viernes, noviembre 22, 2024
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La Posverdad y las Mentiras de Siempre: Campañas Mediáticas contra los Procesos Progresistas Latinoamericanos

por: Randy Alonso Falcón.

Vivimos tiempos de intensa batalla de ideas, como hace ya tiempo nos convocara Fidel (1).

Si en los finales del pasado siglo nos vendieron la receta del posmodernismo, como un llamado al quietismo, al individualismo feroz, al fin de las utopías; ahora, convierten en término de moda a la posverdad (2).

Los medios de comunicación lo utilizan repetidamente y un grupo de teóricos debate ardientemente su significado y alcance. El diccionario de Oxford lo proclamó como el término en inglés (post-truth) más usado en el 2016.

La Real Academia Española lo santificó en el 2017. Detrás de la avalancha, se pretende secuestrar, una vez más, a la víctima más frecuente de todos los conflictos: LA VERDAD.

Para el filósofo británico A. C. Grayling (3) el mundo de la posverdad afecta negativamente la “conversación pública” y la democracia:

“Es una cultura en donde unos pocos reclamos de Twitter tienen el mismo peso que una biblioteca llena de investigaciones. Todo es relativo. Se inventan historias todo el tiempo”.

Se intenta correr la frontera de las mentiras, invertir los campos de la moralidad, agrandar la prevalencia del individualismo. Se abre paso a la hegemonía de lo que el reconocido intelectual polaco Zygmunt Bauman(4) denominó, a fines del siglo pasado, como la “modernidad líquida” (5), donde nada es sólido: ni el Estado – Nación; ni la familia, ni el empleo.
“Es el momento de la desregulación, de la flexibilización, de la liberalización de todos los mercados” – señalaba.

“No hay pautas estables, ni predeterminadas en esta versión privatizada de la modernidad. Y cuando lo público ya no existe como sólido, el peso de la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caen total y fatalmente sobre los hombros del individuo”.

Con la Posverdad se nos induce a aceptar que la verdad ha sido superada, que la hemos dejado atrás. Se nos vende la idea de la imposibilidad de la emancipación, del triunfo de las apariencias sobre lo cierto, de la inexorable obsolescencia de la ética.

¿Pero vivimos realmente la era de la Posverdad?¿O es simplemente el tiempo de la multiplicación de las mismas mentiras de antaño, gracias a la existencia e interacción de las modernas infraestructuras tecnológicas, las prácticas comunicativas actuales, incluídas las redes sociales digitales, y los comportamientos sociales predominantes?

Cuba: Asedio mediático permanente

Mirándolo desde Cuba, no valen de mucho los calificativos. La trayectoria de los grandes medios y las campañas mediáticas desde el imperio y sus aliados contra este país, han sido invariablemente las mismas desde el triunfo revolucionario mismo en 1959. Manipulaciones, groseras mentiras, medias verdades, imágenes sacadas como de un Parque Jurásico, se han repetido una y otra vez por casi 60 años.

Se demonizó el ajusticiamiento de los criminales batistianos que asesinaron a miles de hijos de Cuba; se manipuló la nacionalización legal y justa de empresas norteamericanas que dominaban la mayor parte de la economía del país; se propagó la imagen de Cuba como obediente satélite soviético; se tergiversó el propósito de la presencia internacionalista cubana en África (que preservó la independencia de Angola, contribuyó a la liberación e independencia de Namibia y ayudó a la derrota del oprobioso Apartheid en Sudáfrica); y se contó una y otra vez las Horas Finales de Castro (6), o del socialismo en Cuba

Los grandes medios impresos o los libelos locales en Miami, las agencias noticiosas y la radio de onda corta, sirvieron en las primeras décadas de la Revolución como vehículos principales y casi diarios de las campañas contra Cuba.

Más que espacios de comunicación eran instrumentos serviles de propaganda y agresión. Vale recordar como The New York Times censuró un amplio reportaje sobre el reclutamiento de la fuerza mercenaria que habría de invadir Cuba en 1961(7), para no revelar el involucramiento del Gobierno de EE.UU en ese plan, o aquel escandaloso y risible despacho de la agencia UPI, digno para el estudio de la mofa en las escuelas de periodismo, en el que se hablaba del desembarco exitoso de aquella fuerza mercenaria en el inexistente Puerto de Bayamo.

