Somos todos tan imperfectos, tan inevitablemente imperfectos, que estamos condenados a vivir en la soltería buscando princesas/príncipes azules, así como vivir en la estupidez ilusa de sólo votar por el candidato perfecto, el (ella) del 90% de mi gusto, de mi programa, de mi estado de ánimo. El pasado pervive pero ya pasó. Bachelet primer gobierno fue potente en política social, hubo menos corrupción, pero no hizo transformaciones relevantes y pecó de omisión en la hora de los cuchillos contra los disidentes.
Todos nos reinventamos. Ahora se enfrentó al aparato para pedir primarias y renovar; propone la mayor reforma tributaria progresista en medio siglo; liberará a las regiones de la dictadura centralista al elegir intendentes y crear una ley de rentas territoriales con un fondo de convergencia regional contra las desigualdades; su propuesta de Constitución incluirá proceso participativo y plebiscito si el Congreso sigue negando la transformación; la educación superior será un derecho y de calidad; habrá más igualdad, libertad y fraternidad. Diálogo, devolución de poder y no más ley antiterrorista con los mapuches.
La Concertación es el pasado. Díscolos, comunistas, ecologistas, regionalistas, independientes progres, tenemos nuestro espacio en una Nueva Mayoría plural, en que hay primarias y no manda la junta de cuatro partidos,
Seamos gramscianos: hay que correr las fronteras de lo posible con reformas sustanciales y muchas revoluciones, que subviertan el orden neoliberal, autoritario, centralista y homogeneizador.
No da lo mismo ganar con el 53% que dos tercios reformistas-revolucionarios contra un tercio reaccionario. Achiquemos el miedo, agrandemos la esperanza.
Nadie da un cheque en blanco. Si no hay proceso reconstituyente, reformas solidarias y poder a las regiones, volveremos a la calle, como en los peores tiempos, volveremos a la calle, sin duda. Sin miedo, sin cálculos, hasta producir la ruptura democrática con la diversidad de los movimientos sociopolíticos y territoriales. Pero no seamos imbéciles ni narcisos; somos todos imperfectos, es la hora de construir el Bloque por los Cambios plural, es la oportunidad de hacer de la elección un plebiscito constituyente y progresista, es el momento de votar y botar, de dar el grito del soberano, que se escuche fuerte y el poder social-constituyente sea mayoría hegemónica con un sentido común de un país libre, justo, regionalizado, tolerante, amoroso, solidario, ecologista, austero.
Le creo a Sfeir, a la presidenta de la CUT, a Jackson y Revolución Democrática, a Horvath y Mirosevic, que reconocen cercanía con el programa de cambios de Bachelet.
Somos una mayoría imperfecta, pero infinitamente buena para Chile a la hora del mandato: los(as) Sres.(as) del inmovilismo, el egoísmo anti-impuestos, centralistas, discriminadores y clasistas, deben perder, deben pasar del “casi” 50% a un tercio de la sociedad. De todos depende. El pedir perfección es un acto narcicista y utópico legítimo pero idiota, es la hora de votar, de meter las manos al barro para construir lo nuevo.
(*) Director Dpto. de Ciencia Política y RRII de la Universidad Alberto Hurtado. Doctor en historia y cientista político.
Fuente: El Mostrador
