresariales intereses al Tribunal Constitucional.

La DC, la misma que armó un berriche enorme porque no se le puso alfombra roja ni se le envió flores ni carta de invitación a Jorge Burgos para acompañar a Bachelet a la Araucanía, la misma que defiende a ultranza la Ley de Pesca según palabras de Ignacio Walker y Andrés Zaldívar, comprobada fehacientemente que fue aprobada en medio de actos de soborno, cohecho y conflictos de interés (Caso Jaime Orpis y los DC Andrés Zaldívar y su fallecido hermano Adolfo) que entregó a los mismos de siempre, a las mismas familias más ricas del país el mar por veinte años con opción de renovar sus voraces cuotas pesqueras terminado ese lapso, aquella que es presidida por el senador Jorge Pizarro, que horas después del terremoto y tsunami que afectó a Coquimbo y a la Cuarta región, se fue a Inglaterra a ver el Mundial de Rugby, siendo representante de esa circunscripción.
Esa es la DC que habla del rumbo perdido, del peligro de la ideologización hacia la izquierda, de la falta de progreso.

Como dicen Los Prisioneros: “Lo estamos pasando muy bien”. ¿Pero qué progreso quieren? Enfática es la respuesta.

El propio, el mismo de siempre, el que gozan los grupos de poder, la casta política, los sectores más acomodados de este país, los ricos y los nuevos ricos, los que se coluden y los que nos imponen su falsa moral de la mano de la Iglesia Católica, los que lucran a destajo con la educación superior y escolar, la sostenedora que cambia el auto cada seis meses, un año, mientras las salas de clases se llueven con la primera gota, el progreso de una casta política que tiene en ambos hemiciclos a sujetos embarrados hasta las patas con casos de corrupción y soborno, que no desean por nada del mundo disminuir su “dieta” parlamentaria, sus seis a ocho millones de pesos mensuales por su “vocación” de servicio público.

Cada vez que una ley, una reforma o un mísero proyecto toca los intereses económicos de este grupo, irrumpe la palabra progreso, la palabra libertad hace gárgaras en sus bocas, vocablos manoseados por la derecha chilena y el empresariado, acuñadas por los economistas neoliberales para condenar e instalar el terrorismo de la semántica y del miedo al cambio en esta sociedad de dóciles ovejas que prenden día a día los medios de comunicación manejados obviamente por esta misma casta.

En la radiografía de la riqueza y del poder en Chile se repiten los mismos apellidos, los hijos, los nietos, los primos, los hermanos. El cruce entre familias, la endogamia pura.
Ustedes no quieren progresismo, no quieren progreso para todos, dejen de mentir. No basta con asistir a las emperifolladas Cenas de Pan y Vino del Hogar de Cristo a hablar del próximo viaje, la casa nueva, el nuevo Aston Martin, mandar a sus hijos a hacer patria y ganarse el cielo en Techo Para Chile.

En el país de las transiciones, de las mesas de diálogo, de las concesiones, la política de los acuerdos y las licitaciones hay un grupo, una secta, un gueto, que tomó este país y lo ha estrujado por un par de siglos y debo reconocer que lo seguirá haciendo por generaciones, que se acuerda de la palabra “progreso” cuando hay un cero menos en sus suntuosos cheques y cuentas en paraísos fiscales o el viaje ya no es a París o a Islas Vírgenes.

Ese es el único progreso que les importa.

(*) Profesor de Lenguaje y Comunicación. Profesor de Castellano UPLA

Fuente: El Quinto Poder

Progresismo sin Progreso

Texto de la carta publicada en El Mercurio, el pasado domingo 3 de enero:

1. «Sin duda faltan muchos logros por alcanzar y desafíos por emprender, pero hoy percibimos que, en lugar de seguir avanzando, lo conseguido con mucho esfuerzo está en riesgo de perderse por un diagnóstico errado y un mal diseño de políticas públicas. Para enfrentar este problema se requiere de una profunda corrección».

 2. «El progreso del país requiere transparencia y apego a la ley. Los inaceptables abusos e irregularidades de algunos nos terminan perjudicando a todos, castigando a amplios sectores de la población, y afectando la legitimidad y confianza en las empresas e instituciones públicas, y más importante aún, en el sistema democrático».

3.»Afirmamos nuestro apoyo a todas las reformas que impulsen el desarrollo y la justicia social. Chile, como consecuencia de sus avances del pasado reciente, puede aspirar a hacer posible el sueño de una nación desarrollada e inclusiva. Por eso nos preocupa elevar significativamente el ritmo y la calidad del crecimiento país: proponer una agenda movilizadora de las muchas voluntades que hoy están por comprometerse con un desarrollo mucho más vigoroso que un magro 2% y, a la vez, que responda a las demandas de equidad, prosperidad y de iguales oportunidades».

4. «Como la mayoría de los chilenos, no estamos dispuestos a cualquier reforma que pudiera descarrilar el crecimiento y echar por la borda lo ya logrado. No estamos conformes con las que se están implementando, ni en contenidos ni en procedimientos, y hacemos un llamado a reorientar la mirada de quienes en el gobierno han preferido el apresuramiento a la calidad, y el Estado por sobre los organismos intermedios y las personas».

5. «Vemos con preocupación que se impone una tendencia que privilegia expandir el rol del Estado sobre la solución efectiva de los problemas que se enfrentan y de gestionar solo desde la cúpula burocrática, sin reconocer el rol subsidiario del Estado, un principio constitutivo de nuestra visión de la sociedad, que ha sido factor fundamental en el desarrollo de nuestro país».

6. «El Estado nunca será capaz de lograr todo a la vez y sin costos de ningún tipo. Hoy y siempre será necesario priorizar y focalizar el uso de recursos públicos a lo más urgente e importante».

7. «De la misma manera, en el plano económico se están poniendo en práctica reformas cuyos resultados finales no han sido debidamente evaluados, donde priman los anuncios sobre el contenido y la improvisación sobre la necesaria reflexión y una necesaria concertación de amplios apoyos».

8. «El PDC debe cumplir el sano rol articulador del encuentro de las mayorías del país, que buscan el desarrollo, la paz y el respeto para todos los ciudadanos. Ese fue el espíritu que primó en los gobiernos de la Concertación».

Firman:

Mariana Aylwin, Eduardo Aninat, Pedro García, Hugo y Jaime Lavados, Álvaro Clarke, Clemente Pérez, Jorge Frei, Rodolfo Seguel, Manuel Inostroza, Guillermo Le Fort, Felipe Del Río, Walter Oliva, Ernesto Tironi, Rodrigo Moraga, Ernesto Evans, Mario Jerez, Ana Luz Durán, Gabriela Riutort, Germán Acuña, Claudio Mundi, Santiago Venegas, Dieter Linneberg, José Jiménez, Jorge Araya y Mauricio Olavarría.

 

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