Simbólico para estos tiempos es que la primera ofensiva mediática de la Revolución Cubana, tan temprana como el 21 y 22 de enero de 1959, se llamó OPERACIÓN VERDAD; cuando Fidel convocó a más de tres centenares de periodistas de diversas partes del mundo para esclarecer la justeza de los procesos emprendidos contra los criminales batistianos y exponer con firmeza los principios del naciente proceso revolucionario.

De aquellas jornadas, saldría la idea de crear los primeros medios internacionales de la Revolución: la agencia de noticias Prensa Latina y la emisora de onda corta Radio Habana Cuba.

Al frente de Prensa Latina estaría el periodista y revolucionario argentino Jorge Ricardo Massetti (8), amigo y discípulo del Che, quien en el proceso fundador de la Agencia dejaría trazado, con claridad meridiana, su principio de actuación:

“Nosotros somos objetivos pero no imparciales. Consideramos que es una cobardía ser imparcial, porque no se puede ser imparcial entre el bien y el mal”.(9)

Nuevos Tiempos, nuevas Tecnologías: el monopolio de siempre

La era de la información o la Sociedad Informacional en que vivimos – como indistintamente la denominan los estudiosos – ha sido escenario para cambios sustanciales en los modos y la velocidad de hacer la comunicación.

La Internet ha extendido el alcance de los medios, ha convertido en hecho instantáneo a la noticia, ha ampliado las fuentes de emisión y multiplicado el volumen de la información que circula. Pero hay cosas que no han cambiado: el poder mediático sigue en manos de unos pocos, la manipulación y la mentira continúan siendo armas de uso predilecto contra quienes se plantean enfrentar el dominio hegemónico del capital y el mercado; se prosigue imponiendo y estandarizando ideas, símbolos, culturas.

Un puñado de oligarcas de la finanza y la industria, pertenecientes a esa élite transnacional del 1% que suele reunirse en Davos o en Bilderberg, controla cada vez más los medios de comunicación y los mensajes que se emiten.

Allí se han instalado también los magnates de las nuevas tecnologías y las redes sociales digitales, como el hombre más rico del mundo en la actualidad, Jeff Bezos (10), dueño de Amazon, de la compañía de turismo espacial Blue Origin y también ahora del Washington Post, el segundo medio mejor posicionado en el Ranking de Alexa para EE.UU.

Unos pocos emporios son los dueños de los grandes periódicos y televisoras en la abundante selva mediática estadounidense (11); tan sólo cinco grupos controlan la prensa francesa de gran público. No pocos medios latinoamericanos están bajo el control de grupos estadounidenses y españoles.

Ya en 1843, en su Monografía de la Prensa Parisina, Honoré de Balzac advertía que cuando un hombre de negocios compra un periódico (un medio de comunicación diríamos hoy) lo hace “… o para defender un sistema político cuyo triunfo le interesa, o para convertirse él mismo en político, haciéndose temer”.

Las insidias, las falsedades, el manejo mediático, que antes se ejercía desde las agencias, la radio o las publicaciones impresas, ahora se difunden ampliamente desde televisoras satelitales, sitios digitales de origen diverso, o a través de las multimillonarias audiencias de las redes sociales.

Los poderes mediáticos globales manejan también los hilos de los medios de comunicación locales. Los mensajes y opiniones que se emiten en Washington, Nueva York, Miami o Madrid se reproducen con inmediatez y profusión en los medios dominantes en Latinoamérica, buena parte de cuyas acciones están en manos de grupos empresariales, financieros o mediáticos de Estados Unidos o España.

Los medios como Partidos políticos-Instrumentos de Guerra

En la confrontación ideológica y militar de la globalización, los medios de comunicación y las redes sociales digitales actúan como fuerza política y arma de combate. Se utilizan convenientemente para la provocación, la exaltación y el ablandamiento en las situaciones de conflicto.

Hay que recordar el papel de las televisoras y periódicos de la oligarquía venezolana en la coordinación y la ejecución del Golpe de Estado contra el Presidente Hugo Chávez en abril 2002.

Tampoco olvidar como The New York Times y The Washington Post fueron utilizados convenientemente para justificar la invasión a Irak en marzo de 2003.

En el diario de la urbe neoyorkina, por aquellos días, podían leerse titulares como: “Arsenal secreto: en busca de las bacterias de guerra” o “Un iraquí habla de los nuevos emplazamientos de armas químicas y nucleares”.

Aquellos artículos los firmaba la periodista estrella del Times Judith Miller, quien reconoció que recibía la información del llamado Congreso Nacional Iraquí, organización con sede en Washington y financiada por la CIA. Los servicios secretos intoxicaban la información para atemorizar al público estadounidense y propiciar el escenario de guerra.

De manera similar lo han hecho en las guerras de Libia y Siria o en la frenética ofensiva total contra la Revolución Bolivariana en Venezuela: inventar el escenario, generar la incertidumbre, promover el odio, atizar la violencia.

En el Manual del Ejército de EE.UU para la Guerra No Convencional de 2010(12) se define claramente la conexión medios–guerras:

“El aspecto más importante de una insurgencia exitosa es la viabilidad del mensaje. Es esencial que el mensaje llegue a las personas y tenga un significado para su modo de vida. La insurgencia no puede ganar apoyo pasivo o activo sin alcanzar estas metas. Esto hace que el lenguaje, la cultura y la geografía de las masas sean particularmente importantes”.

También reafirma:

“… la ideología como conjunto interrelacionado de creencias, valores y normas, es utilizada para manipular e influir en el comportamiento de los individuos dentro del grupo”.

El Manual define un escalamiento de acciones para llevar al quebrantamiento moral, la rendición o la derrota por las armas del gobierno enemigo. Entre ellas señala por orden de escalada:

– Creación de una atmósfera de amplio descontento mediante la propaganda y los esfuerzos políticos y sicológicos para desacreditar al gobierno.

– Agitación, crear opinión púbica favorable (evocando causa nacional), crear desconfianza en las instituciones establecidas.

– Intensificación de la propaganda, preparación sicológica de la población para la rebelión.

¿No se les parece esto demasiado a lo que ha ocurrido en Venezuela y a lo que ahora ocurre en Nicaragua?

Y por cierto, en el propio Manual del Ejército estadounidense se establece que uno de los primeros objetivos a aniquilar por la insurgencia (léase los aliados de Washington) son los medios de comunicación del adversario.

En la Fase 6 de la estrategia se incluye como una de las operaciones a ejecutar:

“Seleccionar como blancos la infraestructura del área de retaguardia, tales como almacenes de combustibles y municiones, patios de ferrocarriles, aeródromos, vías fluviales, plantas de generación de energía eléctrica, así como las instalaciones de radio, televisión y de otros medios masivos de comunicación”.
Sataniza, que da frutos

La nueva estrategia imperial para coartar el avance los procesos progresistas de la región e impedir la proyección política y electoral de los líderes populares, es el uso de los estamentos judiciales, preparados y moldeados con el financiamiento y las academias y talleres del imperio, para encauzar a aquellos que pueden ser un freno a la restauración conservadora y neoliberal en Latinoamérica y a la injerencia estadounidense en la región.

En ese perverso camino, tienen como aliados principales a los grupos mediáticos de la derecha latinoamericana.

El Poder Judicial, bajo el supuesto manto del enfrentamiento a la corrupción, se ha convertido en los últimos años en poderoso espacio donde se despliegan, casi sin límites, estrategias de desestabilización y persecución política. Se aprovecha el hecho de que es este el único poder que no se deriva de la voluntad popular, sino de complejos y amañados procesos de concursos o designaciones políticas, y que posee privilegios exclusivos y aberrantes. No por gusto, las maniobras de la derecha boliviana para abortar el proceso de elección popular de los jueces impulsado en ese país por el gobierno del presidente Evo Morales.

La judicialización de la política, como se le ha denominado a esta estrategia de manipulación de la justicia, viene acompañada del activo papel de los medios de comunicación para denostar a los procesos populares y desprestigiar a sus líderes. Se busca el escarnio y la destrucción de la imagen pública, para facilitar el ambiente en que lograr la inhabilitación política de los adversarios más reconocidos de la derecha furibunda de la región.

Así han arremetido contra Lula, Dilma, Cristina, Correa, Lugo, Milagros Salas. Como punta de lanza, las intensas campañas mediáticas de Globo, Clarín, el Grupo El Comercio. Para ejemplo, la alharaca armada por TV Globo hace unos días, cuando un juez brasileño aceptó la petición de Habeas Corpus para Lula. El todopoderoso imperio de la comunicación en Brasil se escandalizó por la decisión y casi llama al linchamiento de la autoridad judicial.(13)

Actúan además, en creciente articulación con las redes sociales digitales, mayoritariamente escoriadas hacia la derecha, cuyos datos son monitoreados por los órganos de inteligencia y laboratorios mediáticos, como quedó evidenciado en el escándalo de Cambridge Analytica y su recopilación de millones de datos de Facebook.
Las Redes Sociales Digitales como ecosistema informativo y ghetto ideológico

A la hegemonía analógica y digital de los medios tradicionales, se suma ahora el acelerado proceso de acaparamiento del mundo de la información, el entretenimiento y la publicidad por parte de monopolios tecnológicos como Facebook, Google (y su matriz Alphabet), Apple, Amazon y otros pocos.

Facebook, por ejemplo, se ha erigido prácticamente en un estado virtual con leyes propias y sin fronteras. (14) Más de 2 260 millones de usuarios activos mensuales tiene su red social estrella; equivalente a casi un tercio de la población mundial y a más personas que las que habitan en EE.UU, China y Rusia juntos.

En los días que corren, estas redes sociales en el espacio público digital son canales fundamentales de distribución de la información a escala global, aunque ha disminuido respecto a años anteriores dado los nuevos algoritmos de Facebook y otros factores, según revelan los estudios de Reuters del Digital News Report (15).

Pero también son fuentes riquísimas de recolección de datos sobre los gustos, preferencias, aptitudes y estados de ánimo de sus millones de usuarios. Una Big Data que después usan en su provecho empresas, políticos y agencias de Inteligencia.

En su arrollador devenir, estas redes sociales actúan como grandes editores de contenido, que deciden cuáles serán privilegiados y quienes serán expuestos a ellos; manipulan algoritmos para empujar determinadas informaciones; reparten y sirven para repartir premios y castigos (en un bochornoso juego de censura – autocensura).

Como apunta el Pew Research Center, las “…compañías tecnológicas como Facebook y Apple han devenido en actores integrales, sino determinantes, en todos los ámbitos, suplantando las selecciones y propósitos de los medios noticiosos, con sus propias decisiones y objetivos”.

Se arrogan el derecho de censurar, por desnudo, la icónica foto de la niña quemada por el napalm arrojado por bombarderos yanquis en Viet Nam, mientras permiten la viralidad de los videos de la oposición venezolana, llenos de violencia hasta el paroxismo de quemar vivos a decenas de personas.

Reproducen abiertamente las campañas de financiamiento de esa oposición golpista, mientras bloquean temporalmente la cuenta en Facebook de la Dra. Mariela Castro, por considerar inapropiado que difundiera la cuenta bancaria abierta en Cuba para recibir donaciones financieras para ayudar a los cientos de miles de cubanos damnificados por el paso hace unas semanas del más poderosos huracán que se haya registrado en la zona del Atlántico.

Sirven a la vez de vehículo para empujar la autocensura. No pocas veces, quienes se manifiestan al margen de las tesis dominantes, reciben ofensivas descalificaciones que actúan como aviso o intento de intimidación para otros.

Así, la censura ya no la ejercen sólo gobiernos, poderes económicos, políticos o mediáticos, sino que también grupos de ciudadanos (generalmente de derecha o con posiciones extremas) actúan como represores de ideas, que no toleran opiniones discrepantes, se realimentan entre sí, y son capaces de linchar a quienes a su juicio atentan contra lo que ellos consideran incontrovertible.

El uso manipulador y violento de las redes sociales ha sido convenientemente ejecutado dentro de las estrategias imperiales y de la derecha continental contra Venezuela, Cuba, Bolivia y otros procesos progresistas de la región.

Ello no preocupa, para nada, a los Zuckecberg, Page y otros jerarcas de los TICs, que sí andan presurosos tratando de recomponer su imagen en EE.UU y Europa, después de las numerosas denuncias sobre el papel que tuvieron en los resultados de la contienda electoral estadounidense, el referéndum del Brexit y otros relevantes procesos.
Estrategias de Laboratorio

Laboratorios mediáticos, anclados en universidades o empresas privadas, trabajan incesantemente para construir imaginarios y fabricar “realidades”. Así lo han hecho contra los procesos en Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina.

Usan las herramientas de la psicometría, los fabulosos elementos que aporta el uso de la Big Data, apelan a la creciente conectividad para llegar a más audiencias y segmentar estas con mensajes particularizados, bien estudiados, que manipulan las emociones y los resortes subjetivos de los individuos, en una suerte de “Divide y Vencerás” con banda ancha.

Multimillonarias cifras se invierten en estos centros de investigación, desde donde se organizan campañas políticas y mediáticas. A ello se une la actuación de los servicios de inteligencia del imperio y otras potencias, el Comando Ciberespacial del Pentágono y los propios emporios de las telecomunicaciones, tan vinculados a las estrategias e intereses del gobierno estadounidense.

Lo ocurrido en Venezuela desde 2017 y en Nicaragua en lo últimos meses, refleja las técnicas diversas y las sofisticadas metodologías que hoy se usan para intervenir contra los procesos progresistas de la región, basados fundamentalmente en el uso intensivo de las plataformas sociales, junto a la actuación manipuladora y perversa de los pulpos mediáticos tradicionales.

Contra Cuba se ejercen iguales estrategias subversivas, quizás con escala diferente. Un altísimo por ciento de los no menos de 20 millones de dólares que EE.UU destina cada año para programas injerencistas y subversivos en Cuba tienen como componente principal y/o objetivo las tecnologías de las telecomunicaciones y el espacio público digital cubano.
Conocidos fueron los programas Zunzuneo y Piramideo, conducidos por la USAID (una suerte de CIA de civil) y otras agencias del gobierno estadounidense, con el auxilio de empresas contratistas y supuestas ONG.

Ahora, con el apoyo de varios gobiernos europeos, – en una tercerización de la subversión -, financian medios digitales privados y organizaciones políticas con engañosas plataformas ideológicas, organizan cursos de instrucción y seducción para jóvenes periodistas cubanos y les otorgan generosas becas universitarias, estructuran programas destinados a la comunicación con el segmento más joven de la población cubana.

Junto a ello, persisten en sostener los engendros anticubanos mal llamados Radio y TV Martí, para los que destinan unos 30 millones de dólares anuales; parte de los cuales usan para estrategias de comunicación en la web.

¿Qué hacer? Nuestra capacidad de respuesta

En un mensaje a los periodistas cubanos, el 2 de julio de 2008, el Comandante en Jefe Fidel Castro señalaba con claridad el principal desafío de nuestros tiempos para quienes ejercemos la comunicaciòn:

“La verdad en nuestros tiempos navega por mares tempestuosos (…) ¡Ese es el desafío de los periodistas cubanos!”.

Y lo es también para los periodistas honestos y los intelectuales comprometidos de nuestra región.

A la monopolización informativa, los cuantiosos recursos financieros, científicos y tecnológicos, la amplitud y alcance de la estrategia del adversario, se une nuestras dificultades para expandir nuestro mensaje, conectar comunicativamente con los diversos sectores, asumir los desarrollos que ha alcanzado la comunicación contemporánea.

Son parte de los varios y profundos retos que tenemos desde la izquierda y el campo progresista en la estratégica batalla mediática, que como parte de la lucha ideológica, se libra palmo a palmo en Nuestra América.

En el excelente análisis de la situación latinoamericana actual que hace en su artículo. “¿Fin del ciclo progresista o proceso por oleadas revolucionarias?”, el Vicepresidente boliviano Álvaro García Linera previene a nuestros procesos de uno de sus principales desafíos:

“En gestión de gobierno a veces priorizamos la acción política contra las fuerzas opositoras, la mera gestión administrativa o incluso la búsqueda de éxitos económicos para los procesos. Pero si todo ello lo hacemos sin una batalla cultural, politización social o impulso de una significación lógica y moral del mundo que se está construyendo, la buena gestión política, administrativa e incluso económica se traducirá en un debilitamiento del gobierno, un alejamiento de los sectores populares y un crecimiento de la resignificación conservadora en las explicaciones del mundo, en la precepción popular”.

“Precisamente ese es uno de los problemas más importantes por los que están atravesando los gobiernos progresistas y revolucionarios: redistribución de la riqueza sin politización social.”

[…] “…si esta ampliación de la capacidad de consumo, de la capacidad de justicia social, no viene acompañada con la politización social revolucionaria, con la consolidación de una narrativa cultural, con la victoria de un orden lógico y moral del mundo, producidos por el propio proceso revolucionario, no se está ganando el sentido común dominante. Lo que se habrá logrado es crear una nueva clase media con capacidad de consumo, con capacidad de satisfacción, pero portadora del viejo sentido común conservador.”

“El gran reto que todo proceso revolucionario duradero tiene, es acompañar la redistribución de la riqueza, la ampliación de la capacidad de consumo, la ampliación de la satisfacción material de los trabajadores, con un nuevo sentido común y con una nueva manera cotidiana de representar, orientar y actuar en el mundo, que renueve los valores de la lucha colectiva, la solidaridad y lo común como patrimonio moral.”

Frente a tal escenario de la batalla mediática, urge repensar nuestras estrategias comunicativas, coordinar esfuerzos entre los medios de comunicación (tradicionales, comunitarios y alternativos) que apostamos por una América Latina más justa y unida, fortalecer los medios públicos y de los movimientos sociales, innovar y hacer más creativa nuestra comunicación pero que sea más efectiva, dar voz a los comunicadores populares, fortalecer nuestra presencia en el espacio público digital para democratizarlo y difundir nuestras ideas, haciendo énfasis en el combate en las redes sociales.

Los gobiernos progresistas de la región necesitan de una estrategia comunicacional clara y a la ofensiva, que se convierta en una fortaleza de su gestión y en magnífica vía para la batalla de ideas intensa que se nos plantea.

Hemos mostrado que tenemos capacidad y manera de hacer efectivas. Ahí está TeleSur, La Jornada, Página 12, las radios comunitarias, sitios digitales como el de Alainet, Red58, Brasil de Fato o Cubadebate, desde donde modestamente damos nuestra batalla.

Venezuela mostró que también se pueden dar batallas victoriosas en las redes sociales, pese a su evidente derechización y manipulación. La Revolución bolivariana plantó cara en las redes digitales con su militancia popular, activa, preparada, organizada. Al lado de cada etiqueta que la contrarrevolución convirtió en trending topic durante estos meses de guerra total, las fuerzas revolucionarias pusieron una o más etiquetas de respuesta.

Recomiendo leer el artículo de Red58: ¿Por qué Venezuela salió victoriosa en la más reciente guerra de cuarta generación?, que reprodujimos también en Cubadebate.

Fue una batalla que Chávez impulsó desde su cuenta en Twitter de @Chavezcanganga, y que ahora sigue Maduro. O como lo hace brillantemente el presidente Evo Morales, con sus sabios y directos mensajes en su cuenta de Twitter @Evoespueblo.

Pero necesitamos que en esos espacios estén también nuestra gente humilde, la más comprometida, la más combativa, los más preteridos, incluso en las redes. Nuestros pueblos deben asumir esos espacios virtuales no como meros espectadores, sino como activos participantes desde las ideas. Entender sus prácticas, aprovechar sus algoritmos, socializar las mejores experiencias, adentrarnos en los laberintos del big data, son parte de nuestros desafíos.

¡Sembrar ideas!¡Sembrar ideas!¡Sembrar ideas!, como un día nos convocó Fidel.

Fuente: Cubadebate

NOTAS:

(1) “…tiempo tendrán para comprender y reconocer la importancia de esta batalla de ideas. Pudiéramos llamarla hasta de un modo más sencillo, la batalla de la verdad contra la mentira (Aplausos); la batalla del humanismo contra la deshumanización; la batalla de la hermandad y la fraternidad contra el más grosero egoísmo; la batalla de la libertad contra la tiranía; la batalla de la cultura contra la ignorancia; la batalla de la igualdad contra la más infame desigualdad; la batalla de la justicia contra la más brutal injusticia; la batalla por nuestro pueblo y la batalla por otros pueblos…” en Castro Ruz, Fidel: Discurso en la clausura del Tercer Congreso Pioneril, efectuada en el Palacio de las Convenciones, el 9 de julio del 2001. Consultado enhttp://www.fidelcastro.cu/es/discursos/discurso-en-la-clausura-del-iii-congreso-pioneril-efectuada-en-el-palacio-de-convenciones

(2) Para la Real Academia Española la Posverdad es una “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”, enhttp://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=posverdad.

(3) Ver su biografía enhttps://es.wikipedia.org/wiki/Anthony_C._Grayling

(4) Bauman tuvo notable influencia en el movimiento altermundista en la década de los 90. Ver su biografía enhttps://es.wikipedia.org/wiki/Zygmunt_Bauman

(5) Vea una explicación en video sobre el concepto baumiano de Modernidad Líquida enhttps://www.youtube.com/watch?v=aWOGAnxPmy0

(6) En 1992, el periodista argentino radicado en EE.UU Andrés Oppenhaimer publicó el libro ‘La hora final de Castro. La historia secreta detrás de la inminente caída del comunismo en Cuba”. Han pasado 26 años, otras ediciones del libro, falleció Fidel con 90 años, y la Revolución Cubana sigue.

(7) Verhttp://www.asisucedio.co/1961-bahia-de-cochinos-o-la-invasion-de-playa-giron/ yhttp://www.rebelion.org/noticia.php?id=126455

(8) Verhttps://www.ecured.cu/Jorge_Ricardo_Masetti

(9) Ver Artículo de Massetti del 12 de enero de 1960, recogido enhttp://bohemia.cu/historia/2017/05/masseti-no-se-puede-ser-imparcial-entre-el-bien-y-el-mal/

(10) Verhttps://es.wikipedia.org/wiki/Jeff_Bezos

(11) En Estados Unidos hay 6 grandes grupos mediáticos, que controlan el 90% de los medios: Disney (incluye American Broadcasting Company -ABC-, Marvel, Lucasfilm, Disney Channel, etc.), Comcast (vinculada a la familia Roberts;21 posee entre otros NBC -antes controlado por General Electric-, Telemundo y Universal Pictures), News Corporation (anglo-australiano-estadounidense, vinculado a Rupert Murdoch), dividido actualmente en FOX (21st Century Fox, National Geographic Channel, STAR TV -STAR India, STAR Greater China y Fox International Channels Asia-,22 LAP TV, Sky plc, Endemol) y News Corp (HarperCollins, Dow Jones -edita The Wall Street Journal-, New York Post, y las divisiones británica -News UK-23 y australiana -News Corp Australia-24), Time Warner (vinculada a Turner Broadcasting System -Ted Turner-: Warner Bros., Time, AOL, CNN, Cartoon Network, HBO, etc.), National Amusements (posee CBS Corporation y Viacom -que a su vez posee Paramount Pictures, DreamWorks, MTV, Nickelodeon, etc.-); vinculado a la familia Redstone

(12) Ver Manual de Campaña de las Fuerzas de Operaciones Especiales norteamericanas sobre la Guerra No Convencional (FM 3-05.130) enhttp://www.cubadefensa.cu/sites/default/files/circular_TC1801.pdf

(13) Cuenta Emir Sader: “TV Globo suspendió la cobertura al detalle que hacía del rescate de los niños en Tailandia, para noticiar, con pánico, que Lula sería liberado de inmediato. Pasaron entonces a deducir las consecuencias de que Lula fuera liberado, de que aun así no podría ser candidato, pero que saldría a hacer campaña por todo el país por su candidato y que ello cambiaría totalmente el escenario electoral..
Llamaron a sus juristas, para alegar de la supuesta ilegalidad de la medida del juez, aguardando una reacción de Sergio Moro, quien, sin poder para ello y disfrutando de sus vacaciones en Portugal, mandó instrucciones al delegado y difundió su opinión de que la decisión no debiera ser cumplida. Empezó en ese momento una escalada de escaramuzas entre el juez que reiteró la decisión de liberación de Lula, puso plazo –las 17:30 horas– para que se cumpliera, y jueces contrarios a liberación de Lula. Jueces de vacaciones, medios de comunicación, movilizaciones populares en todas las grandes ciudades de Brasil, incluso en Curitiba, aguardando la liberación y en Sao Bernardo do Campo, cerca de la casa de Lula.” Ver https://www.alainet.org/es/articulo/193970

(14) Ver estadísticas actuales en tiempo real enhttp://www.internetlivestats.com/watch/facebook-users/

(15) Ver http://www.digitalnewsreport.org/

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